volumen 6

15.12.2016 15:15

I.

Noviembre 1, 1903

Cuando el alma hace todas sus acciones por el

único fin de amar a Jesús, camina siempre de

día, para ella jamás es noche.

 

Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y

me veía como un pequeño vaporcito, y yo quedaba toda maravillada al

verme reducida en esa forma. Mientras estaba en esto ha venido mi adorable

Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, la vida del hombre es vapor, y así como al vapor es sólo el

fuego el que lo hace caminar, y a medida de que el fuego sea vivo y mucho,

así corre más veloz, y si es poco camina a paso lento, y si está apagado

queda detenido; así el alma, si el fuego del amor de Dios es mucho, se puede

decir que vuela sobre todas las cosas de la tierra, y siempre corre y vuela a

su centro que es Dios; ahora, si es poco se puede decir que camina con

dificultad, arrastrándose y enfangándose de todo lo que es tierra; si está

apagado queda detenida, sin vida de Dios en ella, como muerta a todo lo que

es divino. Hija mía, cuando el alma en todas sus acciones no las hace por

otra cosa más que con el único fin de amarme, y ninguna otra recompensa

quiere de su obrar más que mi Amor, camina siempre de día, jamás para ella

es noche, es más, camina en el mismo sol, que casi como vapor la circunda

para hacerla caminar en él, haciéndole gozar toda la plenitud de la luz, y no

sólo eso, sino que sus mismas acciones le sirven de luz para su camino y le

agregan siempre nueva luz.”

 

                                

Noviembre 8, 1903

 

Jesús dice cómo debe ser el amor del prójimo.

 

Encontrándome en mi habitual estado, estaba rogando por ciertas

necesidades del prójimo, y el bendito Jesús moviéndose en mi interior me ha

dicho:

 

“¿Con qué fin rezas por estas personas?”

 

Y yo: “Señor, ¿y Tú por cuál fin nos amaste?”

 

8 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y Él: “Os amo porque sois cosa mía, y cuando el objeto es propio se

siente como obligado, es como una necesidad el amarlo.”

 

Y yo: “Señor, estoy rezando por estas personas porque son cosa tuya, de

otra manera no me habría interesado.” Y Él poniéndome la mano en la

 

frente, casi oprimiéndola ha agregado:

“¡Ah! ¿Entonces es porque son cosa mía?

prójimo.”

Así está bien el amor del

                                

Noviembre 10, 1903

 

Cómo el verdadero amor se olvida de sí mismo.

 

Continuando en mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús,

me decía:

 

“Hija mía, el verdadero amor se olvida de sí mismo y vive a los intereses,

a las penas y a todo lo que pertenece a la persona amada.”

 

Y yo: “Señor, ¿cómo se puede olvidar de sí mismo mientras lo sentimos

tanto, no es que sea una cosa lejana de nosotros, o bien dividida que

fácilmente se pueda olvidar?” Y de nuevo ha agregado que ahí está el

sacrificio del verdadero amor, porque mientras se tiene a sí mismo debe vivir

a todo lo que pertenece a la persona amada, es más, si se recuerda de sí

mismo, este recuerdo debe servir para ingeniarse mayormente en cómo

poderse consumir por el objeto amado, y el amado si ve que el alma se da

toda a Él, la sabrá recompensar bien dándole todo Sí mismo y haciéndola

vivir de su Vida Divina; así que quien todo olvida, todo encuentra. Además

de esto, es necesario ver la diferencia que hay entre lo que se olvida y lo que

se encuentra, se olvida lo feo y se encuentra lo bello, se olvida la naturaleza

y se encuentra la Gracia, se olvidan las pasiones y se encuentran las virtudes,

se olvida la pobreza y se encuentra la riqueza, se olvida la ignorancia y se

encuentra la sabiduría, se olvida el mundo y se encuentra el Cielo.”

 

                                 

Noviembre 16, 1903

 

No hay sacrificio sin olvido de sí mismo, y el sacrificio

y el olvido de sí mismo hacen nacer el amor más puro y perfecto.

 

Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el

niño Jesús en brazos, y una virgen que me ha extendido en tierra para

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

hacerme sufrir la crucifixión, pero no con clavos, sino con fuego,

poniéndome un carbón de fuego en las manos y en los pies, y el bendito

Jesús que me asistía mientras sufría, me decía:

 

“Hija mía, no hay sacrificio sin olvido de sí mismo, y el sacrificio y el

olvido de sí hace nacer el amor más puro y perfecto, y siendo sagrado el

sacrificio, sucede que éste me consagra al alma como digno santuario mío

para hacer ahí mi perpetua morada. Entonces haz que el sacrificio trabaje en

ti para volver sagrados el alma y el cuerpo, para que todo sea en ti sagrado, y

conságrame todo a Mí.”

 

                                

Noviembre 19, 1903

 

Mientras se es nada se puede ser todo.

 

Continuando mi habitual estado, he visto en mi interior al bendito Jesús y

una luz en mi inteligencia que decía:

 

“Mientras se es nada se puede ser todo, ¿pero en qué modo? Se llega a

ser todo con el sufrir. El sufrir hace que el alma se vuelva pontífice,

sacerdote, rey, príncipe, ministro, juez, abogado, reparador, protector,

defensor. Y como el verdadero sufrir es el sufrir querido por Dios en

nosotros, si el alma se une en todo a su Querer, esta unión, unida al sufrir,

hace que el alma impere sobre la Justicia, sobre la Misericordia de Dios,

sobre los hombres y sobre todas las cosas. Ahora, así como a Cristo el sufrir

le dio todas las más bellas cualidades y todos los honores y oficios que

naturaleza humana puede contener, así el alma, participando en el sufrir de

Cristo participa de las cualidades, de los honores y de los oficios de Cristo,

que es el todo.”

 

                                

Noviembre 23, 1903

 

No hay belleza que iguale al sufrir sólo por Dios.

 

En mi interior me sentía impresionada por lo que había escrito arriba,

como si no estuviera conforme a la verdad, por eso en cuanto he visto al

bendito Jesús he dicho: “Señor, lo que escribí no está bien, ¿cómo puede ser

todo eso con el sólo sufrir?”

 

Y Él: “Hija mía, no te asombres, porque no hay belleza que iguale al

sufrir por el solo amor de Dios. De Mí parten continuamente dos saetas, una

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

de mi corazón, que es de amor e hiere a todos aquellos que están en mi

regazo, esto es, que están en mi gracia, y esta saeta produce llagas, mortifica,

sana, aflige, atrae, revela, consuela y continúa mi Pasión y Redención en

aquellos que están en mi regazo; la otra parte de mi trono y la confío a los

ángeles, los cuales como ministros míos hacen correr esta saeta sobre

cualquier especie de personas, castigándolas y excitando a todos a la

conversión.”

 

Ahora, mientras esto decía me ha participado sus penas diciéndome:

 

“He aquí también en ti la continuación de mi Redención.”

 

                                

Noviembre 24, 1903

 

Cómo cada palabra de Jesús son tantos eslabones de gracia.

 

Continuando mi habitual estado, apenas he visto al bendito Jesús en mi

interior, y como si quisiera continuar quitándome las dudas me ha dicho:

 

“Hija, Yo soy la verdad misma, y jamás puede salir de Mí la falsedad, a lo

más alguna cosa que el hombre no comprende, y esto lo hago para hacer ver

que si no se comprende bien la palabra, ¿cómo se puede comprender en todo

al Creador? Pero sin embargo el alma debe corresponder poniendo en

práctica mi palabra, porque cada palabra son tantos eslabones de gracia que

salen de Mí, de los cuales hago don a la criatura, y si corresponde, estos

eslabones los encadena a los otros ya adquiridos, si no, los regresa a su

Creador; y no solo esto, sino que Yo solamente hablo cuando veo la

capacidad de la criatura que puede recibir ese don, y correspondiéndome no

sólo adquiere tantos eslabones de gracia, sino que adquiere también tantos

eslabones de sabiduría divina, y si los veo encadenados con la

correspondencia, me dispone a darle otros dones; pero si veo mis dones

rechazados, me retiro guardando silencio.”

 

                                

Diciembre 3, 1903

 

Con la Divina Voluntad somos todo, sin Ella somos nada.

 

Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido mi bendito

Jesús diciéndome:

 

“Hija mía, cualquier acción humana que no tiene ningún nexo con la

Voluntad Divina, pone fuera a Dios de su propia creación; aun el mismo

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

sufrir, por cuán santo, noble y precioso fuese a mis ojos, no obstante si no es

parto de mi Voluntad, en vez de agradarme me indigna y me es

desagradable.”

 

¡Oh! potencia de la Voluntad Divina, cómo eres santa, adorable y amable,

contigo somos todo aunque nada hagamos, porque tu Voluntad es fecunda y

nos da a luz todos los bienes, y sin Ti somos nada aunque todo hagamos,

porque la voluntad humana es estéril y esteriliza todas las cosas.

 

                                 

Diciembre 5, 1903

 

Cómo el santo deseo de recibir a Jesús suple

el sacramento, haciendo que el alma respire

a Dios, y que Dios respire al alma.

 

No habiendo podido recibir la comunión esta mañana, estaba toda afligida,

pero resignada, y pensaba entre mí que si no hubiera sido porque me

encontraba en esta posición de estar en la cama y de ser víctima, ciertamente

la habría podido recibir, y decía al Señor: “Mira, el estado de víctima me

somete al sacrificio de privarme de recibirte en el sacramento, al menos

acepta el sacrificio de privarme de Ti para contentarte, como un acto más

intenso de amor por Ti, porque al menos el pensar que tu misma privación

atestigua de más mi amor por Ti, endulza la amargura de tu privación.” Y

mientras esto decía, las lágrimas me descendían de los ojos, pero, oh bondad

de mi buen Jesús, no apenas me he adormecido, sin hacerme esperar tanto y

buscar según lo acostumbrado, ha venido súbito y poniéndome sus manos en

mi cara me acariciaba y me decía:

 

“Hija mía, pobre hija, ánimo, mi privación excita mayormente el deseo, y

en este deseo excitado el alma respira a Dios, y Dios sintiéndose más

encendido por esta excitación del alma, respira al alma, y en este respirarse

mutuamente Dios y el alma, se enciende mayormente la sed del amor, y

siendo el amor fuego, forma el purgatorio del alma, y este purgatorio de

amor le sirve no de una sola comunión al día, como permite la Iglesia, sino

de una continua comunión, por cuanto es continuo el respiro, pero todas

comuniones de purísimo amor, sólo de espíritu y no de cuerpo, y siendo el

espíritu más perfecto, sucede que el amor es más intenso. Así recompenso

Yo, no a quien no quiere recibirme, sino a quien no puede recibirme,

privándose de Mí para complacerme a Mí.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Diciembre 10, 1903

 

Quien busca al Señor, cada vez recibe

una tinta un lineamiento divino.

 

Continuando mi estado, sentía un peso sobre mi alma por la privación del

bendito Jesús, como si sobre de mí gravitara todo el peso del mundo, y en mi

inmensa amargura hacía cuanto más podía por buscarlo. Después, habiendo

venido me ha dicho:

 

“Hija mía, cada vez que el alma me busca recibe una tinta, un lineamiento

divino, y otras tantas veces renace en Mí y Yo renazco en ella.”

 

Mientras esto decía, estaba pensando en lo que había dicho, casi

maravillándome y diciendo: “Señor, ¿qué dices?”

 

Y Él ha agregado: “¡Oh, si supieras la gloria, el gusto que siente todo el

Cielo al recibir esta nota de la tierra, de un alma que busca siempre a Dios,

toda conforme a la nota de ellos! ¿Qué cosa es la vida de los

bienaventurados? ¿Quién la forma? Este renacer continuamente en Dios y

Dios en ellos; esto es aquel dicho: “Que Dios es siempre viejo y siempre

nuevo.” Jamás sienten cansancio porque están en continua actitud de nueva

vida en Dios.”

 

                                

Diciembre 17, 1903

 

El verdadero espíritu de adoración consiste en esto:

Que la criatura se pierda a sí misma y se encuentre

en el ambiente divino, y adore todo lo que Diosobra, y que se una con Él.

 

Continuando mi habitual estado, por pocos instantes he visto al bendito

Jesús con la cruz sobre la espalda, en el momento de encontrarse con su

Santísima Madre, y yo le he dicho: “Señor, ¿qué cosa hizo tu Madre en este

encuentro dolorosísimo?”

 

Y Él: “Hija mía, no hizo otra cosa que un acto de adoración profundísimo

y simplísimo, y como el acto por cuanto más simple, tanto más fácil para

unirse con Dios, Espíritu simplísimo, por eso en este acto se fundió en Mí y

continuó lo que obraba Yo mismo en mi interior; y esto me fue sumamente

más grato que si me hubiese hecho cualquier otra cosa más grande, porque el

verdadero espíritu de adoración consiste en esto, que la criatura se pierda a sí

misma y se encuentre en el ambiente divino, y adore todo lo que obra Dios y

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

con Él se una. ¿Crees tú que sea verdadera adoración aquella en que la boca

adora mientras la mente está en otra parte, o sea, la mente adora y la

voluntad está lejos de mí? O bien, ¿que una potencia me adora y las otras

están todas desordenadas? No, Yo quiero todo para Mí, y todo lo que le he

dado en Mí, y éste es el acto de culto y de adoración más grande que la

criatura puede hacerme.”

 

                                

Diciembre 21, 1903

 

Gloria que goza en el Cielo la celestial Mamá.

 

Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y viendo en la bóveda

del cielo veía siete soles muy resplandecientes, pero la forma era diversa del

sol que nosotros vemos, comenzaban en forma de cruz y terminaban en

punta, y esta punta estaba dentro de un corazón. Al principio no se veía

bien, porque era tanta la luz de estos soles que no dejaba ver quién estaba

adentro, pero por cuanto más me acercaba, más se distinguía que dentro

estaba la Reina Mamá, y en mi interior iba diciendo: “Cuánto quisiera

preguntarle si quiere que me esfuerce en salir de este estado sin que esperara

al sacerdote.” Mientras esto pasaba me he encontrado a su lado y se lo he

dicho, y me ha respondido un “no” tajante. Yo he quedado mortificada por

esta respuesta, y la Santísima Virgen se ha volteado hacia una multitud de

personas que le hacían corona y les ha dicho:

 

“Escuchen lo que quiere hacer.”

 

Y todos han dicho: “No, no.”

 

Después, acercándose a mí, toda bondad me ha dicho:

 

“Hija mía, ánimo en el camino del dolor, ve estos siete soles que me salen

del corazón, son mis siete dolores que me fructificaron tanta gloria y

esplendor, estos soles, fruto de mis dolores, saetean continuamente el trono

de la Santísima Trinidad, la cual, sintiéndose herida me mandan siete canales

de gracia continuamente, convirtiéndome en dueña y Yo los dispongo para

gloria de todo el Cielo, para alivio de las almas purgantes, y para beneficio

de todos los viadores.”

 

Mientras esto decía ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Diciembre 22, 1903

 

La cruz forma la encarnación de Jesús en el seno

de las almas, y la encarnación del alma en Dios.

 

Encontrándome en mi habitual estado, ha venido mi adorable Jesús

crucificado, y habiéndome participado sus penas, mientras yo sufría me ha

dicho:

 

“Hija mía, en la Creación Yo di al alma mi imagen, en la Encarnación di

mi Divinidad, divinizando a la humanidad. Y en el mismo acto en que se

encarnó la Divinidad en la humanidad, en aquel mismo instante se encarnó

en la cruz, así que desde que fui concebido me concebí unido con la cruz, y

se puede decir que así como la cruz fue unida conmigo en la encarnación en

el seno de mi Madre, así la cruz forma otras tantas encarnaciones mías en el

seno de las almas; y así como forma mi encarnación en las almas, así la cruz

es la encarnación del alma en Dios, destruyéndole todo lo que es de

naturaleza, y llenándose tanto de la Divinidad, de formar una especie de

encarnación: Dios en el alma y el alma en Dios.”

 

Yo he quedado como extasiada al oír que la cruz es la encarnación del

alma en Dios, y Él ha repetido:

 

“No digo unión, sino encarnación, porque la cruz se entromete tanto en la

naturaleza, de llegar a transformar la misma naturaleza en dolor, y donde

está el dolor ahí está Dios, sin poder estar separados Dios y el dolor; y la

cruz formando esta especie de encarnación vuelve la unión más estable, y

muy difícil la separación de Dios con el alma, así como es difícil separar el

dolor de la naturaleza. Mientras que con la unión fácilmente puede ocurrir

la separación. Se entiende que no son encarnaciones, sino semejanzas de

encarnaciones.”

 

Dicho esto ha desaparecido, pero poco después ha regresado en el

momento de su Pasión cuando fue cubierto de oprobios, de ignominias, de

escupitajos, y yo le he dicho: “Señor, enséñame que cosa puedo hacer para

alejar de Ti estos oprobios y restituirte los honores, las alabanzas y

adoraciones.”

 

Y Él ha dicho: “Hija mía, en torno a mi trono hay un vacío, y este vacío

debe ser llenado por la gloria que me debe la Creación; por eso, quien me ve

despreciado por las otras criaturas y me honra, no sólo por sí, sino por los

demás, me hace renacer los honores en este vacío; cuando no me ve amado y

me ama, me hace renacer el amor; cuando ve que colmo a las criaturas de

beneficios y no me reconocen y ni siquiera me agradecen, y ella me

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

agradece como si se hubieran hecho a ella los beneficios, me hace renacer en

este vacío la flor de la gratitud y del agradecimiento, y así de todo lo demás

que me debe la Creación y que con negra ingratitud me niega. Ahora,

siendo todo esto una sobreabundancia de la caridad del alma, que no sólo me

devuelve lo que me debe por sí, sino que lo que desborda de sí me lo hace

por las otras, siendo esta gloria fruto de la caridad, estas flores que me

manda en este vacío en torno a mi trono, reciben un color más bello y a Mí

muy agradable.”

 

                                

Diciembre 24, 1903

 

El deseo hace que Jesús nazca en

el alma. Lo mismo hace el demonio.

 

 

Esta mañana, encontrándome en mi habitual estado ha venido el niño

Jesús, y yo viéndolo muy pequeño, como si acabara de nacer, le he dicho:

“Querido mío, ¿cuál fue la causa, quién te hizo venir del Cielo y nacer tan

pequeño en el mundo?”

 

Y Él: “El amor fue la causa, y no sólo esto, sino que mi nacimiento en el

tiempo fue el desahogo de amor de la Santísima Trinidad hacia las criaturas.

En un desahogo de amor de mi Madre nací de su seno, y en un desahogo de

amor renazco en las almas. Pero este desahogo es formado por el deseo, en

cuanto el alma comienza a desearme, Yo quedo ya concebido, cuanto más se

adentra en el deseo, así me voy agrandando en el ama, cuando este deseo

llena todo el interior y llega a desbordar fuera, entonces renazco en todo el

hombre, esto es, en la mente, en la boca, en las obras y en los pasos.

 

De igual manera también el demonio hace sus nacimientos en las almas,

en cuanto el alma comienza a desear y a querer el mal, queda concebido el

demonio con sus obras perversas, y si este deseo viene alimentado, el

demonio se engrandece y llena todo el interior de pasiones, las más feas y

asquerosas, y llega a desbordar fuera, dando el hombre la ruta de todos los

vicios. Hija mía, cuantos nacimientos hace el demonio en estos tristísimos

tiempos, si tuvieran poder, los hombres y los demonios habrían destruido

mis nacimientos en las almas.”

 

                                

Diciembre 28, 1903

 

Cómo todas las vidas están en Cristo.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido mi bendito Jesús

me hacía ver muchas almas humanas en su Humanidad, y mientras esto veía

me ha dicho:

 

“Hija mía, todas las vidas humanas están en mi Humanidad en el Cielo

como dentro de un claustro, y estando dentro de mi claustro, de Mí parte el

régimen de sus vidas, no sólo esto, sino que mi Humanidad siendo claustro,

hace las vidas de cada alma; cual no es mi alegría cuando las almas se están

en este claustro, y el eco que sale de mi Humanidad se combina con el eco

de cada vida humana de la tierra; cual es mi amargura cuando veo que las

almas no están contentas y se salen, y otras se están, pero forzadas y de mala

gana, no se someten a las reglas y al régimen de mi claustro, por eso los ecos

no se combinan juntos.”

 

                                

Enero 6, 1904

 

La raza humana es toda una familia, cuando uno

hace alguna obra buena y la ofrece a Dios, toda la

familia humana participa en aquel ofrecimiento,

y para Él es como si todos se la ofrecieran.

 

Continuando mi habitual estado ha venido el bendito niño Jesús, y

después de haberse puesto entre mis brazos y haberme bendecido con sus

manitas me ha dicho:

 

“Hija mía, siendo la raza humana toda una familia, cuando alguno hace

alguna obra buena y me ofrece alguna cosa, toda la familia humana participa

en aquel ofrecimiento y me está presente como si todos me la ofrecieran.

Como hoy los magos, al ofrecerme sus dones Yo tuve en sus personas

presente a toda la generación humana, y todos participaron del mérito de su

buena obra. La primera cosa que me ofrecieron fue el oro, y Yo en

correspondencia les di la inteligencia y el conocimiento de la verdad; ¿pero

sabes tú cuál es el oro que quiero ahora de las almas? No el oro material, no,

sino el oro espiritual, esto es, el oro de su voluntad, el oro de los afectos, de

los deseos, de los propios gustos, el oro de todo el interior del hombre, este

es todo el oro que el alma tiene, y lo quiero todo para Mí. Ahora, para

darme esto, al alma le resulta muy difícil dármelo sin sacrificarse y

mortificarse, y esta es la mirra, que como hilo eléctrico ata el interior del

hombre y lo hace más resplandeciente, y le da la tinta de múltiples colores,

dándole al alma todas las especies de bellezas; pero esto no es todo, se

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

requiere quien mantenga siempre vivos los colores, la frescura, que como

perfume y vientecillo exhala del interior del alma, se requiere quien ofrezca

y quien obtenga dones mayores de aquellos que dona, como también se

requiere todavía quien obligue a morar en el propio interior a Aquel que

recibe y Aquel que da y tenerlo en continua conversación y en continuo

comercio con él, entonces, ¿quién hace todo esto? La oración, en especial el

espíritu de oración interior, que sabe convertir no sólo las obras internas en

oro, sino también las obras externas, y este es el incienso.”

 

                                

Febrero 7, 1904

 

Cómo es difícil encontrar un alma que se dé toda a

Dios, para poder hacer que Dios se de todo de ella.

 

 

He pasado todo el mes pasado muy sufriente, por eso he descuidado el

escribir, y habiendo continuado sintiéndome muy débil y sufriente, me viene

frecuentemente un temor, porque no es que no pueda escribir, sino que no

quiero, y por excusa digo que no puedo; es verdad que siento mucha

repugnancia y debo hacer un gran esfuerzo para escribir, y sólo la obediencia

podía vencerme. Por lo cual, para quitar cualquier duda me he decidido a no

escribir todo, sino sólo algunas palabras que recuerdo para ver si

verdaderamente puedo o no puedo. Recuerdo que un día sintiéndome mal

me dijo:

 

“Hija mía, ¿qué será si cesa la música en el mundo?”

 

Y yo: “Señor, ¿qué música puede cesar?”

 

Y Él ha agregado: “Tu música amada mía, porque cuando el alma sufre

por Mí, ruega, repara, alaba, agradece continuamente, es una continua

música a mi oído, y me quita de sentir la iniquidad de la tierra, y por lo tanto

de castigar como conviene, y no sólo eso, sino que es música en las mentes

humanas y las aleja de hacer cosas peores. Entonces, si Yo te llevo, ¿no

cesará la música? Para Mí es nada, porque no será otra cosa que

transportarla de la tierra al Cielo, y en vez de tenerla en la tierra la tendré en

el Cielo, ¿pero el mundo cómo hará?”

 

Entonces yo pensaba para mí: “Estos son los acostumbrados pretextos

para no llevarme, hay tantas almas buenas en el mundo y que tanto hacen

por Dios, y que yo entre todas ellas no ocupo sino tal vez el último lugar, sin

embargo dice que si me lleva cesará la música. Hay tantas que se la hacen

mejor.” Mientras esto pensaba, como un rayo ha venido y ha agregado:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija mía, esto que dices es verdad, que hay muchas almas buenas y que

mucho hacen por Mí, pero cómo es difícil encontrar una que me dé todo para

poderme dar todo; quien se retiene un poco de amor propio, quien la propia

estima, quien un afecto incluso a personas aun santas, quien una pequeña

vanidad, quien se retiene un poco de apego a la tierra, quien al interés, en

suma, quien a una cosita y quien a otra, todos retienen alguna cosa de propio

y esto impide que todo sea divino en ellos; entonces, no siendo todo divino

lo que sale de ellos, no podrá su música producir aquellos efectos a mi oído

y a las mentes humanas. Por consiguiente, el mucho hacer de ellos no podrá

producir aquellos efectos, ni agradarme, como el pequeño hacer de quien no

retiene nada para sí y que toda a Mí se da.”

 

                                

Febrero 8, 1904

 

Una de las cualidades de Jesús es el dolor.

Para quien vive de su Santísima Voluntad

no existe el purgatorio.

