volumen 7

15.12.2016 15:20

Luisa Piccarreta Volumen 07

 

I. M. I.

Enero 30, 1906

La constancia ordena todo.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, cómo es necesario que el alma sea constante en hacer el bien

que ha comenzado, porque si bien tiene principio, pero no tendrá fin, y no

teniendo fin es necesario que se uniforme a los modos del Eterno Dios: Dios

es justo, es santo, es misericordioso, es Aquél que contiene todo, ¿pero tal

vez por un solo día? No, siempre, siempre. Así el alma no debe ser un día

paciente, humilde, obediente, y otro día impaciente, soberbia, caprichosa,

éstas son virtudes rotas, es un mezclar negro y blanco, luz y tinieblas, todo

es desorden, todo es confusión, modos todos diferentes a los de su Creador.

En tales almas hay guerra continua, porque las pasiones le hacen guerra,

porque viéndose nutridas frecuentemente esperan que la victoria sea de ellas;

guerra por parte de los demonios, de las criaturas y aun por parte de las

mismas virtudes, las que viéndose desilusionadas le hacen guerra

encarnizada y terminan con nausearla, y si se salvan estas almas, ¡oh! cuánto

tendrá que trabajar el fuego del purgatorio. En cambio para el alma

constante todo es paz, ya la sola constancia hace que todo esté en su puesto,

las pasiones se sienten morir, y ¿quién es aquél que estando cercano a morir

piensa en hacer guerra a alguien? La constancia es espada que pone todo en

fuga, es cadena que ata todas las virtudes, de modo que se siente acariciada

continuamente por ellas, y el fuego del purgatorio no trabajará nada porque

la constancia ha ordenado todo y la ha hecho similar a los modos del

Creador.”

 

                                

Febrero 9, 1906

 

La unión de nuestras acciones con las

de Jesús es garantía de salvación.

 

Continuando mi habitual estado, he visto la sombra del bendito Jesús,

todo afligido y casi en acto de mandar castigos. Yo al verlo he dicho: “En

 

11 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

el modo como está, ¿quién podrá salvarse, no sólo de los castigos, sino

también la misma salvación?” Y Él cambiando aspecto ha dicho:

 

“Hija mía, la unión de las obras humanas con las mías es garantía para

salvarse, porque si dos personas trabajan en un mismo terreno, el trabajar en

aquel terreno es garantía de que ambas deberán cosechar; así quien une sus

obras con las mías es como si trabajara en mi terreno, por lo tanto, ¿no

deberá cosechar en mi reino? ¿Tal vez deberá trabajar junto conmigo en mi

terreno, y deberá cosechar en un reino extraño a Mí? ¡Ciertamente que no!”

 

                                

Febrero 12, 1906

 

Las virtudes nos hacen llegar a cierta altura.

En la Divina Voluntad no hay confines.

 

 

Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda oprimida por la

privación de mi bendito Jesús, entonces, en cuanto ha venido me ha dicho:

 

“Hija mía, todas las virtudes en las criaturas fabrican un muro de

determinada altura, pero el muro del alma que vive en la Voluntad de Dios

es un muro tan alto y profundo, que no se encuentra ni la profundidad, ni la

altura, y es todo de oro puro y macizo, no sujeto a ningún infortunio, porque

estando este muro en el Divino Querer, esto es, en Dios, Dios mismo lo

custodia, y contra Dios no hay potencia que valga, y el alma mientras vive

en este Querer Divino, es revestida por una luz toda semejante a la de Aquél

en el cual vive, tanto, que aun en el Cielo resplandecerá más que todos los

demás y será para los mismos santos ocasión de mayor gloria. ¡Ah! hija

mía, piensa un poco que ambiente de paz, de bienes contiene la sola palabra:

“Voluntad de Dios”, el alma, con el solo pensamiento de querer vivir en este

ambiente, ya se siente cambiada, siente un aire divino que la inviste, se

siente perder su ser humano, se siente divinizada; de impaciente se hace

paciente, si es soberbia se hace humilde, dócil, caritativa, obediente, en

suma, de pobre se hace rica, todas las virtudes surgen para hacerle corona a

este muro tan alto que no tiene confines, porque como Dios no tiene

confines, el alma queda perdida en Dios y pierde sus propios confines y

adquiere los confines de la Voluntad de Dios.”

 

                                 

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Febrero 23, 1906

 

Cómo Jesús quedó clavado en la

cruz en la Voluntad del Padre.

 

Esta mañana estaba pensando en Nuestro Señor, en el momento en que lo

clavaban en la cruz y lo estaba compadeciendo, y el bendito Jesús me ha

dicho:

 

“Hija mía, no fueron sólo las manos y los pies los que fueron clavados en

la cruz, sino todas las partículas de mi Humanidad, del alma y de la

Divinidad quedaron clavadas todas en la Voluntad del Padre, porque la

crucifixión fue Voluntad del Padre, por eso quedé todo, en su Voluntad,

clavado y transmutado, esto era necesario porque ¿qué cosa es el pecado

sino un retirarse de la Voluntad de Dios, de todo lo que es bueno y santo que

Dios nos ha dado, creerse por sí mismo algo, y ofender al mismo Creador?

Y Yo para reparar esta audacia y este ídolo propio que se hace la criatura de

sí misma, quise perder del todo mi voluntad y vivir de la Voluntad del Padre,

a costa de gran sacrificio.”

 

                                

Febrero 28, 1906

 

El honor más grande que la criatura

puede dar a Dios es el depender en

todo de su Voluntad Divina. Modo

como se comunica la Gracia.

 

Esta mañana, el bendito Jesús en cuanto se ha hecho ver me ha dicho:

 

“Hija mía, el honor más grande que la criatura puede dar a Dios como

Creador, es el de depender en todo de su Voluntad Divina, y el Creador

viendo que la criatura hace su deber de criatura hacia el Creador, le

comunica su Gracia.”

 

Y mientras esto decía, salía una luz de Jesús bendito y me hacía

comprender el modo como comunica la Gracia, y yo comprendía así: Que el

alma, por ejemplo, siente en ella un aniquilamiento de sí misma, ve su nada,

su miseria, inhabilitada para hacer ni siquiera una sombra de bien; ahora,

mientras se siente en este estado, Dios comunica su Gracia, y la gracia de la

Verdad, así que el alma descubre en todo la verdad sin engaño, sin tinieblas,

y entonces lo que Dios es por naturaleza, ‘Verdad Eterna’, que no puede

engañar ni ser engañada, el alma lo llega a ser por gracia, o sea, el alma

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

siente un desapego de las cosas de la tierra, ve su fugacidad, su inestabilidad,

ve como todo es falso, todo podredumbre, que merecen ser aborrecidas en

vez de amadas; Dios, mientras el alma se siente en este estado, comunica su

Gracia, y la gracia del verdadero Amor y del Amor eterno; comunica su

belleza, de tal modo que hace enloquecer al alma amante, y el alma queda

llena del Amor y de la belleza de Dios, y entonces lo que Dios es por

naturaleza: Amor y belleza eterna, el alma lo llega a ser por Gracia, y así de

todas las otras virtudes divinas, porque si lo quisiera decir todo sería

demasiado largo. Sólo agrego que la Gracia previene al alma, la excita, pero

sólo se comunica y entra a tomar posesión cuando el alma mastica esas

verdades y como alimento las traga, por eso no todos reciben los efectos

dichos arriba, porque como relámpagos los dejan pasar por la mente y no les

hacen un lugar.

 

                                

Marzo 4, 1906

 

Broma que hace Jesús.

 

Continuando mi habitual estado, estaba diciendo interiormente: “Señor,

manifiéstame tu Voluntad, si debo o no estar en este estado, ¿qué pierdes

con decirme un sí o un no?” Mientras esto decía el bendito Jesús se ha

hecho oír en mi interior y me ha dicho:

 

“Hija mía, digo que quiero que salgas de este estado de víctima, pero si lo

haces, ¡ay de ti!”

 

Y yo: “Si Tú mismo me dices que quisieras que salga, ¿no debo hacerlo?

 

Y Él: “Debo decírtelo, empujarte, violentarte, y no debes hacerlo, porque

una hija que está siempre con su padre debe conocer el temperamento del

padre, el tiempo, la causa, debe ponderar bien todo, y si es necesario debe

disuadir al propio padre de darle aquella orden.”

 

Y yo: “No lo he hecho porque la obediencia no quiere.”

 

Y Él sin darme tiempo: “Y si te lo permite, ¡pobre de aquél que lo haga!”

 

Yo al oír esto he dicho: “Señor, parece que esta vez quieres tentarme y

crearme tantas turbaciones que yo misma no sé ya qué debo hacer.”

 

Y Él: “He querido jugar un poco contigo, ¿no juegan acaso alguna vez

los esposos entre ellos, y Yo no puedo hacer otro tanto?”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Marzo 5, 1906

 

Jesús le pide que lo consuele.

Ve suicidarse a un hombre.

 

 

Continuando mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma,

junto con el niño Jesús todo afligido. Yo al verlo tan afligido he dicho:

“Querido mío, dime ¿qué cosa quieres? ¿Por qué sufres? Para poder

aliviarte.” Entonces Él se ha puesto con el rostro en tierra y rezaba para que

yo pudiera interpretar su Voluntad, pero yo no entendía nada; lo he

levantado de la tierra, lo he besado muchas veces y he dicho: “Amado mío,

no entiendo que cosa quieres, ¿quieres que sufra la crucifixión?”

 

Y Él: “No.”

 

Y ha tomado mi brazo en su mano y me desataba el puño de la camisa, y

yo al ver esto he dicho: “¿Quieres que mi brazo esté descubierto?, siento

mucha pena, pero por amor tuyo me someto.”

 

Mientras estaba en esto, veía a un hombre que llevado por la

desesperación y por la estima propia de sí mismo se suicidaba, y esto en

nuestra ciudad. Entonces el niño me ha dicho:

 

“No puedo contener tanta amargura, recibe tu parte.”

 

Y ha derramado en mi boca un poco de su amargura. Yo he corrido hacia

aquel hombre para ayudarlo a arrepentirse del mal que había hecho, los

demonios tomaban aquella alma y la arrojaban al fuego, la volteaban y la

volteaban como si la estuvieran asando. Yo por dos veces la he liberado y

me he encontrado en mí misma rogando al Señor que usara su misericordia

con aquella desventurada alma. El bendito Jesús ha regresado con la corona

de espinas y tan encajada en la cabeza, que las espinas parecía que estaban

hasta en la boca y me ha dicho:

 

“¡Ah!, hija mía, muchos no lo creen, que las espinas penetraron hasta

dentro de la boca. Es tan feo el pecado de la soberbia, que es veneno para el

alma y el cual la mata; así como quien tiene una cosa atravesada en la boca,

y ésta le impide que tome algún alimento para darle vida al cuerpo, así la

soberbia impide la Vida de Dios en el alma, por eso quise sufrir tanto por la

soberbia humana; y con todo esto, la criatura llega a tanta soberbia, que ebria

de soberbia pierde el conocimiento de sí misma y llega a matar su cuerpo y

su alma.”

 

Esto lo digo por obedecer: Que habiendo dicho al padre lo que está

escrito arriba, me aseguró que esta mañana un hombre se había suicidado.”

 

                                

 

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Marzo 9, 1906

 

Ve las almas purgantes ir en auxilio de los pueblos.

 

Continuando mi habitual estado, he visto al bendito Jesús y a muchas

almas purgantes que Jesucristo mandaba en ayuda de los pueblos, en los

cuales parecía que debían suceder muchas desgracias de enfermedades

contagiosas, en algún lugar terremotos; además, quien se suicidaba, quien se

arrojaba en los pozos, en los mares, y quien mataba a otros, parecía que el

hombre estaba cansado de sí mismo, porque sin Dios no siente la fuerza de

continuar la vida. ¡Oh Dios, cuántos castigos y cuántos miles de personas

serán victimas de estos flagelos!

 

                                

Marzo 13, 1906

 

Si el alma no puede estar sin Jesús, es

 

señal que ella es necesaria a su Amor.

 

Esta mañana el bendito Jesús no venía, y yo decía entre mí: “Señor, ¿no

ves como siento que me falta la vida? Siento tanta necesidad de Ti, que si

Tú no vienes siento que se destruye mi ser, no me niegues lo que me es

absolutamente necesario; no te pido besos, caricias, favores, sino sólo lo que

me es de necesidad.” Mientras esto decía me he encontrado toda absorbida

en Él, de tal manera perdido todo mi ser, que no podía hacer ni ver otra cosa

que lo que hacía y veía Él mismo. Me sentía dichosa, feliz, todas mis

potencias adormecidas, como uno que va al fondo del mar, donde todo es

agua, y si hace por mirar, mira el agua; si habla, el agua le impide la palabra

y le entra hasta las vísceras; si quiere oír, sólo el murmullo de las aguas le

entra por las orejas; con esta diferencia, que en el mar hay peligro de perder

la vida y no se siente ni dichosa ni feliz, en cambio en Dios se readquiere la

Vida Divina, la felicidad y bienaventuranza. Entonces el bendito Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, si tú no puedes estar sin Mí, y tanto te soy necesario, es señal

de que tú eres necesaria a mi Amor, porque según uno se vuelve necesario a

otro, es señal que aquél es necesario al otro, por eso, si bien alguna vez

parece que no debo venir, y tú te fatigas y veo la necesidad que tienes de Mí,

y según crece en ti la necesidad, crece también en Mí, y digo entre Mí: Voy

a ella a tomar este alivio a mi Amor, y es por eso que después de que te has

fatigado Yo vengo.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                 

Abril 17, 1906

 

Dios armará los elementos en contra del hombre.

 

Esta mañana me la he pasado mal, me encontraba fuera de mí misma y no

veía otra cosa que fuego, parecía que se abría la tierra y amenazaba con

tragarse ciudades, montes y hombres, era como si el Señor quisiera destruir

la tierra, pero en modo especial en tres diferentes puntos, uno distante del

otro, y alguno de estos en Italia; parecían tres bocas volcánicas, que alguna

hacía salir fuego e inundaba las ciudades, y donde se abría la tierra y

sucedían horribles sacudidas de terremotos; yo no entendía bien si estaba

sucediendo ahora o deberá suceder en el futuro. Cuánta ruina, y la causa de

todo esto es únicamente el pecado, y el hombre no quiere rendirse, parece

que se ha puesto contra Dios, y Dios armará los elementos en contra del

hombre, el agua, el fuego, el viento y tantas otras cosas, y estos harán morir

a muchísimos . ¡Qué espanto, qué horror! Me sentía morir al ver todas estas

escenas dolorosas, hubiera querido sufrir cualquier cosa para aplacar al

Señor. Entonces Él se ha hecho ver, pero, ¿quién puede decir cómo? Le he

dicho alguna cosa para aplacarlo, pero no me prestaba atención y después

me ha dicho:

 

“Hija mía, no encuentro ya donde reposar en mi Creación, hazme reposar

en ti y tú repósate en Mí y calla.”

 

                                

Abril 25, 1906

 

Sufre junto con Jesús. Él le da todos sus

sufrimientos y todo Sí mismo en don.

 

Encontrándome en mi habitual estado, me parecía ver a mi bendito Jesús

todo afligido dentro de mí, en el momento de sufrir la crucifixión, y parecía

que yo sufría un poco junto con Él, y después me ha dicho:

 

“Hija mía, todo es tuyo: Mis sufrimientos, y todo Yo mismo, te hago don

de todo.”

 

Después ha agregado: “Hija mía, ¡cuánto me hacen las criaturas, que sed

tienen de pecados, que sed de sangre! No quisiera Yo hacer otra cosa que

abrir las entrañas de la tierra e incendiarlos a todos.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y yo: “Señor, ¿qué dices? Me dijiste que eres todo mío, y uno que se da

a otro no es ya dueño de sí mismo; yo no quiero que hagas esto, y Tú no

debes hacerlo. Si quieres satisfacción de mí, hazme sufrir lo que quieras,

estoy dispuesta a todo.”