 

Recuerdo que otro día, continuando con mi sufrimiento, veía que el

confesor rogaba a Nuestro Señor que me tocara donde yo sufría para

calmarme los sufrimientos, y Jesús bendito me ha dicho:

 

“Hija mía, tu confesor quiere que te toque para aligerar las penas, pero

entre tantas cualidades mías Yo soy puro dolor, y tocándote, en vez de

disminuir puede aumentar el dolor, porque mi Humanidad en la cosa en que

más se deleitó fue en el dolor, y se deleita aún en comunicarlo a quien ama.”

 

Y parecía que en realidad me tocaba y me hacía sentir más dolor, entonces

yo he agregado: “Dulce bien mío, en cuanto a mí, no quiero otra cosa que tu

Santísima Voluntad, yo no miro ni si me duelo, ni si gozo, sino que tu

Querer es todo para mí.”

 

Y Él ha agregado: Y esto es lo que Yo quiero y es mi mira sobre ti, y esto

me basta y me contenta, y es el culto más grande, más honorable que me

puede hacer la criatura, y que me debe como a su Creador, y el alma

haciendo así, se puede decir que su mente vive y piensa en mi mente; sus

ojos, encontrándose en los míos, miran por medio de mis ojos; su boca habla

por medio de mi boca; su corazón ama por medio del mío; sus manos obran

en mis mismas manos; los pies caminan en mis pies, y Yo puedo decir: “Tú

eres mi ojo, mi boca, mi corazón, mis manos y mis pies.” Y el alma puede

decir al revés: “Jesucristo es mi ojo, mi boca, mi corazón, mis manos y mis

pies.” Y el alma encontrándose en esta unión, no sólo de voluntad, sino

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

personal, muriendo, nada le queda por purgar, y por eso el purgatorio no la

puede tocar, porque el purgatorio toca a aquellos que viven fuera de Mí, en

todo, o en parte.”

 

                                

Febrero 12, 1904

 

Lamentos del alma, Jesús la tranquiliza.

 

Continuando en mi habitual estado, sufriendo más, ha venido el bendito

Jesús y de todas partes de su Humanidad salían tantos riachuelos de luz que

se comunicaban a todas las partes de mi cuerpo, y de estor ríos que yo

recibía salían de mí otros tantos ríos que se comunicaban a la Humanidad de

nuestro Señor. Mientras estaba en esto me he encontrado rodeada por una

multitud de santos, que mirándome decían entre ellos: “Si el Señor no

concurre con un milagro no podrá vivir más, porque le faltan los humores

vitales, el curso de la sangre ya no es natural, por eso según las leyes

naturales debe morir.” Y rogaban a Jesús bendito que hiciera este milagro,

que yo continuara viviendo, y nuestro Señor les ha dicho:

 

Por la comunicación de los ríos, como ven, significa que todo lo que ella

hace, aun las cosas naturales están identificadas con mi Humanidad, y

cuando Yo hago llegar al alma a este punto, de todo lo que obra el alma y el

cuerpo nada se pierde, todo permanece en Mí; mientras que si el alma no ha

llegado a identificarse en todo con mi Humanidad, muchas obras que hace se

pierden. Y habiéndola hecho llegar a este punto, ¿por qué no puedo Yo

llevármela?”

 

Ahora, mientras esto decían, pensaba entre mí: “Parece que todos están

en mi contra, la obediencia no quiere que yo muera, estos están rogando al

Señor que no me lleve, ¿qué cosa quieren de mí? Yo no sé por qué casi a la

fuerza quieren que esté en esta tierra, lejana de mi sumo bien.” Y toda me

afligía; mientras esto pensaba Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía amada, no quieras afligirte, las cosas del mundo se ponen

tristísimas y siempre más empeorarán, si llega el punto en que deba dar libre

desahogo a mi Justicia te llevaré, y entonces no escucharé más a ninguno.”

 

                                

Febrero 21, 1904

 

Promesa.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Ante la presencia de la Santísima Trinidad, de la Reina Madre María

Santísima, de mi ángel custodio, y de toda la corte celestial, y por obedecer a

mi confesor, prometo que si el Señor por su infinita misericordia me hiciera

la gracia de morir, cuando me encuentre junto con mi Esposo celestial rogaré

y suplicaré el triunfo de la Iglesia y la confusión y conversión de sus

enemigos, que en nuestro país triunfe el partido católico y que la iglesia de

San Cataldo se reabra al culto, que mi confesor quede libre de sus

acostumbrados sufrimientos, con una santa libertad de espíritu y la santidad

de un verdadero apóstol de nuestro Señor, y que si el Señor permite el

mandarme a él, al menos una vez al mes para referirle las cosas celestiales y

cosas pertenecientes al bien de su alma. Esto prometo, cuanto está de mi

parte y lo juro.

 

                                

Febrero 22, 1904

 

El gran don de tener una víctima.

 

Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, en cuanto he visto al

bendito Jesús veía personas que sufrían, y yo rogaba a Jesús que las liberara

de aquellos sufrimientos aun a costa de sufrir yo en lugar de ellos, y Él me

ha dicho:

 

Si tú quieres sufrir tanto porque eres víctima, qué pasará después cuando

no esté la víctima, entonces verán el vacío que sentirán aquellos que te

rodean, el propio país y también los reinos. ¡Oh! cómo conocerán entonces,

con la pérdida, el gran bien que Yo les había dado dándoles una víctima.”

 

                                

Febrero 12, 1904 9

 

Habla con algunos sacerdotes

sobre la iglesia de San Cataldo.

 

Había olvidado decir cuanto estoy por escribir, que ahora por obediencia

lo digo, si bien no son cosas ciertas, sino dudas, porque faltaba la presencia

de nuestro Señor:

 

Me encontraba fuera de mí misma y parecía que me encontraba dentro de

una iglesia, donde estaban algunos sacerdotes venerables, y unidas almas del

 

9 Este capítulo tiene fecha 12 de febrero de 1904 porque debido a un olvido no lo puso en lo que escribió en dicha fecha, y por orden

del confesor lo hace ahora. Ella repite esta fecha en el encabezado aunque no corresponde.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

purgatorio y personas santas que estaban discutiendo entre ellos sobre la

iglesia de San Cataldo, y decían casi con certeza que se había obtenido el

abrirla al culto, y yo escuchando esto he dicho: “Cómo puede ser esto, el

otro día corrían rumores de que el Capítulo había perdido la causa, entonces,

por medio del tribunal no se ha podido obtener, el municipio no la quiere

dar, ¿y ustedes dicen que se debe obtener?” Y ellos han agregado: “A pesar

de todas estas dificultades, no obstante no está perdida, y aunque se llegue a

poner manos a la obra para derrumbarla, no se podrá decir perdida, porque

San Cataldo sabrá defender bien su templo, pero, pobre Corato si a esto

llegan.” Mientras esto decían han repetido: “Ya se han llevado las primeras

cosas, la Virgen coronada ya ha sido llevada a su casa, ve tú ante la Virgen y

ruégale que habiendo comenzado la gracia, la cumpla.” Yo he salido de

aquella iglesia para ir a rogar, pero mientras esto hacía me he encontrado en

mí misma.

 

                                

Marzo 4, 1904

 

El alma debe vivir en lo alto. Quien

vive en lo alto no puede ser dañado.

 

Encontrándome muy afligida y sufriente por la pérdida de mi buen Jesús,

en cuanto lo he visto me ha dicho:

 

“Hija mía, tu alma debe tratar de tener el vuelo del águila, es decir, morar

en lo alto, sobre todas las cosas bajas de esta tierra, y tan alto, que ningún

enemigo la pueda dañar, porque quien vive en lo alto puede herir a los

enemigos, pero no ser herida. Y no sólo debe vivir en lo alto, sino que debe

tratar de tener pureza y agudeza de ojos similares a los del águila. Así

teniendo esta vista y viviendo en lo alto, con la agudeza de su vista penetra

las cosas divinas, no de paso, sino masticándolas hasta hacer de ellas su

alimento predilecto, disgustándose de cualquier otra cosa; pero también

penetra las necesidades del prójimo y no teme descender entre ellos y

hacerles el bien, y si es necesario pone su propia vida. Y con la pureza de la

vista, de dos amores hace uno, el amor de Dios y el amor del prójimo,

haciéndolo todo por Dios, tal debe ser el alma si quiere agradarme.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Marzo 5, 1904

 

La cruz sirve de citatorio, abogado y juez al

alma, para tomar posesión del reino eterno.

 

Esta mañana sintiéndome muy sufriente, con la añadidura de su privación,

después de haber esperado mucho, apenas por pocos instantes ha venido y

me ha dicho:

 

“Hija mía, los sufrimientos, las cruces, son como tantos citatorios que Yo

envío a las almas, si el alma acepta estos citatorios, ya sea que anuncien al

alma que debe pagar alguna deuda, o que sean un aviso para que haga alguna

adquisición para la vida eterna, si el alma me responde con la resignación a

mi Voluntad, con el agradecimiento, con la adoración a mis santas

disposiciones, inmediatamente nos ponemos de acuerdo y el alma evitará

muchos inconvenientes, como ser citada nuevamente, poner abogados, hacer

juicio y sufrir la condena del juez. Con sólo responder a la cita con la

resignación y con el agradecimiento suplirá a todo esto, porque la cruz le

será citatorio, abogado y juez, sin necesitar otra cosa para tomar posesión del

reino eterno. Pero si no acepta estos citatorios, piénsalo tú misma, en

cuántos abismos de desgracias, de problemas se mete el alma, y cuál será el

rigor del juez al condenarla por no haber aceptado a la cruz por juez, la cual

es mucho más moderada, más compasiva, más inclinada a enriquecerla en

vez de juzgarla, más atenta a embellecerla que a condenarla.”

 

                                

Marzo 12, 1904

 

Amenaza de guerras. Toda Europa

está sobre los hombros de Luisa.

 

Estando enferma Luisa, le he ordenado que ella dictara, y no pudiendo

desobedecer ha dictado cuanto sigue, con gran repugnancia.

 

Habiéndome lamentado con nuestro Señor de que sintiéndome sufriente,

sin embargo no me llevaba al Cielo, el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, ánimo en el sufrir, no quiero que te abata el no verte todavía

llevada al Cielo. Debes saber que toda Europa está sobre tus hombros, y el

éxito bueno o malo para Europa pende de tus sufrimientos. Si tú eres fuerte

y constante en el sufrir, las cosas serán más soportables; si tú no eres fuerte y

constante en el sufrir, o bien Yo te llevo al Cielo, serán tan graves que estará

la amenaza de ser invadida y gobernada por los extranjeros.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Es más, agregó que: “Si tú permaneces en la tierra y sufres mucho con

deseo y constancia, todo lo que sucederá de castigos en Europa servirá para

que venga el triunfo de la Iglesia. Y si a pesar de todo esto Europa no lo

aprovecha y queda obstinada en el pecado, tus sufrimientos servirán como

preparativo a tu muerte, sin que Europa lo aproveche.”

 

Sac. Gennaro Di Gennaro

 

                                

Marzo 14, 1904

 

Por la necesidad de los tiempos, Jesús

pide el silencio porque quiere castigar.

 

Encontrándome en mi habitual estado, después de mucho esperar, el

bendito Jesús ha salido de mi interior, y yo queriendo hablar me ha puesto el

dedo en la boca diciéndome:

 

“Calla, calla.”

 

Yo he quedado mortificadísima y no he tenido más valor de abrir la boca,

y el bendito Jesús viéndome tan mortificada ha agregado:

 

“Hija mía queridísima, la necesidad de los tiempos trae el silencio, porque

si tú me hablas, tu palabra ata mis manos y jamás llego a los hechos de

castigar como conviene, y estamos siempre de cabeza, por eso es necesario

que entre tú y Yo tenga lugar por algún tiempo el silencio.”

 

Y mientras esto decía ha sacado un cartel en el cual estaba escrito: “Están

decretados flagelos, penas y guerras.” Y ha desaparecido.

 

                                 

Marzo 16, 1904

 

La verdadera resignación no pone a escrutinio las cosas,

sino que adora en silencio las divinas disposiciones. La

cruz es alegre, jubilosa, gozosa, anhelante.

 

Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado sobre

una persona que tenía el aspecto como si estuviera vestida como un cordero,

y yo era llevada sobre sus espaldas, pero iba a paso lento; adelante iba una

especie de máquina más veloz, y yo en mi interior he dicho: “Éste va lento,

quisiera ir dentro de aquella máquina que camina más veloz.” No sé el por

qué, pero apenas pensado esto me he encontrado dentro de ella en compañía

de los que iban en ella, y ellos me han dicho: “¿Qué has hecho? ¿Cómo has

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

dejado al pastor? Y qué pastor, pues estando su vida en los campos son

suyas todas las hierbas medicinales, nocivas y salutíferas, y estando con Él

se puede estar siempre con buena salud, y si lo ves vestido de oveja es para

volverse similar a las ovejas, haciendo que ellas se le acerquen sin ningún

temor, y si bien va a paso lento, pero es más seguro.” Yo al oír esto he dicho

en mi interior: “Ya que es así, quisiera decirle alguna cosa sobre mi

enfermedad.” Mientras esto pensaba me lo he encontrado cerca de mí, y yo

toda contenta me he acercado a su oído y le he dicho: “Pastor bueno, si eres

tan experto dame algún remedio para mis males, pues yo me encuentro en

este estado de sufrimientos.” Y queriendo decir más, me ha callado al

decirme:

 

“La verdadera resignación, no fantástica, no pone a escrutinio las cosas,

sino que adora en silencio las divinas disposiciones.”

 

Y mientras esto decía, parecía que se rompía la piel de lana y veía el

rostro de Nuestro Señor, y su cabeza coronada de espinas. Yo al oír que me

decía esto, no sabía más qué decir, me quedaba en silencio contenta de estarjunto con Él, y Él ha continuado:

 

“Tú has olvidado decirle al confesor otra cosa sobre la cruz.”

 

Y yo: “Adorable Señor mío, yo no recuerdo, repítemela y la diré.”

 

Y Él: “Hija mía, entre tantos títulos que tiene la cruz, tiene el título de un

día festivo, porque cuando se recibe un don, ¿qué cosa sucede? Se hace

fiesta, se goza, se está más alegre; ahora, la cruz siendo el don más precioso,

más noble y hecho por la persona más grande y única que existe, resulta más

agradable y lleva más fiesta, más gozo que todos los otros dones. Entonces,

tú misma puedes decir que otros títulos se puede dar a la cruz.”

 

Y yo: “Como Tú dices, se puede decir que la cruz es festiva, jubilante,

gozosa, anhelante.”

 

Y Él: “Bien, has dicho bien, pero el alma llega a experimentar estos

efectos de la cruz cuando está perfectamente resignada a mi Voluntad, y se

ha dado toda sí misma a Mí, sin retener nada para sí, y Yo para no dejarme

vencer en amor por la criatura, le doy todo Yo mismo, y en el donarme a Mí

mismo dono también mi cruz, y el alma reconociéndola como don mío hace

fiesta y goza.”

 

                                 

Marzo 20, 1904

 

Todas las cosas tienen origen en la fe.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Esta mañana me sentía desanimada y entristecida por la pérdida de mi

adorable Jesús, y mientras estaba en este estado, ha hecho oír su dulcísima

voz que me decía:

 

“Hija mía, todas las cosas tienen origen en la fe. Quien es fuerte en la fe

es fuerte en el sufrir, la fe hace encontrar a Dios en cada lugar, hace que se

descubra en cada acción, lo toca en cada movimiento, y cada nueva ocasión

que se presenta es una nueva revelación divina que recibe. Por eso sé fuerte

en la fe, porque si estás fuerte en ella, en todos los estados y vicisitudes, la fe

te suministrará la fuerza y te hará estar siempre unida con Dios.”

 

                                

Abril 9, 1904

 

Basta un acto perfecto de resignación a la Voluntad Divina

para quedar purgado de todas las imperfecciones en las

cuales el alma no ha puesto nada de lo suyo.

 

Debiendo recibir esta mañana la comunión, estaba pensando entre mí:

“¿Qué dirá mi bendito Jesús cuando venga a mi alma? Dirá: “Cómo es fea

esta alma, mala, fría, abominable.” Cuan rápido hará consumir las especies

para no estar en contacto con esta alma tan fea, ¿pero qué quieres de mí? A

pesar de que soy tan mala, sin embargo debes tener paciencia para venir,

porque de todos modos me eres necesario, y no puedo hacer otra cosa.”

Mientras esto decía ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:

 

“Hija mía, no quieras afligirte por esto, no se requiere nada para

remediarlo, basta un acto perfecto de resignación a mi Voluntad para poder

quedar purgado de todas estas fealdades que tú dices, y Yo te diré lo

contrario de lo que piensas, te diré: “Cómo eres bella, siento el fuego de mi

Amor en ti, y el perfume de mis fragancias, en ti quiero hacer mi perfecta

morada.”

 

Y ha desaparecido. Entonces, habiendo venido el confesor le he dicho

todo, y él me ha dicho que no estaba bien, porque es el dolor el que purga al

alma, y que la resignación no entraba en esto. Por eso, después de haber

recibido la comunión he dicho: “Señor, el padre me ha dicho que no está

bien lo que me has dicho, explícate mejor y hazme conocer la verdad.” Y Él

bondadosamente ha agregado:

 

“Hija mía, cuando se trata de pecado voluntario, entonces se requiere el

dolor, pero cuando se trata de imperfecciones, de debilidades, de frialdades y

otras cosas, y que el alma no ha puesto nada de lo suyo, entonces basta un

acto de perfecta resignación, y se tiene necesidad también de este estado

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

para quedar purgado, porque el alma al hacer este acto primero se encuentra

con la Voluntad Divina que purga la voluntad humana y la embellece con

sus cualidades, y después se funde conmigo.”

 

                                

Abril 10, 1904

 

Las tres cuerdas que atan por todos lados y estrechan

más íntimamente a Jesús con el alma, son: Sufrimientos

asiduos, reparación perpetua, amor perseverante.

 

Esta mañana, encontrándome con el temor de que el bendito Jesús

viéndome aún tan mala me hubiera dejado, lo he sentido salir de dentro de

mi interior y me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿por qué te ocupas en pensamientos inútiles y en cosas que no

existen? Debes saber que hay tres títulos ante Mí que como tres cuerdas me

atan por todas partes y me estrechan más íntimamente a ti, de modo que no

puedo dejarte, y son: Sufrimientos asiduos, reparación perpetua, amor

perseverante. Si tú como criatura eres continua en esto, ¿tal vez el Creador

 

será menos que la criatura? ¿O se dejará vencer por ella? Esto no es

posible.”

                                

 

Abril 11. 1904

 

Jesús agradece a Luisa.

 

Continuando mi acostumbrado estado, después de haber esperado mucho,

en cuanto he visto a mi adorable Jesús me ha dicho:

 

“Tú que tanto me querías contigo, ¿qué cosa quieres, qué te importa

más?”

 

Y yo: “Señor, nada quiero, lo que más me importa eres sólo Tú.”

 

Y Él ha repetido: “Cómo, ¿no quieres nada? Pídeme cualquier cosa, la

santidad, mi gracia, las virtudes, que Yo todo te puedo dar.”

 

Y yo de nuevo he dicho: “Nada, nada, te quiero sólo a Ti y lo que quieres

Tú.”

 

Y de nuevo ha agregado: “¿Entonces no quieres nada más? ¿Yo solo te

basto? ¿Tus deseos no tienen otra vida en ti que Yo sólo? Entonces toda tu

confianza debe estar sólo en Mí, y a pesar de que no quieres nada obtendrás

todo.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y sin darme más tiempo, como relámpago ha desaparecido. Entonces yo

he quedado muy disgustada, especialmente porque por cuanto más lo

llamaba, no regresaba, y pensaba entre mí: “Yo no quiero nada, no pienso,

no me ocupo sino solamente de Él, y Él parece que no se interesa de mí, no

sé como su buen corazón puede llegar a tanto.” Y tantos otros disparates

que yo decía. Ahora, mientras estaba en esto, ha regresado y me ha dicho:

 

“Gracias, gracias. ¿Qué es más, cuando el Creador agradece a la criatura

 

o cuando la criatura agradece al Creador? Ahora, debes saber que cuando tú

me esperas y tardo en venir, Yo te agradezco a ti; cuando vengo pronto, tú

estás obligada a agradecerme a Mí. Entonces, ¿te parece poco que tu

Creador te dé la ocasión de poder quedar obligado contigo y agradecerte?”

Yo he quedado toda confundida.

 

                                

Abril 12, 1904

 

La paz es el más grande tesoro.

 

Esta mañana me sentía turbada por la ausencia del bendito Jesús, entonces

después de haber esperado mucho, en cuanto lo he visto me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando un río está expuesto a los rayos del sol, viendo dentro

de él se ve el mismo sol que está en el cielo, pero esto sucede cuando el río

está calmado, sin que ningún viento perturbe las aguas; pero si las aguas

están turbadas, a pesar de que el río está todo expuesto al sol, nada se ve,

todo es confusión. Así el alma cuando está expuesta a los rayos del Sol

divino, si está calmada advierte el Sol divino en sí misma, siente el calor, ve

la luz y comprende la verdad; pero si está turbada, a pesar de que lo tiene en

sí misma, no siente otra cosa que confusión y turbación. Por eso considera a

la paz como el más grande tesoro, si ansías estar unida conmigo.”

 

                                

Abril 14, 1904

 

Si el alma da a Dios el alimento del amor

paciente, Dios dará el pan dulce de la Gracia.

 

Continuando mi habitual estado, pero siempre con inmensa amargura en

mi alma por la privación del bendito Jesús, y que a lo más viene cuando ya

no puedo más, y después de que casi estoy persuadida de que no vendrá más.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Entonces, cuando apenas lo he visto llevando un cáliz en la mano me ha

dicho:

 

“Hija mía, si además del alimento del amor me das el pan de tu paciencia,

porque el amor paciente y sufriente es alimento más sólido, más sustancioso

y tonificante, porque si el amor no es paciente se puede decir que es amor

vacío, ligero y sin ninguna sustancia, así que se puede decir que faltan las

materias necesarias para formar el pan de la paciencia. Por eso si tú me das

este pan, Yo te daré el pan dulce de la Gracia.”

 

Y mientras esto decía me ha dado a beber lo que estaba dentro del cáliz

que llevaba en la mano, que parecía dulce, como una especie de licor que no

sé distinguir, y ha desaparecido.

 

Después de esto veía en torno a mi lecho a muchas personas forasteras:

sacerdotes, hombres de bien, mujeres que parecía que debían venir a

encontrarme, y algunos de ellos parecía que decían al confesor: “Danos

noticias de esta alma, de todo lo que el Señor le ha manifestado, las gracias

que le ha hecho, porque nos ha manifestado el Señor desde 1882 que escogía

una víctima, y la señal de esta víctima sería que el Señor la habría mantenido

siempre en este estado como jovencita, tal cual como cuando la eligió, sin

envejecerse o cambiarse la misma naturaleza.” Ahora, mientras esto decían,

no sé cómo yo me veía tal cual como cuando me acosté en el lecho, sin que

hubiera cambiado en nada por haber estado tantos años en este estado de

sufrimiento.”

 

                                

Abril 16. 1904

 

Jesús y Dios Padre hablan sobre la Misericordia.

 

Continuando mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y

veía una multitud de gentes, y en medio de ellas se oían rumores de bombas

y estallidos, y las personas caían muertas y heridas, los que quedaban huían

a un palacio cercano, pero los enemigos lo asaltaban y los mataban con más

seguridad que a aquellos que permanecían al descubierto. Entonces yo decía

entre mí: “Cómo quisiera ver si está el Señor entre estas gentes para decirle:

“Ten misericordia, piedad de esta pobre gente.” Entonces he girado y vuelto

a girar y lo he visto como pequeño niñito, pero poco a poco iba creciendo

hasta que ha llegado a edad perfecta, entonces yo me he acercado y le he

dicho: “Amable Señor, ¿no ves la tragedia que sucede? ¿No quieres hacer

más uso de la Misericordia, tal vez quieres tener inútil este atributo que

siempre ha glorificado con tanto honor tu Divinidad Encarnada, haciendo

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

con ella una corona especial a tu augusta cabeza y adornándote una segunda

corona tan querida y amada por Ti, como son las almas?” Ahora, mientras

esto decía, Él me ha dicho:

 

“Basta, basta, no sigas adelante, tú quieres hablar de Misericordia, ¿y de

la Justicia qué haremos? Lo he dicho y te lo repito, es necesario que la

Justicia tenga su curso.”

 

Por lo tanto he repetido: “No hay remedio, ¿y para qué dejarme en esta

tierra cuando no puedo aplacarte más y sufrir yo en lugar de mi prójimo?

Siendo así es mejor que me hagas morir.” Mientras estaba en esto veía a

otra persona detrás de las espaldas de Jesús bendito, y me ha dicho casi

haciéndome señas con los ojos: “Preséntate a mi Padre y ve qué cosa te

dice.” Yo me he presentado toda temblando, y apenas me ha visto me ha

dicho:

 

“¿Qué quieres que has venido a Mí?”

 

Y yo: “Bondad adorable, Misericordia infinita, sabiendo que Tú eres la

misma Misericordia, he venido a pedirte misericordia, misericordia para tus

mismas imágenes, misericordia para las obras creadas por Ti, misericordia

no para otros, sino para tus mismas criaturas.” Y Él me ha dicho:

 

“¿Entonces es misericordia lo que tú quieres? Pero si quieres verdadera

misericordia, la justicia después de que se haya desahogado, producirá

grandes y abundantes frutos de misericordia.”

 

Entonces, no sabiendo más qué decir, he dicho: “Padre infinitamente

santo, cuando los siervos, los necesitados se presentan a los patrones, a los

ricos, si son buenos, si no dan todo lo que es necesario, les dan siempre

alguna cosa, y yo, que he tenido el bien de presentarme ante Ti, dueño

absoluto, rico sin término, bondad infinita, nada quieres dar a esta pobrecita

de lo que te ha pedido, ¿no queda acaso más honrado y contento el patrón

cuando da que cuando niega lo que es necesario a sus siervos? Después de

un momento de silencio ha agregado:

 

“Por amor tuyo, en vez de hacer por diez haré por cinco.”

 

Dicho esto han desaparecido, y yo veía en más partes de la tierra, y

especialmente en Europa multiplicarse guerras, guerras civiles y

revoluciones.

 

                                

Abril 21, 1904

 

Quien tiene el título de víctima puede luchar con la Justicia.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Continuando mi habitual estado, oía alrededor de mi lecho a personas que

rogaban a nuestro Señor, yo no ponía atención a escuchar qué cosa querían,

ponía atención sólo a que ya era tarde y que Jesús bendito no se hacía ver

todavía. ¡Oh! cómo se destrozaba mi corazón temiendo que no viniera, y

decía entre mí: “Señor bendito, estamos ya en la última hora, ¿y no vienes

aún? ¡Ay! no me des este disgusto, al menos hazte ver.” Mientras esto

decía ha salido de dentro de mi interior y ha dicho a aquellos que estaban a

mi alrededor:

 

“Luchar con mi Justicia no es lícito a las criaturas, sino sólo le es lícito a

quien tiene el título de víctima, y no sólo de luchar sino de jugar con la

Justicia, y esto porque al luchar o jugar fácilmente se reciben los golpes, las

derrotas, las pérdidas, y la víctima está pronta a recibir sobre sí los golpes,

resignarse en las derrotas y pérdidas sin que ponga atención a sus pérdidas, a

los sufrimientos, sino sólo a la gloria de Dios y al bien del prójimo. Si Yo

me quisiera aplacar, tengo aquí a mi víctima que está pronta a luchar y a

recibir sobre sí todo el furor de mi Justicia.”

 

Se ve que estaban rogando para aplacar al Señor, yo he quedado

mortificada y más amargada al escuchar esto de nuestro Señor.

 

                                

Abril 26, 1904

 

El hábito no hace al monje.

 

Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el

niño Jesús en brazos, rodeada de varias personas devotas, sacerdotes,

muchos de los cuales estaban atentos a la vanidad, al lujo y a la moda, y

parecía que decían entre ellos aquel dicho antiguo: “El hábito no hace al

monje.” Y el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Amada mía, ¡oh! cuán defraudado me siento por la gloria que me debe la

criatura, y que con tanta desfachatez me niega, y hasta por las personas que

se dicen devotas.”

 

Yo al oír esto he dicho: “Querido de mi corazón, recitemos tres Gloria

Patri poniendo la intención de dar toda la gloria que debe la criatura a

vuestra Divinidad, así recibirá al menos una reparación.”

 

Y Él: “Sí, sí, recitémoslas.”

 

Y las hemos recitado juntos, después hemos recitado un Ave María,

poniendo también la intención de dar a la Reina Madre toda la gloria que le

deben las criaturas. ¡Oh! cómo era bello rogar con el bendito Jesús, me

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

encontraba tan bien que he continuado: “Amado mío, cómo quisiera hacer

la profesión de fe en tus manos al recitar junto contigo el Credo.”

 

Y Él: “El Credo lo recitarás tú sola, porque a ti te corresponde, no a Mí, y

lo dirás a nombre de todas las criaturas para darme más gloria y honor.”

 

Entonces yo he puesto mis manos en las suyas y he recitado el Credo,

después de esto el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, parece que me siento más aliviado y alejada aquella nube negra

de la ingratitud humana, especialmente de las devotas. ¡Ah! hija mía, la

acción externa tiene tanta fuerza de penetrar en el interior, que forma un

vestido material al alma, y cuando el toque divino la toca, no lo sienten vivo,

porque tienen la vestidura fangosa invistiendo al alma, y no sintiendo la

vivacidad de la Gracia, la Gracia, o es rechazada o queda infructuosa. ¡Oh!

cómo es difícil gozar los placeres, vestir de lujo externamente, y

despreciarlos internamente, más bien sucede lo contrario, esto es, amar en el

interior y gozar de lo que externamente nos rodea. Hija mía, considera tú

misma cuál no es el dolor de mi corazón en estos tiempos, ver mi Gracia

rechazada por todo tipo de gente, mientras que todo mi consuelo es el

socorrer a las criaturas, y toda la vida de las criaturas es la ayuda divina, y

las criaturas me rechazan mi socorro y mi ayuda. Entra tú a tomar parte de

mi dolor y compadece mis amarguras.”

 

Dicho esto ha desaparecido, quedando toda afligida por las penas de mi

adorable Jesús.

                                

Abril 29, 1904

 

La vida de Dios se manifiesta en las criaturas con las

palabras, con las obras y con los sufrimientos, pero

lo que la manifiesta más claramente son los sufrimientos.

 

 

Continuando mi habitual estado, me he encontrado rodeada por tres

vírgenes, las cuales tomándome querían a viva fuerza crucificarme sobre una

cruz, y yo como no veía al bendito Jesús, temiendo, ponía resistencia, y ellas

viendo mi resistencia me han dicho: “Hermana queridísima, no temas que

no esté nuestro Esposo, deja que te comencemos a crucificar, que el Señor

atraído por la virtud de los sufrimientos vendrá, nosotras venimos del Cielo,

y como hemos visto males gravísimos que están por suceder en Europa, para

hacer que al menos sucedan más benignos hemos venido a hacerte sufrir.”

Mientras tanto me han traspasado con clavos las manos y los pies, pero con

tal crudeza de dolor que me sentía morir. Ahora, mientras sufría ha venido

el bendito Jesús, y viéndome con severidad me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“¿Quién te ha ordenado ponerte en estos sufrimientos? Entonces ¿para

qué me sirves? ¿Para no poder ni siquiera ser libre de hacer lo que quiero, y

para ser un continuo estorbo a mi Justicia?”

 

Yo en mi interior decía: “Qué quiere de mí, yo ni siquiera quería, han

sido ellas las que me han inducido, y la toma contra mí.” Pero no podía

hablar por lo acerbo del dolor; aquellas vírgenes viendo la severidad de

nuestro Señor, más me hacían sufrir sacando y volviendo a meter los clavos,

y me acercaban a Él mostrándole mis sufrimientos, y cuanto más sufría, más

parecía que el Señor se apaciguaba, y cuando lo han visto más apaciguado y

casi enternecido por mi sufrir, me han dejado y se han ido, dejándome sola

con nuestro Señor. Entonces Él mismo me asistía y sostenía, y viéndome

sufrir, para reanimarme me ha dicho:

 

“Hija mía, mi Vida se manifiesta en las criaturas con las palabras, con las

obras y con los sufrimientos, pero lo que la manifiesta más claramente son

los sufrimientos.”

 

Mientras estaba en esto ha venido el confesor para llamarme a la

obediencia, y en parte por los sufrimientos y en parte porque el Señor no me

dejaba, no podía obedecer. Entonces me he lamentado con mi Jesús,

diciéndole: “Señor, ¿Cómo es que se encuentra el confesor a esta hora?

¿Justo ahora debía venir?”

 

Y Él: “Hija mía, déjalo que esté un poco con nosotros y que participe

también en mis gracias. Cuando uno continuamente frecuenta una casa,

participa del llanto y de la risa, de la pobreza y de la riqueza; así es del

confesor, ¿no ha participado de tus mortificaciones y privaciones? Ahora

participa de mi presencia.”

 

Entonces parecía que le participaba la fuerza divina diciéndole: “La Vida

de Dios en el alma es la esperanza, y por cuanto esperes, tanto de Vida

Divina contienes en ti mismo, y así como la Vida Divina contiene potencia,

sabiduría, fortaleza, amor y otras cosas, así el alma se siente regar por tantos

arroyos por cuantas son las virtudes divinas, y la Vida Divina crece siempre

en ti mismo; pero si no esperas, en lo espiritual, y por lo espiritual

participará también lo corporal, la Vida Divina se irá consumiendo hasta

apagarse del todo, por eso espera, espera siempre.”

 

Después, con esfuerzo he recibido la comunión, y después me he

encontrado fuera de mí misma y veía tres hombres en forma de tres caballos

indómitos que se desenfrenaban en Europa, haciendo tantos estragos de

sangre, y parecía que querían envolver como dentro de una red a la mayor

parte de Europa en guerras encarnizadas, todos temblaban a la vista de estos

diablos encarnados, y muchos quedaban destruidos.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Mayo 1, 1904

 

El ojo que se deleita sólo de las cosas del Cielo, tiene la

virtud de ver a Jesús, y quien se deleita de las cosas de

la tierra, tiene la virtud de ver las cosas de la tierra.

 

Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en nuestro Señor,

cuando habiendo llegado al monte calvario fue desnudado del todo y

amargado con hiel, y le rogaba diciéndole: “Adorable Señor mío, no veo en

Ti mas que una vestidura de sangre adornada de llagas, y por gusto y deleite

amarguras de hiel, por honor y gloria confusiones, oprobios y cruces. ¡Ah!

no permitas que después de que Tú has sufrido tanto, que yo no vea las cosas

de esta tierra más que como estiércol y fango, que no me tome otro placer

que en Ti sólo, y que todo mi honor no sea otro que la cruz.” Y Él

haciéndose ver me ha dicho:

 

“Hija mía, si tú hicieras de manera diferente perderías la pureza de la

mirada, porque haciéndose un velo a la vista perderías el bien de verme,

porque el ojo que se recrea sólo de las cosas del Cielo tiene la virtud de

verme, y quien se recrea de las cosas de la tierra tiene la virtud de ver las

cosas de la tierra, porque el ojo, viéndolas diferentes de lo que son, las ve y

las ama.”

 

                                

Mayo 28, 1904

 

La mortificación derrumba todo e inmola todo a Dios.

 

Continuando mi habitual estado, y estando con suma amargura por las

continuas privaciones de mi adorable Jesús, se ha hecho ver diciéndome:

 

“Hija mía, la primera mina que se debe arrojar en el interior del alma es la

mortificación, y cuando esta mina se pone en el alma echa por tierra todo, e

inmola todo a Dios, porque en el alma hay como tantos palacios, pero todos

de vicios, como sería el orgullo, la desobediencia y tantos otros vicios, y la

mina de la mortificación derrumbándolo todo reedifica muchos otros

palacios de virtudes, inmolándolos y sacrificándolos todos a la gloria de

Dios.”

 

Dicho esto ha desaparecido, y después ha venido el demonio que sólo

quería molestarme, y yo sin sentir miedo le he dicho: “¿Qué ganas con

molestarme? Quieres aparentar ser más bueno, toma un palo y golpéame

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

hasta no dejarme ni siquiera una gota de sangre, entendiendo sin embargo,

que cada gota de sangre que derrame es un testimonio de más de amor, de

reparación y de gloria que intento dar a mi Dios.”

 

Y aquél: “No encuentro palos para poderte golpear, y si voy a buscarlo tú

no me esperas.”

 

Y yo: “Ve entonces que aquí te espero.” Y así se ha ido, quedando yo

con la firme voluntad de esperarlo, cuando con mi sorpresa he visto que

habiéndose encontrado con otro demonio iban diciendo: “Es inútil que

regresemos, ¿en qué aprovecha el golpear si debe servir para nuestro daño y

con nuestra pérdida? Es bueno hacer sufrir a quien no quiere sufrir, porque

éste ofende a Dios, pero a quien quiere sufrir, nos hacemos mal con nuestras

manos.” Y no ha regresado, quedando yo mortificada.

 

                                

Mayo 30, 1904

 

La Pasión sirve como vestido al hombre. La

soberbia transforma en demonios las imágenes de Dios.

 

 

Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando y ofreciendo la

Pasión de Nuestro Señor, especialmente la corona de espinas, y le rogaba

que diera luz a tantas mentes cegadas, que se hiciera conocer, porque es

imposible conocerlo y no amarlo. Mientras esto decía, mi adorable Jesús ha

salido de dentro de mi interior y me ha dicho:

 

“Hija mía, cuánta ruina hace en el alma la soberbia, basta decirte que

forma un muro de división entre la criatura y Dios, y de imágenes mías las

transforma en demonios. Y además, si tanto te duele y te desagrada que las

criaturas sean tan ciegas que ellas mismas no entiendan ni vean el precipicio

en el cual se encuentran, y tanto deseas que Yo las ayude, mi Pasión sirve

como vestido al hombre, que le cubre las más grandes miserias, lo embellece

y le restituye todo el bien que por el pecado se había quitado y había

perdido, por lo cual Yo te hago don de mi Pasión, a fin de que te sirva a ti y

para quien quieras tú.”

 

Al escuchar esto me ha venido tal temor viendo la grandeza del don, y

temiendo que no supiera utilizar este don, y por eso desagradar al mismo

Donador; entonces he dicho: “Señor, no siento la fuerza de aceptar tal don,

soy muy indigna de tal favor, mejor quédatelo Tú que eres el Todo y todo

conoces, conoces a quién es necesario y conviene aplicar este vestido tan

precioso y de inmenso valor, porque yo, pobrecita, ¿qué cosa puedo

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

conocer? Y si es necesario aplicarlo a alguien y yo no lo hago, ¿qué

rigurosa cuenta no me pedirás?”

 

Y Jesús: “No temas, el mismo Donador te dará la gracia de no tener inútil

el don que te ha dado, ¿crees tú que Yo te hago un don para hacerte daño?

No, jamás.”

 

Entonces yo no he sabido qué responder, pero he quedado espantada y en

ascuas, reservándome para oír cómo pensaba la señora obediencia. Se

entiende sin embargo que este vestido, no quiere significar otra cosa que

todo lo que obró, mereció y sufrió nuestro Señor, donde la criatura encuentra

el vestido para cubrirse la desnudez despojada de virtud, las riquezas para

enriquecerse, las bellezas para volverse bella y embellecerse, y el remedio a

todos sus males. Después, habiéndolo dicho a la obediencia, me ha dicho

que lo aceptara.

 

                                

Junio 3, 1904

 

Quien se deja dominar por la cruz, destruye en el alma

tres reinos malos que son: El mundo, el demonio y la

carne, y establece otros tres reinos buenos que son:

El reino espiritual, el divino y el eterno.

 

 

Esta mañana, como no venía el bendito Jesús me sentía toda oprimida y

cansada. Después, al venir ha dicho:

 

“Hija mía, no quieras cansarte en el sufrir, haz como si a cada instante

comenzaras a sufrir, porque quien se deja dominar por la cruz destruye en el

alma tres reinos malos, que son: El mundo, el demonio y la carne, y

establece otros tres reinos buenos que son: El reino espiritual, el divino y el

eterno.”

 

Y ha desaparecido.

 

                                

 

Junio 6, 1904

 

Ánimo, fidelidad y suma atención se necesita

para seguir lo que la Divinidad obra en nosotros.

 

Continuando mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver desde

dentro de mi interior, primero Él sólo y después las Tres Divinas Personas,

pero todas en profundo silencio, y yo continuaba ante su presencia con mi

acostumbrado trabajo interior, y parecía que el Hijo se unía conmigo y yo no

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

hacía otra cosa que seguirlo, pero todo era silencio, y no se hacía otra cosa

en este silencio que fundirse con Dios, y todo el interior, afectos, latidos,

deseos, respiros, se convertían en profundas adoraciones a la Majestad

Suprema. Entonces, después de haber estado un poco de tiempo en este

estado, parecía que las Tres hablaban, pero formaban una sola voz y me han

dicho:

 

“Hija querida nuestra, ánimo, fidelidad y atención suma al seguir lo que la

Divinidad obra en ti, porque todo lo que haces no lo haces tú, sino que no

haces otra cosa que dar tu alma por habitación a la Divinidad; te sucede a ti

como a una pobre que teniendo un pequeño cuartucho, el rey lo pide por

habitación, y ella lo da y hace todo lo que quiere el rey; entonces, habitando

el rey aquel pequeño cuartucho, contiene riquezas, nobleza, gloria y todos

los bienes, ¿pero de quién son? Del rey, y si el rey lo quiere dejar, a la pobre

¿qué cosa le queda? Le queda siempre su pobreza.”

 

                                

Junio 10, 1904

 

Jesús habla de la belleza del hombre.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús,

todo afligido y doliente me ha dicho:

 

“¡Ah! hija mía, si el hombre se conociera a sí mismo, ¡oh! cómo se

cuidaría de mancharse, porque es tal y tanta su belleza, su nobleza, su

hermosura, que todas las bellezas y diversidad de las cosas creadas las reúne

en sí, y esto porque siendo creadas todas las otras cosas de la naturaleza para

servicio del hombre, y el hombre debía ser superior a todas, por lo tanto,

para ser superior debía reunir en sí todas las cualidades de las otras cosas

creadas, y no sólo eso, sino que habiendo sido creadas las otras cosas para el

hombre y el hombre sólo para Dios y para su delicia, por consecuencia no

sólo debía reunir en sí todo lo creado, sino que debía superarlo hasta recibir

en sí mismo la imagen de la Majestad Suprema. Y el hombre a pesar de

todo esto, no cuidando todos estos bienes, no hace otra cosa que ensuciarse

con las más feas porquerías.”

 

Y ha desaparecido. Entonces yo comprendía que a nosotros nos sucede

como a una pobre, que habiendo recibido un vestido tejido de oro,

enriquecido con gemas y con piedras preciosas, como no entiende ni conoce

su valor, lo tiene expuesto al polvo, lo ensucia fácilmente y lo tiene como un

vestido tosco y de poco valor, de modo que si se le quita, poco o ningún

disgusto siente. Así es nuestra ceguera respecto a nosotros mismos.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Junio 15, 1904

 

La criatura no es otra cosa que un pequeño recipiente

lleno de dosis de todas las partículas divinas.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido me ha dicho:

 

“Hija amada mía, me es tan querida la criatura y la amo tanto, que si la

criatura lo comprendiera le estallaría el corazón de amor, y esto es tan cierto,

que al crearla no la hice otra cosa que un pequeño recipiente lleno de

partículas de los atributos divinos, de modo que de todo mi Ser, atributos,

virtudes, perfecciones, el alma contiene muchas pequeñas partículas de todo

ello, según la capacidad dada por Mí, y esto a fin de que pudiera encontrar

en ella otros tantos pequeños distintivos correspondientes a mis atributos y

así poder deleitarme y juguetear perfectamente con ella. Ahora, este

pequeño recipiente lleno de lo divino, cuando el alma se ocupa de las cosas

materiales y las hace entrar en ella, hecha afuera alguna cosa de lo divino y

toma su lugar alguna cosa material; qué afrenta recibe la Divinidad y qué

daño el alma; pero si por necesidad se ocupa de las cosas materiales, ¡cuánta

atención se requiere para no hacerlas entrar! Tú, hija, está atenta, de otra

manera, si veo en ti alguna cosa que no sea divina, Yo no me haré ver más.”

 

                                

Junio 17, 1904

 

La consumación de la voluntad humana en la

divina, nos vuelve una sola cosa con Dios, y

pone en nuestras manos el divino poder.

 

Esta mañana, después de mucho esperar, el bendito Jesús ha venido y me

ha dicho:

 

“Hija mía, mira cuántas cosas se dicen de virtud, de perfección, sin

embargo van a terminar todas en un solo punto, es decir, en la consumación

de la voluntad humana en la divina. Así que quien más está consumado en

ésta, se puede decir que contiene todo y es el más perfecto de todos, porque

todas las virtudes y obras buenas son tantas llaves que nos abren los tesoros

divinos, nos hacen adquirir más amistad, más intimidad, más trato con Dios,

pero sólo la consumación es la que nos vuelve una cosa con Él y pone en

nuestras manos el divino poder, y esto porque la vida debe tener una

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

voluntad para vivir, ahora, viviendo de la Voluntad Divina, naturalmente se

vuelve dueña.”

 

                                

Junio 19, 1904

 

Habla de castigos.

 

Encontrándome en mi habitual estado, oía a mi adorable Jesús que decía

junto a mí:

 

“Hija mía, en qué momento tan doloroso está por entrar la Iglesia, pero

toda la gloria en estos tiempos es de aquellos espíritus atléticos que no

poniendo atención a cuerdas, cadenas y penas, no hacen otra cosa que

romper el sendero espinoso que divide la sociedad de Dios.”

 

Después ha continuado: “En el hombre se ve una avidez de sangre

humana. Él desde la tierra, y Yo desde el Cielo concurriré con terremotos,

incendios, huracanes, desgracias, para hacerlos morir en buena parte.”

 

                                

Junio 20, 1904

 

Las almas víctimas son hijas de la Misericordia.

 

Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el bendito Jesús

me ha dicho:

 

“Hija mía, ha llegado a tanto la perfidia humana, de agotar por su parte mi

Misericordia, pero mi Bondad es tanta, de constituir las hijas de la

Misericordia, a fin de que también por parte de las criaturas no quede

agotado este atributo, y éstas son las víctimas que están en plena posesión de

la Voluntad Divina por haber destruido la propia, porque en éstas, el

recipiente dado a ellas por Mí al crearlas está en pleno vigor, y habiendo

recibido la partícula de mi Misericordia, siendo hija la suministra a otros. Se

entiende sin embargo que para administrar la Misericordia a otros se debe

encontrar ella en la Justicia.”

 

Y yo: “Señor, ¿quién se puede encontrar en la Justicia?”

 

Y Él: “Quien no comete pecados graves y quien se abstiene de cometer

pecados veniales ligerísimos, por propia voluntad.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Junio 29, 1904

 

Signo para conocer que Dios se retira del hombre.

 

Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, apenas se ha hecho

ver mi adorable Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la señal de que mi Justicia no puede soportar más al hombre y

está en acto de mandar graves castigos, es cuando el hombre no puede

soportarse más a sí mismo, porque Dios rechazado por el hombre, de él se

retira y hace sentir al hombre todo el peso de la naturaleza, del pecado y de

las miserias, y el hombre no pudiendo soportar el peso de la naturaleza sin la

 

ayuda divina, busca él mismo el modo de destruirse.

encuentra ahora la presente generación.”

En tal estado se

                                

Julio 14, 1904

 

La vida es una consumación continua.

 

Mis días se van haciendo siempre más dolorosos por las casi continuas

privaciones de mi adorable Jesús, yo misma no sé por qué me siento devorar

el alma y también el cuerpo por esta separación. ¡Qué duro martirio! Mi

único y solo consuelo es la Voluntad de Dios, porque si todo lo he perdido,

incluso a Jesús, sólo esta santa y dulcísima Voluntad de Dios está en mi

poder, pero como también siento que se me devora el cuerpo, me ilusiono de

que no está tan lejana la separación de él, porque lo siento sucumbir, y por

eso espero que un día u otro el Señor me llame a Sí y terminar esta dura

separación. Por eso, esta mañana después de haber esperado mucho, en

cuanto ha venido me ha dicho:

 

“Hija mía, la vida es una consumación continua, quién la consume por los

placeres, quién por las criaturas, quién por pecar, otros por los intereses,

alguno por caprichos, hay tantos tipos de consumación. Ahora, quien esta

consumación la forma toda en Dios, puede decir con toda certeza: ‘Señor,

mi vida se ha consumido de amor por Ti, y no sólo me he consumido, sino

que estoy muerta sólo por tu amor.’ Por eso, si tú te sientes consumir

continuamente por mi separación, puedes decir que mueres continuamente

en Mí, y tantas muertes sufres por amor mío. Y si tú consumes tu ser por

Mí, por cuanto se consume de ti, otro tanto adquieres de divino en ti misma.”

 

                                

 

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Julio 22, 1904

 

Sólo la estabilidad es la que hace conocer

el progreso de la Vida Divina en el alma.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, cuando el alma se propone, o no pecar, o bien el hacer un bien

y no sigue los propósitos hechos, significa que no se hacen con toda la

voluntad, y que la luz divina no ha tenido contacto con el alma, porque

cuando la voluntad es verdadera y la luz es divina, les hace conocer el mal a

evitar o el bien por hacer, y difícilmente el alma no sigue lo que se ha

propuesto, y esto porque la luz divina no viendo la estabilidad de la

voluntad, no suministra la luz necesaria para evitar lo uno y para hacer lo

otro, a lo más pueden ser momentos de desventura, abandonos de criaturas, o

cualquier otro accidente por lo que el alma parece que se quisiera destruir

por Dios, que quiere cambiar de vida, pero apenas el viento de los accidentes

se cambia, qué pronto se cambia la voluntad humana. Así que en lugar de

voluntad y luz, se puede decir que hay una mezcla de pasiones según los

cambios de los vientos. Así que sólo la estabilidad es la que hace conocer el

progreso de la Vida Divina en el alma, porque siendo Dios inmutable, quien

lo posee participa de su inmutabilidad en el bien.”