 

Entonces me lo sentía dentro de mí como si lo tuviera atado, y Él me

repetía varias veces:

 

“¡Déjame hacer porque no puedo más, déjame hacer porque no puedo

más!”

 

Y yo repetía: “No quiero Señor, no quiero.” pero mientras esto decía,

sentía que se me rompía el corazón de ternura al ver su bondad tan

condescendiente hacia un alma pecadora cual soy yo. Comprendía tantas

cosas de la bondad divina, pero no sé decirlas bien.

 

                                

Abril 26, 1906

 

Jesús no le deja ver los

castigos para no afligirla.

 

Continuando mi pobre estado, sentía que había algunas personas alrededor

de mi cama que querían que yo viera los castigos que estaban sucediendo en

el mundo, esto es: terremotos, guerras y otras cosas más que yo no entendía

bien, para que implorara ante el Señor. Me parecía que eran santos, pero no

sé decirlo con certeza. Mientras estaba en esto ha salido de mi interior el

bendito Jesús y les ha dicho:

 

“No me la molesten, no la aflijan con querer hacerle ver escenas

dolorosas, más bien hagan que esté tranquila, y déjenla en paz conmigo.”

 

Ellas se han ido y yo he quedado pensando: ¿Quién sabe qué está

sucediendo, y ni siquiera quiere que lo vea? Después me he encontrado

fuera de mí misma y veía a un sacerdote que hablaba de los terremotos que

habían sucedido en los días pasados y decía: “El Señor está muy indignado,

creo que no han terminado aún los castigos.”

 

Y yo: “¿Quién sabe si seremos perdonados nosotros?” Y él, avivándose,

parecía que el corazón le latía tan fuerte que yo lo oía, y esos latidos

repercutían en mi corazón; yo no comprendía quién era, sentía

comunicárseme un no sé qué, y aquél ha dicho:

 

“¿Cómo pueden suceder cosas graves de ruina, de morir gente, donde hay

un corazón que ama por todos? A lo más se podrá sentir alguna sacudida,

pero sin daño notable.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Yo, al oír “un corazón que ama por todos”, me he sentido como enfadada,

y yo misma no sé decir cómo es que he dicho: “¿Qué dices, un corazón que

ama por todos? No sólo que ama por todos, sino que repara por todos, que

sufre, que agradece, que alaba, que adora, que respeta la santa ley por todos,

porque yo no considero verdadero amor hacia la persona amada, si no le da

todo el amor y toda la satisfacción que le deberían dar todos los demás, de

modo que en esa persona pueda encontrar todo el bien y el contento que

debería encontrar en todos.”

 

Él, al escucharme más se encendía, se acercaba queriéndome estrechar, yo

temía, sentía vergüenza por haber hablado así; mi corazón golpeado por sus

latidos me latía fuerte. Entonces parecía que Él se transformaba como si

fuera Nuestro Señor, pero no sé decirlo con certeza. Y sin poderme oponer

me ha estrechado a Sí diciéndome:

 

“Todas las mañanas vendré a ti y desayunaremos juntos.”

 

Mientras estaba en esto me he encontrado en mí misma.

 

                                 

Abril 29, 1906

 

El alma vacía de todo es como

el agua que corre siempre.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús,

llenando todo mi interior de Sí mismo me ha dicho:

 

“Hija mía, el alma vacía es como el agua que corre siempre, y sólo se

detiene cuando llega al centro de donde ha salido; y así como el agua que no

tiene color puede recibir en sí todos los colores que en ella se reflejen, así el

alma vacía, corre siempre hacia el centro divino de donde salió, y sólo se

detiene cuando llega a llenarse toda, toda de Dios, porque estando vacía

nada se le escapa del Ser Divino, y como no tiene color propio recibe en sí

todos los colores divinos. Ahora, sólo el alma vacía, porque está vacía de

todo, comprende las cosas según la verdad, por ejemplo: La preciosidad del

sufrir, el verdadero bien de la virtud, la sola necesidad de lo eterno, porque

para amar una cosa es de absoluta necesidad que se odie la cosa contraria a

la que se ama, y sólo el alma vacía es la que llega a tanta felicidad.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Mayo 4, 1906

 

Temores y lágrimas del alma. Jesús le

pide que sea más precisa en el escribir

 

Estaba muy afligida por no haber visto claramente a mi adorable Jesús,

con el agregado de que el pensamiento me decía que Jesús, Aquél que es mi

vida, ya no me amaba. ¡Oh Dios, qué penas mortales sentía mi pobre

corazón, no sabía qué hacer para liberarme de esto! He derramado lágrimas

amargas, y para liberarme he dicho: “No me quiere más, pero a despecho deque Él no me quiere más, lo querré más que antes.” He escrito esto para

obedecer.

 

Después de mucho esperar ha venido y ponía mis lágrimas sobre su

rostro; yo no entendía bien el por qué, pero me parecía que como aquel

pensamiento me había excitado y casi empujado a amarlo de más, Él

complaciéndose por eso me ha dicho:

 

“¿Cómo, no te amo? Te amo tanto que aun de tus lágrimas llevo cuenta y

las pongo sobre mi rostro para mi contento.”

 

Después ha agregado: “Hija mía, quiero que seas más precisa, más

exacta, que manifiestes todo al escribir, porque muchas cosas las omites, si

bien tú las tomas sin escribir, pero muchas servirán para los demás.”

 

Yo al oír esto he quedado confundida, porque ciertamente lo hago, pero es

tanta la repugnancia de escribir, que sólo los milagros que sabe hacer la

obediencia pueden vencerme, porque de mi voluntad no sería buena para

escribir ni siquiera una coma.

 

Sea todo para gloria de Dios y para mi confusión.

 

                                

Mayo 6, 1906

 

Dios es alimento y vida del alma.

 

Continuando mi habitual estado, ha venido el bendito Jesús con un pan en

la mano como si me quisiera fortificar, porque por sus continuas privaciones

me siento tan mal, que parece que sólo un hilo de vida me mantenga viva, y

que bajo este hilo quedaría incinerada y consumida. Después de haberme

fortificado con aquel pan me ha dicho:

 

“Hija mía, así como el pan material es alimento y vida del cuerpo, y no

hay partícula del cuerpo que no reciba vida de este pan, así Dios es alimento

y vida del alma, y no debe haber partícula que no tome vida y alimento de

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Dios, esto es, animar a todo sí mismo en Dios, como nutrir sus deseos en

Dios, los afectos, las inclinaciones, el amor, hacerlos tomar vida y alimento

en Dios, de modo que ningún otro alimento debería gustar que Dios solo,

pero, ¡oh, cuántos hacen que sus almas se alimenten de toda clase de

porquerías!”

 

Dicho esto ha desaparecido y me he encontrado dentro de una iglesia, y

parecía que varias personas decían: “¡Maldito, maldito! Como si quisieran

maldecir al Señor bendito, y también a las mismas criaturas. Yo no sé cómo

comprendía todo el peso de aquellas maldiciones, como si significaran

destrucción de Dios y de ellos mismos, y yo lloraba amargamente por estas

maldiciones. Después veía en el altar a un sacerdote que celebraba, como si

fuera Nuestro Señor, que yendo en medio de aquellos que habían dicho esas

maldiciones, con voz solemne y con autoridad ha dicho: “¡Maledicti,

maledicti! Esto lo ha dicho al menos por una veintena de veces o más; y

mientras esto decía, parecía que caían muertas miles y miles de personas,

quién por revolución, quién por terremotos, quién en el fuego y quién en el

agua, y me parecía que estos castigos eran precursores de las cercanas

guerras. Yo lloraba, y Él acercándose a mí me ha dicho:

 

“Hija mía, no temas, a ti no te maldigo, más bien te digo: “¡Benedicta mil

y mil veces! Llora y reza por estos pueblos.”

 

                                

Mayo 7, 1906

 

Jesús no quiere salir del interior de Luisa.

 

Esta mañana habiendo recibido la comunión, veía al bendito Jesús en mi

interior y le decía: “Amado mío, sal de ahí, ven fuera a fin de que te pueda

estrechar, besar y hablarte.” Y Él haciéndome una señal con la mano me ha

dicho:

 

“Hija mía, no quiero salir, estoy bien en ti, porque si salgo de tu

humanidad, siendo que la humanidad contiene ternura, compasión,

debilidad, temor, sería como si saliera de dentro de mi Humanidad viviente,

y ocupando tú el mismo oficio mío de víctima, debería hacerte sentir el peso

de las penas de los demás, y por lo tanto perdonarlos en parte. Saldré, sí,

pero no de dentro de ti, sino fuera de Dios, sin Humanidad y mi Justicia hará

su curso como conviene para castigar a las criaturas.”

 

Y parecía que más se adentraba, y yo le repetía: “Señor, sal, perdona en

parte a tus hijos, tus mismos miembros, tus imágenes.” Y Él haciendo señas

con la mano repetía: “No salgo, no salgo.” Esto lo ha repetido más y más

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

veces. Me ha comunicado tantas cosas de lo que contiene la humanidad,

pero no sé decirlas, las tengo en la mente y no puedo explicarlas con

palabras. No hubiera querido escribir esto, pero la obediencia lo ha querido.

 

Fiat, siempre Fiat.

 

                                

 

Mayo 15, 1906

 

El alma es como una esponja, que si se

exprime a sí misma, se impregna toda de Dios.

 

Continuando mi habitual estado sentía una extrema aflicción por la

privación del bendito Jesús, cansada y casi extenuada de fuerzas. Ahora, en

cuanto se ha hecho ver en mi interior me ha dicho:

 

“Hija mía, lo que el alma debe hacer es un continuo exprimirse a sí

misma, porque el alma es como una esponja, se exprime a sí misma y se

embebe de Dios, y embebiéndose de Dios siente la Vida de Dios en sí

misma, y por eso siente el amor a la virtud, siente tendencias santas, se

siente vacía de sí misma y transformada en Dios, y si no se exprime a sí

misma queda impregnada de ella, y por lo tanto siente todos los efectos que

contiene la corrupta naturaleza, todos los vicios asoman la cabeza: La

soberbia, la envidia, la desobediencia, la impureza, etc, etc.”

 

                                

Mayo 18, 1906

 

Mientras el alma sufre Jesús reposa.

 

Estaba sufriendo tanto en el alma y en el cuerpo, que yo misma no sé

cómo es que vivo, entonces he visto en mi interior al bendito Jesús que

reposaba y dormía tranquilamente; yo lo llamaba, lo jalaba, pero Él no me

prestaba atención. Después de mucho esperar me ha dicho:

 

“Amada mía, no quieras turbar mi reposo, ¿no me has dicho que tú

quieres sufrir en lugar mío, y que quieres sufrir en tu humanidad todo lo que

Yo debía sufrir en la mía si estuviera viviente, intentando reconfortar mis

miembros sufrientes con tus sufrimientos, sufriendo tú para dejarme libre?

Por eso mientras tú sufres Yo reposo.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y mientras esto decía se ha dormido más profundamente y ha

desaparecido. Esto que me ha dicho son mis continuas intenciones en mis

sufrimientos.

 

                                

Junio 13, 1906

 

El alma, con tal de ser más amada por su

sumo y único Bien, haría cualquier cosa.

 

Me la paso siempre en continuas privaciones, a lo más se hace ver por

instantes, o en mi interior descansando y durmiendo, sin decirme una

palabra, y si hago por lamentarme se desinteresa diciéndome:

 

“Injustamente te lamentas, ¿es a Mí al qué quieres? Y bien, me tienes en

lo íntimo de tu interior, ¿qué más quieres? O bien, ¿si me tienes todo en ti

por qué te afliges? O si es porque no te hablo, con sólo verme ya nos

entendemos.” O bien se la saca con un beso, con un abrazo, con una caricia;

y si ve que no me tranquilizo me reprende severamente diciéndome:

 

“Sólo me desagrada tu desagrado, si no te tranquilizas te haré desagradar

de verdad ocultándome del todo.”

 

¿Quién puede decir la amargura de mi alma? Me siento como tonta y no

sé manifestar lo que siento, y además, en ciertos estados de ánimo es mejor

callar y seguir adelante. Esta mañana, en cuanto lo he visto me he sentido

transportar fuera de mí, y no sé decir bien si fuera el paraíso, estaban

muchos santos, todos incendiados de amor, pero lo asombroso era que todos

amaban, pero el amor de uno era distinto del amor del otro; yo,

encontrándome con ellos trataba de distinguirme y superarlos a todos en el

amor, queriendo ser la primera de todos en amarlo, no soportando mi

corazón, demasiado orgulloso, que los demás me igualaran, porque me

parecía ver que quien más ama está más cerca a Jesús y es más amado por

Él. ¡Oh! el alma llegaría a todos los excesos, no tomaría en cuenta ni vida ni

muerte, ni piensa si le conviene o no, en suma, haría aun locuras para

obtener este intento, de estar más cerca de Él y de ser amada un poquitito de

más por su sumo y único Bien. Pero con mi sumo pesar, después de breve

tiempo una fuerza irresistible me ha conducido en mí misma.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Junio 15, 1906

 

Toda la Vida Divina recibe vida del amor.

 

Después de haber esperado mucho, mi bendito Jesús ha venido como

relámpago y me ha dicho:

 

“Hija mía, toda la Vida Divina, se puede decir que recibe vida del amor:

El amor la hace generar, el amor la hace producir, el amor la hace crear, el

amor la hace conservar y da continua vida a todas sus operaciones, así que si

no tuviera amor, no obraría y no tendría vida. Ahora, las criaturas no son

otra cosa que chispas salidas del gran fuego de Amor, Dios, y su vida recibe

vida y actitud de obrar de esta chispa, así que también la vida humana recibe

vida del amor; pero no todos se sirven de ella para amar, para obrar lo bello,

lo bueno, para todo su obrar, sino que transformando esta chispa la usan:

Quien para amarse a sí mismo, quien a las criaturas, quien a las riquezas, y

quien hasta a las bestias, todo esto con sumo desagrado de su Creador, que

habiendo hecho salir estas chispas de su gran fuego, anhela recibirlas todas

de nuevo en Sí, pero más engrandecidas, como otras tantas imágenes de su

Vida Divina. Pocos son aquellos que corresponden a la imitación de su

Creador.”

 

                                 

Junio 20, 1906

 

Todo debe reducirse a un punto solo,

esto es: Volverse todo una llama.

 

Me sentía muy sufriente de alma y de cuerpo, y habiendo pasado la noche

con fiebre me sentía quemar y consumir, y toda sin fuerzas me sentía morir,

con el agregado de que Jesús no venía, verdaderamente no podía más.

Ahora, después de mucho me he sentido salir fuera de mí misma, y veía a

Nuestro Señor dentro de una luz grandísima y a mí misma toda clavada, aun

las más pequeñas partículas de mis miembros, así que no eran sólo las

manos y pies como otras veces, sino que cada uno de mis huesos tenía su

clavo metido dentro. ¡Oh! cuántos acerbos dolores sentía yo, a cada

pequeño movimiento me sentía desgarrar por aquellos clavos y desfallecía, y

de vez en cuando me sentía morir, pero resignada y abismada en el Divino

Querer, el cual me parecía que fuera una llave que abría los tesoros divinos

para tomar la fuerza para sostenerme en aquel estado de sufrimiento, hasta

volverme contenta y feliz; sin embargo yo me quemaba y estos clavos

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

parecía que producían fuego, y yo estaba sumergida en este fuego. El

bendito Jesús me veía y parecía que se complacía por mi estado y me ha

dicho:

 

“Hija mía, todo debe reducirse a un solo punto, esto es: Llegar a ser todo

una llama, y de esta llama cernida, prensada, golpeada, sale una luz

purísima, no como luz de fuego sino de sol, toda semejante a la luz que me

circunda, y el alma convertida en luz no puede estar lejana de la luz divina,

más bien mi luz la absorbe en sí misma y la lleva al Cielo. Por eso ánimo, es

la completa crucifixión de alma y cuerpo, ¿no ves que tu luz está ya por salir

de la llama, y mi luz la espera para absorberla?”