 

                                

Julio 27, 1904

 

Todo debe ser sellado por el amor.

 

Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús ha salido de mi

interior, y teniéndome levantada la cabeza, que por lo prolongado del tiempo

que lo he esperado estaba muy cansada, me ha dicho:

 

“Hija mía, a quien verdaderamente me ama, todo lo que le sucede, interior

y exterior, devora todo en una sola cosa, en la Voluntad Divina. De todas

las cosas ninguna le parece extraña, mirándolas como un producto de Divina

Voluntad, por eso en Ella todo consume; su centro, su mira, es única y

solamente la Voluntad de Dios; así que en Ella siempre gira como dentro de

un anillo, sin encontrar jamás el camino para salirse, haciendo de Ella su

alimento continuo.”

 

Dicho esto ha desaparecido, y después habiendo regresado ha agregado:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija, haz que todo te sea sellado por el amor, así que si piensas, debes

sólo pensar en el amor, como también si hablas, si obras, si lates, si deseas;

incluso un solo deseo que salga de ti que no sea amor, restríngelo en ti

misma y conviértelo en amor, y después dale la libertad de salir.”

 

Y mientras esto decía, parecía que con su mano tocaba toda mi persona,

poniendo tantos sellos de amor.

 

                                 

Julio 28, 1904

 

El alma desapegada de todo, en todo encuentra a Dios.

 

Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, por unos momentos

ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando el alma está desapegada de todo, en todas las cosas

encuentra a Dios, lo encuentra en sí misma, lo encuentra fuera de sí misma,

lo encuentra en las criaturas, así que puede decir que todas las cosas se

convierten en Dios para el alma desapegada de todo, más aún, no sólo lo

encuentra, sino lo mira, lo siente, lo abraza, y como en todo lo encuentra, así

todas las cosas le suministran la ocasión de adorarlo, de implorarlo, de

agradecerle, de estrecharse más íntimamente a Él, y además, tus lamentos

por mi privación no son razonables, pues si tú me sientes en tu interior, es

señal de que no sólo estoy fuera, sino también dentro, como en mi propio

centro.”

 

He olvidado decir al principio que me lo ha traído la Reina Mamá, y como

le rogaba que me contentara y no me dejara privada de Él, Jesús bendito ha

respondido como está escrito arriba.

 

                                

Julio 29, 1904

 

La fe hace conocer a Dios, pero la

confianza lo hace encontrar.

 

Continuando mi habitual estado, apenas he visto a mi adorable Jesús le he

dicho: “Señor mío y Dios mío.” Y Él ha dicho:

 

“Dios, Dios, sólo Dios; hija, la fe hace conocer a Dios, pero la confianza

lo hace encontrar, así que la fe sin la confianza es fe estéril. Y a pesar de

que la fe posee inmensas riquezas para que el alma pueda enriquecerse, si

falta la confianza queda siempre pobre y desprovista de todo.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Entonces, mientras esto decía me sentía atraída a Dios, y quedaba

absorbida en Él como una gotita de agua en el inmenso mar, por más que

miraba no encontraba ni los confines a lo ancho ni a lo largo, ni a lo alto,

Cielos y tierra, viadores y bienaventurados, todos estaban inmersos en Dios.

Después veía también las guerras, como la de Rusia con Japón, los miles de

soldados que morían o que morirán, y que por justicia, aún natural, la

victoria será del Japón 10 ; también otras naciones europeas están tramando

maquinaciones de guerra contra las mismas naciones de Europa. ¿Pero

quién puede decir todo lo que se veía de Dios y en Dios? Para terminar

pongo punto.

 

                                

Julio 30, 1904

 

Desapego que deben tener los sacerdotes.

 

Esta mañana el bendito Jesús no venía, y yo encontrándome fuera de mí

misma giraba y volvía a girar en busca de mi sumo y único bien, y no

encontrándolo, mi alma se sentía morir a cada instante, pero lo que

acrecentaba mi dolor era que mientras me sentía morir no moría, porque si

yo pudiera morir habría alcanzado mi finalidad al encontrarme para siempre

en el centro Dios. ¡Oh! separación, cómo eres amarga y dolorosa, no hay

pena que pueda compararse a ti. ¡Oh! privación divina, tú consumes, tú

traspasas, tú eres un cuchillo de dos filos, que de un lado cortas y del otro

quemas, el dolor que provocas es tan inmenso por cuanto es inmenso Dios.

 

Ahora, mientras andaba vagando me he encontrado en el purgatorio, y mi

dolor, mi llanto, parecía que acrecentaba el dolor de aquellas pobres almas

privadas de su vida: “Dios”. Entonces, entre estas almas parecía que habían

sacerdotes, uno de los cuales parecía que sufría más que los otros, y éste me

ha dicho:

 

“Mis graves sufrimientos provienen de que en vida fui muy apegado a los

intereses de la familia, a las cosas terrenas y un poco de apego a alguna

persona, y esto produce tanto mal al sacerdote, que forma una coraza de

fierro enfangada, que como vestido lo envuelve y sólo el fuego del

purgatorio y el fuego de la privación de Dios, que comparado con el primer

fuego, desaparece el primero, puede destruir esa coraza. ¡Oh, cuánto sufro!

Mis penas son inenarrables, ruega, ruega por mí.”

 

10 El 2 de enero de 1905 se rindió el general ruso Anatoli Mijáilovich Stësel.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Entonces yo me sentía más afligida y me he encontrado en mí misma, y

después, apenas he visto la sombra del bendito Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿qué has estado buscando? Para ti no hay otros alivios y

ayudas que Yo sólo.”

 

Y como un relámpago ha desaparecido. Y yo he quedado diciendo: ¡Ah!

¿Él mismo me lo dice? Que sólo Él es todo para mí, sin embargo tiene la

valor de dejarme privada y sin Él.”

 

                                

Julio 31, 1904

 

La voluntad humana falsifica y

profana aun las obras más santas.

 

Continuando mi pobre estado, parece que Jesús ha venido más de una vez,

y parecía que lo veía niño circundado como por una sombra, y me ha dicho:

 

“Hija, ¿no sientes la frescura de mi sombra? Repósate en ella porque

encontrarás alivio.”

 

Y parecía que reposábamos juntos a su sombra, y me sentía toda tranquila

junto a Él, y después ha continuado:

 

“Amada mía, si tú me amas, no quiero que tú mires ni en ti misma ni fuera

de ti, ni si estás caliente o fría, ni si haces mucho o poco, ni si sufres o gozas,

todo esto debe ser destruido en ti y sólo debes fijarte si haces cuanto más

puedes por Mí y todo por agradarme, los otros modos, por cuan altos,

sublimes y laboriosos, no pueden agradarme y contentar mi Amor. ¡Oh!

cuántas almas falsifican la verdadera devoción y profanan las obras más

santas con la propia voluntad, buscándose siempre a sí mismas. Y si

también en las cosas santas se busca el modo y el gusto propio y la

satisfacción de sí misma, se encuentra a sí misma, huye Dios, y no lo

encuentra.”

 

                                

Agosto 4, 1904

 

La gloria de los bienaventurados en el Cielo será de

acuerdo a los modos como se han comportado con

Dios en la tierra. Del modo como es Dios para el

alma, se puede ver cómo el alma es para Dios.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Esta mañana, habiendo venido el bendito Jesús me ha transportado fuera

de mí misma, y tomándome con la mano me ha conducido hasta la bóveda

del cielo, desde donde se veían los bienaventurados, se oía su canto. ¡Oh!

cómo los bienaventurados nadaban en Dios, se veía la vida de ellos en Dios,

y la vida de Dios en ellos, a mí esto me parece que es lo esencial de su

felicidad. Me parece también que cada bienaventurado es un nuevo cielo en

aquella bienaventurada morada, pero todos distintos entre ellos, no hay uno

igual a otro, y esto viene de acuerdo a los modos con que se han comportado

con Dios sobre la tierra: Uno ha buscado amarlo más, este lo amará más en

el Cielo y recibirá de Dios siempre nuevo y más creciente amor, y este cielo

quedará con una tinta y un lineamiento divino todo especial. Otro ha

buscado glorificarlo de más, Dios bendito le dará siempre más creciente

gloria, para quedar este nuevo cielo más glorioso y glorificado de la misma

gloria divina. Y así de todos los otros modos distintos que cada uno ha

tenido con Dios en la tierra, que si yo quisiera decirlo todo me alargaría

demasiado. Así que se puede decir que lo que se hace para Dios en la tierra,

lo continuaremos en el Cielo, pero con mayor perfección, entonces el bien

que hacemos no es temporal, sino que durará para toda la eternidad y

resplandecerá ante Dios y en torno a nosotros continuamente. ¡Oh! cómo

seremos felices viendo que todo nuestro bien y la gloria que dimos a Dios, y

la nuestra, viene de aquel poco de bien iniciado imperfectamente sobre la

tierra; si todos lo pudieran ver, ¡oh! cómo se apresurarían para amar, alabar,

agradecer y más, al Señor, para poderlo hacer con mayor intensidad en el

Cielo. ¿Pero quién puede decirlo todo? Más bien me parece que estoy

diciendo tantos desatinos de aquella bienaventurada morada, la mente lo

capta de un modo, la boca no encuentra las palabras para saberse manifestar,

por eso paso a otra cosa.

 

Después me ha transportado a la tierra. ¡Oh! cómo los males de la tierra

son espeluznantes en estos tristes tiempos, sin embargo parecen nada aún en

comparación de lo que vendrá, tanto en el estado religioso, que parece que

sus mismos hijos desgarrarán a pedazos a esta buena y santa madre, la

Iglesia; como en el estado seglar. Entonces, después de esto me ha

reanimado y me ha dicho:

 

“Hija mía, dime un poco qué soy Yo para ti?”

 

Y yo: “Todo, todo eres para mí, ninguna cosa entra en mí excepto Tú

solo, todo corre fuera.”

 

Y Él: “Y Yo soy todo, todo para ti, nada de ti sale fuera de Mí, sino que

todo me deleito en ti. Así que del mismo modo que Yo soy para ti, puedes

ver cómo tú eres para Mí.”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Agosto 5, 1904

 

Jesús es regidor de los reyes y señor de los dominadores.

 

Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús ha venido en acto de

regir y dominar todo, de reinar con la corona de rey en la cabeza y con el

cetro de mando en la mano, y mientras lo veía en esta actitud me ha dicho,

pero en latín, por lo que yo lo digo según he entendido:

 

“Hija mía, Yo soy el regidor de los reyes y señor de los dominadores, y

sólo a Mí me corresponde este derecho de justicia que me debe la criatura, y

que no dándomelo, me desconoce como Creador y dueño de todo.”

 

Y mientras esto decía, parecía que tomaba en un puño el mundo y lo

agitaba de arriba a abajo para hacer que las criaturas se sometieran a su

régimen y dominio. Y al mismo tiempo veía también cómo nuestro Señor

regía y dominaba mi alma con una maestría tal, que me sentía toda abismada

en Él, y de Él partía el régimen de mi mente, de los afectos, de los deseos,

así que entre Él y yo había tantos hilos eléctricos, que todo dirigía y

dominaba.

 

                                

Agosto 6, 1904

 

La privación es pena de fuego que enciende,

consume, aniquila, y su finalidad es destruir la

vida humana, para dar lugar a la vida divina.

 

Esta mañana me la he pasado muy amargada por la privación de mi sumo

y único bien, era tanto el dolor de la privación, que encontrándome fuera de

mí misma, era tanta la pena del alma, que la misma pena le suministraba tal

fuerza, que lo que encontraba quería destruir como si fuera un obstáculo para

encontrar su todo, Dios, y no encontrándolo gritaba, lloraba, corría más que

el viento, quería trastornar todo, poner todo de cabeza para encontrar la vida

que le faltaba. ¡Oh! privación, cuán intensa es tu amargura, tu dolor es

siempre nuevo, y porque es siempre nuevo el alma siente siempre nueva la

acerbidad de la pena; mi alma siente como si una sola carne se separara en

tantos pedazos, y todos aquellos pedazos piden con justicia la propia vida, y

sólo la encontrarán si encuentran a Dios más que vida propia. Pero ¿quién

puede decir el estado en que me encontraba? Mientras estaba en esto han

concurrido santos, ángeles, almas purgantes haciéndome corona alrededor e

impidiéndome correr, compadeciéndome y asistiéndome, pero para mí era

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

todo inútil, porque entre ellos no encontraba a Aquél que era el único que

podía mitigar mi dolor y restituirme la vida, y más gritaba llorando:

“Díganme, ¿dónde, dónde lo puedo encontrar? Si quieren tener piedad de

mí, no tarden en indicármelo, porque no puedo más.” Entonces, después de

esto ha salido del fondo de mi alma, parecía que fingía dormir sin sentir pena

de la dureza de mi pobre estado, y a pesar de que Él no sentía pena y dormía,

al sólo verlo he respirado la propia vida como se respira el aire, diciendo:

“Ah, está aquí conmigo” Sin embargo no exenta de pena al ver que ni

siquiera me ponía atención. Por eso, después de mucho penar, como si se

hubiera despertado me ha dicho:

 

“Hija mía, todas las otras tribulaciones pueden ser penitencias,

expiaciones, satisfacciones, pero sólo la privación es pena de fuego que

enciende, consume, aniquila, y no se rinde si no ve destruida la vida humana,

pero mientras consume, vivifica y constituye la vida divina.”

 

                                

Agosto 7, 1904

 

Los primeros en perseguir a la Iglesia serán los religiosos.

 

Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado rodeada de

ángeles y santos, los cuales me han dicho:

 

“Es necesario que tú sufras más por las cosas inminentes que están por

suceder contra la Iglesia, porque si no suceden inmediatamente, el tiempo las

hará suceder más moderadas y con menor ofensa de Dios.”

 

Y yo he dicho: “¿Está acaso en mi poder el sufrir? Si el Señor me lo da,

de buena gana sufriré.” Mientras tanto me han tomado y me han conducido

ante el trono de nuestro Señor, y todos rogaban que me hiciera sufrir, y Jesús

bendito, viniendo a nuestro encuentro en forma de crucificado me

participaba sus penas, y no sólo una vez, sino que casi toda la mañana me la

he pasado en continuas renovaciones de la crucifixión, y después me ha

dicho:

 

“Hija mía, los sufrimientos desvían mi justo enojo y se renueva la luz de

la gracia en las mentes humanas. ¡Ah! hija, ¿crees tú que serán los seglares

los primeros en perseguir a mi Iglesia? ¡Ah! no, serán los religiosos, las

mismas cabezas, que fingiéndose por ahora hijos, pastores, pero en el fondo

son serpientes venenosas que se envenenan a sí mismos y a los demás, los

que empezarán a dañar entre ellos mismos a esta buena madre, y después

seguirán los seglares.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y después, habiéndome llamado la obediencia, el Señor se ha retirado

pero todo amargado.

 

                                

Agosto 8, 1904

 

Buscar a Jesús en el interior de nosotros, no en el exterior.

Todo debe estar encerrado en una palabra: “Amor.”

Quien ama a Jesús es otro Jesús.

 

 

Continuaba esperando, y en cuanto ha venido mi adorable Jesús, si bien lo

sentía cercano, pero hacía por tocarlo y huía, y casi me impedía salir fuera

de mí misma para ir en su busca. Después de haber esperado mucho, en

cuanto se ha hecho ver me ha dicho:

 

“Hija mía, no me busques fuera de ti, sino dentro de ti, en el fondo de tu

alma, porque si sales fuera y no me encuentras sufrirás mucho y no podrás

resistir; si me puedes encontrar con más facilidad, ¿por qué quieres

fatigarte?”

 

Y yo: “Creo que si no te encuentro rápido en mí, puedo encontrarte fuera,

es el amor lo que a esto me empuja.”

 

Y Él: “¡Ah! ¿es el amor lo que a esto te empuja? Todo, todo debería

estar encerrado en una sola palabra: “Amor”, y quien no encierra todo en

esto, se puede decir que del amarme, el alma no conoce ni siquiera una jota,

y a medida que el alma me ame, así le engrandezco el don del sufrir.”

 

Y yo interrumpiendo su hablar, toda sorprendida y afligida he dicho:

“Vida mía y todo mi bien, entonces yo poco o nada sufro, por consiguiente

poco o nada te amo, qué espanto, al sólo pensar que no te amo mi alma

siente por ello un vivo disgusto, y casi me siento ofendida por Ti.”

 

Y Él ha agregado: “Yo no intento disgustarte, tu disgusto oprimiría más

mi corazón que el tuyo, y además no debes mirar sólo los sufrimientos

corporales, sino también los espirituales, la voluntad verdadera que tienes de

sufrir, porque el querer el alma verdaderamente sufrir, ante Mí es como si el

alma lo hubiera sufrido, por eso tranquilízate y no te turbes, y déjame

continuar mi decir: ¿No has visto alguna vez a dos íntimos amigos? ¡Oh!

cómo tratan de imitarse el uno al otro y de retratar en sí mismo al amigo, por

lo tanto imitan la voz, los modos, los pasos, las obras, los vestidos, así que el

amigo puede decir: ‘Aquél que me ama es otro yo mismo, y siendo yo

mismo no puedo hacer menos que amarlo.’ Así hago Yo por el alma que se

encierra a toda sí misma como dentro de un breve giro de amor, todo Yo me

siento como retratado en ella misma, y encontrándome Yo mismo, de todo

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

corazón la amo, y no puedo hacer otra cosa que estarme con ella, porque si

la dejo me dejaría a Mí mismo.”

 

Mientras esto decía ha desaparecido.

 

                                

Agosto 9, 1904

 

No son las obras las que constituyen el mérito del hombre,

 

sino sólo la obediencia, como parto de la Voluntad Divina.

 

Habiendo tardado en venir, de repente, como un golpe de luz ha venido y

he quedado dentro y fuera toda llena de luz, pero no sé decir lo que en esta

luz ha comprendido y probado mi alma, sólo digo que después el bendito

Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, no son las obras las que constituyen el mérito del hombre, sino

sólo la obediencia es la que constituye todos los méritos como parto de la

Voluntad Divina, tanto, que todo lo que hice y sufrí en el curso de mi Vida,

todo fue parto de la Voluntad del Padre, por eso mis méritos son

innumerables, porque todos fueron constituidos por la obediencia divina.

Por eso Yo no miro tanto a la multiplicidad y grandeza de las obras, sino a la

conexión que tienen, o directamente a la obediencia divina, o indirectamente

a la obediencia de quien me representa.”

 

                                

Agosto 10, 1904

 

Dios sabe el número, el valor, el

peso de todas las cosas creadas.

 

Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado girando en las

iglesias, haciendo el peregrinaje a Jesús Sacramentado con el ángel custodio,

y habiendo dicho dentro de una iglesia: “Prisionero de amor, Tú estás

abandonado y solo, y yo he venido a hacerte compañía, y mientras te hago

compañía intento amarte por quien te ofende, alabarte por quien te desprecia,

agradecerte por quien derramaste gracias y no te rinde el tributo del

agradecimiento, consolarte por quien te aflige, repararte cualquier ofensa, en

una palabra, intento hacerte todo lo que están obligadas a hacerte las

criaturas por haberte quedado en el Santísimo Sacramento, y tantas veces

intento repetirlas por cuantas gotas de agua, cuantos peces y granos de arena

hay en el mar.” Mientras esto decía, ante mi mente se han puesto todas las

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

aguas del mar y dentro de mí decía: “Mi vista no puede abarcar toda la

bastedad del mar, ni conoce la profundidad y el peso de aquellas inmensas

aguas, pero el Señor conoce el número, su peso y medida.” Y me quedaba

toda maravillada. Mientras estaba en esto, el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Tonta, tonta que eres, ¿por qué te maravillas tanto? Lo que a la criatura

le es difícil e imposible, al Creador le es fácil y posible, e incluso natural;

sucede en esto como a alguien que mirando en un abrir y cerrar de ojos

millones y millones de monedas, dice para sí: “Son innumerables, ¿quién

las puede contar? Pero el que las ha puesto en ese lugar, en una palabra lo

puede decir todo, son tantas, valen tanto, pesan tanto; hija mía, Yo sé

cuántas gotas de agua puse Yo mismo en el mar, y ninguno puede perderme

ni siquiera una sola, Yo numeré todo, pesé todo y valué todo, y así de todas

las otras cosas; por tanto, qué maravilla que sepa todo.”

 

Al oír esto he dejado de admirarme, más bien me he admirado de mi

locura.

 

                                

Agosto 12, 1904

 

El hombre destruye la belleza

con la cual Dios lo ha creado.

 

Continuaba esperando, cuando de improviso me he encontrado toda yo

misma dentro de nuestro Señor, y de la cabeza de Él descendía un hilo

luminoso a la mía que me ataba toda para quedarme dentro de Jesús. ¡Oh!

cómo estaba feliz de estarme dentro de Él, por cuanto miraba no descubría

otra cosa que a Él solo, y ésta es mi máxima felicidad, sólo, sólo Jesús y

nada más, ¡oh! cómo se está bien. Mientras tanto me ha dicho:

 

“Ánimo hija mía, ¿no ves cómo el hilo de mi Voluntad te ata toda dentro

de Mí? Así que si alguna otra voluntad te quiere atar, si no es santa no lo

puede, porque estando dentro de Mí, si no es santa no puede entrar en Mí.”

 

Y mientras esto decía me veía y veía, y después ha agregado:

 

“He creado al alma de una belleza singular, la he dotado de una luz

superior a cualquier luz creada, no obstante el hombre destruye esta belleza

en la fealdad y esta luz en las tinieblas.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Agosto 14, 1904

 

El alma, cuanto más golpes de la cruz

la abaten, tanta más luz adquiere.

 

Encontrándome un poco sufriente, el bendito Jesús al venir me ha dicho:

 

“Hija amada mía, cuanto más golpeado es el fierro, más brillo adquiere, y

aunque el fierro no tuviera herrumbre, los golpes sirven para mantenerlo

brillante y sin polvo; así que cualquiera que se acerca fácilmente se mira

reflejado en aquel fierro como si fuera un espejo. Así el alma, cuanto más

los golpes de la cruz la abaten, tanta más luz adquiere y se mantiene

desempolvada de cualquier mínima cosa, de modo que cualquiera que se

acerca se mira dentro como si fuera espejo, y naturalmente siendo espejo

hace su oficio, esto es, de hacer ver si los rostros están manchados o limpios,

si bellos o feos, y no sólo eso, sino que Yo mismo me deleito de ir a mirarme

en ella, pues no encuentro en ella ni polvo ni otra cosa que me impida hacer

reflejar en ella mi imagen, por eso la amo siempre más.”

 

                                

Agosto 15, 1904

 

La melancolía es al alma como el invierno a las

plantas. El triunfo de la Iglesia no está lejano.

 

Esta mañana me sentía muy oprimida, y sentía una melancolía que me

llenaba toda el alma. Parece que el bendito Jesús no me ha hecho esperar

tanto, y al verme tan oprimida me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿qué tienes con esta melancolía? ¿No sabes tú que la

melancolía es al alma como el invierno a las plantas, que las despoja de

hojas y les impide producir flores y frutos, tanto que si no viniese la alegría

de la primavera y del calor, las pobres plantas quedarían inhabilitadas y

terminarían por secarse? Así es la melancolía al alma, la despoja de la

frescura divina que es como lluvia que le hace reverdecer todas las virtudes;

la inhabilita para hacer el bien, y si lo hace, lo hace fatigosamente y casi por

necesidad, pero no por virtud; impide crecer en la Gracia y si no se sacude

con una santa alegría, que es una lluvia primaveral que da en brevísimo

tiempo el desarrollo a las plantas, terminará por secarse en el bien.”

 

Ahora, mientras esto decía, dentro de un relámpago he visto toda la

Iglesia, las guerras que deben sufrir los religiosos y que deben recibir de los

demás; guerras entre la sociedad, parecía una riña general; parecía también

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

que el Santo Padre debía servirse de poquísimas personas religiosas, tanto

para reducir a buen orden el estado de la Iglesia, los sacerdotes y otros,

como por la sociedad en este estado de desconcierto. Ahora, mientras esto

veía, el bendito Jesús me ha dicho:

 

“¿Crees tú que el triunfo de la Iglesia está lejano?”

 

Y yo: “Cierto, ¿quién debe poner el orden a tantas cosas trastornadas?

 

Y Él: “Al contrario, te digo que está cercano, es un choque que debe

suceder, pero fuerte, y por eso lo permitiré todo junto, entre los religiosos y

los seglares para abreviar tiempo; y en este choque que traerá un trastorno

fuerte, sucederá el choque bueno y ordenado, pero en tal estado de

mortificación, que los hombres se verán perdidos, y ahí les daré tanta gracia

y luz, para conocer el mal y abrazar la verdad, haciéndote sufrir también por

este propósito. Si con todo esto no me escuchan, entonces te llevaré al

Cielo, y las cosas sucederán todavía más graves y esperarán más para que

llegue el deseado triunfo.”

 

                                

Agosto 23, 1904

 

Castigos, también en Italia.

 

Esta mañana me la he pasado amarguísima, privada casi del todo de mi

bendito Jesús, sólo que me encontraba fuera de mí misma en medio de

guerras y personas muertas, países sitiados, y parecía que sucedía también en

Italia. Qué espanto sentía, quería sustraerme de escenas tan dolorosas, pero

no podía, una potencia suprema me tenía ahí clavada; si fuese ángel o santo

no sé decirlo con seguridad y me ha dicho:

 

“Pobre Italia, cómo será desgarrada por guerras.”

 

Yo al oír esto he quedado más espantada, y me he encontrado en mí

misma, y no habiendo visto todavía a Aquel que es mi vida, y con todas

aquellas escenas en la mente, me sentía morir. Entonces he visto apenas un

brazo y me ha dicho:

 

“Ciertamente habrá alguna cosa en Italia.”

 

                                

Septiembre 2, 1904

 

Sólo Dios tiene poder para entrar en los corazones y

dominarlos como le place. Nuevo modo como

deben comportarse los sacerdotes.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Encontrándome en mi habitual estado me sentía toda oprimida, con el

agregado del temor de que mi pobre estado fuese todo obra diabólica, y me

sentía consumir alma y cuerpo. Después, en cuanto ha venido me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿por qué te perturbas tanto? ¿No sabes tú que si se unieran

juntas todas las potencias diabólicas, no pueden entrar dentro de un corazón

y tomar dominio de él, a menos que el alma misma, por propia voluntad les

dé la entrada? Sólo Dios tiene este poder de entrar en los corazones y

dominarlos como le place.”

 

Y yo: “Señor, ¿por qué me siento consumir alma y cuerpo cuando me

privas de Ti? ¿No es esto el soplo diabólico que ha penetrado en mi alma y

que así me atormenta?”

 

Y Él: “Más bien te digo que es el soplo del Espíritu Santo, que soplando

sobre ti continuamente te tiene siempre encendida y te consume por amor

suyo.”

 

Después de esto me he encontrado fuera de mí misma y veía al Santo

Padre asistido por nuestro Señor, que estaba escribiendo un nuevo modo

como deben comportarse los sacerdotes, qué cosa deben hacer y lo que no

deben hacer, a dónde no deben ir, e imponía castigos a quien no se sometía a

su obediencia.

 

                                 

Septiembre 7, 1904

 

La atención para no cometer pecado,

suple al dolor del pecado.

 

Estaba pensativa por haber leído en un libro, que el motivo de tantas

vocaciones frustradas es la continua falta del dolor del pecado, y como yo no

pienso en esto y sólo pienso en Jesús bendito y en el modo como hacerlo

venir, y de ninguna otra cosa me ocupo, por eso pensaba entre mí que me

encontraba en mal estado. Después, encontrándome en mi habitual estado,

el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la atención en no cometer pecado suple al dolor, y aunque uno

se doliese, pero con todo y eso cometiera pecado, su dolor sería vano e

infructuoso, mientras que la atención continua para no cometer pecados no

sólo tiene el lugar del dolor, sino que fuerza a la Gracia a ayudarla

continuamente en modo especial a no caer en pecado, y mantiene al alma

siempre purgada. Por eso continúa estando atenta a no ofenderme ni

mínimamente, y esto suplirá lo demás.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Septiembre 8, 1904

 

El desaliento mata más almas que todos los otros vicios.

El calor, el coraje, hace revivir y es el acto más

loable que el alma pueda hacer.

 

 

Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús no venía. Entonces,

habiendo esperado mucho me sentía toda desalentada y temía mucho que

esta mañana no viniera. Después, en cuanto vino me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿no sabes tú que el desaliento mata más almas que el resto de

los vicios? Por eso, ánimo, valor, porque así como el desaliento mata, así el

valor, el coraje hacen revivir, y es el acto más loable que el alma pueda

hacer, porque mientras se siente desalentada, del mismo desaliento toma

valor, se anula a sí misma y espera; y deshaciéndose a sí misma, ya se

encuentra rehecha en Dios.”

 

                                

Septiembre 9, 1904

 

En cuanto el alma sale del fondo de la paz, así sale

del ambiente divino. La paz hace descubrir si el alma

busca a Dios por Dios, o por sí misma.

 

Continuando mi habitual estado, me sentía turbada por la ausencia de mi

adorable Jesús. Por eso después de haber esperado mucho, ha venido y me

ha dicho:

 

“Hija mía, en cuanto el alma sale del fondo de la paz, sale del ambiente

divino y se encuentra en el ambiente, o diabólico o humano. Sólo la paz es

la que hace descubrir si el alma busca a Dios por Dios o por sí misma, y si

obra por Dios, o bien por sí o por las criaturas, porque si es por Dios, el alma

no es jamás turbada, se puede decir que la paz de Dios y la paz del alma se

entrelazan juntas y alrededor del alma se ensanchan los confines de la paz,

de modo que todo convierte en paz, aun las mismas guerras. Y si el alma

está turbada, auque fuera en las cosas más santas, en el fondo se ve que no

está Dios, sino el propio yo o cualquier fin humano. Por eso, cuando no te

sientes en calma, examínate un poco a ti misma para ver qué cosa hay en el

fondo, destrúyelo y encontrarás paz.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

 

Septiembre 13, 1904

 

La verdadera donación es tener sacrificada continuamente

la propia voluntad, y esto es un martirio de atención

continua que el alma hace a Dios.

 

Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado mucho,

Jesús se ha hecho ver que estaba estrechado a mí, teniendo mi corazón entre

sus manos, y mirándome fijamente me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando un alma me ha dado su voluntad, no es dueña de hacer

más lo que le place, de otra manera no sería verdadera donación. Mientras

que la verdadera donación es tener sacrificada continuamente la propia

voluntad a Aquel que le fue donada, y esto es un martirio de atención

continua que el alma hace a Dios. ¿Qué dirías tú de un mártir que hoy se

ofrece a sufrir cualquier tipo de penas, y mañana se retira? Dirías que no

tenía verdadera disposición al martirio, y que un día u otro terminará por

renegar de la fe. Lo mismo digo Yo al alma que no me deja hacer de su

voluntad lo que me place, y ahora me la da y luego me la quita, y le digo:

‘Hija, no estás dispuesta a sacrificarte y martirizarte por Mí, porque el

verdadero martirio consiste en la continuación, podrás decirte resignada,

uniformada, pero no mártir, y un día u otro podrás terminarla retirándote de

Mí, haciendo un juego de niños de todo.’ Por eso está atenta y dame la

plena libertad de hacer contigo según el modo que más me plazca.”

 

                                

Septiembre 26, 1904

 

Todas las penas que Jesús sufrió en su Pasión fueron triples.

Esto no fue casual, sino que todo fue para restituir completa

la gloria debida al Padre, la reparación que le debían las

criaturas, y el bien que merecían las mismas criaturas.

 

Encontrándome en mi habitual estado, oía una voz que me decía: “Hay

una luz que cualquiera que se acerque a ella puede encender cuantas

lámparas quiera, y estas lámparas sirven para hacer corona de honor a la luz,

y dar luz a quien las enciende.” Yo decía para mí: “Qué bella luz es ésta,

que tiene tanta luz y tanta potencia, que mientras da a los demás cuanta luz

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

quieren, ella siempre queda lo que es, sin empobrecer en luz; ¿pero quién

será aquél que la tiene?” Mientras esto pensaba, he oído que me decían:

 

“La luz es la Gracia y la tiene Dios, y el acercarse significa la buena

voluntad del alma de hacer el bien, porque cuantos bienes se quieren tomar

de la Gracia, se toman, y las lámparas que se forman son las diversas

virtudes, que mientras dan gloria a Dios dan luz al alma.”

 

Después de esto, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho; y esto

porque estaba pensando que Nuestro Señor no sólo una vez, sino por tres

veces se hizo coronar de espinas, y cómo aquellas espinas quedaban rotas

dentro de la cabeza, y al clavarla de nuevo, más adentro entraban las que ya

estaban, y decía: “Dulce amor mío, ¿y por qué por tres veces quisiste sufrir

tan doloroso martirio? ¿No bastaba una vez para pagar tantos malos

pensamientos nuestros?” Así que me ha dicho:

 

“Hija mía, no sólo la coronación de espinas fue triple, sino casi todas las

penas que sufrí en mi Pasión fueron triples. Triples fueron las tres horas de

la agonía del huerto; triple fue la flagelación, flagelándome con tres

diferentes flagelos; tres veces me desnudaron; por tres veces fui condenado a

muerte: de noche, de madrugada, y en pleno día; tres fueron las caídas bajo

la cruz; tres los clavos; tres veces mi corazón derramó sangre, esto es, en el

huerto por sí mismo; de su propio centro en el acto de la crucifixión cuando

fui estirado sobre la cruz, tanto, que todo mi cuerpo quedó dislocado y mi

corazón se destrozó dentro, y derramó sangre; y después de mi muerte

cuando con una lanza me fue abierto el costado; triples las tres horas de la

agonía sobre la cruz. Si todo se quisiera examinar, ¡oh! cuántas cosas triples

se encontrarían. Esto no fue por casualidad, sino que todo fue por el orden

divino, y para completar la gloria debida al Padre, la reparación que se le

debía por parte de las criaturas, y merecer el bien para las mismas criaturas,

porque el don más grande que la criatura ha recibido de Dios, ha sido el

crearla a su imagen y semejanza y dotarla con tres potencias: inteligencia,

memoria y voluntad, y no hay culpa que cometa la criatura en que estas tres

potencias no concurran, y por eso mancha, estropea la bella imagen divina

que contiene en sí misma, sirviéndose del don para ofender al donador; y Yo

para rehacer de nuevo esta imagen divina en la criatura, y para dar toda

aquella gloria que la criatura le debía a Dios, he concurrido con toda mi

inteligencia, memoria y voluntad, y en modo especial en estas cosas triples

sufridas por Mí, para volver completa tanto la gloria que se debía al Padre,

como el bien que era necesario a las criaturas.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Septiembre 27, 1904

 

Lo que agrada más a Jesús es el sacrificio voluntario.

Las dotes naturales son luz que sirve al hombre para

encaminarlo en el camino del bien.

 

Continuando mi habitual estado, he visto a mi bendito Jesús casi en acto

de castigar a las gentes, y habiéndole rogado que se aplacara me ha dicho:

 

“Hija mía, la ingratitud humana es horrenda; no sólo los sacramentos, la

gracia, las luces, las ayudas que doy al hombre, sino también las mismas

dotes naturales que le he dado, todas son luces que sirven para encaminarlo

en el camino del bien, y por lo tanto para encontrar la propia felicidad, y el

hombre convirtiendo todo esto en tinieblas, busca allí la propia ruina, y

mientras allí busca la ruina dice que busca mi propio bien; ésta es la

condición del hombre, ¿se puede dar ceguera e ingratitud más grande que

ésta? Hija, mi único consuelo y gusto que me puede dar la criatura en estos

tiempos, es el sacrificarse voluntariamente por Mí, porque habiendo sido mi

sacrificio todo voluntario por ellos, donde encuentro la voluntad de

sacrificarse por Mí, me siento como recompensado por lo que hice por ellos.

Por eso, si quieres aliviarme y darme gusto, sacrifícate voluntariamente por

Mí.”

 

                                

Septiembre 28, 1904

 

Reprimirse a sí mismo vale más que adquirir un reino.

 

Esta mañana, no habiendo venido el dulcísimo Jesús me la he pasado muy

mal, y no hacía otra cosa que reprimirme y forzarme a mí misma, y decía

entre mí: “¿Qué más voy a hacer? ¿Para qué me sirve este reprimirme

continuamente a mí misma?” Y mientras esto pensaba, como un relámpago

ha venido y me ha dicho:

 

“Vale más reprimirse a sí mismo que adquirir un reino.”

 

Y ha desaparecido.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Octubre 17, 1904

 

Para encontrar la Divinidad, se debe obrar

unido con la Humanidad de Cristo,

con su misma Voluntad.

 

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, es necesario obrar a través del velo de la Humanidad de Cristo

para encontrar la Divinidad, es decir, obrar unido con su Humanidad, con la

misma Voluntad de Cristo, como si la suya y la de la criatura fuese una sola,

para agradarlo sólo a Él, obrando con sus mismos modos, dirigiendo todo a

Cristo, llamándolo junto a ella en todo lo que hacemos, como si Él mismo

debiera hacer sus mismas acciones; haciendo así, el alma se encuentra en

continuo contacto con Dios, porque la Humanidad a Cristo no le era otra

cosa que una especie de velo que cubría la Divinidad; entonces, obrando en

medio a estos velos ya se encuentra con Dios. Y aquél que no quiere obrar

por medio de su Humanidad Santísima y quiere encontrar a Cristo, es como

aquel que quiere encontrar el fruto sin encontrar la cáscara; ¡esto es

imposible!”

 

                                

Octubre 20, 1904

 

Ve sacerdotes que se muerden entre ellos.

 

Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, en medio de una calle

donde estaban muchos perritos que se mordían unos a otros, y al principio de

esta calle un religioso que los veía morderse, los oía y se impresionaba,

porque veía naturalmente, y los perritos le decían sin profundizar y analizar

bien las cosas y sin una luz sobrenatural, que les hiciera conocer la verdad.

Mientras esto veía he oído una voz que decía:

 

“Todos estos son sacerdotes que se muerden entre ellos.”

 

Y aquel religioso que viendo a los sacerdotes morderse entre ellos, parecía

que fuera el visitador que los dejaba sin la asistencia Divina.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Octubre 25, 1904

 

Verbo significa manifestación, comunicación, unión divina

a lo humano. Si el Verbo no hubiera tomado carne, no habría

medio para poder unir a Dios y al hombre.

 

 

Continuando mi habitual estado, después de haber esperado mucho ha

venido, y apenas lo he visto le he dicho: “El Verbo se hizo carne y habitó

entre nosotros.” Y el bendito Jesús ha agregado:

 

“El Verbo tomó carne, pero no quedó carne, quedó lo que era, y así como

Verbo significa palabra y no hay cosa que más influya que la palabra, así el

Verbo significa manifestación, comunicación, unión divina a lo humano.

Así que si el Verbo no hubiera tomado carne, no habría medio cómo poder

unir juntos a Dios y al hombre.”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

                                

Octubre 27, 1904

 

Luisa queda sin sufrir para hacer un poco de vacío

a la Justicia, y así pueda castigar a la gente.

 

Encontrándome en mi habitual estado me la he pasado muy agitada, no

sólo por la casi total privación de mi único y solo bien, sino también porque

encontrándome fuera de mí misma veía que los hombres se debían matar

como tantos perros, veía como Italia será comprometida en guerra con otras

naciones, veía a tantos soldados que partían en turbas y turbas, y que

habiendo sido matados éstos, llamaban a otros. Quién puede decir cómo me

sentía oprimida, mucho más que me sentía casi sin sufrimientos. Entonces

me estaba lamentando diciendo entre mí: “¿Qué provecho tiene el vivir?

Jesús no viene, el sufrir me falta, mis más amados e inseparables

compañeros, Jesús y el dolor me han dejado, no obstante yo vivo; yo creía

que sin el uno y el otro no habría podido vivir, tan inseparables eran de mí,

sin embargo vivo aún. ¡Oh Dios! qué cambio, qué punto tan doloroso, qué

desgarro indecible, qué crueldad inaudita, a otras almas las has dejado

privadas de Ti, pero jamás sin el dolor, a nadie has hecho esta afrenta tan

ignominiosa, sólo a mí, sólo para mí estaba preparado este desaire tan

terrible, sólo yo merecía este castigo tan insoportable. Pero justo castigo por

mis pecados, es más, merecía algo peor.” Mientras estaba en esto, como un

relámpago ha venido diciéndome con imponencia:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

¿Qué tienes que hablas así? Te basta mi Voluntad para todo; sería castigo

si te pusiera fuera del ambiente divino y te hiciera faltar el alimento de mi

Voluntad, el cual quiero que sobre todo lo tengas en cuenta y estima.

Además es necesario que por algún tiempo te falte el sufrir para hacer un

poco de vacío a la Justicia, y así poder castigar a las gentes.”

 

                                

Octubre 29, 1904

 

La cadena de gracias está unida a las obras perseverantes.

 

Todos los males están encerrados en la no perseverancia.

 

Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el bendito Jesús

me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando el alma se dispone a hacer un bien, aunque fuera decir

una “Ave María”, la Gracia concurre a hacer junto con ella dicho bien; pero

si el alma no es perseverante en hacer este bien, se ve con claridad que no

estima y no valora este don recibido, y hace burla de la misma Gracia.

Cuántos males están encerrados en este modo de obrar: ‘Hoy sí y mañana

no; me agrada y lo hago; para hacer este bien se requiere un sacrificio, no

quiero hacerlo’. Sucede como a aquél que habiendo recibido un don de un

señor, hoy se lo recibe, mañana lo rechaza; aquel señor por su bondad lo

manda de nuevo, y aquél después de haberlo tenido por algún tiempo,

cansado de tener consigo aquel don, nuevamente lo rechaza. Ahora, ¿qué

dirá aquel señor? Se ve que no estima mi don, si empobrece o muere, no

quiero tener más que ver con él. Todo, todo está unido al modo de obrar con

perseverancia, la cadena de mis gracias está entretejida a las obras

perseverantes, así que si el alma se da sus escapadas rompe esta cadena, ¿y

quién le asegura que la unirá de nuevo? Mis designios se cumplen

solamente en quien une sus obras a la perseverancia. La perfección, la

santidad, todo, todo va unido con ella, así que si el alma es intermitente,

siendo una especie de fiebre intermitente, el no obrar con perseverancia

manda al vacío los designios divinos, pierde su perfección, y frustra su

santidad.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Noviembre 13, 1904

 

La criatura no habría sido jamás digna

del amor divino sin el libre albedrío.

 

Continuando en mi habitual estado, mis amarguras van siempre

aumentando por las privaciones y silencio de mi santísimo y único Bien.

Todo es, en sus visitas, sombra y relámpago, y huye. Me siento oprimida y

tonta, no comprendo más nada, porque Aquél que contiene la luz está lejano

de mí, y pasa como con un relámpago, que mientras estalla aclara, pero

después se hace más oscuro que antes; mi única herencia que me ha quedado

es el Querer Divino. Entonces, después de haber esperado mucho y sentir

que no podía seguir adelante, por breves instantes ha venido y me ha dicho:

 

“Hija mía, mi Humanidad, siendo Hombre y Dios, veía presentes todos

los pecados, los castigos, las almas perdidas; habría querido aferrar en un

solo punto todo esto y destruir pecados, castigos y salvar a las almas, así que

habría querido sufrir no un día de Pasión, sino todos los días para poder

contener todo en Sí estas penas, y ahorrarlas a las pobres criaturas. Con todo

esto que habría querido, y podido, habría podido destruir el libre albedrío de

las criaturas y habría destruido este cúmulo de males, ¿pero qué sería del

hombre sin méritos propios? ¿Sin su voluntad al obrar el bien? ¿Qué papel

haría él? ¿Sería objeto digno de mi Sabiduría creadora? No, ciertamente.

¡Oh! ¿no habría sido como un hijo en una familia extraña, que no habiendo

trabajado junto con los hijos propios no tiene ningún derecho y alguna

herencia? Y por este motivo, si come, si bebe, está siempre lleno de rubor,

porque sabe que no ha hecho ningún acto propicio para atestiguar su amor

hacia aquel padre; entonces por eso jamás puede ser digno del amor de aquel

padre hacia él, así que la criatura no habría sido jamás digna del Amor

Divino sin el libre albedrío. Por otra parte, mi Humanidad no debía infringir

mi Sabiduría creadora, la debía adorar como la adoró y se resignó a recibir

los vacíos de la Justicia en la Humanidad, pero no en la Divinidad, porque

estos vacíos de la Justicia divina son llenados con castigos en esta vida, en el

infierno y en el purgatorio. Entonces, si mi Humanidad se resignó a todo

esto, ¿tal vez quisieras tú superarme y no recibir ningún vacío de sufrir sobre

ti, para no hacerme castigar a la gente? Hija, unifícate conmigo y estate en

paz.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Noviembre 17, 1904

 

Nosotros podemos ser alimento para Jesús.

 

Habiendo recibido la comunión, estaba pensando en la bondad de Nuestro

Señor al darse en alimento a una tan pobre criatura, la cual soy yo, y en

cómo podría corresponder a un favor tan grande. Mientras esto pensaba, el

bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, así como Yo me hago alimento de la criatura, así la criatura

puede hacerse mi alimento, convirtiendo todo su interior para mi alimento,

de modo que pensamientos, afectos, deseos, inclinaciones, latidos, suspiros,

amor, todo, todo deberían dirigir hacia Mí, y Yo viendo el verdadero fruto

de mi alimento, el cual es divinizar al alma y convertir todo en Mí, me

vendría a alimentar del alma, esto es, de sus pensamientos, de su amor y de

todo el resto suyo. Así el alma me podría decir: Así como Tú has llegado a

hacerte mi alimento y darme todo, también yo me he hecho alimento tuyo,

no queda otra cosa que darte, porque todo lo que soy, todo es tuyo.”

 

Mientras estaba en esto comprendía la ingratitud enorme de las criaturas,

porque mientras Jesús se dignaba llegar a tal exceso de amor de hacerse

nuestro alimento, después nosotros le negamos su alimento y lo hacemos

quedarse en ayunas.”

 

                                

Noviembre 18, 1904

 

El Cielo de Jesús sobre la tierra son las

almas que dan habitación a su Divinidad.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable

Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, mi cielo cuando vine a la tierra fue mi Humanidad; y así como

en el cielo se ven la multitud de las estrellas, el sol, la luna, los planetas, la

amplitud, todo puesto en bello orden, y éste es imagen del cielo que existe

por encima, donde todo está ordenado; así mi Humanidad, siendo mi cielo,

debía traslucir fuera el orden de la Divinidad que habitaba dentro, es decir:

Las virtudes, la potencia, la gracia, la sabiduría y lo demás. Ahora, cuando

el cielo de mi Humanidad, después de la Resurrección ascendió al Cielo

empíreo, mi cielo sobre la tierra debía continuar existiendo, y éste son las

almas que dan la habitación a mi Divinidad, y Yo habitando en ellas formo

mi cielo y también hago traslucir fuera el orden de las virtudes que están

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

dentro. ¡Oh, qué honor es para la criatura el prestar el cielo al Creador!

Pero ¡oh, cuántos me lo niegan! Y tú, ¿no quisieras ser mi cielo? Dime qué

quieres.”

 

Y yo: “Señor, no quiero otra cosa que ser reconocida en tu sangre, en tus

llagas, en tu Humanidad, en tus virtudes, sólo en esto quisiera ser

reconocida, para ser tu cielo y ser desconocida por todos.” Parecía que

aprobaba mi propuesta y ha desaparecido.

 

                                

Noviembre 24, 1904

 

Para dar y para recibir se

requiere la unión de quereres.

 

Estando toda afligida y oprimida, y viendo al buen Jesús que chorreaba

sangre he dicho: “Señor bendito, y a mí ¿no quieres darme al menos una

gota de sangre para remedio de todos mis males? Y Él me ha dicho:

 

“Hija mía, para dar se requiere la voluntad de quien debe dar, y la

voluntad de quien debe recibir, de otra manera si una persona quiere dar y la

otra no quiere recibir, a pesar de que la primera quiera dar, no puede dar, y

viceversa, si la primera no quiere dar, la otra no puede recibir, se requiere la

unión de los quereres. ¡Ah! cuántas veces mi gracia es sofocada, mi sangre

rechazada y pisoteada.”

 

Y mientras esto decía, veía que en la sangre del dulce Jesús se movían

todas las gentes, y muchos se salían de ella, no queriendo estar dentro de

aquella sangre donde estaban contenidos todos nuestros bienes, y cualquier

remedio a nuestros males.

 

                                

Noviembre 29, 1904

 

La Divinidad de Jesús en su Humanidad descendió

en el abismo más profundo de todas las humillaciones

humanas, y divinizó y santificó todos los actos humanos.

 

 

Esta mañana estaba ofreciendo todas las acciones de la Humanidad de

Nuestro Señor para reparar todas nuestras acciones humanas hechas, o

indiferentes sin un fin sobrenatural, o bien pecaminosas, para impetrar que

todas las criaturas hagan sus acciones con la intención y unión de las

acciones de Jesús bendito, y para llenar el vacío de la gloria que la criatura

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

debiera dar a Dios si esto hiciera. Mientras esto hacía, mi adorable Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, mi Divinidad en mi Humanidad descendió en el abismo más

profundo de todas las humillaciones humanas, tanto que no hubo ningún

acto humano, por cuan bajo y pequeño, que Yo no divinizara y santificara.

Y esto para restituir al hombre redoblada soberanía, la perdida en la

Creación, y la que le adquirí en la Redención. Pero el hombre siempre

ingrato y enemigo de sí mismo, ama el ser esclavo en vez de soberano,

mientras que podía con un medio tan fácil, esto es con la intención de unir

sus acciones a las mías, volver sus acciones merecedoras del mérito divino,

de ellas hace un desperdicio y pierde la divisa de rey y la soberanía de sí

mismo.”

 

Dicho esto ha desaparecido y me he encontrado en mí misma.

 

                                

Diciembre 3, 1904

 

Dos preguntas para conocer si es Dios

 

o el demonio quien obra en Luisa.

Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma,

arrojada en la tierra, de cara al sol, sus rayos me penetraban dentro y fuera

haciéndome quedar como extasiada. Después de mucho tiempo,

habiéndome cansado de aquella posición, me arrastraba por tierra porque no

tenía fuerza para levantarme y caminar; luego de mucho esperar ha venido

una virgen, que tomándome por la mano me ha conducido dentro de una

habitación, sobre una camita, donde estaba el niño Jesús que plácidamente

dormía. Yo, contenta por haberlo encontrado me he acercado a Él, pero sin

despertarlo. Después de algún tiempo, habiéndose despertado se ha puesto a

pasear sobre el lecho, y temiendo que desapareciera he dicho: “Querido de

mi corazón, Tú sabes que eres mi vida, ¡ah! no me dejes.”

 

Y Él: “Establezcamos cuántas veces debo venir.”

 

Y yo: “Único bien mío, ¿qué dices? La vida es necesaria siempre, por

eso siempre, siempre.” Mientras estaba en esto han venido dos sacerdotes, y

el niño se ha puesto en los brazos de uno de ellos ordenándome que yo

platicara con el otro, éste quería cuentas de mis escritos, y uno por uno los

estaba revisando, entonces yo, temiendo, le he dicho: “Quién sabe cuántos

errores tienen.”

 

Y él con una seriedad afable ha dicho: “Qué, ¿errores contra la ley

cristiana?”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y yo: “No, errores de gramática.”

 

Y él: “Eso no importa.”

 

Y yo tomando confianza he agregado: “Temo que todo sea ilusión.”

 

Y él, mirándome a la cara ha dicho: “¿Crees que tengo necesidad de

revisar tus escritos para saber si eres ilusa o no? Yo con dos preguntas que

te haga conoceré si es Dios o el demonio quien obra en ti. Primero, ¿crees tú

que todas las gracias que Dios te ha hecho tú te las has merecido, o bien, han

sido don y gracia de Dios?”

 

Y yo: “Todo por gracia de Dios.”

 

“Segundo, ¿crees tú que en todas las gracias que el Señor te ha hecho, tu

buena voluntad ha precedido a la Gracia, o la Gracia te ha precedido a ti?”

 

Y yo: “Cierto, la Gracia me ha precedido siempre.”

 

Y él: “Estas respuestas me hacen saber que tú no eres ilusa.”

 

En ese momento me he encontrado en mí misma.

 

                                

Diciembre 4, 1904

 

Es más fácil combatir con Dios que con la obediencia.

 

Estando muy agitada y con el temor de que el bendito Jesús no me quería

más en este estado, sentía una fuerza interna para salir, y tanta era la fuerza

que sentía, que no pudiendo contenerla iba repitiendo: “Me siento cansada,

no puedo más.” Y en mi interior oía decirme: “También Yo me siento

cansado, no puedo más, algún día es necesario que quedes suspendida del

todo del estado de víctima, para hacerlos tomar la decisión de las guerras, y

después te haré caer de nuevo, y cuando se hagan las guerras se pensará qué

se hará de ti.” Yo no sabía qué hacer, la obediencia no quería, y combatir

con la obediencia es lo mismo que superar un monte que llena la tierra y toca

el cielo y no hay camino para poder caminar, por lo tanto es inaccesible. Yo

creo, no sé si sea una locura, que es más fácil combatir con Dios que con

esta terrible virtud. Entonces, agitada como estaba me he encontrado fuera

de mí misma ante un crucifijo y decía: “Señor, no puedo más, mi naturaleza

desfallece, me falta la fuerza necesaria para continuar el estado de víctima, si

quieres que continúe dame la fuerza, de otra manera yo me retiro.” Mientras

esto decía, aquel crucifijo hacía brotar una fuente de sangre hacia el Cielo,

que volviendo a caer a la tierra se convertía en fuego. Y algunas vírgenes

decían: Por Francia, Italia, Austria e Inglaterra, y nombraban otras naciones

que yo no he entendido bien. Hay gravísimas guerras preparadas, civiles y

de gobiernos. Yo al oír esto me he asustado mucho y me he encontrado en

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

mí misma, y no sabía yo misma decidir a quién debía seguir, o a la fuerza

interna que me impulsaba a levantarme, o a la fuerza de la obediencia que

me impulsaba a quedarme, porque ambas son fuertes y potentes sobre mi

débil y pobre corazón. Hasta ahora parece que prevalece la obediencia, si

bien trabajosamente, y no sé dónde iré a terminar.

 

                                

Diciembre 6, 1904

 

El principio de la bienaventuranza

eterna es el perder todo gusto propio.

 

Continuaba esperando, y en cuanto ha venido el bendito Jesús yo me veía

desnuda, despojada de todo; tal vez alma más miserable no se puede

encontrar, tan extrema es mi miseria. ¡Qué cambio tan funesto! Si el Señor

no hace un nuevo milagro de su omnipotencia para hacerme resurgir de este

estado, seguro me moriré de miseria. Entonces el bendito Jesús me ha

dicho:

 

“Hija mía, ánimo, el principio de la bienaventuranza eterna es el perder

todo gusto propio, porque según el alma va perdiendo los propios gustos, así

los gustos divinos toman posesión en ella, y el alma habiéndose deshecho y

perdido a sí misma, no se reconoce más a sí misma, no encuentra más nada

suyo, ni siquiera las cosas espirituales; y Dios viendo al alma que no tiene

más nada de lo suyo, la llena de todo Sí mismo y la llena de todas las

felicidades divinas, y entonces el alma puede decirse verdaderamente

bienaventurada, porque mientras tenía alguna cosa propia no podía estar

exenta de amarguras y temores, ni Dios podía comunicarle la propia

felicidad. Cada alma que entra en el puerto de la bienaventuranza eterna, no

puede estar exenta de este punto, doloroso, sí, pero necesario, ni puede hacer

menos. Generalmente lo hacen en el punto de la muerte, y el purgatorio les

da la última mano, por eso si se pregunta a las criaturas qué cosa es gusto de

Dios, qué significa bienaventuranza divina, son cosas hasta entonces

desconocidas, y no saben articular palabra. Pero a mis almas queridas, no

quiero, habiéndose dado todas a Mí, que su bienaventuranza tenga principio

allá en el Cielo, sino que tenga principio acá en la tierra, y no sólo quiero

llenarlas de la felicidad, de la gloria del Cielo, sino que quiero llenarlas de

los bienes, de los sufrimientos, de las virtudes que tuvo mi Humanidad en la

tierra, por eso las despojo no sólo de los gustos materiales, que el alma llega

a considerar como estiércol, sino también de los gustos espirituales, para

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

llenarlas todas de mis bienes y darles el principio de la verdadera

bienaventuranza.”

 

                                

Diciembre 22, 1904

 

Por cuanto más el alma está vacía y es humilde,

tanto más la luz divina la llena y le comunica

sus gracias y perfecciones.

 

Encontrándome en mi habitual estado, veía al niño Jesús con un puño de

luz en la mano, y de los dedos le corrían los rayos fuera. Yo he quedadoadmirada y Él me ha dicho:

 

“Hija mía, la perfección es luz, y quien dice querer alcanzarla no hace otra

cosa que como quien quisiera tomar en un puño un cuerpo de luz, que

mientras hace por tomarlo, la misma luz se le escapa por entre los dedos,

sólo que la mano queda sumergida en la misma luz. Ahora, la luz es Dios, y

sólo Dios es perfecto, y el alma que quiere ser perfecta no hace otra cosa que

aferrar las sombras, las gotitas de Dios, y a veces no hace otra cosa que vivir

sólo en la luz, esto es, en la Verdad. Y así como la luz, por cuanto más

vacío encuentra y cuanto más profundo es el lugar, tanto más adentro se

introduce, y así más espacio toma, así la luz divina, cuanto más vacía y

humilde es el alma, tanto más la luz la llena y le comunica sus gracias y

perfecciones.”

 

                                

Diciembre 29, 1904

 

La debilidad humana es falta de vigilancia y de atención.

 

Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en los

acontecimientos más humillantes que sufrió Nuestro Señor, y en mí misma

sentía horror, pero después decía entre mí: “Señor, perdona a aquellos que

te renuevan estos momentos dolorosos, porque es la mucha debilidad que el

hombre contiene.” Mientras estaba en esto, el bendito Jesús, en cuanto ha

venido me ha dicho:

 

“Hija mía, lo que se dice debilidad humana, las más de las veces es falta

de vigilancia y de atención de quien es cabeza, es decir: padres y superiores,

porque la criatura cuando es vigilada y observada, y no se da la libertad que

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

quiere, la debilidad no teniendo su alimento (el secundar la debilidad es

alimento para empeorar en la debilidad) por sí misma se destruye.”

 

Después ha continuado: “¡Ah! hija mía, así como la virtud impregna al

alma de luz, de belleza, de gracia, de amor, como una esponja seca se

impregna de agua, así el pecado, las debilidades secundadas impregnan al

alma de tinieblas y fealdad y hasta de odio contra Dios, como una esponja se

impregna de fango.”

 

                                

Enero 21, 1905

 

Quien deshonra la obediencia, deshonra a Dios.

 

Habiendo expuesto ciertas dudas al confesor, mi mente no se aquietaba

con lo que me decía, entonces habiendo venido el bendito Jesús me ha

dicho:

 

“Hija mía, quien razona sobre la obediencia, el sólo razonar viene a

deshonrarla, y quien deshonra la obediencia deshonra a Dios.”

 

                                

Enero 28, 1905

 

La cruz es semilla de virtudes.

 

Estando sufriendo más de lo acostumbrado, en cuanto ha venido mi

adorable Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la cruz es semilla de virtud, y así como quien siembra, cosecha

por diez, veinte, treinta, e incluso por cien, así la cruz, siendo semilla

multiplica las virtudes, las perfecciona, las embellece de maravilla; así que

cuantas más cruces se acumulan en torno a ti, tantas semillas de virtudes se

arrojan en tu alma. Por eso en vez de afligirte cuando te llegue una nueva

cruz, deberías alegrarte pensando en hacer adquisición de otra semilla para

poderte enriquecer y también completar tu corona.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Febrero 8, 1905

 

Características de los hijos de Dios: Amor a

la cruz, amor a la gloria de Dios, y amor a

la gloria de la Iglesia.

 

Continuando mi pobre estado de privaciones y de amargura indecible, a lo

más se hace ver en silencio, y esta mañana me ha dicho:

 

“Hija mía, las características de mis hijos son: Amor a la cruz, amor a la

gloria de Dios, y amor a la gloria de la Iglesia, hasta exponer la propia vida.

Quien no tiene estas tres características, en vano se dice mi hijo; quien se

atreve a decirlo es un embustero y traidor, que traiciona a Dios y a sí mismo.

Mira un poco en ti si las tienes.” Y ha desaparecido.

 

                                

Febrero 10, 1905

 

Cuáles son los contentos del alma.

 

Encontrándome en mi habitual estado, sentía un descontento de mí

misma, y habiendo venido el bendito Jesús me he sentido entrar en tal

contento, que he dicho: “¡Ah! Señor, sólo Tú eres el verdadero contento.”

 

“Y Él ha continuado: “Y Yo te digo que el primer contento del alma es

sólo Dios; el segundo contento es cuando el alma dentro de sí, y fuera de sí,

no mira otra cosa que a Dios; el tercero es cuando el alma encontrándose en

este ambiente divino, ningún objeto creado, ni criaturas, ni riquezas, rompen

la imagen divina en su mente, porque la mente se alimenta de lo que piensa,

y mirando sólo a Dios, de las cosas de acá abajo ve sólo aquellas que quiere

Dios, no preocupándose de todo lo demás, y así se queda siempre en Dios; el

cuarto contento es el sufrir por Dios, porque el alma y Dios, ora por

mantener la conversación, ora por estrecharse más íntimamente, ora por

declararse el Uno a la otra lo mucho que se quieren, Dios la llama y el alma

responde, Dios se acerca y el alma lo abraza, Dios le da el sufrir y el alma

voluntariamente sufre, es más, desea sufrir más por amor suyo, para poderle

decir: “¿Ves cómo te amo?” Y este es el mayor de todos los contentos.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Febrero 24, 1905

 

Habla sobre la humildad.

 

Esta mañana, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la humildad es una flor sin espinas, se puede tomar en la mano,

se puede estrechar, se puede poner donde se quiera, sin temor de recibir

molestia o picarse. Así es el alma humilde, se puede decir que no tiene las

pinchaduras de los defectos, y como es sin pinchaduras se puede hacer lo

que se quiera, y no teniendo espinas, naturalmente no pica ni da molestias a

los otros, porque las espinas las da quien las tiene, pero quien no las tiene,

¿cómo puede darlas?

 

Y no sólo esto, sino que la humildad es una flor que fortifica y aclara la

vista, y con su claridad se sabe estar lejano de las mismas espinas.”

 

                                

Marzo 2, 1905

 

Jesús le da la llave de su Voluntad.

 

Continuando mi habitual estado, estando fuera de mí misma me he

encontrado en la mano una llave; y si bien recorría un camino largo y de vez

en cuando me distraía, apenas pensaba en la llave me la encontraba siempre

en la mano. Ahora, veía que esta llave servía para abrir un palacio, y dentro

estaba el niño Jesús que dormía, yo todo lo veía de lejos, y tenía toda la

premura, la prisa para ir a abrir, temiendo que se despertara, que llorara, y

que yo no me encontrara a su lado. Por eso me apuraba, pero cuando estuve

ahí para subir, me he encontrado en mí misma, por eso he quedado

pensativa. Después, habiendo venido el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la llave que te encontrabas siempre en la mano es la llave de mi

Voluntad, que Yo he puesto en tus manos, y quien tiene en la mano un

objeto, puede hacer con él lo que quiere.”

 

                                

Marzo 5, 1905

 

Habla de la cruz.

 

Estando sufriendo un poco más de lo acostumbrado, por poco tiempo ha

venido el bendito Jesús y me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija mía, la cruz es sostén de los débiles, es fortaleza de los fuertes, es

germen y custodia de la virginidad.”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

                                

Marzo 20, 1905

 

El verdadero amor y las verdaderas

virtudes, deben tener su principio en Dios.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, el amor que no tiene el principio en Dios no puede decirse

amor verdadero, y las mismas virtudes que no tienen principio en Dios, son

virtudes falsificadas, porque todo lo que no tiene principio en Dios no puede

decirse ni amor, ni virtud, más bien, luz aparente que termina por convertirse

en tinieblas.”

 

Después ha agregado:

 

“Como por ejemplo: Un confesor trabaja, se sacrifica tanto por un alma,

esto es cosa santa, aparentemente llega al heroísmo; sin embargo, si esto lo

hace porque ha obtenido, o espera obtener alguna cosa, el principio de su

sacrificio no está en Dios, sino en sí mismo y por sí mismo, por lo tanto no

puede decirse virtud.”

 

                                

Marzo 23, 1905

 

Gloria y complacencia de Jesús.

 

Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el

bendito Jesús y yo le he dicho: “Señor, ¿es tu gloria mi estado?”

 

Y Él: “Hija mía, toda mi gloria y toda mi complacencia, es que te quiero

toda más en Mí.”

 

Después ha agregado: “El todo está en la desconfianza y temor del alma

en sí misma, y en la confianza y firmeza en Dios.”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Marzo 28, 1905

 

Efectos de la turbación. Encuentro

continuo de Jesús con el alma.

 

Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas ha venido el

bendito Jesús, y habiendo yo dicho a un alma turbada: “Piensa en no querer

estar turbada, no sólo por tu bien sino mucho más por amor de Nuestro

Señor, porque el alma turbada no sólo está ella turbada, sino que hace

turbarse a Jesucristo.” Después he dicho entre mí: “Qué disparate he dicho,

Jesús no puede turbarse jamás.” Entonces al venir me ha dicho:

 

“Hija mía, en lugar de un disparate has dicho una verdad, porque en cada

alma formo una Vida Divina, y si el alma está turbada, esta Vida Divina que

Yo voy formando queda también turbada; y no sólo esto, sino que jamás

llega a cumplirse perfectamente.”

 

Y como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he continuado mi

acostumbrado trabajo interior sobre la Pasión, y habiendo llegado a aquel

momento del encuentro de Jesús y María en el camino a la cruz, de nuevo se

ha hecho ver y me ha dicho:

 

“Hija mía, también con el alma me encuentro continuamente, y si en el

encuentro que hago con el alma la encuentro en acto de ejercitar las virtudes

y unida conmigo, me recompensa del dolor que sufrí cuando encontré a mi

Madre tan adolorada por mi causa.”

 

                                 

Abril 11, 1905

 

La perseverancia es sello de la vida

eterna, y desarrollo de la Vida Divina.

 

Estando muy afligida por la privación de mi adorable Jesús, estaba

diciendo para mí: “Cómo se ha hecho cruel conmigo, yo misma no sé

entender como su buen corazón puede llegar a hacerlo, y además, si el

perseverar le agrada tanto, ¿cómo es que mi perseverar no conmueve su

buen corazón?” Mientras decía éstos y otros disparates, de improviso ha

venido y me ha dicho:

 

“Cierto que la cosa que más me agrada del alma es la perseverancia,

porque la perseverancia es sello de la vida eterna y desarrollo de la Vida

Divina. Porque así como Dios es siempre antiguo y siempre nuevo e

inmutable, así el alma con la perseverancia, con haberla practicado siempre

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

es antigua, y con la actitud de hacerla es siempre nueva, y cada vez que la

hace se renueva en Dios, quedando en Él inmutable y sin darse cuenta. Y

como con la perseverancia hace adquisición continua de la Vida Divina en sí

 

misma, adquiriendo a Dios sella la vida eterna. ¿Puede haber sello más

seguro que Dios mismo?”

                                

Abril 16, 1905

El sufrir es reinar.

 

Continuando mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver mi

amable Jesús con un clavo dentro del corazón, y acercándose a mi corazón

me lo tocaba con su mismo clavo, yo sentía penas mortales, y después me ha

dicho:

 

“Hija mía, este clavo me lo pone el mundo hasta dentro de mi corazón, y

me da una muerte continua, así que por justicia, como ellos me dan muerte

continua, así permitiré que se den muerte entre ellos, matándose como

perros.”

 

Y mientras esto decía, me hacía oír los gritos de los revoltosos, tanto que

he quedado ensordecida por cuatro o cinco días. Por eso, estando sufriendo

mucho, poco después ha regresado y me ha dicho:

 

“Hoy es el día de las palmas en el cual fui proclamado Rey. Todos deben

aspirar a un reino, y para adquirir el reino eterno es necesario que la criatura

adquiera el régimen de sí misma con el dominio de sus pasiones. El único

medio para esto es el sufrir, porque el sufrir es reinar, esto es, con la

paciencia se pone en orden a sí mismo, haciéndose rey de sí mismo y del

reino eterno.”

 

                                 

Abril 20, 1905

 

La humanidad en estos tiempos se encuentra

como un hueso fuera de lugar. Cómo conocer

si se han dominado las pasiones.

 

Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas ha venido el

bendito Jesús, casi en acto de castigar a las gentes, me ha dicho:

 

“Hija mía, las criaturas me laceran la carne, pisotean mi sangre

continuamente, y Yo permitiré que sus carnes sean laceradas y su sangre

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

derramada. La humanidad en estos tiempos se encuentra como un hueso

fuera de lugar, fuera de su centro, y para ponerlo en su lugar y hacerlo entrar

nuevamente en su centro, es necesario que lo destruya.”

 

Después, calmándose un poco ha continuado: “Hija mía, el alma puede

conocer si ha dominado sus pasiones, si cuando es tocada por las tentaciones

 

o por las personas, no las toma en cuenta, como por ejemplo: Es tentada por

la impureza, si ha dominado esta pasión el alma no hace caso y la misma

naturaleza queda en su puesto; si no la ha dominado, el alma se acongoja, se

aflige, y en su cuerpo siente correr un río purulento. O bien una persona

mortifica, injuria a otra, si ésta ha dominado la pasión de la soberbia se

queda en paz, si no es así siente correr un río de fuego, de desprecio, de

altanería, que la pone toda alterada, porque la pasión cuando existe, al llegar

la ocasión sale, y así de todo lo demás.”

                                

Mayo 2, 1905

 

Tres tipos de resurrección contiene el sufrir.

 

Continuando un poco más de lo acostumbrado mis sufrimientos, mi buen

Jesús al venir me ha dicho:

 

“Hija mía, el sufrir contiene tres tipos de resurrección, esto es: el sufrir

hace resurgir al alma a la gracia; segundo, adentrándose el sufrir reúne las

virtudes y resurge a la santidad; tercero, continuando el sufrir, el sufrir

perfecciona las virtudes, las embellece de esplendor formando una bella

corona, y coronada el alma resurge a la gloria en la tierra y a la gloria en el

Cielo.”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

                                

 

Mayo 5, 1905

 

Efectos de la Gracia.

 

Encontrándome en mi habitual estado, cuando vino el bendito Jesús

parecía que de dentro de su interior salía otra imagen toda igual al Él, sólo

que más pequeña. Yo he quedado maravillada al ver esto y Él me ha dicho:

 

“Hija mía, todo lo que puede salir de dentro de una persona se llama

parto, y este parto se vuelve hijo de quien lo pare. Ahora, esta hija mía es la

Gracia, que saliendo de Mí se comunica a todas las almas que la quieren

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

recibir y las convierte en otros tantos hijos míos, y no sólo eso, sino que todo

lo que puede salir de bien, de virtud de estos segundos hijos, se vuelven

hijos de la Gracia. Ve un poco que larga generación de hijos se forma la

Gracia sólo con que la reciban; pero cuántos la rechazan, y mi hija se regresa

a mi seno, sola y sin prole.”

 

Mientras esto decía, aquella imagen se ha encerrado dentro de mí,

llenándome toda de sí misma.

 

                                

Mayo 9, 1905

 

El alma unida a la Gracia, puede hacer lo

que debe hacer la muerte a la naturaleza.

 

Continuando mi habitual estado, me parecía que mi adorable Jesús salía

de dentro de mi interior y con una voz dulce y afable decía:

 

“¿Y por qué hija mía todo lo que debe hacer la muerte a la naturaleza, no

puede hacerlo anticipadamente el alma unida a la Gracia? Esto es, hacerla

morir anticipadamente, por amor de Dios, a todo lo que deberá morir. Pero

esta bienaventurada muerte llega a hacerla quien solamente hace continua

morada con mi Gracia, porque viviendo con Dios le resulta más fácil morir a

todo lo que es caduco. Y el alma viviendo en Dios y muriendo a todo lo

demás, la misma naturaleza viene a anticipar los privilegios que la deben

enriquecer en la resurrección, es decir, se sentirá espiritualizada, deificada e

incorruptible, además de todos los bienes en que participará el alma

sintiéndose partícipe de todos los privilegios de la Vida Divina, y además de

esto, la diferencia de gloria que estas almas tendrán en el Cielo, serán tan

diferentes de las otras, como es distinto el Cielo de la tierra.”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

                                

Mayo 12, 1905

 

Medio para no perder el amor de Jesús.

 

Encontrándome en mi habitual estado, cuando vino mi bendito Jesús, yo,

sólo al verlo, no sé por qué he dicho:

 

“Señor, sin embargo hay una cosa que lacera mi alma, el pensamiento de

que puedo perder tu amor.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y Él: “Hija mía, ¿quién te lo ha dicho? En todas las cosas mi paterna

bondad ha suministrado los medios para ayudar a la criatura, siempre y

cuando estos medios no sean rechazados. Por tanto, el medio para no perder

mi amor es hacer de él y de todo lo que me concierne, como si fueran cosas

propias; ¿puede perder uno todo lo que es suyo? No, ciertamente, a lo más

si no tiene estima de sus cosas no tendrá cuidado de custodiarlas, pero si no

las estima y no la custodia es señal de que no las ama, por tanto aquel objeto

no contiene más vida de amor y no se puede incluir entre las cosas propias.

Pero mi amor cuando se hace propio, se estima, se custodia, se tiene siempre

a la vista, de modo que no puede perder lo que es suyo, ni en vida ni en

muerte.”

 

                                

Mayo 15, 1905

 

El camino de la virtud es fácil.

 

Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito

Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, dicen que el camino de la virtud es difícil. Falso, es difícil para

quien no camina, porque no conociendo ni las gracias, ni los consuelos que

debe recibir de Dios, ni la facilitación al caminar, le parece difícil, y sin

caminar siente todo el peso del camino. Pero para quien camina le resulta

facilísimo, porque la Gracia que la inunda la fortalece, la belleza de las

virtudes la atrae, el divino esposo de las almas la lleva apoyada en el propio

brazo, acompañándola en el camino, y el alma en vez de sentir el peso, la

dificultad del caminar, quiere apresurar el camino para llegar más rápido al

final del camino y de su propio centro.”

 

                                

Mayo 18, 1905

 

El amor merece la preferencia sobre todo.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, el temor quita la vida al amor; y no sólo esto, sino que también

las mismas virtudes que no tienen principio en el amor, disminuyen la vida

del amor en el alma; mientras en todas las cosas el amor merece la

preferencia, porque el amor hace fácil todas las cosas; mientras las mismas

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

virtudes que no tienen principio en el amor, son como tantas víctimas que

van a terminar al matadero, es decir, a la destrucción de las mismas

virtudes.”

 

                                

Mayo 20, 1905

 

Modo de sufrir.

 

Esta mañana estaba pensando cuando el bendito Jesús quedó todo

dislocado sobre la cruz, y decía entre mí: “¡Ah! Señor, cuán lleno pudiste

quedar de estos atroces sufrimientos, y cómo tu alma pudo quedar afligida.”