 

Mientras esto decía yo me he mirado y veía dentro de mí una llama

grande, y de ésta salía un pequeño rayito de luz que estaba por separarse y

emprender el vuelo. ¿Quién puede decir mi contento? Ante el pensamiento

de morir, el pensamiento de estar siempre con mi único y sumo Bien, con mi

vida, con mi centro, me siento en el paraíso anticipadamente.

 

                                

Junio 22, 1906

 

Vestido misterioso semejante al de Jesús.

 

Continuando mi estado de sufrimientos, el bendito Jesús ha venido por

poco tiempo y me hacía ver un vestido todo adornado, sin costura ni

abertura, que estaba suspendido sobre mi persona. Mientras esto veía me ha

dicho:

 

“Amada mía, esta vestidura es semejante a la mía, que se te ha

comunicado a ti por haberte participado las penas de mi Pasión y por haberte

elegido por víctima. Este vestido cubre, protege al mundo, y siendo sin

costura ni abertura ninguno escapa de su protección, pero el mundo con sus

abusos no merece más que este vestido lo cubra, y así hacerlos sentir todo el

peso de la ira divina. Y Yo estoy a punto de traérmela para poder desahogar

mi Justicia desde hace mucho tiempo contenida por esta vestidura.”

 

Mientras estaba en esto, parecía que la luz que había visto en días pasados

estaba dentro de esta vestidura, y el Señor esperaba a la una y a la otra para

absorberlas en Sí mismo.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Junio 23, 1906

 

La obediencia la hace seguir

viviendo en el mundo como víctima.

 

Continuando a sentirme mal había dicho al confesor lo que he escrito

antes, callando alguna cosa, parte por la debilidad extrema que sentía, no

teniendo fuerzas para hablar, y parte por temor de que la obediencia me

pudiese poner alguna trampa. ¡Oh! Dios Santo, qué temor, sólo Dios sabe

como vivo, vivo muriendo continuamente y mi único consuelo sería morir

para reencontrar mi vida en Dios, pero la obediencia la quiere hacer de cruel

verdugo, quiere tenerme muriendo continuamente y no a vivir para siempre

en Dios. ¡Oh obediencia, cómo eres terrible y fuerte! Entonces el confesor

me ha dicho que no lo permitía y que debía decir al Señor que la obediencia

no quería. ¡Qué pena amarguísima! Después, encontrándome en mi

habitual estado veía a Nuestro Señor, y al confesor que le pedía que no me

hiciera morir. Yo, temiendo que le hiciera caso lloraba, y el Señor ha dicho:

 

“Hija, tranquilízate, no me aflijas con tu llanto, Yo tengo toda la razón en

traerte, porque quiero castigar al mundo y sólo por ti y por tus sufrimientos

me siento como atado. El confesor también tiene razón en quererte tener en

la tierra, porque, pobre mundo, pobre Corato, en el estado en el cual se

encuentra, ¿qué será de él si ninguno lo protege? Y también por él mismo,

porque estando tú, algunas veces Yo me sirvo de él por medio tuyo, alguna

vez directamente diciendo alguna cosa que le concierne, y alguna vez

indirectamente para llamarlo, cuando para estimularlo, y cuando para

disuadirlo de hacer alguna cosa que no me agrade; entonces, llamándote a

Mí me serviré de los sufrimientos. Pero, ánimo, que como están las cosas

Yo me siento más inclinado a escucharte a ti que al confesor, y Yo mismo

sabré cambiar su voluntad.”

 

Luego me he encontrado en mí misma, no pensaba escribir esto porque no

me parecía necesario, pues viendo al confesor junto con Nuestro Señor, yo

estaba convencida de que ya lo sabía todo.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Junio 24, 1906

 

Continúa suspirando el Cielo.

 

Diciendo al confesor lo que he dicho arriba, se ha inquietado porque

quería, absolutamente, que yo me opusiera al Señor, que la obediencia no

quería, porque yo me sentía más mal, el pensamiento de tantas privaciones

del bendito Jesús que me habían quemado tanto y vuelto a quemar a lo vivo,

me hacía anhelar el Cielo. Mi pobre humanidad la sentía a lo vivo e iba

refunfuñando contra la obediencia; mi pobre alma me la sentía como bajo de

una prensa y no sabía que decidir. Mientras estaba en esto ha venido

Nuestro Señor con un arco de luz entre sus manos, y ha salido una guadaña

también de luz y tocaba el arco que Jesús tenía entre sus manos, y el arco

tocado ha quedado absorbido en Cristo, y ha desaparecido sin darme tiempo

de decirle lo que la obediencia quería. Yo comprendía que el arco era mi

alma y la guadaña la muerte.

 

                                

Junio 26, 1906

 

Ve a Jesús niño, la besa y la compadece.

 

Continuando lo mismo, ha venido el confesor y ha seguido dándome la

misma obediencia, y habiendo venido el niño Jesús le he dicho mis

amarguras sobre la obediencia, y Él me acariciaba, me compadecía y me

daba muchos besos. Con estos besos me infundía un aliento de vida, y

encontrándome después en mí misma sentía como fortalecida mi humanidad.

Sólo Dios puede entender estas mis penas, porque son penas que yo no sé

decir. Al menos espero que el Señor quiera dar luz a quienes dan esta clase

de obediencia. El Señor me perdone, el dolor me hace decir disparates.

 

                                

Julio 2, 1906

 

Con sus sufrimientos le hace un anillo a Jesús.

 

Encontrándome en mi habitual estado y continuando mis sufrimientos con

un poco de más fuerza, ha venido mi bendito Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, verdaderamente ya te quiero traer, porque quiero estar libre

para desempeñarme con el mundo.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Parece que quería tentarme, pero yo no le he dicho nada de llevarme

porque la obediencia quiere lo contrario, y también porque me duelo del

mundo. Mientras esto pensaba, Jesús me ha mostrado su mano, en la que

lucía un bellísimo anillo con una gema blanca, y de esta gema pendían

muchas argollitas de oro entrelazadas, que formaban un bello adorno a lamano de Nuestro Señor, y Él lo iba mostrando, tanto le agradaba, y después

ha agregado:

 

“Este anillo me lo has hecho tú en estos días pasados por medio de tus

sufrimientos, y Yo estoy preparando uno más bello para ti.”

 

                                

Julio 3,, 1906

 

La Voluntad de Dios es el paraíso del alma en la

tierra, y el alma que hace la Voluntad de Dios

forma el paraíso a Dios sobre la tierra.

 

Habiendo recibido la comunión, me sentía toda unida y estrechada a midivinísimo Jesús, y mientras me estrechaba, yo me reposaba en Él y Él se

reposaba en mí, y después me ha dicho:

 

“Amada mía, el alma que vive en mi Voluntad reposa, porque la Voluntad

Divina hace todo por ella, y Yo, mientras obra por ella, ahí encuentro el más

bello reposo, así que la Voluntad de Dios es reposo del alma y reposo de

Dios en el alma. Y el alma mientras reposa en mi Voluntad está siempre

pegada a mi boca, y de ella absorbe en sí misma la Vida Divina, formando

de Ella su alimento continuo. La Voluntad de Dios es el paraíso del alma en

la tierra, y el alma que hace la Voluntad de Dios viene a formar el paraíso a

Dios sobre la tierra.

 

La Voluntad de Dios es la única llave que abre los tesoros de los secretos

divinos, y el alma adquiere tal familiaridad en la casa de Dios, que domina

como si fuera la dueña.”

 

¿Quién puede decir lo que comprendía de esta Divina Voluntad? ¡Oh,

Voluntad de Dios, cómo eres admirable, amable, deseable, bella, basta decir

que encontrándome en Ti, me siento perder todas mis miserias, todos mis

males, y adquirir un nuevo ser con la plenitud de todos los bienes divinos!

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Julio 8, 1906

 

Jesús la atrae hacia Él con una luz.

 

Continúa casi siempre lo mismo, solamente siento un poco más de vigor;

que Dios sea siempre bendito, todo es poco por su amor, aun su misma

privación, el estar lejana del Cielo y sólo por obedecer.

 

Ahora, la obediencia quiere que escriba alguna cosa acerca de la luz que

aún sigo viendo de vez en cuando. A veces me parece ver a Nuestro Señor

dentro de mí, y de su Humanidad sale una imagen toda luz, y su Humanidad

enciende siempre más el fuego, y veo la imagen de la luz de Cristo como si

tamizara este fuego, y de este fuego tamizado sale una luz toda semejante a

su imagen de luz, y todo se complace y con ansia la espera para unirla a Sí, y

después se incorpora otra vez en su Humanidad. Otras veces me encuentro

fuera de mí misma y me veo toda fuego, y una luz que está por desprenderse

del fuego, y Nuestro Señor con su aliento sopla en la luz, y la luz se eleva ytoma el camino hacia la boca de Jesucristo, y Él con su aliento la aleja y la

atrae, la engrandece y la vuelve más reluciente, y la pobre luz se debate y

hace todos los esfuerzos porque quiere ir a su boca, a mí me parece que si

esto sucediera expiraría, no obstante estoy obligada a decir en mi interior:

La obediencia dada por el confesor no lo quiere, a pesar de que el decir esto

me cuesta la propia vida. Y el Señor parece que se deleita con hacer tantos

juegos con esta luz. Ahora, me parece que Nuestro Señor viene y quiere

volver a ver todo lo que Él mismo me ha dado, si está todo ordenado y

desempolvado; además me toma de la mano y me quita los anillos que me

dio cuando me desposó con Él, uno lo ha encontrado intacto y el resto los ha

desempolvado con su aliento y me los volvía a poner, después, como si me

vistiera toda se pone a mi lado y dice:

 

“Ahora sí que estás bella, ven a Mí, no puedo estar sin ti; o tú vienes a Mí

 

o Yo voy a ti, eres mi amada, mi alegría, mi contento.”

Mientras esto dice, la luz se debate y hace todos los esfuerzos porque

quiere estar en Jesús, y mientras toma su vuelo veo que el confesor con sus

manos la para y la quiere encerrar dentro de mí, y a Jesús que se está quieto

y lo deja hacer. ¡Oh Dios, qué pena! Cada vez que esto sucede me parece

que debo morir y llegar a mi puerto, y la obediencia me hace encontrar de

nuevo en camino. Si yo quisiera decir todo de esta luz no terminaría jamás,

pero me hace tanto mal escribir esto, que no puedo seguir adelante, aunado a

que muchas cosas no sé decirlas, por eso hago silencio.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Julio 10, 1906

 

Quien todo se dona a Jesús, recibe todo Jesús.

 

Encontrándome en mi habitual estado, por breve tiempo ha venido

Nuestro Señor y me ha dicho:

 

“Hija mía, quien toda a Mí se da, merece que Yo todo a ella me dé. Heme

aquí, todo a tu disposición, lo que quieras, tómalo.”

 

Yo no le he pedido nada, sólo le he dicho: “Mi Bien, no quiero nada,

únicamente te quiero a Ti, sólo Tú me bastas para todo, porque teniéndote a

Ti tengo todo.”

 

Y Él: “Muy bien, has sabido pedir, pues mientras no quieres nada has

querido todo.”

 

                                

Julio 12, 1906

 

Todo lo que a la criatura le sirve

de sufrimiento, toca a Dios.

 

Habiendo sufrido mucho al esperar a mi bendito Jesús, me sentía cansada

y sin fuerzas. Entonces ha venido casi de escapada y me ha dicho:

 

“Hija mía, todo lo que a la criatura le sirve de sufrimiento o de dolor, por

una parte hiere a la criatura, y por otra parte toca a Dios; y Dios sintiéndose

tocado da siempre, a cada toque que siente da alguna cosa de divino a la

criatura.”

 

Y ha desaparecido.

 

                                

Julio 17, 1906

 

A quien vive en la Voluntad de Dios, Jesús le

da la llave de sus tesoros, y no hay gracia que

salga de Dios en que ella no tome parte.

 

Esta mañana veía al bendito Jesús con una llave en la mano y me decía:

 

“Hija mía, esta llave es la llave de mi Voluntad; para quien vive en Ella le

conviene que tenga la llave para abrir y cerrar según le plazca, y tomar lo

que le agrade de mis tesoros, porque viviendo de mi Querer tendrá cuidado

de ellos más que si fueran suyos, porque todo lo que es mío es suyo y no

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

hará despilfarro de ello, más bien los dará a otros y tomará para ella lo que

pueda darme más honor y gloria. Por eso te entrego la llave y ten cuidado de

mis tesoros.”

 

Mientras esto decía, me sentía toda inmersa en la Divina Voluntad, tanto,

que no veía otra cosa que Voluntad de Dios, y me la he pasado todo el día en

este paraíso de su Voluntad. ¡Qué felicidad, qué alegría! Y durante la

noche, encontrándome fuera de mí misma, continuaba en este ambiente, y el

Señor ha agregado:

 

“Mira amada mía, para quien vive en mi Querer no hay gracia que salga

de mi Voluntad hacia todas las criaturas del Cielo y de la tierra, en que ella

no sea la primera en tomar parte. Y esto es natural, porque quien vive en la

casa de su padre abunda de todo, y si los que están fuera reciben alguna

cosa, es de lo que les sobra a aquellos que viven dentro.”

 

                                

Julio 21, 1906

 

La recta intención purifica la acción

 

Habiendo venido por poco tiempo, el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, todas las acciones humanas, aun santas, hechas sin una

intención especial para Mí, salen del alma llenas de tinieblas, pero hechas

con recta y especial intención de agradarme, salen llenas de luz, porque la

intención purifica la acción.”

 

                                

Julio 27, 1906

 

En la cruz Jesús dotó a las

 

almas, y las desposó a Él.

 

Esta mañana se hacía ver mi adorable Jesús abrazando la cruz, y yo

pensaba en mi interior cuáles habían sido sus pensamientos al recibirla.” Y

Él me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando recibí la cruz la abracé como a mi más amado tesoro,

porque en la cruz dote a las almas y las desposé conmigo. Ahora, mirando la

cruz, su largura y anchura, Yo me alegré porque veía en ella las dotes

suficientes para todas mis esposas, y ninguna podía temer el no poder

desposarse conmigo, teniendo Yo en mis propias manos, en la cruz, el precio

de su dote, pero con esta sola condición: Que si el alma acepta los pequeños

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

donativos que Yo le envío, los cuales son las cruces, como prenda de que me

acepta por esposo, el desposorio es formado y le hago la donación de la dote.

Pero si no acepta los donativos, esto es, no resignándose a mi Voluntad,

queda todo anulado, y a pesar de que Yo quiero dotarla no puedo, porque

para formar un esponsalicio se necesita siempre la voluntad de ambas partes,

y el alma no aceptando los donativos, significa que no quiere aceptar el

esponsalicio.”

 

                                

Julio 28, 1906

 

Atrevimiento del alma, Jesús la defiende.

 

Continuando mi habitual estado, por breve tiempo ha venido el bendito

Jesús, y yo en cuanto lo he visto lo detuve y lo he abrazado, pero tan fuerte

como si quisiera encerrarlo en mi corazón. Mientras estaba en esto veía

personas en torno a mí que decían: “Cómo es atrevida, se toma demasiada

confianza, y cuando uno se trata con confianza no se tiene la estima y

respeto que se debe tener.” Yo me sentía sonrojar al oír esto, pero no podía

hacer de otra manera, y el Señor les ha dicho:

 

“Sólo se pude decir que se ama, se estima y se respeta un objeto, cuando

se lo quiere hacer propio, y cuando no se lo quiere hacer propio significa que

no lo ama, y por lo tanto no se le tiene estima ni respeto, como por ejemplo:

Si se quiere conocer si alguien ama las riquezas, hablando de ellas se ve que

las tiene en gran estima, respeta a las personas ricas, no por otra cosa sino

porque son ricas, y todas las riquezas quisiera hacerlas suyas; si en cambio

no las ama, al sólo oír hablar de ellas se fastidia, y así de todas las otras

cosas.

 

Entonces, en vez de criticarla merece alabanzas, y si me quiere hacer suyo

significa que me ama, me estima y me respeta.”