Y mientras tanto, casi como una sombra ha venido y me ha dicho:

 

“Hija mía, Yo no me ocupaba de mis sufrimientos, sino que me ocupaba

de la finalidad de mis penas, y como en mis penas veía cumplida la Voluntad

del Padre, sufría, y en mi mismo sufrir encontraba el más dulce reposo,

porque el hacer la Voluntad Divina contiene este bien, que mientras se sufre

ahí se encuentra el más bello reposo; y si se goza, y este gozar no es querido

por Dios, en el mismo gozar se encuentra el más atroz tormento. Es más,

cuanto más me acercaba al término de las penas anhelando cumplir en todo

la Voluntad de Padre, así me sentía más aligerado y mi reposo se hacía más

bello. ¡Oh! cómo es diverso el modo que tienen las almas, si sufren u obran

no tienen ni la mira en el fruto que pueden recabar, ni el cumplimiento de la

Voluntad Divina, se concentran todas en la cosa que hacen, y no viendo los

bienes que pueden ganar, ni el dulce reposo que lleva la Voluntad de Dios,

viven fastidiadas y atormentadas, y rechazan cuanto más pueden el sufrir y

el obrar, creyendo encontrar reposo y quedan más atormentadas que al

principio.”

 

                                

Mayo 23, 1905

 

Para no sentir turbaciones, el alma debe apoyarse en Dios.

 

Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y sentía una persona

en mis brazos y la cabeza apoyada sobre el hombro, y yo no alcanzaba a ver

quien era, por eso lo he jalado con fuerza diciéndole: “Dime al menos quién

eres.”

 

Y Él: “Yo soy el todo.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y yo al escuchar decir que era el todo, he dicho: “Y yo soy la nada. Mira

Señor cuánta razón tengo en querer que esta nada esté unida con el todo, de

otra manera será como un puño de polvo que el viento esparce.” Mientras

estaba en esto, veía una persona que dudaba y decía: “¿Por qué será que por

cada mínima cosa se siente tanta turbación?” Y yo, por una luz que venía

del bendito Jesús he dicho: “Para no sentir turbaciones el alma debe

fundirse bien en Dios, y toda sí misma tender a Dios como a un solo punto, y

ver las otras cosas con ojo indiferente, pero si hace de otra manera, en cada

cosa que haga, vea o sienta, el alma se sentirá investida de un malestar,

como de una fiebre que vuelve al alma toda apartada, turbada, sin poderse

entender ella misma.

 

                                

Mayo 25, 1905

 

La imagen de Jesús en el alma.

 

Encontrándome en mi habitual estado, veía al bendito Jesús fuera y dentro

de mi interior, si fuera lo veía niño, niño lo veía dentro; si lo veía crucificado

por fuera, lo mismo lo veía dentro. Yo he quedado admirada y Él me ha

dicho:

 

“Hija mía, cuando mi imagen está completamente formada en el interior

del alma, cualquier forma que quiero tomar externamente para volverme a

mirar, ella toma mi misma imagen que he formado en el alma. ¿Qué

maravilla entonces?

 

                                

Mayo 26, 1905

 

Cuando el alma es toda de Jesús,

Él siente su murmullo en su Ser.

 

Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado con el niño Jesús

en brazos y estaba diciéndole: “Querido mío, toda y siempre tuya soy; ¡ah!

no permitas que corra en mí nada, aunque sea una sombra que no sea tuya.”

 

Y Él: “Hija mía, cuando el alma es toda mía, Yo siento un murmullo

continuo de su ser en Mí; este su murmullo continuo me lo siento correr en

mi voz, en mi corazón, en la mente, en las manos, en mis pasos y hasta en mi

sangre. ¡Oh! cómo me es dulce este su murmullo en Mí, y conforme lo

siento voy repitiendo: ‘Todo, todo, todo lo de esta alma es mío, y Yo te

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

amo, te amo mucho.’ Y sello el murmullo de mi amor en ella; entonces, en

cuanto yo siento el suyo, así el alma siente mi murmullo en todo su ser, así

que si el alma en toda sí misma se siente correr mi murmullo, es señal de que

es toda mía.”

 

                                

Mayo 29, 1905

 

Quien reposa en brazos de la obediencia,

recibe todos los colores divinos.

 

Esta mañana al venir el bendito Jesús se ha arrojado en mis brazos, como

si quisiera reposar y me ha dicho:

 

“Como un niño se reposa seguro en los brazos de la madre, así el alma

debe reposar en los brazos de la obediencia, y quien reposa en los brazos de

la obediencia recibe todos los colores divinos, porque con quien

verdaderamente duerme se puede hacer lo que se quiere; así quien

verdaderamente reposa en los brazos de la obediencia, se puede decir queduerme, y Dios puede hacer al alma lo que Él quiere.”

 

                                

Mayo 30, 1905

 

La vida de amor de Jesús.

 

Continuando mi habitual estado, estaba diciendo: “Señor, ¿qué quieres de

mí? Manifiéstame tu Santa Voluntad.”

 

Y Él: “Hija mía, te quiero toda en Mí, a fin de que pueda encontrar todo

en ti. Así como todas las criaturas tuvieron vida en mi Humanidad, y

satisfice por todas, así estando toda en Mí, me harás encontrar a todas las

criaturas en ti, es decir, unida conmigo me harás encontrar en ti la reparación

por todos, la satisfacción, el agradecimiento, la alabanza, y todo lo que las

criaturas están obligadas a darme. El amor, además de la Vida Divina y

humana me suministró la tercera vida, que me hizo germinar todas las vidas

de las criaturas en mi Humanidad, es esta vida de amor, y que mientras me

daba vida me daba muerte continua, me hería y me fortalecía, me humillaba

y me ensalzaba, me amargaba y me endulzaba, me atormentaba y me daba

delicias. ¿Qué cosa no contiene esta vida de amor infatigable y dispuesta a

cualquier cosa? Todo, todo en ella se encuentra, su vida es siempre nueva y

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

eterna. ¡Oh! cómo quisiera encontrar en ti esta vida de amor para tenerte

siempre en Mí, y encontrar todo en ti.”

 

                                

Junio 2, 1905

 

La paciencia es el alimento de la perseverancia.

 

Esta mañana, el bendito Jesús al venir me ha dicho:

 

“Hija mía, la paciencia es el alimento de la perseverancia, porque la

paciencia mantiene en su lugar a las pasiones y corrobora todas las virtudes,

y las virtudes, recibiendo de la paciencia la actitud de la vida continua, no

sienten el cansancio que produce la inconstancia, tan fácil a la criatura. Por

eso el alma no se abate si es mortificada o humillada, porque rápidamente la

paciencia le suministra el alimento necesario, y forma un vínculo más fuerte

y estable de perseverancia. Ni si es consolada y ensalzada se eleva mucho,

porque la paciencia alimentando a la perseverancia, se contiene en la

moderación sin salir de sus límites. Además de esto, así como la paciencia

es alimento, y hasta en tanto una persona se alimenta se puede decir que

tiene vida, no está muerta; así el alma, hasta en tanto que tenga paciencia,

gozará la vida de la perseverancia.”

 

                                

Junio 5, 1905

 

Las cruces son fuentes bautismales.

 

Esta mañana al venir el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, la cruces, las mortificaciones, son otras tantas fuentes

bautismales, y cualquier especie de cruz que está empapada en el

pensamiento de mi Pasión, pierde la mitad de la aspereza y disminuye la

mitad del peso.”

 

Y como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he quedado haciendo

ciertas adoraciones y reparaciones en mi interior, y de nuevo ha regresado y

ha agregado:

 

“Cuál no es mi consuelo al ver rehecho en ti lo que mi Humanidad hizo

tantos siglos antes, porque cualquier cosa que Yo determiné que cada alma

hiciera, fue hecha primero en mi Humanidad, y si el alma me corresponde,

lo que Yo hice por ella lo rehace de nuevo en sí misma, y si no, queda sólo

hecho en Mí mismo, y Yo siento por ello una amargura indecible.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Junio 23, 1905

 

Quien está unido con la Humanidad de Jesús,

se encuentra a la puerta de su Divinidad.

 

Continuando mi habitual estado, estaba pensando en cómo murió

Jesucristo y que Él no podía de ningún modo temer a la muerte, porque

estando tan unido con la Divinidad, más aún, transmutado, ya se encontraba

seguro come uno en su propio palacio, pero para el alma, ¡oh! cómo es

diferente. Mientras éstos y otros desatinos pensaba, el bendito Jesús ha

venido y me ha dicho:

 

“Hija mía, quien se está unido con mi Humanidad ya se encuentra a la

puerta de mi Divinidad, porque mi Humanidad es espejo al alma, del cual se

refleja la Divinidad en ella; quien se encuentra en los reflejos de este espejo,

se entiende que todo su ser es transmutado en amor, porque hija mía, todo lo

que de la criatura sale, aun el movimiento de los ojos, de los labios, el mover

de los pensamientos y todo lo demás, todo debería ser amor y hecho por

amor, porque siendo mi Ser todo amor, donde encuentra amor absorbo todo

en Mí, y el alma habita segura en Mí, como uno en su propio palacio;

entonces, ¿qué temor puede tener el alma al morir de venir a Mí si ya se

encuentra en Mí?”

 

                                

Julio 3, 1905

 

Declaraciones de Jesús sobre el estado de Luisa.

 

Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y

he encontrado a la Reina Mamá con el niño Jesús en brazos, que le estaba

dando su dulcísima leche; yo al ver que el niño chupaba la leche del pecho

de nuestra Madre, despacito lo he quitado del pecho y me he puesto yo a

chupar. Al verme hacer esto, ambos han sonreído de mi astucia, y me han

dejado chupar. Entonces, después de esto, la Reina Madre me ha dicho:

 

“Toma a tu querido y gózalo.”

 

Yo lo he tomado en brazos y mientras, fuera se escuchaban rumores de

armas y Él me ha dicho:

 

“Este gobierno caerá.”

 

Y yo: “¿Cuándo?”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Tocándose la extremidad de la punta del dedo ha continuado: “Otra punta

de dedo”

 

Y yo: “Quién sabe cuánto será esta punta de dedo ante Ti.” Él no me ha

prestado atención, y yo no queriéndolo saber estaba diciendo: “Cómo

quisiera conocer la Voluntad de Dios respecto a mí.”

 

Y Él me ha dicho: “Toma un papel, que Yo mismo te escribiré y

declararé mi Voluntad sobre ti.”

 

Yo no tenía y he ido a buscarlo y se lo he dado, y el niño escribía:

 

“Declaro ante el Cielo y la tierra que es mi Voluntad que la he elegido

víctima; declaro que me ha hecho donación del alma y del cuerpo, y siendo

Yo el absoluto dueño, cuando a Mí me place le participo las penas de mi

Pasión, y Yo en correspondencia le he abierto la puerta de mi Divinidad;

declaro que en este acceso me ruega continuamente cada día por los

pecadores, y toma un flujo continuo de vida en provecho de los mismos

pecadores.”

 

Y ha escrito tantas otras cosas que yo no recuerdo muy bien, por eso las

omito. Yo al oír esto me he sentido toda confundida y he dicho: “Señor,

perdóname si me vuelvo impertinente, esto que has escrito no quería saberlo,

me basta que lo sepas Tú sólo, lo que quería saber es si es Voluntad tuya que

continúe en este estado.” Yo en mi mente continuaba pensando en si es

Voluntad suya que venga el confesor a llamarme a la obediencia, o bien es

mi fantasía el tiempo que pierdo con el confesor, pero no he querido decirlo

temiendo querer saber demasiado, convenciéndome yo misma que si es

Voluntad suya una cosa, será Voluntad suya la otra.” Y el niño Jesús ha

continuado escribiendo:

 

“Declaro que es Voluntad mía que continúes en este estado, que venga a

llamarte a la obediencia el confesor y el tiempo que pierdes con él, y es

Voluntad mía que te sorprenda el temor de no ser Voluntad mía tu estado,

este temor y duda te purifica de todo mínimo defecto.”

 

La Reina Madre y Jesús me han bendecido, le he besado la mano y me he

encontrado en mí misma.

 

                                

Julio 5, 1905

 

La Humanidad de Jesús es música a la Divinidad.

 

Continuando mi habitual estado, estaba haciendo mis acostumbradas

prácticas internas, y el bendito Jesús viniendo me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija mía, mi Humanidad es música a la Divinidad, porque todas mis

acciones formaban tantas teclas, para formar la música más perfecta y

armoniosa para recrear el oído divino; y el alma que se uniforma a mis

mismas acciones internas y externas, continúa la música de mi misma

Humanidad a la Divinidad.”

 

                                

Julio 18, 1905

 

El alma no debe abrir su interior

a los demás, sólo al confesor.

 

Encontrándome en mi habitual estado, apenas ha venido el bendito Jesús

me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando un confesor manifiesta su modo de obrar interno a las

almas, pierde el ímpetu de continuar obrando, y el alma, conociendo el

propósito que el confesor tiene sobre ella, se volverá descuidada y debilitada

en su obrar. Así el alma, si manifiesta su interior a los demás, al descubrir

su secreto evaporará el ímpetu, permaneciendo toda debilitada; y si esto no

ocurre con abrirse al confesor, es porque la fuerza del sacramento mantiene

el vapor y aumenta la fuerza y pone su sello.”

 

                                

Julio 20, 1905

 

Cuando el alma no es fiel a los deseos de Dios,

Dios interrumpe sus designios sobre ella.

 

 

Esta mañana estaba rezando por un sacerdote enfermo, que había sido mi

director, y pensaba entre mí: “¿Si hubiera continuado mi dirección, habría

estado enfermo o no? Y el bendito Jesús al venir me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿quién goza los bienes que hay dentro de una casa?

Ciertamente quien está dentro, y a pesar de que una persona haya estado

primero dentro, es siempre quien está en el presente el que los goza. Como

un patrón, hasta en tanto que un siervo está con él, le paga y le hace gozar de

los bienes que hay en su casa, cuando se va llama a otro, le paga y le

participa de sus bienes. Así hago cuando una cosa es querida por Mí, y es

dejada por uno, la transmito a otro, dándole todo lo que estaba destinado

para el primero; así que si hubiera continuado tu dirección, estando tu estado

de víctima, hubiera gozado de los bienes de tu estado, y unidos a quien

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

actualmente te guía, por eso no estaría enfermo. Y si el guía presente, a

pesar de su santidad, no obtiene el resto que quiere, es porque no hace

plenamente lo que quiero, y a pesar de que goza de los bienes, también

algunos carismas no se los merece.”

 

                                

Julio 22, 1905

 

Dios no mira la obra, sino la

intensidad del amor en el obrar.

 

Estando acongojada por no poder hacer ciertas mortificaciones,

pareciendo que el Señor me aborrecía y por eso no permitía que las hiciera,

el bendito Jesús al venir me ha dicho:

 

“Hija mía, quien verdaderamente me ama no se fastidia jamás de nada, y

busca convertir todas las cosas en amor. ¿Por cuál motivo querías tú

mortificarte? Ciertamente por amor mío, y Yo te digo: ‘Por amor mío

mortifícate, por amor mío toma los consuelos, y el uno y el otro serán ante

Mí de igual peso.’ De acuerdo a la dosis de amor que contiene una acción,

aunque sea indiferente, así se aumenta el peso, porque Yo no miro la obra,

sino la intensidad del amor que el obrar contiene, por eso no quiero ningún

fastidio en ti, sino siempre paz, porque los fastidios, las turbaciones, es

siempre el amor propio que quiere salir a reinar, o el enemigo para hacer

daño.”

 

                                

Agosto 9, 1905

 

Efectos de la paz y de la turbación.

 

Continuando mi habitual estado, me sentía un poco turbada, y el bendito

Jesús al venir me ha dicho:

 

“Hija mía, el alma en paz y que todo su ser tiende a Mí, gotea de su alma

gotas de luz que caen sobre mis vestidos y forman mi adorno; por el

contrario, el alma turbada gotea tinieblas y forman el adorno diabólico. Y

no sólo esto, sino que la turbación impide el camino a la Gracia, y vuelve

inútil a la criatura para obrar el bien.”

 

Después ha agregado: “Si el alma a cada cosa se turba, es señal de que

está llena de sí misma; si a una cosa que le sucede se turba y a otra no, es

señal de que tiene alguna cosa de Dios, pero hay muchas vacíos por llenar; si

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

nada la turba, es señal de que toda está llena de Dios. ¡Oh! cuanto mal hace

la turbación al alma, hasta rechazar a Dios y llenarla toda de sí misma.”

 

                                

Agosto 17, 1905

 

Toda la gloria de un alma, es oír decir que de

todo lo que tiene, nada es suyo, sino todo es de Dios.

 

 

Continuando mi habitual estado veía a la Reina Mamá que decía a nuestro

Señor: “Venga, venga a su jardín a deleitarse.” Pareciendo que me señalaba

a mí. Yo al oír esto me sentía llena de vergüenza y decía entre mí: “Yo no

tengo ni pizca de bien, ¿cómo se podrá deleitar? Mientras esto pensaba el

bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿por qué te ruborizas? Toda la gloria de un alma es oír decir

que todo lo que tiene, nada es suyo, sino que todo es de Dios. Y Yo en

correspondencia le digo que todo lo que es mío es suyo.”

 

Y mientras esto decía, parecía que mi pequeño jardín hecho por Él mismo,

se unía con el suyo grandísimo que tenía en su corazón, y se hacían uno sólo

y nos deleitábamos juntos, y después me he encontrado en mí misma.

 

                                

Agosto 20, 1905

 

La Gracia toma tantas imágenes en torno al alma,

por cuantas son las perfecciones y virtudes divinas.

 

Esta mañana el bendito Jesús al venir me ha dicho:

 

“Hija mía, si el alma en todas sus acciones obra todo por Dios y para

agradar sólo a Dios, la Gracia entra por todas las partes en el alma, como una

casa cuando están abiertos balcones, puertas, ventanas, la luz del sol entra

por todas partes y goza toda la plenitud de la luz, así el alma goza toda la

plenitud de la luz divina. Y esta luz con la correspondencia del alma va

siempre aumentando hasta convertirse toda ella en luz; pero si después hace

diversamente, la luz entra por las fisuras y en el alma todo es tinieblas. Hija

mía, a quien me da todo, doy todo, por lo cual mi Gracia, no siendo el alma

capaz de recibir todo junto mi Ser, toma tantas imágenes en torno al alma

por cuantas son mis perfecciones y virtudes, así que toma la imagen de la

belleza y comunica la luz de la belleza en el alma; la imagen de la sabiduría,

y comunica la luz de la sabiduría; la imagen de la bondad, y comunica la

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

bondad; la imagen de la santidad, de la justicia, de la fuerza, de la potencia,

de la pureza, y le comunica la luz de la santidad de la justicia, fuerza,

potencia y pureza, y así de todo lo demás; así que el alma está adornada no

por un sol, sino por tantos soles por cuantas son mis perfecciones, y estas

imágenes están en torno de cada alma, sólo que para quien está abierta y

corresponde, están todas en actividad, trabajando; para quien no, están como

adormecidas para aquellas almas, así que poco o nada pueden emplear su

actividad.”

 

                                

Agosto 22, 1905

 

Quien divide con Jesús el peso de sus sufrimientos,

esto es, el trabajo de la Redención, viene a participar

de las ganancias del trabajo de la Redención.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable

Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y me participaba sus

sufrimientos. Después me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando dos personas se dividen el peso de un trabajo, juntas

dividen la paga que reciben por aquel trabajo, y tanto uno como otro pueden

hacer bien a quien quieran con aquella paga. Entonces, dividiendo tú

conmigo el peso de mis sufrimientos, esto es el trabajo de mi Redención,

vienes a participar en la ganancia del trabajo de la Redención; y siendo

dividida entre Yo y tú la paga de nuestras penas, Yo puedo hacer bien a

quien quiero, en general y también en modo especial; así tú, eres libre de

hacer bien a quien quieras con la paga que a ti te corresponde. Esta es la

ganancia de quien divide conmigo mis penas, que sólo es concedido al

estado de víctima, y la ganancia de quien le está más cercano, porque

estando cerca, más fácilmente participa de los bienes que uno posee; por eso

hija mía, alégrate cuando más te participo mis penas, porque más grande

será la porción de tu paga.”

 

                                 

Agosto 23, 1905

 

Si el alma hace todo por Dios, permanece extinguida

en la llama del amor divino. El pensar en sí

mismo jamás es virtud, sino siempre vicio.

 

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Continuando mi habitual estado, mi bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, si el alma hace todo por Mí, imita a aquellas pequeñas

mariposas que giran y giran en torno a una llama y quedan extintas en

aquella misma llama. Así el alma, según el perfume de sus acciones, de sus

movimientos y deseos ofrecidos a Mí, así gira en torno a Mí, ahora en torno

a los ojos, ahora al rostro, ahora a las manos, ahora al corazón, según los

diversos ofrecimientos que me va haciendo, y con su continuo girar en torno

a Mí permanece toda extinta en la llama de mi amor, sin tocar las llamas del

purgatorio.”

 

Después ha desaparecido, y habiendo regresado ha agregado:

 

“El pensar en sí mismo, es lo mismo que salir de Dios y regresar a vivir

en sí mismo. Además, el pensar en sí mismo jamás es virtud, sino siempre

vicio, aunque fuera bajo aspecto de bien.”

 

                                

Agosto 25, 1905

 

Las verdaderas virtudes deben tener las

raíces en el corazón de Jesús, y desarrollarse

en el corazón de la criatura.

 

Esta mañana al venir el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, el alma debe vivir en mi corazón, y las mismas virtudes, debe

hacer de modo que las raíces estén en mi corazón y desarrollarlas en su

corazón; de otra manera se pueden tener las virtudes naturales, o bien de

simpatía, las cuales se llaman virtudes a tiempo y circunstancia, y son

mutables; mientras las virtudes que la raíz está fija en mi corazón y

desarrollada en el alma son estables, y se adaptan a todos los tiempos y a

todas las circunstancias, y son iguales para todos. En cambio aquellas otras

no, y sucede que sienten una caridad ilimitada por una persona, o sea, a un

tiempo son todo fuego, hacen verdaderos sacrificios, quisieran poner la vida;

pero se presenta otra, y aunque resulte más necesitada que la primera, en un

momento se cambia la escena, se hacen de hielo, ni siquiera quieren hacer el

sacrificio ni de oír, ni de decir una palabra, están desganadas y la despiden

irritadas, furiosas; ¿es acaso esta caridad aquella que la raíz está fija en mi

corazón? Ciertamente que no, por el contrario, es caridad viciosa, toda

humana y de simpatía, que a un momento parece que florece, y en otro

momento se seca y desaparece. Alguna otra es obediente a una persona,

sumisa, humilde, se hace un harapo, de modo que aquella persona puede

hacer con ella lo que quiera; pero con otra es desobediente, reacia, soberbia;

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

¿es acaso esta obediencia la que sale de mi corazón, que obedece a todos,

hasta a los mismos verdugos? No, ciertamente. Otra es paciente en ciertas

ocasiones, aun en sufrimientos serios, parece un cordero que ni siquiera abre

la boca para lamentarse; pero ante otro sufrimiento, quizá más pequeño,

monta en furia, se irrita, maldice; ¿es tal vez ésta la paciencia que la raíz está

fija en mi corazón? No, ciertamente. Otra, un día es todo fervor, ora

siempre, hasta transgredir los deberes del propio estado; otro día ha recibido

un encuentro un poco desagradable, se siente fría, abandona de hecho la

oración hasta transgredir los deberes de un cristiano, las oraciones de

obligación; ¿es acaso éste mi espíritu de oración, que llegué hasta sudar

sangre, a sentir la agonía de la muerte, y sin embargo no descuidé un solo

momento la oración? Ciertamente que no, y así de todas las otras virtudes.

Sólo las virtudes que están radicadas en mi corazón e injertadas en el alma

son estables y permanecen, y resplandecen llenas de luz; las otras, mientras

aparecen como virtudes son vicios, aparecen como luz y son tinieblas.”

 

Dicho esta ha desaparecido. Yo continuaba deseándolo, y ha regresado y

ha agregado:

 

“El alma que me desea siempre se embebe de Mí continuamente, y Yo

sintiéndome embebido por el alma me embebo del alma, de modo que

dondequiera que volteo la encuentro, con sus deseos y la toco

continuamente”

 

                                

Agosto 28, 1905

 

El corazón de Jesús se ata con los corazones

humanos, y estos toman todo del corazón de

Él, hasta su misma Vida, si le corresponden.

 

Esta mañana mi adorable Jesús al venir me hacía ver su amabilísimo

corazón, y de dentro salían como tantos hilos resplandecientes de oro, de

plata, rojos, y parecía que formaban una red, e hilo por hilo ataba todos los

corazones humanos. Yo he quedado admirada al ver esto, y Él me ha dicho:

 

“Hija mía, mi corazón se ata con estos hilos a todos los afectos, los

deseos, los latidos, el amor y hasta la misma vida de los corazones humanos,

en todo similares a mi corazón humano, sólo diferentes en la santidad, y

habiéndolos atado, desde el Cielo, según se muevan mis deseos, el hilo de

los deseos excita los deseos de ellos; si se mueven los afectos, el hilo de los

afectos mueve los afectos de ellos; si amo, el hilo del amor excita el amor de

ellos; y el hilo de mi vida les da la vida. ¡Oh! qué armonía entre el Cielo y

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

la tierra, entre mi corazón y los corazones humanos, y esto lo advierte sólo

quien me corresponde; pero quien hace algo de mala gana, con la actividad

de su voluntad nada advierte y manda al vacío las operaciones de mi corazón

humano.”