 

                                

Julio 31, 1906

 

Jesús habla de la simplicidad.

 

Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito

Jesús, y abrazándome me ha dicho:

 

“Hija mía, la simplicidad es a las virtudes como el condimento a las

comidas. Para el alma simple no hay ni llaves ni puertas para entrar en Mí,

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

ni Yo para entrar en ella, porque por todas las partes puede entrar en Mí y

Yo en ella, más bien, para decir mejor se encuentra en Mí sin entrar, porque

por su simplicidad viene a semejarse a Mí que soy espíritu simplísimo, y que

sólo porque soy simplísimo me encuentro por todas partes y nada puede huir

de mi mano. El alma simple es como la luz del sol, que a pesar de cualquier

niebla, o de que sus rayos pasen por cualquier inmundicia, permanece

siempre luz, y da luz a todos, pero jamás se cambia. Así el alma simple,

cualquier mortificación o disgusto que pueda recibir, no cesa de ser luz para

sí misma y para aquellos que la han mortificado, y si ve cosas malas, ella no

queda manchada, queda siempre luz, ni jamás se cambia, porque la

simplicidad es la virtud que más se asemeja al Ser Divino, y sólo por esta

virtud se viene a participar de las otras cualidades divinas, y sólo en el alma

simple no hay impedimentos ni obstáculos para que entre a obrar la Gracia

Divina, porque siendo luz una y luz la otra, fácilmente una luz se une, se

transforma en la otra luz.”

 

¿Pero quién puede decir lo que comprendía de esta simplicidad? Siento

en mi mente como un mar, y que apenas puedo manifestar una gotitas de

este mar, y desconectadas entre ellas.

 

Deo Gratias

 

                                

Agosto, 1906

 

Cómo es necesario correr, sin detenerse jamás.

 

Esta mañana estando muy cansada por su privación, en cuanto ha venido

el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, a la criatura para alcanzar su punto central le es necesario

correr siempre, sin detenerse jamás, porque corriendo se hace más fácil el

camino, y conforme camina le será manifestado el punto a donde debe llegar

para encontrar su centro, y a lo largo del camino le será suministrada la

Gracia necesaria para el camino, y ayudada por la Gracia no sentirá el peso

de la fatiga ni de la vida. Todo lo contrario para aquél que camina y se

detiene, ya que sólo con detenerse sentirá el cansancio de los pasos que ha

dado, perderá el tesón en seguir el camino, y no caminando no podrá ver su

punto final, que es un bien sumo y no quedará cautivado, la Gracia, no

viéndolo correr no se dará en vano, y la vida se volverá insoportable, porque

el ocio produce tedio y fastidio.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Agosto 10, 1906

 

Un contento de menos en la tierra

 

es un paraíso de más en el Cielo.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha

dicho:

 

“Hija mía, por cuantos mínimos placeres el alma se priva en esta vida por

amor mío, otros tantos paraísos de más le daré en la otra vida; así que un

contento de menos aquí, es un paraíso de más allá. Imagínate un poco

cuántas privaciones has tenido tú en estos veinte años de cama por causa

mía, y cuántos paraísos de más Yo te daré en el Cielo.”

 

Y yo al oír esto he dicho: “Mi bien, ¿qué dices? Yo me siento honrada y

casi deudora de Ti porque me das la ocasión de poderme privar por amor

tuyo, y me dices que me darás otros tantos paraísos.”

 

Y Él ha agregado: “Y es exactamente así.”

 

Deo Gratias

 

                                

Agosto 11, 1906

 

Jesús le dice que la cruz es un tesoro.

 

Encontrándome en mi habitual estado, veía a mi adorable Jesús con una

cruz en la mano, toda llena de perlas blancas y haciéndome don de ella la

apoyaba sobre mi pecho, la cruz se ha internado dentro de mi corazón, como

dentro de una estancia, y me ha dicho:

 

“Hija mía, la cruz es un tesoro, y el lugar más seguro para poner a salvo

este preciado tesoro es la propia alma; o sea, es lugar seguro cuando el alma

está dispuesta con la paciencia, con la resignación, y con las otras virtudes a

recibir este tesoro, porque las virtudes son tantas llaves que lo custodian para

no malgastarlo y exponerlo a los ladrones, pero si no tiene, especialmente la

llave de oro de la paciencia, este tesoro encontrará tantos ladrones que lo

robarán y harán despilfarro de él.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Agosto 25, 1906

 

El interés y las ciencias

humanas en los sacerdotes.

 

Esta mañana encontrándome fuera de mí misma, me parecía ver

sacerdotes, prelados atentos al interés y a las ciencias humanas, que no son

necesarios para su estado, agregando a esto un espíritu de rebelión a las

autoridades superiores. Nuestro Señor, muy afligido me ha dicho:

 

“Hija mía, el interés, las ciencias humanas, y todo lo que al sacerdote no

le pertenece, le forma una segunda naturaleza, fangosa y putrefacta, y las

obras que salen de éstos, aun santas, me provocan náuseas por la peste que

exhalan, tanto, que me son intolerables. Reza y repárame estas ofensas,

porque no puedo más.”

 

                                

Septiembre 2, 1906

 

Luisa quiere hacer cuentas con Jesús,

Él le dice que es su pequeña hija.

 

Debiendo recibir esta mañana la comunión, estaba preparada para hacer el

día de retiro, esto es, prepararme para la muerte, y después de recibida la

comunión iba a decirle a Jesús bendito: “Hagamos ahora las cuentas para no

dejarlas para el último momento de la vida; yo misma no sé como me

encuentro, no hago ninguna reflexión sobre mí misma, y no reflexionando

no sé como estoy, y por lo tanto no siento ni temores, ni escrúpulos, ni

agitaciones, mientras que veo y escucho que los otros, mucho más buenos

que yo, y aun en las mismas vidas de los santos que leo, todos hacen

reflexiones sobre sí mismos, si son fríos o calientes, si tentados o tranquilos,

si se confiesan bien o mal, y casi todos estaban tímidos, agitados y

escrupulosos. En cambio toda mi atención está en quererte, en amarte, y en

no ofenderte, el resto no lo tomo en cuenta para nada, parece que no tengo

tiempo de pensar en otra cosa, y si me empeño en hacerlo una voz interna

me sacude, me reprende y dice: “Quieres perder el tiempo, pon atención en

hacer tus cosas con Dios.” Por eso yo misma no sé en que estado me

encuentro, si fría, si árida, si caliente, y si alguien me pidiera cuentas yo no

sabría darlas, yo creo que erraría. Por eso hagamos ahora las cuentas, a fin

de que pueda poner remedio a todo.” Después de haberle rogado y vuelto a

rogar me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija mía, Yo te tengo siempre sobre mis rodillas, tan estrechada que no

te doy tiempo de pensar en ti misma. Te tengo como un padre puede tener a

su hijo pequeño sobre sus rodillas, que ahora le da un beso, ahora una

caricia, ahora le da con sus manos el alimento, ahora, si el pequeño hijo

inadvertidamente se ensucia, el mismo padre lo limpia. Pero si el padre está

afligido, el pequeño lo consuela, le seca las lágrimas; si el padre está

irritado, el pequeño lo calma; en suma, el padre es la vida del pequeño, y

éste ningún pensamiento toma de sí mismo, ni si debe comer, ni si se

mancha, ni si debe vestirse, ni siquiera si debe dormir, porque el padre

haciendo con sus brazos una cuna lo arrulla para hacerlo dormir, y lo hace

dormir en su propio seno; y el pequeño es todo el alivio y la vida del padre,

mientras que los otros hijos grandes ponen atención en arreglar la casa, en

lavarse ellos solos, y en todos los demás quehaceres. Así hago Yo contigo,

como a una hija pequeña te tengo sobre mis rodillas, tan íntimamente unida

a Mí que no te dejo sentirte a ti misma, y Yo pienso y me ocupo de todo lo

tuyo, en limpiarte si estás manchada, en alimentarte si tienes necesidad de

alimento, en suma, todo lo preveo desde antes, de modo que tú misma no

adviertes tus necesidades. Y con tenerte estrechada íntimamente a Mí es una

gracia que te hago, porque así te libras de muchos y muchos defectos,

mientras que si tuvieras el pensamiento de ti misma, ¡oh, en cuántos defectos

habrías caído! Por eso piensa en hacer tu oficio hacia Mí, el de hija

pequeña, y no pienses en nada más.”

 

                                

 

Septiembre 11, 1906

 

Todo lo que no es hecho para

gloria de Dios, queda oscurecido.

 

Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado con el niño Jesús

en brazos, en medio de mucha gente y Él me ha dicho:

 

“Hija mía, todas las obras, palabras y pensamientos de las criaturas deben

estar sellados con la marca “Gloriam Dei, Gloriam Dei.” Y todo lo que no

está sellado con esta marca queda oscurecido y como sepultado en tinieblas,

manchado, sin ningún valor, así que la criatura no hace otra cosa que hacer

salir de sí misma tinieblas y cosas abominables, porque la criatura no

obrando para la gloria de Dios, se sale de la finalidad para la cual ha sido

creada, queda como separada de Dios, abandonada a sí misma. Sólo Dios es

luz, y sólo por Dios las acciones humanas adquieren valor; entonces por qué

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

maravillarse de que la criatura no obrando para gloria de Dios quede

sepultada en sus mismas tinieblas, y no adquiera nada con sus fatigas, más

bien que acumule graves deudas.”

 

Con gran amargura veíamos a toda aquella gente como sepultada en

tinieblas. Entonces yo para distraer de aquella amargura al bendito Jesús, lo

abrazaba y besaba, y le decía como queriendo jugar con Él: Di junto

conmigo, doy tal potencia a la oración de esta alma, de concederle lo que me

pide. Pero Él no me ponía atención, y yo queriéndolo obligar a repetir lo

que había dicho, repetía los besos, los abrazos y repetía: Di, di junto

conmigo las palabras dichas antes. He insistido tanto que me parecía que Él

las había dicho, y me he encontrado en mí misma, asombrándome de mi

atrevimiento y locura, y me avergonzaba de mí misma.

 

                                

Septiembre 12, 1906

 

Donde no está Dios, no puede

haber ni firmeza, ni verdadero bien.

 

 

Estaba pensando en mi estado, en el que todo parece paz, amor, que nada

me turba, que todo es bueno, nada es pecado, y decía entre mí: “¿Qué será si

en el punto de mi muerte se cambia la escena y veré todo lo contrario, esto

es, que todas las cosas me turbarán, y que todo lo que he hecho será una

cadena de males?” Mientras esto pensaba me ha dicho:

 

“Hija mía, parece que te quieres turbar a la fuerza y quitarme mi continuo

reposo en ti. Dime, ¿crees que es cosa tuya la paciencia, la constancia, la

paz de este tu estado, o bien fruto y gracia de quien habita en ti? Sólo Yo

poseo estos dones, y por la constancia, paz y paciencia puedes conocer quién

es el que obra en ti, porque cuando es la naturaleza o el demonio, el alma se

siente dominada por continuos cambios, así que ahora se siente dominada

por un humor, ahora por algún otro, ahora toda paciencia, ahora toda

iracunda; en suma, la pobrecita es dominada como una caña por un viento

vigoroso. ¡Ah! hija mía, donde no está Dios no puede haber ni firmeza, ni

verdadero bien, por eso no quieras turbar más mi y tu reposo, más bien sé

agradecida.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Septiembre 14, 1906

 

Puesto de las almas en la Humanidad de Jesús.

 

Esta mañana me encontraba fuera de mí misma y veía al niño Jesús dentro

de un espejo tersísimo y grandísimo, de modo que desde cualquier parte en

que me encontraba lo podía ver muy bien. Yo le hacía señas con la mano

para que viniera a mí, y Jesús me hacía señas para que fuera a Él. Mientras

estaba en esto veía personas devotas y sacerdotes, como si se pusieran entre

Jesús y yo, y hablaban de mí; yo no les ponía atención, mi mira era mi dulce

Jesús. Pero Él ha salido apresuradamente de dentro del espejo, y quería

dominar a aquellos que murmuraban diciéndoles:

 

“Que ninguno me la toque, porque tocando a quien me ama me siento más

ofendido que si me tocasen a Mí directamente, y os haré ver cómo sé tomar

la defensa de quien toda se ha dado a Mí, y de su inocencia.”

 

Y con un brazo me estrechaba y con el otro amenazaba a aquellos. Y a mí

nada me importaba que hablaran mal de mí, sólo me disgustaba que Él los

quisiera castigar, y le he dicho: “Dulce vida mía, no quiero que ninguno

sufra por causa mía; y por esto conoceré que me amas: Si te calmas y no los

castigas, de otra manera quedaré descontenta.” Así parece que se ha

calmado y me ha alejado de aquella gente conduciéndome en mí misma.

 

Después continuaba viéndolo pero no más como niño, sino crucificado, y

le he dicho:

 

“Adorable Bien mío, cuando sufriste la crucifixión todas las almas tenían

un puesto en tu Humanidad, dime entonces, ¿y mi puesto en qué parte se

encontraba?”

 

Y Él: “Hija mía, el puesto de las almas amantes era en mi corazón, pero a

ti, además de tenerte en el corazón, debiendo coadyuvar a la Redención con

el estado de víctima, te tenía en todos mis miembros, como en ayuda y

consuelo.”

 

                                 

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Septiembre 16, 1906

 

La pura y simple verdad es el imán más

poderoso para atraer los corazones.

 

Habiéndome dicho el confesor que monseñor no quería que vinieran

personas a visitarme para que no me distrajera, yo le he dicho: “Más de una

vez habéis dado esta obediencia, pero jamás se realiza, se cumple por poco

tiempo pero después todo queda como antes; si ustedes me dan la obediencia

de no hablar más, mi silencio haría que se alejaran todos.” Después,

habiendo recibido la comunión he dicho al Señor: “Si es de tu agrado

quisiera saber como están estas cosas ante Ti; Tú sabes el estado de

violencia en el cual me encuentro cuando estoy con las personas, porque

sólo contigo me encuentro bien. Yo no sé entender el por qué quieren venir,

yo me muestro huraña, no hago uso de nada para atraerlos, más bien modos

desagradables. El por qué quieran venir yo no lo sé. ¡Oh, quiera el Cielo

que pudiera quedarme sola!” Entonces Él me ha dicho:

 

“Hija mía, la verdadera, pura y simple verdad, es el imán más potente para

atraer a los corazones y disponerlos a afrontar cualquier sacrificio por amor

de la verdad y de las personas que revelan esta verdad. ¿Quién ha dispuesto

a los mártires a dar su sangre? La verdad. ¿Quién ha dado la fuerza para

mantener la vida pura, honrada, a tantos santos en medio de tantas batallas?

La verdad, y la pura verdad, simple, desinteresada. He aquí el por qué las

criaturas quieren venir a ti. ¡Ah! hija mía, cómo es difícil encontrar quien

manifieste esta pura verdad, aun entre el clero, religiosos, y entre las almas

devotas, en su hablar y obrar se oculta siempre dentro alguna cosa de

humano, de interés o de otras cosas, y la verdad es manifestada como

cubierta o velada, así que la persona que la escucha no es tocada por la pura

verdad, sino por el interés o por cualquier otro fin humano en el cual ha sido

envuelta la verdad, y esa persona no recibe la gracia y los influjos que

contiene la verdad. He aquí el por qué de tantos sacramentos, confesiones

desperdiciados, profanados y sin fruto. Si bien Yo no dejo de darles luz,

pero no me escuchan porque piensan para ellos que si dijeran la pura verdad

perderían su prestigio, la benevolencia, y la naturaleza no encontraría más

satisfacciones, e irían en detrimento sus intereses. Pero, ¡oh! cómo se

engañan, porque quien todo deja por amor de la verdad, sobreabundará de

todo más abundantemente que los demás; por eso, por cuanto puedas, no

dejes de manifestar esta pura y simple verdad, pero se entiende que estando

siempre en obediencia a quien te dirige.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Todo lo que concierne a la caridad lo he dicho velado, y habiéndome

dicho la obediencia que escribiera todo minuciosamente, sentía como una

sentencia, porque aún no había obedecido. Pero habiendo preguntado a

Nuestro Señor, me ha dicho que estaba bien como lo había dicho, porque

quien se encuentra en esos defectos, ya entiende.

 

                                

Septiembre 18, 1906

 

La paz es luz al alma, luz al prójimo y luz a Dios.

 

Después de haber esperado mucho, me sentía toda oprimida y un poco

turbada, pensando en el por qué no venía mi adorable Jesús. Entonces ha

venido y me ha dicho:

 

“Hija mía, la paz es luz al alma, luz al prójimo y luz a Dios, así que un

alma en paz es siempre luz, y siendo luz está siempre unida a la Luz eterna,

de la cual toma siempre nueva luz para poder dar también luz a los demás;

así que si quieres siempre nueva luz, estate en paz.”

 

                                

Septiembre 23, 1906

 

Cómo el obrar por Cristo y en Cristo

destruye la obra humana, y Jesús la

hace resurgir en obra divina.

 

Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el

bendito Jesús, y abrazándome me ha dicho:

 

“Amada hija mía, el obrar por Cristo y en Cristo hace desaparecer la obra

humana, porque obrando en Cristo, y siendo Cristo fuego, consume la obra

humana, y habiéndola consumido, su fuego la hace resurgir en obra divina,

por eso obra junto conmigo, como si estuviéramos juntos haciendo la misma

cosa; si sufres, como si estuvieras sufriendo junto conmigo; si rezas, si

trabajas, todo en Mí y junto conmigo, y así perderás en todo las obras

humanas y las reencontrarás divinas. ¡Oh, cuántas riquezas inmensas

podrían adquirir las criaturas, y no las hacen suyas!”

 

Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado con un gran deseo de verlo

de nuevo. Después me encontraba fuera de mí misma y lo iba buscando por

todas partes, y no encontrándolo decía: “¡Ah Señor, cómo eres cruel con un

alma que es toda para Ti y que no hace otra cosa que sufrir continuas

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

muertes por amor tuyo! Mira, mi voluntad te busca a Ti, y no encontrándote

muere de continuo, porque no te encuentra a Ti que eres vida de mi querer;

mis deseos mueren de continuo, porque deseándote y no encontrándote no

encuentran su vida, así que el respiro, los latidos del corazón, la memoria, la

inteligencia, todo, todo, están sufriendo muertes crueles, y Tú no tienes

compasión de mí.” Mientras me encontraba en esto he vuelto en mí y lo he

encontrado en mí misma, y como si me quisiera pagar con la misma moneda

me decía:

 

“Mira, estoy todo en ti y todo para ti.”

 

Parecía que tenía la corona de espinas, y oprimiéndosela salía sangre y

decía: “Esta sangre la derramo por amor tuyo.”

 

Me hacía ver sus llagas y agregaba: “Éstas, todas para ti.”

 

¡Oh, cómo me sentía confundida viendo que mi amor confrontado con el

suyo no era otra cosa que apenas una sombra!

 

                                

Octubre 2, 1906

 

Cómo nuestros sufrimientos

pueden aliviar a Jesús.

 

Habiendo recibido la comunión, me he sentido fuera de mí y veía una

persona muy oprimida por varias cruces, y a Jesús bendito que decía:

 

“Dile que en el acto en el que ella se siente como acosada por

persecuciones, por dolores, por sufrimientos, piense que Yo le estoy

presente, y que puede servirse de sus sufrimientos para curar y cicatrizar mis

llagas, así que sus sufrimientos me servirán, ahora para curarme el costado,

ahora la cabeza, ahora las manos y los pies, llagas demasiado adoloridas,

irritadas por las graves ofensas que me hacen las criaturas, y esto es un gran

honor que le hago, dándole Yo mismo la medicina para curar mis llagas y al

mismo tiempo darle el mérito de la caridad de haberme curado.”

 

Mientras así decía, veía muchas almas purgantes, las cuales al oír esto,

todas asombradas han dicho:

 

“Afortunadas ustedes que recibís tantas sublimes enseñanzas, que adquirís

méritos de curar a un Dios, méritos que sobrepasan a todos los demás

méritos, y vuestra gloria será distinta de la de los demás, como es distinto el

Cielo de la tierra. ¡Oh, si hubiéramos recibido nosotras tales enseñanzas,

que nuestros sufrimientos podrían haber servido para curar a un Dios,

¿cuántas riquezas de méritos hubiéramos adquirido, y de los cuales ahora

nos vemos privadas?”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Octubre 3, 1906

 

Jesús le habla de la simplicidad.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito

Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la simplicidad llena el alma de Gracia hasta difundirse fuera,

así que si se quiere restringir la Gracia en ella no se puede, porque así como

el Espíritu de Dios por ser simplísimo se difunde por todas partes sin

esfuerzo ni fatiga, más bien naturalmente, así el alma que posee la virtud de

la simplicidad difunde la Gracia en otros sin ni siquiera advertirlo.”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

                                

Octubre 4, 1906

 

Cómo el recto obrar es viento para

encender el fuego del amor.

 

Habiendo recibido la obediencia de decir pocas palabras si alguien

viniera, estaba con temor de haber faltado a la obediencia, con el agregado

de que el bendito Jesús no venía. ¿Quién puede decir el desgarro de mi alma

al pensar que por haber cometido pecado no venía? Es siempre desgarro

cruel su privación, pero el pensamiento de haber dado ocasión por alguna

falta, es desgarro que hace enloquecer y que mata de un solo golpe.

Entonces, después de haber esperado mucho ha venido y me ha tocado tres

veces diciéndome:

 

“Hija mía, te renuevo en la Potencia del Padre, en mi Sabiduría, y en el

Amor del Espíritu Santo.”

 

Lo que he sentido no sé decirlo, después parecía que se acostaba en mí, y

apoyaba su cabeza coronada de espinas sobre mi corazón, y ha agregado:

 

“El recto obrar mantiene siempre encendido el Amor Divino en el alma; el

obrar no recto lo va siempre apagando, y si hace por encenderlo, ahora viene

el soplo del amor propio y lo apaga, ahora el respeto humano, ahora la

propia estima, ahora el soplo del deseo de agradar a los demás, en suma,

tantos soplos que lo van siempre apagando; en cambio el recto obrar, no son

tantos soplos que encienden este fuego divino en el alma, sino un continuo

soplo que lo tiene siempre encendido, y es el soplo omnipotente de un Dios.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Octubre 5, 1906

 

Jesús es dueño del alma.

 

Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma

junto con Jesús niño. Esta vez parecía que tenía ganas de jugar, se apretaba

a mi pecho, a mis brazos; y mientras me miraba con mucho amor, ahora me

abrazaba, ahora con su cabecita me empujaba casi golpeándome, ahora me

besaba tan fuerte que parecía que me quisiera encerrar y fundirme dentro de

Sí, y mientras esto hacía yo sentía un gran dolor, tanto que me sentía

desfallecer, y Él a pesar de que me veía sufrir así, no me prestaba atención,

es más, si veía en mi rostro que yo sufría, porque no me atrevía a decirle

nada, lo hacía más fuerte, me hacía sufrir más. Ahora, después de que se ha

desahogado bien me ha dicho:

 

“Hija mía, Yo soy el dueño de ti y puedo hacer de ti lo que quiero. Has de

saber que siendo tú cosa mía, no eres dueña de ti, y si actúas por tu propio

arbitrio, aun en un pensamiento, en un deseo, en un latido, debes saber que

me harías un hurto.”

 

En este momento veía al confesor, que no estando bien quería como

aliviar sus sufrimientos sobre mí, y Jesús a toda prisa con la mano lo ha

rechazado, y ha dicho:

 

“Primero debo aliviarme Yo de mis penas, que son muchas, y después tú.”

 

Y mientras esto decía se ha acercado a mí boca y ha derramado un líquido

amarguísimo, y yo le he encomendado al confesor, pidiéndole que lo tocase

con su manita y que lo hiciera estar bien. Lo ha tocado y ha dicho: “Sí, sí.”

Y ha desaparecido.

 

                                

Octubre 8, 1906

 

La cruz sirve al hombre

como la rienda al caballo.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi bendito

Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la cruz sirve a la criatura como la rienda al caballo; ¿qué cosa

sería del caballo si el hombre no usara la rienda? Sería indómito,

desenfrenado, y no haría otra cosa que ir de precipicio en precipicio, hasta

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

enfurecerse y hacerse nocivo para el hombre y para sí mismo. En cambio

con la rienda se somete, se hace manso, camina por camino recto y sirve a

las necesidades del hombre como un fiel amigo, y queda a salvo de cualquier

precipicio, porque el hombre lo custodia y lo protege. Tal es la cruz al

hombre, la cruz lo doma, lo frena, le detiene el curso de precipitarse en los

caminos de las pasiones que siente en sí, que como fuego lo devoran; por lo

tanto, en lugar de enfurecerse contra Dios y hacerse daño a sí mismo, la cruz

le apaga las pasiones, lo amansa, lo conduce y sirve a la gloria de Dios y a la

propia salvación. ¡Oh, si no fuera por la cruz que la Divina Providencia por

su infinita Misericordia tiene como rienda para frenar al hombre, ¡oh! en

cuántos otros males yacería la pobre humanidad.”

 

                                

Octubre 10, 1906

 

Jesús concurre en todas las acciones humanas.

 

Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver dentro de un torrente de luz, y

de esta luz quedaban inundadas las criaturas, de modo que todas las acciones

humanas recibían la actitud de obrar de esta luz. Mientras esto veía el

bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, Yo estoy continuamente concurriendo en cada mínima acción

humana, aunque fuese un pensamiento, un respiro, un movimiento; pero las

criaturas no piensan en esta mi actitud hacia ellas, y además de que no hacen

para Mí sus obras, que soy de quien reciben la vida de su mismo obrar, se

atribuyen a ellas lo que hacen. ¡Oh! si pensaran en ésta mi continua actitud

hacia ellas, no usurparían lo que es mío, con detrimento de mi gloria y de su

bien; mientras que deberían hacer todo para Mí y dármelo a Mí, porque todo

lo que es hecho para Mí puede entrar en Mí, y Yo lo tengo en Mí en depósito

para darlo todo a ella en la otra vida, mientras que lo que no es hecho para

Mí no puede entrar en Mí, porque no son obras dignas de Mí, más bien

siento náuseas y las rechazo, a pesar de que ha concurrido mi actitud.”

 

                                

Octubre 13, 1906

 

Desapego. Necesidad de estos

escritos que son espejo divino.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver

mi buen Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, para conocer si un alma está despojada de todo, basta con ver,

si se suscitan deseos santos o aun indiferentes y está dispuesta a sacrificarlos

al Querer Divino con santa paz, significa que está despojada, pero si en

cambio se turba, se inquieta, significa que retiene para sí alguna cosa.”

 

Y yo, oyendo decir deseo, he dicho: “Mi sumo Bien, mi deseo es que no

quisiera escribir más, cuánto me pesa, si no fuera por temor de salir de tu

Querer y desagradarte, no lo haría.” Y Él, truncando mi hablar ha agregado:

 

“Tú no lo quieres, pero Yo lo quiero, quiero aquello que te digo, y tú para

obedecer escribe. Por ahora esto que escribes sirve de espejo a ti y a

aquellos que toman parte en tu dirección, pero vendrá el tiempo en que

servirá de espejo a los demás, así que lo que tú escribes dicho por Mí, se

puede llamar espejo divino, ¿y tú quisieras quitar este espejo a mis criaturas?

Piénsalo seriamente hija mía, y no quieras restringir este espejo de gracia

con no escribir todo.”

 

Yo al oír esto he quedado confundida y humillada y con gran repugnancia

de escribir estas últimas palabras suyas, pero la obediencia me lo ha

impuesto absolutamente y sólo por obedecer he escrito.

 

Deo Gratias

 

                                

Octubre 14, 1906

 

La propia estima envenena la Gracia.

Purgatorio de un alma por haber

descuidado la comunión.

 

Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí

misma con Jesús niño, y parecía que decía a un sacerdote:

 

“La estima propia envenena la Gracia en ti y en los demás, porque

debiendo por tu oficio suministrar la Gracia, si las almas advierten, porque

fácilmente se advierte cuando hay este veneno, que lo que dices y haces lo

haces para ser estimado, la Gracia ya no entra sola, sino junto con el veneno

que tú tienes, y por lo tanto en vez de resurgir a la vida encuentran la

muerte.”

 

Después ha agregado: “Es necesario vaciarte de todo para poderte llenar

del Todo que es Dios, y teniendo en ti el Todo, darás el Todo a todos

aquellos que vendrán a ti, y dando el Todo a los demás encontrarás todo a tu

disposición, de modo que ninguno sabrá negarte nada, ni siquiera la estima,

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

es más, de humana la tendrás divina como conviene al Todo que habita en

ti.”

 

Después de esto veía a un alma del purgatorio que al vernos se escondía y

nos rehuía, y era tal la vergüenza que ella sentía que permanecía como

aplastada. Yo he quedado asombrada, porque en vez de correr hacia el niño,

huía; Jesús ha desaparecido y yo me he acercado a ella preguntándole la

causa de esta actitud, pero ella estaba tan avergonzada que no podía decir

palabra, y habiéndola forzado me ha dicho:

 

“Justa Justicia de Dios, que ha sellado sobre mi frente la confusión y tal

temor de su presencia, que estoy obligada a rehuirlo; obro contra mi mismo

querer, porque mientras me consumo por quererlo, otra pena me inunda y

huyo de Él. ¡Oh Dios, verlo y huir de Él son penas mortales e inexpresables!

Pero me he merecido estas penas distintas de las de otras almas, porque

llevando una vida devota dejé muchas veces de comulgar por cosas de nada,

por tentaciones, por frialdades, por temores, y también, alguna vez, para

poder acusarme de ello ante el confesor y hacerme oír que no recibía la

comunión. Entre las almas esto se tiene como una nada, pero Dios hace de

ello un severísimo juicio, dándoles penas que superan a las otras penas,

porque son faltas más directas al amor. Además de todo esto, Jesucristo en

el Santísimo Sacramento arde de amor y por el deseo de darse a las almas, se

siente morir continuamente de amor, y el alma pudiendo acercarse a

recibirlo y no haciéndolo, es más, se queda indiferente con tantos inútiles

pretextos, es una afrenta y un desprecio tal que Él recibe, que se siente

delirar, quemar, y no puede dar desahogo a sus llamas, se siente como

sofocar por su Amor, sin que encuentre a quien darle parte, y casi

enloqueciendo va repitiendo:

 

“Los excesos de mis amores no son tomados en cuenta, más bien son

olvidados, aun aquellas que se dicen mis esposas no tienen ansias de

recibirme y de hacerme desahogar al menos con ellas, ¡ah, en nada soy

correspondido! ¡Ah, no soy amado, no soy amado!”

 

Y el Señor, para hacerme purgar estas faltas me ha hecho tomar parte en

la pena que Él sufre cuando las almas no lo reciben. Esta es una pena y un

tormento, es un fuego que comparado al mismo fuego del purgatorio, se

puede decir que éste es nada.”

 

Después de esto me he encontrado en mí misma, atónita pensando en la

pena de aquella alma, mientras que para nosotros se tiene verdaderamente

como una nada el dejar la santa comunión.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Octubre 16, 1906

 

Cómo cada bienaventurado es

una música distinta en el Cielo.