 

                                

Septiembre 4, 1905

 

En todos los tiempos, Dios ha tenido almas que

 

han recibido, por cuanto puede una criatura, la

 

finalidad de la Creación, Redención y Santificación.

 

Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús me hacía ver su

sacratísima Humanidad, todas sus llagas, sus penas, y desde dentro de sus

llagas y hasta de sus gotas de sangre salían tantas ramas cargadas de frutos y

flores, y parecía que me comunicaba sus sufrimientos y todas sus ramas

cargadas de flores y frutos. Yo he quedado maravillada al ver la bondad de

nuestro Señor que me participaba todos sus bienes, sin excluirme de nada de

todo lo que Él contenía, y el bendito Jesús me ha dicho:

 

“Hija amada mía, no te maravilles de lo que ves, porque no estás sola o

eres única, porque en todos los tiempos he tenido almas, que por cuanto

puede una criatura, en algún modo pudiese recibir la finalidad de la

Creación, Redención y Santificación, y pudiese la criatura recibir todos los

bienes por los cuales la he creado, redimido y santificado; de otra manera, si

Yo no tuviera en todo tiempo, aunque sea una sola, se frustraría toda mi

obra, al menos por algún tiempo. Esto es orden de mi providencia, de mi

justicia y de mi amor, que en cada tiempo tuviera al menos una sola a la que

Yo pudiera participarle todos los bienes, y que la criatura me diese todo lo

que me debe como criatura, de otra manera, ¿en qué aprovecharía mantener

el mundo? En un momento lo destrozaría; y por eso precisamente me elijo a

las almas víctimas, porque así como la divina justicia encontró en Mí todo lo

que debería encontrar en todas las criaturas, y me participó todos juntos los

bienes que habría participado a todas las criaturas, en modo que mi

Humanidad contenía todo, así en las víctimas encuentro todo en ellas y les

participo todos mis bienes. En el tiempo de mi Pasión tuve a mi amadísima

Madre, que mientras le participaba todas mis penas y todos mis bienes, Ella

como criatura estaba atentísima a reunir en Sí todo lo que me habrían hecho

las criaturas, así que Yo encontrando en Ella toda mi satisfacción y toda la

gratitud, el agradecimiento, la alabanza, la reparación, la correspondencia

que debía encontrar en todos los demás. En seguida venía la Magdalena,

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Juan, y así en todos los tiempos de la Iglesia, por eso, para hacer que dichas

almas me fueran más agradables y pudiera sentirme atraído a darles todo, las

prevengo primero y luego les ennoblezco el alma, el cuerpo, el trato, y hasta

la voz, de modo que una sola palabra tiene tanta fuerza, es tan graciosa,

dulce, penetrante, que todo me conmueve y me enternece, me cambia, y

digo: ¡Ah! es ésta la voz de mi amada, no puedo hacer menos que

escucharla, sería como si quisiera negarme a Mí mismo lo que quiere, si no

debo escucharla me conviene quitarle la voluntad de hacerla hablar, pero

mandarla vacía jamás; así que entre ella y Yo hay tal electricidad de unión,

que el alma misma no puede comprender todo en esta vida, si bien lo

comprenderá con toda claridad en la otra”

 

                                

Septiembre 6, 1905

 

El mal de la distracción.

 

Esta mañana después de haber esperado mucho, veía a nuestro Señor

crucificado, y yo estaba besando las llagas de sus manos, reparando y

rogando que santificara, perfeccionara, purificara todas las obras humanas

por amor de cuanto había sufrido en sus santísimas manos, y el bendito Jesús

me ha dicho:

 

“Hija mía, las obras que más irritan mis manos, y que más me amargan y

agrandan mis llagas son las obras buenas hechas con distracción, porque la

distracción quita la vida a las obras buenas, y las cosas que no tienen vida

están siempre próximas a pudrirse, por eso a Mí me dan nauseas, y al ojo

humano es más escándalo la obra buena hecha sin atención, que el mismo

pecado, porque el pecado se sabe que es tiniebla, y no es maravilla que las

tinieblas no den luz; pero la obra buena que es luz y da tinieblas ofende tanto

al ojo humano, que no sabe más dónde encontrar la luz, y por eso encuentra

un obstáculo en el camino del bien.”

 

                                

Septiembre 8, 1905

 

La verdadera caridad es hacer el bien al

prójimo, porque es imagen de Dios.

 

Encontrándome en mi acostumbrado estado, en cuanto ha venido el

bendito Jesús me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija mía, la verdadera caridad es cuando haciendo el bien al prójimo, lo

hace porque es mi imagen. Toda la caridad que sale de este ambiente no se

puede decir caridad; si el alma quiere el mérito de la caridad no debe salir

jamás de este ambiente de ver en todo mi imagen. Tan es verdad que en esto

está la verdadera caridad, que mi misma caridad no sale jamás de este

ambiente, tanto ama a la criatura porque es imagen mía, y si con el pecado

deforma esta mi imagen, no siento más amarla, más bien la aborrezco; y

conservo las plantas, los animales, porque sirven a mis imágenes, y la

criatura debe adaptarse toda sí misma a ejemplo de su Creador.”

 

                                

Septiembre 17, 1905

 

Cómo se puede participar de

los dolores de la Reina Mamá.

 

Habiendo sufrido mucho por la privación de mi dulcísimo Jesús, esta

mañana, día de los dolores de María Santísima, después de haberme en

algún modo fatigado, ha venido y me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿qué quieres que tanto me anhelas?

 

Y yo: “Señor, lo que tienes para Ti, es lo que anhelo para mí.”

 

Y Él: “Hija mía, para Mí tengo espinas, clavos y cruz.”

 

Y yo: “Y bien, eso quiero para mí.” Y me ha dado su corona de espinas y

me participaba los dolores de la cruz, y después ha agregado:

 

“Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron

de los dolores de mi Madre. Quien anticipadamente se pone en las manos de

la providencia, ofreciéndose a sufrir cualquier tipo de penas, miserias,

enfermedades, calumnias y todo lo que el Señor disponga sobre ella, viene a

participar del primer dolor de la profecía de Simeón. Quien actualmente se

encuentra en los sufrimientos y está resignado y está más estrechado

conmigo, no me ofende, y como si me salvara de las manos de Herodes, y

sano y salvo me custodia en el Egipto de su corazón, participa del segundo

dolor. Quien se encuentra abatido de ánimo, árido y privado de mi

presencia, y está firme y fiel a sus acostumbrados ejercicios, es más, busca la

ocasión de amarme y buscarme más, sin cansarse, viene a participar de los

méritos y bienes que adquirió mi Madre en mi extravío. Quien en cualquier

ocasión que se encuentre, especialmente de verme ofendido gravemente,

despreciado, pisoteado, y busca repararme, compadecerme y rogar por

aquellos mismos que me ofenden, es como si encontrara en aquella alma a

mi misma Madre, que si hubiera podido me hubiera liberado de mis

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

enemigos, y participa en el cuarto dolor. Quien crucifica sus sentidos por

amor de mi crucifixión, y trata de copiar en sí las virtudes de mi crucifixión,

participa del quinto. Quien está en continua actitud de adorar, de besar mis

llagas, de reparaciones, de agradecimientos y más, a nombre de todo el

género humano, es como si me tuviera en sus brazos, como me tuvo mi

Madre cuando fui depuesto de la cruz, y participa del sexto dolor. Quien se

mantiene en mi Gracia y me corresponde, y no da a ningún otro albergue en

el propio corazón sino a Mí sólo, es como si me sepultara en el centro del

corazón, y participa en el séptimo.”

 

                                

Octubre 10, 1905

 

La señal de que el alma está perfectamente

estrechada y unida con Jesús, es si está

unida con todos los prójimos.

 

Estando muy afligida por las fatigas que el bendito Jesús me hace sufrir al

esperarlo, esta mañana al momento de hacerse ver me ha dicho:

 

“Hija mía, me desagrada tu pesadumbre y el verte como inmersa en

amarga aflicción por mi privación. Siento tanta pena de tu aflicción,

especialmente porque es por causa mía, que la siento como si fuera mía, y es

tan grande, que si se unieran todas las aflicciones de los otros, no me daría

tanta pena como la tuya sola, porque es sólo por causa mía. Por eso,

muéstrame tu rostro alegre y hazme ver que estás contenta.”

 

Después se ha estrechado fuertemente a mí y ha agregado:

 

“La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida conmigo,

es si está unida con todos los prójimos. Así como ninguna nota discordante

y entremezclada debe existir con aquellos que están visibles en la tierra, así

ninguna nota discordante de desunión puede existir con el invisible Dios.”

 

                                 

Octubre 12, 1905

 

El conocimiento de sí misma, vacía al

alma de sí misma y la llena de Dios.

 

Continuando mi acostumbrado estado, cuando ha venido el bendito Jesús

me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija mía, el conocimiento de sí misma vacía al alma de sí misma y la

llena de Dios; y no sólo esto, en el alma hay muchos armarios, y todo lo que

en el mundo se ve, de acuerdo al concepto que se forma de ello, así, quién

más, quién menos, toman su lugar en estos armarios. Ahora, el alma que se

conoce a sí misma y está llena de Dios, conociendo que ella es nada, más

bien se sabe un vaso frágil, putrefacto, fétido, se cuida bien de hacer entrar

en su interior otras podredumbres fétidas, como son las cosas que se ven en

el mundo. Sería un loco aquél que teniendo una llaga putrefacta va juntando

más podredumbre para ponerla sobre su llaga; conocerse a sí misma lleva

consigo el conocimiento de las cosas del mundo, por eso, como todo es

vanidad, fugacidad, bienes sólo disfrazados, engaños, inconstancia de

criatura, entonces conociendo cuáles son las cosas en sí mismas, se cuida

bien de hacerlas entrar en sí misma, y todos aquellos armarios quedan llenos

de las virtudes de Dios.”

 

                                

Octubre 16, 1905

 

Cuanto más el alma se acerca al amor

de Dios, más perderá las virtudes.

 

Habiendo leído un libro que trataba de las virtudes, mirándome a mí

misma estaba pensativa porque no veía en mí ninguna virtud; si no fuera

sólo porque quiero amarlo, lo quiero, lo amo y quiero ser amada por Jesús

bendito, nada, nada existiría en mí de Dios. Ahora, encontrándome en mi

habitual estado, mi adorable Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, cuanto más el alma llega al término, para acercarse a la fuente

de todo bien, cual es el verdadero y perfecto amor de Dios, donde todo

quedará sumergido y sólo el amor existirá para ser el motor de todo, así el

alma perderá todas las virtudes que ha practicado en el viaje, para encerrar

todo en el amor y reposarse de todo para sólo amar; ¿no pierden todo los

bienaventurados por sólo amar? Así el alma, mientras más camina, menos

siente el diverso trabajo de las virtudes, porque el amor invistiéndolas todas,

las convierte todas en sí, teniéndolas en sí mismo en reposo como tantas

nobles princesas, trabajando él sólo y dándoles vida a todas, y mientras el

alma no las advierte, en el amor las encuentra todas, pero más bellas, más

puras, más perfectas, más ennoblecidas, y si el alma las advierte es señal de

que están divididas del amor. Como por ejemplo, uno recibe una orden, y el

alma ejercita la obediencia por obedecer al que da la orden para adquirir la

virtud, para sacrificar la voluntad propia, y tantas otras razones que puede

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

haber; ahora, haciendo así se advierte que se ejercita la obediencia, se siente

la fatiga, el sacrificio que lleva consigo esta virtud. Otra obedece, no por

obedecer al que da la orden, ni por otras razones, pero sabiendo que Dios se

disgustaría por su desobediencia, ve a Dios en aquél que ordena, y por amor

suyo sacrifica todo y obedece. El alma no advierte que obedece, sino sólo

que ama, porque sólo por amor ha obedecido, de otra manera habría

desobedecido lo mismo, y así de todo lo demás. Por eso, ánimo en el

camino, que por cuanto más se camina, tanto más rápido saborearás la

bienaventuranza eterna del único y verdadero amor, aun desde aquí.”

 

                                

Octubre 18, 1905

 

El todo está en acrecentar el

amor, y estarse cercano a Jesús.

 

Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, ha venido Jesús de

improviso y me ha dicho:

 

“Hija mía, qué tontería, hasta en las cosas santas piensan en cómo

contentarse a sí mismos, si en las cosas santas me hacen a un lado, ¿dónde

encontraré Yo un lugar en las acciones de mis criaturas? ¡Qué engaño!

Mientras que el todo está en que las acciones sean precedidas por el amor, en

llevarlas a cabo, reunir cuantas más cosas pueda para acrecentar el amor, y

estarse tan cercano a Mí para beber de la fuente de mi Amor, para

 

sumergirse todo en mi Amor. Sin embargo, ¡qué error! Hacen todo de

manera diversa.”

Dicho esto ha desaparecido.

                                

 

Octubre 20, 1905

 

La Justicia divina convierte el fuego

del pecado en fuego de castigo.

 

Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado mucho,

en cuanto ha venido el bendito Jesús, casi en acto de mandar castigos, me ha

dicho:

 

“Hija mía, el pecado es fuego, mi Justicia es fuego. Ahora, debiendo mi

Justicia mantenerse siempre igual, siempre justa en su obrar, y no recibir en

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

sí ningún fuego profano, cuando el fuego del pecado quiere unirse al suyo, lo

derrama sobre la tierra, convirtiéndolo en fuego de castigo.”

 

                                

Octubre 24, 1905

 

Las miserias de la naturaleza humana sirven para

reordenar en ella el orden de todas las virtudes.

 

Considerando mi miseria, la debilidad de la naturaleza humana, me sentía

ser un objeto abominable a mí misma, e imaginaba cómo soy más

abominable ante Dios, y decía entre mí: “Señor, cómo se ha hecho fea la

naturaleza humana.” Y viniendo me ha dicho:

 

“Hija mía, nada ha salido de mis manos que no sea bueno, más bien he

creado la naturaleza humana bella, pero de apariencia engañosa, y si el alma

la ve despreciable, purulenta, débil, abominable, esto sirve a la naturaleza

humana como sirve el estiércol a la tierra, que quien no entiende del todo

diría: Loco aquél que ensucia el terreno con esta suciedad, mientras que

quien entiende sabe que esa suciedad sirve para fecundar la tierra, para hacer

crecer las plantas y hacer más bellos y sabrosos los frutos. Así que he

creado la naturaleza humana con estas miserias para reordenar en ella el

orden de todas las virtudes, de otra manera quedaría sin el ejercicio de las

verdaderas virtudes.”

 

Entonces veía en mi mente la naturaleza humana como si estuviera toda

llena de hoyos, y en estos hoyos estaba la pus, el fango, y de dentro salían

ramas cargadas de flores y frutos. Por eso comprendía que el todo está en el

uso que hagamos de ella, incluso de las mismas miserias.

 

                                

Noviembre 2, 1905

 

El alma debe uniformarse a la Divina Voluntad,

y el alma que se comporta de este modo,

Jesús la hace vivir de Él y en Él.

 

 

Encontrándome en mi habitual estado, estaba muy afligida por la

privación de mi adorable Jesús, y estaba diciendo: “¡Ah Señor! yo no quiero

otra cosa que a Ti, no encuentro otro contento mas que en Ti sólo, y Tú me

has dejado tan cruelmente. Mientras esto decía, ha salido de dentro de mi

interior y me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“¡Ah! así es, Yo sólo soy tu contento, y Yo encuentro todo mi contento en

ti, así que si no tuviera a otro, tú sola me volverías feliz. Hija mía, un poco

de paciencia hasta que comiencen las guerras, que después nos pondremos

en orden como antes.”

 

Y yo sin saber qué cosa decía, yo misma he dicho: “Señor, hazlas

comenzar.” Pero rápidamente he agregado: “Señor, me he equivocado.”

 

Y Él: “Tu voluntad debe ser la mía, nada debes querer, aunque sea cosa

santa, que no sea uniforme a mi Voluntad. En el giro de mi Voluntad quiero

que tú gires siempre, sin salir un instante, para poderte volver dueña de Mí

mismo; Yo quiero la guerra, también tú. Y con el alma que se comporta de

este modo, Yo hago de mi Ser un circulo en torno a ella, de modo de hacerla

vivir de Mí y en Mí.”

 

Y ha desaparecido.

 

                                

Noviembre 6, 1905

 

Jesús en sus penas, su finalidad era principalmente

complacer en todo y por todos al Padre,

y después la redención de las almas.

 

 

Pensando en la Pasión de Nuestro Señor, decía entre mí misma: “Cuánto

quisiera entrar en el interior de Jesucristo para poder ver todo lo que Él

hacía, y para ver lo que más agradaba a su corazón, para poderlo hacer

también yo y mitigar sus penas ofreciéndole lo que a Él más le agradaba.”

Mientras esto decía, el bendito Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

 

“Hija mía, mi interior estaba ocupado en las penas, principalmente a

complacer en todo y por todos a mi amado Padre, y después en la redención

de las almas, y la cosa que más agradaba a mi corazón era el ver la

complacencia que me mostraba el Padre al verme sufrir tanto por amor suyo.

Así que todo lo reunía en Sí, ni siquiera un respiro, un suspiro se dispersó,

sino que todo lo recogió para poderse complacer y mostrarme su

complacencia. Y Yo estaba tan satisfecho de esto, que si no tuviera otra

cosa, la sola complacencia de mi Padre me bastaba para sentirme satisfecho

por lo que sufría; mientras que por parte de las cinturas, mucho, mucho de

mi Pasión quedó dispersó. Y tanta era la complacencia del Padre, que a

torrentes derramaba en mi Humanidad los tesoros de la Divinidad. Por eso

acompaña mi Pasión de esta manera, que me darás mucho gusto.”

 

    

 

Noviembre 8, 1905

 

El alma que se resigna a la Divina Voluntad,

llega a hacer de Dios su alimento cotidiano.

 

Habiendo esperado mucho, en cuanto Jesús ha venido me ha dicho:

 

“Hija mía, al alma que se resigna a mi Voluntad, le sucede como a aquél

que acercándose a ver un bello alimento siente el deseo de comerlo, y

excitándose el deseo pasa a disfrutar aquel alimento y convertirlo en su

carne y en su sangre. Si no hubiera visto el bello alimento no podía venir el

deseo, ni podía sentir el gusto, y continuaría permaneciendo en ayunas. Así

es la resignación al alma, mientras se resigna, en la misma resignación

descubre una luz divina, y esta luz despeja la niebla que impide ver a Dios, y

viéndolo, desea gustar de Dios, y mientras lo gusta siente como si lo

comiera, de modo que lo siente todo transmutado en sí al mismo Dios. Así

que de esto se entiende que el primer paso es el resignarse, el segundo es el

deseo de hacer en todo la Voluntad de Dios, el tercero hacer de Él su

alimento exquisito cotidianamente, el cuarto es consumar la Voluntad de

Dios en la suya. Pero si no hace el primer paso, quedará en ayunas de Dios.”

 

                                

Diciembre 12, 1905

 

La palabra de Dios es palabra

 

fecunda que germina virtudes.

 

Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me

ha dicho:

 

“Hija mía, cuando la criatura obra el bien, parte de ella una luz que va al

Creador, y esta luz da gloria al Creador de la luz, y embellece con una

belleza divina al alma.”

 

Después veía al confesor que tomaba el libro escrito por mí para leerlo, y

junto estaba nuestro Señor que decía:

 

“Mi palabra es lluvia, y así como la lluvia fecunda la tierra, así la señal

para saber si lo que está escrito en este libro es lluvia de mi palabra, es ver si

es palabra fecunda que germina virtudes.”

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Diciembre 15, 1905

 

Jesús quiso ser crucificado y levantado en la cruz,

para hacer que las almas, según lo quieran, lo encuentren.

 

 

Continuando mi habitual estado, estaba pensando en la Pasión de Jesús

bendito, y haciéndose ver crucificado me participaba un poco de sus dolores

diciéndome:

 

“Hija mía, quise ser crucificado y levantado en la cruz, para hacer que las

almas, según me quieran, me encuentren. Así que uno me quiere como

maestro, porque siente la necesidad de ser enseñado, y Yo me abajo a

enseñarle tanto las cosas pequeñas como las más altas y sublimes para

hacerlo el más docto; otro gime en el abandono, en el olvido, quisiera

encontrar un padre, viene a los pies de mi cruz y Yo me hago padre dándole

habitación en mis llagas, por bebida mi sangre, por alimento mis carnes, y

por herencia mi mismo reino; aquel otro está enfermo y me encuentra

médico, que no sólo lo curo, sino que le doy los remedios seguros para no

caer más en las enfermedades; este otro está oprimido por calumnias, por

desprecios, y a los pies de mi cruz encuentra a su defensor, hasta cambiarle

las calumnias, los desprecios, en honores divinos; y así de todo lo demás, así

que quien me quiere juez me encuentra juez, quien amigo, quien esposo,

quien abogado, quien sacerdote, así me encuentran. Por eso quise ser

clavado de manos y pies, para no oponerme a nada de lo que quieren, para

hacerme como quieren; pero, ¡ay! de quien viendo que Yo no puedo

moverme, ni siquiera un dedo, se atreven a ofenderme.”

 

Mientras esto decía he dicho: “Señor, ¿quiénes son los que más te

ofenden?” Y Él ha agregado:

 

“Aquellos que más me hacen sufrir más son los religiosos, los cuales

viviendo en mi Humanidad me atormentan y laceran mis carnes en mi

misma Humanidad; mientras que quien vive fuera de mi Humanidad, me

lacera de lejos.”

 

                                

Enero 6, 1906

 

La oración es música al oído de Jesús, especialmente

si es de un alma uniformada a su Voluntad.

 

Continuando mi acostumbrado estado, en cuanto ha venido mi bendito

Jesús y en el acto en que estaba orando, estrechándome me ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Hija mía, la oración es música a mi oído, especialmente cuando un alma

está toda uniformada a mi Voluntad, de modo que no se advierte en todo su

interior mas que una continua actitud de vida de Voluntad Divina. Esta alma

es como si saliera otro Dios y me hiciera esta música, ¡oh! cómo es

agradable encontrar quien me pague con la misma moneda y pueda darme

los honore divinos. Sólo quien vive en mi Querer puede llegar a tanto,

porque todas las demás almas, aunque hicieran y oraran mucho, serán

siempre cosas y oraciones humanas las que harán, no divinas, por eso no

tendrán aquella potencia y aquel atractivo a mi oído.”

 

                                

Enero 14, 1906

 

Jesús forma su imagen en la luz que sale del alma.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito

Jesús me ha dicho:

 

“Hija mía, Yo no estoy contento cuando salen del alma reflejos de luz,

quiero que sea luz el pensamiento, luz la palabra, luz el deseo, luz las obras,

luz los pasos, y estas luces unidas forman un sol, y en este sol viene formada

toda mi imagen, y esto sucede cuando hace todo, todo por Mí, se vuelve toda

luz, y así como quien quiere entrar dentro de la luz solar no encuentra

obstáculo para poder entrar, así Yo no encuentro obstáculo en este sol que la

criatura ha formado de todo su ser; en cambio, en quien no es toda luz

encuentro muchos impedimentos para formar mi imagen.”

 

                                

Enero 16, 1906

 

Quien vive en el ambiente de la Voluntad

Divina está en el puerto de todas las riquezas.

 

 

Continuando mi acostumbrado estado, por poco tiempo ha venido mi

bendito Jesús y me ha dicho:

 

“A la verdad nadie puede resistir, ni el hombre puede decir que no es

verdad; por cuan malo y estúpido no puede decir uno que el blanco es negro,

y que el negro es blanco, que la luz es tinieblas, y que las tinieblas son luz;

sólo que quien la ama, la abraza y la pone en acción, y quien no la ama

queda turbado y atormentado.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Y como relámpago ha desaparecido, y poco después ha regresado y ha

agregado:

 

“Hija mía, quien vive en el ambiente de mi Voluntad está en el puerto de

todas las riquezas, y quien vive fuera de este ambiente de mi Voluntad está

en el puerto de todas las miserias, por eso se dice en el Evangelio que a

quien tiene le será dado, y a quien no tiene le será quitado aquel poco que

tiene, porque quien vive en mi Voluntad, estando en el puerto de todas las

riquezas, no es maravilla que se irá enriqueciendo siempre más con todos los

bienes, porque vive en Mí como en su propia casa, y Yo, teniéndolo en Mí,

¿seré acaso avaro? ¿No iré dándole día con día, ahora un favor, ahora otro,

y jamás cesaré de darle hasta en tanto que no le haya participado todos mis

bienes? Sí, ciertamente, en cambio quien vive en el puerto de las miserias,

fuera de mi Voluntad, ya por sí misma la propia voluntad es la más grande

de las miserias y la destructora de todo bien. ¿Qué maravilla entonces que si

tiene un poco de bien, no teniendo contacto con mi Voluntad, y viéndolo

inútil en aquella alma, le sea quitado?”