 

Habiendo dejado de escribir lo que sigue, la obediencia me ha ordenado

que lo hiciera y por eso lo escribo. Me parecía encontrarme fuera de mí

misma y que en el Cielo se hacía una fiesta especial, y yo estaba invitada a

esta fiesta, y parecía que cantaba junto con los bienaventurados, porque allá

no hay necesidad de aprender, sino que se siente como una infusión en el

interior, y lo que cantan o hacen los demás lo sabe hacer uno mismo. Ahora,

me parecía que cada beato fuera una tecla, o sea que él mismo fuera una

música, pero todos concordes entre ellos, una distinta de la otra; quien canta

las notas de la alabanza, quien las notas de la gloria, quien las del

agradecimiento, quien las de las bendiciones, pero todas estas notas van a

reunirse en una sola nota, y ésta nota es amor. Parece que una sola voz

reúne todas aquellas voces y termina con la palabra amor. Es un resonar tan

dulce y fuerte este grito, “amor”, que todas las otras voces quedan como

apagadas en este canto, “amor.” Parecía que todos los bienaventurados

quedaban por este canto – alto, armonioso, bello del “amor”, que ensordecía

todo el Cielo, – estáticos, embelesados, avivados, arrobados, participaban,

se puede decir, de un paraíso de más; ¿pero quienes eran los afortunados que

gritaban de más y que hacían resonar en todo esta nota, “amor”, y que

aportaban tanta felicidad al Cielo? Eran aquellos que habían amado más al

Señor cuando vivían sobre la tierra, ¡ah!, no eran aquellos que habían hecho

cosas grandes, penitencias, milagros, ¡ah, no, jamás! Sólo el amor es el que

está sobre todo, y todo queda detrás de él; así que quien ama mucho y no

quien hace mucho, será más agradable al Señor. Parece que estoy diciendo

disparates, ¿pero qué puedo hacer? La obediencia tiene la culpa, ¿quién no

sabe que las cosas de allá no se pueden decir acá? Por eso para no decir más

desatinos pongo punto.

 

                                 

Octubre 18, 1906

 

Las obras que más agradan a

Jesús son las obras ocultas.

 

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Encontrándome en mi habitual estado, después de haberme hecho esperar

mucho ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, las obras que más me agradan son las obras escondidas, porque

exentas de cualquier espíritu humano contienen tanto valor en ellas, que Yo

las tengo como las cosas más excelentes dentro de mi corazón; tanto, que

confrontadas mil obras externas y públicas con una obra interna y oculta, las

mil externas quedan por debajo de la obra interna, porque en las obras

externas el espíritu humano toma siempre su parte.”

 

                                

Octubre 20, 1906

 

Jesús se lamenta por el estado de sus Ministros.

 

Encontrándome fuera de mí misma me he encontrado dentro de una

iglesia, en el cual había mucha gente asistiendo a las funciones sagradas. En

ese momento parecía que por autoridad del gobierno entraban otras personas

a profanar el lugar santo. Quien bailaba, quien violentaba y quien metía

mano al Santísimo y a los sacerdotes. Yo al ver esto lloraba y rogaba

diciendo al Señor: “No permitas que lleguen a esto, a profanar vuestros

sagrados templos, porque quién sabe cuántos castigos tremendos descargarás

sobre tus criaturas por estos horrendos pecados.” Mientras esto decía me ha

dicho:

 

“Hija mía, la causa de todos estos enormes delitos han sido los pecados de

los sacerdotes, porque un pecado es causa y castigo de hacer caer en otros

pecados. Primero me lo han profanado ellos, ocultamente, mi santo templo

con las misas sacrílegas, con mezclar los actos impuros en la administración

de los sacramentos, y han llegado, bajo el aspecto de cosas santas no sólo a

profanar mis templos de piedra, sino a profanar y a violentar mis templos

vivos, que son las almas y a profanar mi mismo Cuerpo. De todo esto los

seglares han tenido un indicio, y no viendo en ellos la luz necesaria para su

camino, es más, no han encontrado otra cosa en ellos que tinieblas, han

quedado tan obscurecidos que han perdido la bella luz de la fe, y sin luz no

es de asombrarse que lleguen a tan graves excesos.

 

Por eso reza por los sacerdotes, a fin de que sean luz en los pueblos, para

que renaciendo la luz, los seglares puedan adquirir la vida y ver los errores

que cometen, y viéndolos tendrán horror de cometer estos graves excesos

que serán causa de graves castigos.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Octubre 23, 1906

 

Cómo en estos tiempos todo es afeminado.

 

Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido mi

adorable Jesús, y todo agobiado y afligido ha querido derramar en mí sus

amarguras, y después me ha dicho:

 

“Hija mía, son tales las amarguras que me dan las criaturas, que no puedo

contenerlas, los mismos sacerdotes parece que han perdido el carácter

masculino y adquirido el carácter femenino, así que raramente se encuentra

un sacerdote varonil, y el resto todos afeminados. ¡Ah!, en qué estado

deplorable se encuentra la pobre humanidad.”

 

Dicho esto ha desaparecido. Yo misma no comprendo el significado de

esto, pero la obediencia ha querido que lo escriba.

 

                                

Octubre 25, 1906

 

La Gracia para quien la recibe

 

es luz, y para quien no, es fuego.

 

Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y

parecía que había algunas personas que me querían crucificar, y mientras me

extendían sobre la cruz veía a Nuestro Señor dentro de mí, y conforme me

extendía yo, así se extendía Él, así que en mis manos estaban sus manos y elclavo traspasaba mis manos y sus manos, así que lo que sufría yo sufría Él.

Era tal el dolor que esos clavos despuntados nos daban, que me sentía morir;

pero que dulce morir junto con Jesús, sólo temía el no morir.

 

Ahora, mientras esas personas se aprestaban a crucificarme los pies, Jesús

ha salido de dentro de mí y se ponía frente a mí, y mis sufrimientos tomaban

como forma de luz y se ponían delante al Señor como en acto de adoración,

y después de esto me ha dicho:

 

“Hija mía, la Gracia para quien la recibe es luz, es camino, es alimento, es

fuerza, es consuelo; para quien no la recibe, además de que no encuentra luz

y se siente faltar el camino bajo sus pies, como permanece en ayuno queda

sin fuerza, y la Gracia se convierte en fuego y castigo.”

 

Mientras esto decía, de su mano salía un torrente de luz que descendía

sobre las criaturas, y esta luz, para quien quedaba como luz, y para quien

como fuego.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Octubre 28, 1906

 

Todo lo que es luz, viene de Dios.

 

Habiendo recibido la comunión, me encontraba dentro de una gran luz,

era el mismo Jesús, el cual me ha dicho:

 

“Hija mía, todo lo que es luz, todo es mío, nada es de la criatura. Sucede

como con una persona que se encuentra investida por los rayos del sol, si

quisiera atribuirse a sí misma la luz que goza sería una tonta y sin cerebro; lo

único que podría hacer es esto: Que la persona en vez de gozar la luz del

sol, podría decir yo quiero caminar a la sombra, y retirarse de la luz, y el

alma retirándose de mi luz queda tinieblas, y las tinieblas no pueden

producir otra cosa que mal.”

 

+ + +

Octubre 31, 1906

 

Cómo el alma, por cada sufrimiento

adquiere un reino de más en sí misma.

 

Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito

Jesús, y solamente me ha dicho:

 

“Hija mía, cada sufrimiento que el alma padece es un dominio de más que

adquiere de sí misma, porque la paciencia en el sufrir es régimen, y

rigiéndose a sí misma, por cuanto más sufre tantos dominios de más

adquiere, y no hace otra cosa que ampliar y engrandecer su reino del Cielo,

adquiriendo riquezas inmensas para la vida eterna. Así que cada cosa de

más que tú sufres, debes tener en cuenta que adquieres un reino de más en tu

alma, esto es, un reino de gracia correspondiente a un reino de virtud y de

gloria.”

 

                                

Noviembre 6, 1906

 

La fe y la esperanza en el alma

que vive en el Divino Querer.

 

Mientras estaba rezando, y según mi costumbre que lo que hago lo hago

como si lo estuviera haciendo con Nuestro Señor y con sus mismas

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

intenciones, así estaba recitando el credo, y no poniendo atención decía que

intentaba tener la fe de Jesucristo para reparar tantas incredulidades y para

impetrar que todos tuviesen el don de la fe. Mientras estaba en esto se ha

movido en mi interior y me ha dicho:

 

“Te equivocas, Yo no tenía ni fe, ni esperanza, ni las podía tener porque

Yo era el mismo Dios, Yo era sólo Amor.”

 

Al oír amor, me agradaba tanto el poder llegar a ser sólo amor, que no

poniendo atención he dicho otro disparate, esto es: “Señor mío, también yo

quisiera ser como Tú, toda amor y nada más.” Y Él ha agregado:

 

“Esta es mi idea, por eso te voy hablando frecuentemente de la perfecta

resignación, porque viviendo de mi Querer el alma adquiere el amor más

heroico, y llega a amarme con mi mismo Amor y se vuelve toda amor, y

volviéndose toda amor está continuamente en contacto conmigo, así que está

conmigo, en Mí, y por Mí hace todo lo que quiero, no se mueve, ni desea

otra cosa que mi Querer, en el cual está encerrado todo el Amor del Eterno y

donde queda ella encerrada; y viviendo de este modo el alma llega casi a

perder la fe y la esperanza, porque llegando a vivir del Querer Divino, el

alma no se siente más en contacto de la fe y de la esperanza, pues si vive de

su Querer, ¿qué cosa debe creer si lo ha encontrado y hace de Él su

alimento? ¿Y qué cosa debe esperar si ya lo posee, viviendo no fuera de

Dios sino en Dios? Por eso la verdadera y perfecta resignación es el sello de

la segura predestinación, y la certeza de la posesión de Dios que el alma

adquiere. ¿Has entendido? Piénsalo bien.”

 

Yo he quedado como arrebatada y decía entre mí: “¿Pero es que se puede

llegar a esto? Y casi dudaba diciendo: “Tal vez ha querido ponerme una

tentación para ver lo que hago yo, y darme ocasión de decir más disparates y

hacerme ver hasta dónde llega mi soberbia; sin embargo creo que es buenodecir algún disparate, porque al menos se le obliga a Él a decir alguna cosa y

se tiene el bien de oír su voz que hace regresar de la muerte a la vida.” Y

pensaba qué otro disparate podría decir. Mientras estaba en esto se ha

movido de nuevo y ha replicado:

 

“Tú quieres tentarme, no Yo, y además, deja de dudar de mis verdades.”

 

Y ha hecho silencio. Yo me sentía confundida e iba pensando en lo que

me había dicho, pero quién puede decirlo todo, son cosas que no se pueden

expresar.

 

                                

Noviembre 9, 1906

 

Efectos de meditar siempre en la Pasión.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en la Pasión de

Nuestro Señor, y mientras esto hacía ha venido y me ha dicho:

 

“Hija mía, me es tan querido quien siempre va pensando en mi Pasión y

siente desagrado y me compadece, que me siento como retribuido por todo

lo que sufrí en el curso de mi Pasión, y el alma rumiándola siempre viene a

formar un alimento continuo, en el que hay tantos diversos condimentos y

sabores que producen diversos efectos. Así que si en el curso de mi Pasión

me dieron cadenas y cuerdas para atarme, el alma me desata y me da la

libertad; aquellos me despreciaron, me escupieron y me deshonraban, ella

me aprecia, me limpia de esas escupitinas y me honra; aquellos me

desnudaron y me flagelaron, ella me cura y me viste; aquellos me coronaron

de espinas tratándome como rey de burla, me amargaron la boca con hiel y

me crucificaron, el alma rumiando todas mis penas me corona de gloria y me

honra como su Rey, me llena la boca de dulzura dándome el alimento más

exquisito como es el recuerdo de mis mismas obras, y desclavándome de la

cruz me hace resucitar en su corazón, dándole Yo por recompensa, cada vez

que hace esto, una nueva vida de Gracia, así que ella es mi alimento y Yo

me hago su alimento continuo. Así que la cosa que más me agrada es que el

alma piense siempre en mi Pasión.”

 

                                

Noviembre 12, 1906

 

El alma da a Jesús la habitación en el

tiempo, y Él la da al alma en la eternidad

 

Continuando mi acostumbrado estado, estaba diciendo al bendito Jesús:

“¡Oh, cuánto quisiera amarte para ser más amada por Ti!” Y Él en mi

interior me ha dicho:

 

“Te amo tanto, que jamás te dejo y habito en ti continuamente.”

 

Y yo: “Gracias por tu bondad de habitar en mí, pero no estoy tan

contenta, estaría más contenta y me sentiría más segura si yo pudiese habitar

en Ti.”

 

Y Él: “¡Ah! hija mía, en el tiempo tú me darás habitación a Mí, en la

eternidad Yo te la daré a ti, y debes estar contenta y segura, porque Aquél

que habita en ti tiene potencia para mantener consolidada y libre de todo

peligro su habitación.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Noviembre 14, 1906

 

La cruz ensancha los confines del reino del Cielo.

 

¡Oh! cuánto he esperado y sufrido por su privación. Entonces, después de

mucho esperar, por breves instantes se ha hecho ver y me ha dicho:

 

“Hija mía, si la perfecta resignación es la señal cierta y segura de la

predestinación, la cruz ensancha los confines del reino del Cielo.”

 

Y como relámpago ha desaparecido.

 

                                

Noviembre 16, 1906

 

Diferencia que hay entre las ofensas

 

de los religiosos y las de los seglares.

 

Encontrándome fuera de mí misma veía las tantas ofensas que cometen

los sacerdotes y personas religiosas, y el gran desagrado que el bendito Jesús

sentía por ellas. Entonces yo, casi asombrándome he dicho: “Dulce vida

mía, es verdad que las personas religiosas te ofenden, pero a mí me parece

que los seglares te ofenden mayormente, no obstante muestras más disgusto

por las ofensas de aquellas que por las de éstos, parece que eres todo ojos

para mirar todo lo que hacen los primeros y aparentas no ver lo que hacen

los segundos.”

 

Y Él: “¡Ah! hija mía, tú no puedes comprender la diferencia que hay

entre las ofensas de los religiosos y las de los seglares, por eso te asombras.

Los religiosos han declarado pertenecerme, amarme y servirme, y Yo les he

confiado los tesoros de mi Gracia, y a otros los tesoros de los sacramentos

como es el caso de los sacerdotes. Ahora, fingiendo en lo exterior que me

pertenecen, en su interior, si es necesario, están lejos de Mí; aparentan

amarme y servirme, en cambio me ofenden y se sirven de las cosas santas

para servir a sus pasiones, por eso soy todo ojos para no dejarlos

desperdiciar mis dones, mis gracias, pero a pesar de mis premuras llegan a

malgastar mis dones aun en aquellas mismas cosas externas con las que

externamente parece que me están glorificando. Esta es una ofensa tan

grave, que si tú la pudieses comprender morirías de aflicción. En cambio los

seglares declaran no pertenecerme, no conocerme y no quererme servir, y

esta es la primera cosa, que están libres del espíritu de hipocresía, la cosa

que más me disgusta; por eso, habiéndose ellos declarado, no les he podido

confiar mis dones, si bien la Gracia los exhorta y les hace la guerra, pero no

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

se ha donado porque no la quieren. Sucede como a un rey que ha combatido

para liberar los pueblos de la esclavitud en la cual eran tenidos por otros

reyes, a fuerza de sangre ha logrado liberar a una parte de aquellos pueblos y

los ha puesto bajo su dominio, proveyéndolos de todo, y si fuera necesario

haciéndolos habitar su misma habitación, ahora, ¿de quién se desagradaría

más si lo ofendieran, de aquellos pueblos que han quedado lejanos de él, que

también quería liberar, o de aquellos que viven con él?”

 

                                

Noviembre 18, 1906

 

Las obras sin espíritu interior y sin

recta intención, envanecen el alma.

 

Encontrándome en mi habitual estado, como una sombra he visto al

bendito Jesús, y sólo me ha dicho:

 

“Hija mía, si a un alimento se le pudiera separar la sustancia y una

persona lo comiera, valdría nada, más bien serviría para inflar su estómago.

Así son las obras sin espíritu interior y sin recta intención, vacías de

sustancia divina, valen nada y sirven sólo para inflar a la persona, así que

recibe más daño que bien.”

 

                                

Noviembre 20, 1906

 

La obediencia comunica

 

al alma la fuerza divina.

 

Continua mi pobre estado lleno de amarguras, pero de paz, por las casi

continuas privaciones que sufro; entonces como relámpago lo he visto

diciéndome:

 

“Hija mía, la obediencia es un muro irremovible, y tal vuelve al alma, y

no sólo esto, sino que para ser irremovible es necesario ser fuerte, robusto, y

la obediencia comunica la fuerza divina, de modo que todas las cosas ante la

fuerza divina que el alma tiene quedan débiles, así que ella puede remover

todo, pero a ella no la puede remover ninguno.”

 

Y ha desaparecido.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Noviembre 28, 1906

 

El bien de obrar junto con Jesús.

 

Continuando mi pobre estado, en cuanto he visto al bendito Jesús parecía

que se transformaba todo en mí, de modo que si yo respiraba sentía su

respiro en el mío; si yo movía un brazo, sentía mover el suyo en el mío, y así

de todo lo demás. Mientras esto hacía me ha dicho:

 

“Hija amada mía, mira en qué estrecha unión estoy Yo contigo, así te

quiero a ti, toda unida y estrechada conmigo; y esto no creas que lo debes

hacer cuando sufres o rezas, sino siempre, siempre; si te mueves, si respiras,

si trabajas, si comes, si duermes, todo, todo lo debes hacer como si lo

hicieras en mi Humanidad y saliera de Mí tu obrar, de modo que no deberías

ser tú otra cosa que la cáscara, y rota la cáscara de tu obra se debería

encontrar el fruto de la obra divina, y esto debes hacerlo en favor de toda la

humanidad, de modo que mi Humanidad se debe encontrar como viviente en

medio de las criaturas, porque haciendo tú todo, aun las acciones más

indiferentes con esta intención de recibir de Mí la vida, tu acción adquiere el

mérito de mi Humanidad, porque siendo Yo Hombre y Dios, en mi respiro

contenía los respiros de todos, los movimientos, las acciones, los

pensamientos, todo contenía en Mí, así que los santificaba, los divinizaba,

los reparaba. Por eso, haciendo todo con la intención de recibir de Mí tu

obrar, también tú vendrás a abrazar y a contener a todas las criaturas en ti y

tu obrar se difundirá para bien de todos; así que aunque los demás no me den

nada, Yo tomaré todo de ti.”

 

Parece que estoy diciendo muchos disparates. Son cosas íntimas y no sé

decirlas bien, quisiera escribirlas como las tengo en la mente pero no puedo.

Me parece que tomo una gota de luz y cientos se me escapan, hubiera sido

mejor callar, pero todo sea para gloria de Dios.

 

                                

Diciembre 3, 1906

 

La dulzura y la paz en el alma.

 

No viniendo el bendito Jesús, sentía gran amargura, no sólo, sino como un

choque en mi interior que me dejaba casi inquieta. ¡Oh! Dios, qué pena, que

comparada a todas las otras penas, éstas no son otra cosa que sombras, más

bien son refrigerios; es solamente a tu privación a la que debe dársele el

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

nombre de pena. Ahora, mientras deliraba ha salido de dentro de mi interior

y me ha dicho:

 

“¿Qué tienes? Cálmate, cálmate, aquí estoy, no sólo estoy contigo sino en

ti; además no quiero este ánimo inquieto, todo debe ser dulzura y paz en ti,

de manera que se pueda decir de ti lo que se dice de Mí: Que no escurre de

Mí otra cosa que miel y leche, figurando la miel a la dulzura y la leche a la

paz; Yo estoy tan lleno y empapado de éstos, que escurren de mis ojos, de

mi boca y en todo mi obrar, y si tú no eres así Yo me siento deshonrado por

ti, porque mientras habita en ti Aquél que es todo paz y dulzura, tú no me

honras, mostrando, aunque fuese la más mínima sombra de un ánimo

enfadado e inquieto. Yo amo tanto esta dulzura y paz, que a pesar de que se

tratara de cosas grandes, de mi honor y gloria, no quiero, no apruebo jamás

aquellos modos enfadados, violentos, fogosos, sino aquellos modos dulces,

pacíficos, porque sólo la dulzura es aquella que como cadena encadena los

corazones, de modo que no se pueden soltar, es como brea que se pega y no

se pueden liberar, y estoy obligado a decir: “En esta alma está el dedo de

Dios.” Y además si no me agrada a Mí el modo enfadado, no agradará ni

siquiera a las criaturas. Uno que habla, que trata aun cosas de Dios con

modos no dulces y pacíficos, es señal de que no tiene sus pasiones

ordenadas, y quien no se tiene a sí mismo ordenado no puede ordenar a los

demás. Por eso sé atenta a todo lo que no sea dulzura y paz, si no quieres

deshonrarme.”

 

                                

Diciembre 6, 1906

 

Jesús se esconde para ver que cosa hace el alma.

 

Continuando el estado de casi total privación, en que a lo más como

relámpago o como una sombra se hace ver, decía en mi interior: “Vida de

mi vida, ¿por qué no vienes? ¡Oh, cómo te has hecho cruel conmigo! Cómo

se ha endurecido tu corazón que llegas a no escucharme, ¿dónde están tus

promesas, dónde tu amor si me dejas desamparada en el abismo de mis

miserias? Sin embargo me prometías no dejarme jamás, me decías que me

amabas mucho, ¿y ahora, y ahora? Tú mismo me lo has dicho, que por la

constancia se conoce si alguien te ama de verdad, y si no hay constancia no

se puede hacer ningún cálculo sobre este amor, y esto lo quieres de mí, que

no formo tu vida, y Tú que eres mi vida ¿me la niegas?” Pero quién puede

decir todos mis desatinos, me alargaría demasiado. Mientras estaba en esto

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

se ha movido en mi interior y poniendo su brazo en acto de sostenerme me

ha dicho:

 

“Estoy en ti, y me escondo más en ti para ver qué cosa haces. No he

faltado en nada, ni a las promesas, ni al amor, ni a la constancia, si tú lo

haces en modo imperfecto, Yo lo hago en la plenitud de la perfección hacia

ti.”

 

Y ha desaparecido.

 

                                

Diciembre 15, 1906

 

La Divina Voluntad contiene todos los bienes.

 

Continuando mi habitual estado, me sentía más que nunca amargada por

su privación. En un instante me he sentido como absorbida en la Voluntad

de Dios y sentía todo mi interior tranquilizado, de modo de no sentirme más

a mí misma, sino en todo al Querer Divino, aun su misma privación, y yo

decía para mí: “¡Qué fuerza, qué encanto, qué atractivo contiene esta Divina

Voluntad, que hace que me olvide de mí misma, y hace correr en todo al

Querer Divino.” Mientras estaba en esto se ha movido en mi interior y me

ha dicho:

 

“Hija mía, como la Divina Voluntad es el único alimento sustancioso que

contiene todos los sabores y los gustos adecuados al alma, en Ella el alma

encuentra su alimento exquisito y se tranquiliza; el deseo encuentra su

alimento y piensa en apacentarse lentamente, y se forma sin desear otra cosa;

la inclinación no tiene hacia donde tender, porque ha encontrado el alimento

que la satisface; la propia voluntad no tiene otra cosa que querer, porque se

ha dejado a sí misma, que formaba su tormento y ha encontrado la Voluntad

Divina que forma su felicidad; ha dejado la pobreza y ha encontrado la

riqueza, no humana sino divina; en suma, todo el interior del alma encuentra

su alimento, es decir su trabajo en el cual queda ocupada y absorbida, tanto

que no puede hacer nada más, porque en este alimento y trabajo, mientras

encuentra todos los contentos, encuentra tanto qué hacer y aprender y gustar

siempre nuevas cosas, que el alma de una ciencia menor aprende ciencias

mayores, y siempre queda qué aprender; de cosas pequeñas pasa a cosas

grandes, de un gusto pasa a otros gustos, y siempre queda algo más de nuevo

por gustar en este ambiente de la Divina Voluntad.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Enero 3, 1907

 

La verdadera confianza reproduce

la Vida Divina en el alma.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha

dicho:

 

“Hija mía, quien mucho teme, es señal de que mucho confía en sí misma,

porque no descubriendo en sí misma otra cosa que debilidades y miserias,

naturalmente y justamente teme; y quien nada teme, es señal de que confía

en Dios, porque confiando en Dios, las miserias y las debilidades quedan

perdidas en Dios; sintiéndose investida por el Ser Divino, no más obra ella,

sino Dios en ella, ¿y qué puede temer? Así que la verdadera confianza

reproduce la Vida Divina en el alma.”

 

                                

Enero 5, 1907

 

La verdadera santidad consiste en recibir

como especialidad de amor divino todo

aquello que nos pueda suceder.

 

Habiendo leído que un alma hacía escrúpulo de todo y temía que todo

fuera pecado, estaba pensando en mí misma: “Y yo, cómo soy liberal,

quisiera pensar también yo que todo fuera pecado para estar más atenta a no

ofender al Señor.” Entonces, viniendo el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, estas son tonterías, y el alma con esto queda detenida en el

camino de la santidad, mientras que la verdadera y estable santidad consiste

en recibir como especialidad de amor divino todo lo que le pueda suceder y

todo lo que pueda hacer, aunque sea la cosa más indiferente, como sería el

recibir un alimento agradable o desagradable; especialidad de amor en el

agradable, pensando que Jesús produce aquel gusto en el alimento porque la

ama tanto, hasta darle gusto aun en las cosas materiales; especialidad de

amor en el desagradable, pensando que la ama tanto que le ha producido

aquel desagrado para semejarla a Él en la mortificación, dándole Él mismo

una monedita para ofrecérsela a Él; especialidad de amor divino si es

humillada, si es exaltada; si está sana, si está enferma; si es pobre o rica;

especialidad de amor el respiro, la vista, la lengua, todo, todo, y así como

todo, todo lo debe recibir como especialidad de amor divino, así ella debe

dar de nuevo todo a Dios como un especial amor suyo, así que debe recibir

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

la ola del amor de Dios, y debe dar a Dios la ola de su amor. ¡Oh! qué baño

santificante es esta ola del amor, la purifica, la santifica y la hace progresar

sin que ella misma lo advierta; es más vida de Cielo que de tierra. Es esto lo

que quiero Yo de ti; el pecado, el pensamiento del pecado no debe existir en

ti.”

 

                                

Enero 10, 1907

 

El mal que forma el propio gusto.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito

Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, es tanto el apego de las criaturas al propio gusto, que estoy

obligado a contener en Mí mis dones, porque en lugar de apegarse al

Donador se apegan a mis dones, idolatrando mis dones con ofensa al

Donador, así que si encuentran su propio gusto hacen algo, más bien, no

hacen, sino que satisfacen el propio gusto; si no hay gusto no hacen nada, así

que el propio gusto forma una segunda vida en las criaturas. Miserables, no

saben que donde está el propio gusto, difícilmente puede estar el gusto

divino, aun en las cosas santas. Así que recibiendo mis dones, las gracias,

los favores, no deben apropiárselos como cosas suyas, formando de ellos un

gusto propio, sino tenerlos como gustos divinos, sirviéndose de ellos para

amar mayormente al Señor y prontos a sacrificarlos al mismo amor.”

 

                                

Enero 13, 1907

 

Jesús quiso sufrir en su Humanidad

para rehacer la naturaleza humana.

 

Continuando mi habitual estado, por un instante he visto a mi bendito

Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, cuánto amo a las almas, mira, la naturaleza humana estaba

corrompida, humillada, sin esperanza de gloria y de resurgimiento, y Yo

quise sufrir todas las humillaciones en mi Humanidad, especialmente quise

ser desnudado, flagelado y que a pedazos cayeran mis carnes bajo los azotes,

casi deshaciendo mi Humanidad para rehacer la humanidad de las criaturas,

y hacerla resurgir llena de vida, de honor y de gloria a la vida eterna. ¿Qué

otra cosa podía hacer y que no haya hecho?”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Enero 20, 1907

 

La mayor santidad es el vivir en el Divino Querer.

 

Habiendo leído dos vidas de santas, una que ansiaba mucho el sufrir, y la

otra que quería ser pequeña, yo pensaba en mi interior cuál de las dos sería

mejor para poderla imitar, y no sabiendo resolver esto me sentía como

confundida, y para poder estar libre y pensar sólo en amarlo he dicho entre

mí: “Yo no quiero aspirar a nada sino solamente a amarlo y cumplir

perfectamente su santo Querer.” Mientras me encontraba en esto, el Señor

en mi interior me ha dicho:

 

“Y Yo aquí te quiero, en mi Querer. Hasta en tanto que el grano de trigo

no es sepultado bajo tierra y muere del todo, no puede renacer a vida nueva

y multiplicarse y dar vida a otros granos; así el alma, hasta que no se sepulta

en mi Voluntad, hasta morir del todo en Ella con deshacer todo su querer en

el mío, no puede resurgir a nueva Vida Divina con el resurgimiento de todas

las virtudes de Cristo, que contienen la verdadera santidad, por eso mi

Voluntad sea el sello que te marque el interior y el exterior, y cuando mi

Voluntad haya resurgido toda en ti, en Ella encontrarás el verdadero amor, y

esta es la mejor de todas las otras santidades a las cuales puede uno aspirar.”

 

                                

Enero 21, 1907

 

Quien siempre ama a Jesús no lo puede desagradar.

 

Encontrándome en mi habitual estado estaba diciendo en mi interior:

“Señor, haz que sea toda tuya y que esté siempre, siempre contigo y que

jamás me separe de Ti; pero mientras yo esté contigo no permitas que yo sea

aguijón que te amargue, que te dé fastidio, que te dé disgustos, sino puntal

que esté en Ti para sostenerte cuando estás cansado y oprimido, que te

consuele cuando estés fastidiado de las otras criaturas.” Mientras esto decía,

el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, quien está en continua actitud de amarme está siempre

conmigo, y no puede ser jamás aguijón que pueda darme fastidio, sino

puntal que me sostiene, me consuela, me endulza, porque el verdadero amor

tiene la propiedad de hacer feliz a la persona amada, y además, quien

siempre me ama no podrá jamás desagradarme, porque el amor absorbe toda

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

la persona, a lo más podrá haber pequeñas cosas que el alma misma ni

siquiera advierte que me puedan desagradar, y el amor mismo toma el

empeño de purificarla para hacer que Yo pueda encontrar siempre en ella

mis delicias.”

 

                                

Enero 25, 1907

 

Castigos. Ve ciudades desiertas.

 

Paso días amarguísimos por las privaciones casi continuas del bendito

Jesús, a lo más por un instante y como relámpago se hace ver y en seguida se

esconde tan adentro en mi interior, que no lo puedo encontrar, y siempre en

silencio. Ahora, habiéndolo visto después de mucho esperar, pero muy

amargado y oprimido, le he dicho: “Pero dime al menos qué cosa te hace

sufrir tanto.” Y Él, de mala gana, sólo por contentarme me ha dicho:

 

“¡Ah! hija mía, tú no sabes lo que debe suceder, si te lo dijera romperías

mi indignación y no haría lo que debo hacer, he aquí el por qué guardo

silencio. Tú tranquilízate acerca del modo que tengo contigo en este periodo

de tiempo, ten valor, te será demasiado amargo, pero hazla de atleta, de

generosa, viviendo siempre, y muerta, en mi Voluntad, sin ni siquiera

llorar.”

 

Dicho esto se ha escondido más adentro en mi interior dejándome como

petrificada, sin ni siquiera poder llorar su privación.

 

Ahora para obedecer escribo que desde antes del mes de enero hasta

ahora, no hago otra cosa que encontrarme fuera de mí misma, tal vez sea

sólo un sueño, pero me parecía ver lugares desolados, ciudades desiertas,

calles enteras con las casas cerradas sin que ninguno camine por ellas, gentes

muertas, y es tanto el espanto al ver estas cosas que me quedo como atontada

y quisiera imitar a mi buen Jesús estándome yo también taciturna y

silenciosa. El por qué de esto no lo sé decir, porque mi luz Jesús no me dice

nada. Lo he escrito sólo por obedecer.

 

Deo Gratias.

 

                                

Febrero 20, 1907

 

La incorrespondencia a la Gracia.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Continúa siempre en silencio y viniendo por un instante y como

relámpago; paso mis días en la amargura y como arrebatada, todo mi interior

ha quedado golpeado como por un rayo, sin poder caminar hacia adelante ni

hacia atrás, yo misma no sé decir lo que ha sucedido en mi interior, creo que

sea mejor callar que hablar de ello. Entonces, esta mañana en cuanto ha

venido me ha dicho:

 

“Hija mía, quien no corresponde a mi Gracia vive como esas aves que

viven de rapiña, así el alma no hace otra cosa que vivir de rapiña, me roba la

Gracia, vive y no me reconoce y además me ofende.”

 

Y como relámpago ha desaparecido dejándome más admirada que antes.

 

                                

Marzo 2, 1907

 

No hay nada que iguale al sufrir voluntario.

 

Continuando mi habitual estado, y habiendo oído que casi todo el país

estaba con la epidemia de influencia y que moría mucha gente, estaba

pidiendo a Nuestro Señor que se complaciera en evitar tantas víctimas y que

me hiciera sufrir a mí para perdonar a aquellos, porque ahora como nunca

poco o nada sufro, porque aun esto me ha quitado. Mientras esto pensaba,

en mi interior me ha dicho:

 

“Hija mía, de Mí se dijo que era necesario que muriera uno para salvar a

todo el pueblo. Era una verdad, pero en aquel tiempo no comprendida. Así

en todos los tiempos es necesario que sufra uno para perdonar a los demás, y

este uno para ser acepto debe ofrecerse voluntariamente y sólo por amor de

Dios y por amor del prójimo, sufriendo él para evitar a todos los demás el

sufrimiento; y el sufrir de éste no puede equivaler al sufrimiento de todos los

demás juntos, no hay valor que lo iguale. ¿Crees tú que es nada el vacío de

tu sufrir? No obstante no es un vacío del todo, y si te suspendo del todo,

¿dónde irán a terminar los pueblos? ¡Ay, ay, las cosas no terminan aquí!”

 

                                

Marzo 13, 1907

 

Luisa le pide a Jesús que al morir

su madre no pase por el Purgatorio.

 

Continúa casi siempre lo mismo, y a lo más se hace ver en silencio.

Ahora, en estos días, Jesús, habiéndose dejado ver me acariciaba y me

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

besaba, y estando mi mamá enferma me hacía comprender que pronto se la

iba a llevar, y yo le decía: “Señor mío, Tú lo quieres y yo te la doy antes de

que te la lleves, no quiero esperar a que te la lleves sin que antes te la done,

pero quiero de Ti la recompensa por el don que te hago, dándome en premio

que te la lleves directo al paraíso, sin hacerla pasar por el purgatorio, a costa

de sufrir yo lo que le correspondiera a mi mamá.” Y Jesús bendito me decía:

 

“Hija mía, déjame hacer a Mí.”

 

Yo continuaba pidiéndole diciendo: “Pero dulce amor mío, quien tendrá

corazón para ver sufrir a mi mamá en el purgatorio, a ella que ha sufrido

tanto, que ha llorado tanto por causa mía. Es el peso de la gratitud lo que me

empuja, lo que me apremia y me fuerza, en todas las demás cosas haz lo que

quieras, pero en esto no, no cedo. Me contentarás y harás lo que quiero.”

 

Y Él: “Pero amada mía, no te vuelvas demasiado fastidiosa, eres

incansable, y con el volverte incansable en pedir me obligas a contentarte.”

 

Pero sin embargo no me daba una respuesta precisa, y yo insistía y lloraba

como una niña, y pidiéndole y volviéndole a pedir iba ofreciendo minuto a

minuto, hora tras hora todo lo que Él sufrió en su Pasión, aplicando todo esto

al alma de mi madre para hacerla quedar purificada y embellecida, y así

poder obtener lo que yo quería. Y Él secándome las lágrimas agregaba:

 

“Pero querida amada mía, no llores, tú sabes que te quiero mucho, ¿podría

no contentarte? Mira, con el continuo ofrecimiento de mi Pasión, no

dejando escapar nada de lo que Yo sufrí en beneficio de tu madre, su alma

está dentro de un mar inmenso, y este mar la lava, la embellece, la

enriquece, la inunda de luz, y para asegurarte que te contentaré, cuando

muera tu madre serás sorprendida por un fuego por el que te sentirás

quemar.”

 

Yo he quedado contenta pero no segura, porque no me había dicho aún

nada de que la llevaría directa al paraíso.

 

                                

Mayo 9, 1907

 

Muerte y purgatorio de los padres de Luisa.

 

Hace más de un mes que no escribo, y con gran repugnancia y sólo por

obedecer me pongo de nuevo a escribir. ¡Oh! qué pena siento, sólo el

pensamiento de que podría decir a mi amado Jesús: “Mira cómo te amo de

más y cómo crece mi amor, que sólo por amor tuyo me someto a este duro

sacrificio, y por cuanto duro, otro tanto puedo decir que te amo, y pensando

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

que puedo decir a mi Jesús que lo amo de más, siento la fuerza para cumplir

el sacrificio de obedecer.

 

Entonces, no recordando todo perfectamente, diré todo junto y un poco

confuso lo que ha pasado, comenzando donde lo dejé cuando estaba

rogándole que se llevara a mi madre al paraíso sin pasar por el purgatorio;

 

El día 19 de Marzo, consagrado a San José, por la mañana encontrándome

en mi habitual estado, mi madre pasaba de esta vida al ambiente de la

eternidad, y el bendito Jesús haciéndome ver que se la llevaba me ha dicho:

 

“Hija mía, el Creador se lleva a la criatura.”

 

En este momento me he sentido investir por dentro y por fuera por un

fuego tan vivo que me sentía quemar las vísceras, el estomago y todo el

resto, y si tomaba alguna cosa se convertía en fuego y era obligada a

vomitarla en cuanto me la comía; este fuego me consumía y me mantenía en

vida. ¡Oh! cómo comprendía el fuego devorador del purgatorio, que

mientras consume da la vida. El fuego hace el oficio de alimento, de agua,

de muerte y de vida, pero en este estado yo era feliz, pero habiendo visto

solamente que Jesús se la había llevado, pero no me había hecho ver a dónde

la había llevado, mi felicidad no era completa, y por mis mismos

sufrimientos sentía inquietud por cuáles serían los sufrimientos de mi madre

si estuviese en el purgatorio, y viendo al bendito Jesús, que en estos días casi

no me ha dejado sola, lloraba y le decía: “Dulce Amor mío, dime adonde la

has llevado. Yo estoy contenta con que te la hayas llevado porque la tienes

contigo, pero si no la tienes contigo, esto no lo tolero y llorare tanto hasta

que me contentes.” Y Él parecía que gozaba con mi llanto y me abrazaba,

me sostenía, me secaba las lágrimas y me decía:

 

“Hija mía, no temas, tranquilízate, y cuando te hayas tranquilizado te la

haré ver, y por ello estarás contenta; además, el fuego que tú sientes te sirva

como prueba de que te he contentado.”

 

Pero yo seguía llorando, especialmente cuando lo veía porque sentía en mi

interior que todavía faltaba alguna cosa a la beatitud de mi madre; lloraba

tanto, que las personas que me circundaban, que habían venido por la muerte

de mi madre, viéndome llorar así, creyendo que lloraba por la muerte de ella

quedaban casi escandalizadas, pensando que yo me había separado de la

Voluntad Divina, cuando que yo más que nunca nadaba en este ambiente de

la Divina Voluntad, pero yo no me acojo a ningún tribunal humano, porque

todos son falsos, sino sólo al divino porque está lleno de verdad. Si el buen

Jesús no me condenaba, más bien me compadecía, y para sostenerme venía

más seguido dándome casi un motivo para hacerme llorar, porque si Él no

venía, ¿con quién debía llorar para conseguir lo que quiero? Aquellos tenían

razón porque juzgaban lo externo, además siendo yo tan mala no es de

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

maravillarse que los otros se escandalizaran de mí. Después de algunos días,

viniendo el buen Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, consuélate, porque quiero decirte y hacerte ver dónde está tu

madre y como tú, tanto antes como después de habérmela Yo traído me has

ofrecido continuamente lo que Yo merecí, hice y sufrí en el curso de mi

Vida en su favor, por esto ella ahora se encuentra tomando parte en todo lo

que Yo hice y goza de mi Humanidad, quedándole aún oculta mi Divinidad,

que en breve le será también develada, y el fuego que tú sientes y tus

oraciones han servido para exentarla de cualquier otra pena de sentido, que a

todos corresponden, porque mi Justicia tomando de ti la satisfacción, no

podía tomarla de las dos.”

 

En ese momento me parecía ver a mi madre dentro de una inmensidad que

no tenía confines, y en esta inmensidad había tantos gozos y alegrías por

cuantas palabras, pensamientos, suspiros, obras y sufrimientos, latidos, en

suma, todo lo que contenía la Humanidad Santísima de Jesucristo.

Comprendía que es un segundo paraíso para los bienaventurados, y que

todos para entrar al paraíso de la Divinidad deben pasar por éste de la

Humanidad de Cristo. Así que para mi madre había sido un singularísimo

privilegio reservado a poquísimos, el no haber tocado otro purgatorio; sin

embargo comprendía que si bien no estaba en tormentos, sino más bien en

gozos, su felicidad no era perfecta, sino casi a la mitad. Sean dadas las

gracias al Señor por esto.

 

Yo continué sufriendo durante doce días, tanto que me encontré al borde

de la muerte, pero habiéndose interpuesto la obediencia para hacer que ese

hilo de vida que me quedaba no se rompiera, he regresado a mi estado

natural. Yo no sé, parece que esta obediencia tiene un arte mágico sobre mí,

pero el Señor pronto la hará perder su autoridad para llevarme con Él. Yo

sentía un descontento porque la obediencia se atraviesa para no dejarme ir al

Cielo, y en esto Jesús me ha dicho;

 

“Hija mía, los bienaventurados en el Cielo me dan tanta gloria por la

unión perfecta de su voluntad con la mía, que su vida es una reproducción de

mi Querer, hay tanta armonía entre Mí y ellos, que su aliento, su respiro, los

movimientos, los gozos, y todo lo que constituye la bienaventuranza de

ellos, es efecto de mi Querer; sin embargo te digo que el alma aún viadora, si

está unida con mi Querer de modo que no se separa jamás de Él, su vida es

de Cielo y Yo recibo de ella la misma gloria, pero tomo más gusto y

complacencia de ella, porque lo que hacen los bienaventurados lo hacen sin

sacrificios y con gozos, mientras que lo que hacen los viadores lo hacen con

sacrificio y con padecimientos, y donde hay sacrificio Yo tomo más gusto y

me complazco de más, y los mismos bienaventurados, viviendo en mi

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Querer, como el alma también viviendo en mi Voluntad forma una misma

vida, participan en el gusto que tomo del alma viadora.”

 

Recuerdo que en otra ocasión estando yo con el temor de que mi estado

fuera obra del demonio, el buen Jesús me dijo:

 

“Hija mía, el demonio también sabe hablar de virtud, pero mientras habla

de virtud, en el interior arroja repugnancia, odio a la misma virtud, así que la

pobre alma se encuentra en contradicción y sin fuerza para practicar el bien.

En cambio cuando soy Yo el que habla, siendo Yo verdad, mi palabra está

llena de vida, no es estéril sino fecunda, así que mientras hablo infundo amor

a la virtud y produzco la misma virtud en el alma, porque la verdad es

fuerza, es luz, es sostén y una segunda naturaleza para el alma que se deja

guiar por la verdad.”

 

Continúo diciendo que no apenas habían pasado unos diez días de la

muerte de mi madre, mi padre cayó gravemente enfermo y el Señor me hacía

comprender que también él iba a morir; yo le hice el don anticipado y repetí

lo que había hecho por mi madre para que tampoco a mi padre lo hiciera

tocar el purgatorio, pero el Señor se mostraba más reacio y no me escuchaba,

yo temía mucho, no por su salvación porque el buen Jesús me había hecho la

solemne promesa, desde hace casi quince años, de que de todos los míos y

de aquellos que me pertenecen ninguno se perdería, pero temía mucho por el

purgatorio. Yo le rogaba continuamente, el buen Jesús casi no venía, sólo el

día en que mi padre moría después de una enfermedad de quince días, el

bendito Jesús se hizo ver todo benigno, vestido de blanco, como si estuviera

de fiesta y me dijo:

 

“Hoy espero a tu padre, y por amor tuyo me haré encontrar no como juez,

sino como padre benigno, lo acogeré entre mis brazos.”

 

Yo insistí por lo del purgatorio pero no me prestó atención, y desapareció.

Muerto mi padre, no me vino ningún sufrimiento nuevo como sucedió con

mi madre, y por esto entendí que había ido al purgatorio. Yo rogaba y

volvía a rogar, pero Jesús se hacía ver sólo como relámpago, sin darme

tiempo de nada, y por añadidura ni siquiera podía llorar, porque no tenía con

quien hacerlo, y Aquél que es el único que podía escuchar mi llanto me

rehuía. Adorables juicios de Dios en sus modos.

 

Después de dos días de penas internas, mientras veía al bendito Jesús y le

preguntaba por mi padre, lo oí detrás de las espaldas de Jesucristo, como si

estallara en llanto y pedía ayuda, y desaparecieron. Yo quedé lacerada en el

alma por esto y rezaba, finalmente, después de seis días, encontrándome en

mi acostumbrado estado, me encontré fuera de mí misma, dentro de una

iglesia en la que estaban muchas almas purgantes, yo pedía a Nuestro Señor

que al menos hiciera venir a mi padre dentro de la iglesia a hacer su

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

purgatorio, porque veía que estas almas, en las iglesias, están en constantes

alivios por las oraciones y misas que se dicen, pero mucho más por la

presencia real de Jesús Sacramentado, que parece que es para ellas un

continuo refrigerio. Mientras estaba en esto vi a mi padre, con un aspecto

venerable, y Nuestro Señor lo puso cerca del tabernáculo. Con esto he

quedado menos lacerada en mi interior.

 

Recuerdo confusamente que otro día viniendo el buen Jesús me hacía

comprender la preciosidad del sufrir, y yo le pedía que hiciera comprender a

todos el bien que hay en el sufrir. Y Él me dijo:

 

“Hija mía, la cruz es un fruto espinoso, que por fuera es molesto y

punzante, pero quitadas las espinas y la cáscara se encuentra un fruto

precioso y exquisito, que sólo quien tiene la paciencia de soportar las

molestias de los pinchazos puede llegar a descubrir el secreto de la

preciosidad y sabor de aquel fruto; y sólo aquél que ha llegado a descubrir

este secreto lo mira con amor, y con avidez va en busca de ese fruto sin

cuidarse de los pinchazos, y todos los demás lo miran con desdén y lo

desprecian.”

 

Y yo: “Pero dulce Señor mío, ¿cuál es este secreto que hay en el fruto de

la cruz?”

 

Y Él: “El secreto de la eterna bienaventuranza, porque en el fruto de la

cruz se encuentran tantas moneditas que sólo sirven para entrar al Cielo, y el

alma con estas moneditas se enriquece y se vuelve bienaventurada

eternamente.”

 

El resto lo recuerdo confusamente y no lo siento ordenado en mi mente,

por eso paso adelante y hago punto en esto.

 

                                

Mayo 30, 1907

 

Eficacia de la oración.

 

Encontrándome en mi habitual estado, por breve tiempo he visto al

bendito Jesús, y yo le rogaba por mí y por otras personas, pero lo hacía con

alguna dificultad fuera de lo acostumbrado, como si no hubiera podido

obtener tanto como si hubiera rogado sólo por mí, y el buen Jesús me ha

dicho:

 

“Hija mía, la oración es un punto solo, y mientras ella es un punto, puede

aferrar todos los demás puntos juntos; así que tanto puede conseguir la

oración si se reza para sí sola como si se reza por los demás, una es su

eficacia.”