volumen 6
I.
Noviembre 1, 1903
Cuando el alma hace todas sus acciones por el
único fin de amar a Jesús, camina siempre de
día, para ella jamás es noche.
Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y
me veía como un pequeño vaporcito, y yo quedaba toda maravillada al
verme reducida en esa forma. Mientras estaba en esto ha venido mi adorable
Jesús y me ha dicho:
“Hija mía, la vida del hombre es vapor, y así como al vapor es sólo el
fuego el que lo hace caminar, y a medida de que el fuego sea vivo y mucho,
así corre más veloz, y si es poco camina a paso lento, y si está apagado
queda detenido; así el alma, si el fuego del amor de Dios es mucho, se puede
decir que vuela sobre todas las cosas de la tierra, y siempre corre y vuela a
su centro que es Dios; ahora, si es poco se puede decir que camina con
dificultad, arrastrándose y enfangándose de todo lo que es tierra; si está
apagado queda detenida, sin vida de Dios en ella, como muerta a todo lo que
es divino. Hija mía, cuando el alma en todas sus acciones no las hace por
otra cosa más que con el único fin de amarme, y ninguna otra recompensa
quiere de su obrar más que mi Amor, camina siempre de día, jamás para ella
es noche, es más, camina en el mismo sol, que casi como vapor la circunda
para hacerla caminar en él, haciéndole gozar toda la plenitud de la luz, y no
sólo eso, sino que sus mismas acciones le sirven de luz para su camino y le
agregan siempre nueva luz.”
Noviembre 8, 1903
Jesús dice cómo debe ser el amor del prójimo.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba rogando por ciertas
necesidades del prójimo, y el bendito Jesús moviéndose en mi interior me ha
dicho:
“¿Con qué fin rezas por estas personas?”
Y yo: “Señor, ¿y Tú por cuál fin nos amaste?”
8 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.
Y Él: “Os amo porque sois cosa mía, y cuando el objeto es propio se
siente como obligado, es como una necesidad el amarlo.”
Y yo: “Señor, estoy rezando por estas personas porque son cosa tuya, de
otra manera no me habría interesado.” Y Él poniéndome la mano en la
frente, casi oprimiéndola ha agregado:
“¡Ah! ¿Entonces es porque son cosa mía?
prójimo.”
Así está bien el amor del
Noviembre 10, 1903
Cómo el verdadero amor se olvida de sí mismo.
Continuando en mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús,
me decía:
“Hija mía, el verdadero amor se olvida de sí mismo y vive a los intereses,
a las penas y a todo lo que pertenece a la persona amada.”
Y yo: “Señor, ¿cómo se puede olvidar de sí mismo mientras lo sentimos
tanto, no es que sea una cosa lejana de nosotros, o bien dividida que
fácilmente se pueda olvidar?” Y de nuevo ha agregado que ahí está el
sacrificio del verdadero amor, porque mientras se tiene a sí mismo debe vivir
a todo lo que pertenece a la persona amada, es más, si se recuerda de sí
mismo, este recuerdo debe servir para ingeniarse mayormente en cómo
poderse consumir por el objeto amado, y el amado si ve que el alma se da
toda a Él, la sabrá recompensar bien dándole todo Sí mismo y haciéndola
vivir de su Vida Divina; así que quien todo olvida, todo encuentra. Además
de esto, es necesario ver la diferencia que hay entre lo que se olvida y lo que
se encuentra, se olvida lo feo y se encuentra lo bello, se olvida la naturaleza
y se encuentra la Gracia, se olvidan las pasiones y se encuentran las virtudes,
se olvida la pobreza y se encuentra la riqueza, se olvida la ignorancia y se
encuentra la sabiduría, se olvida el mundo y se encuentra el Cielo.”
Noviembre 16, 1903
No hay sacrificio sin olvido de sí mismo, y el sacrificio
y el olvido de sí mismo hacen nacer el amor más puro y perfecto.
Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el
niño Jesús en brazos, y una virgen que me ha extendido en tierra para
hacerme sufrir la crucifixión, pero no con clavos, sino con fuego,
poniéndome un carbón de fuego en las manos y en los pies, y el bendito
Jesús que me asistía mientras sufría, me decía:
“Hija mía, no hay sacrificio sin olvido de sí mismo, y el sacrificio y el
olvido de sí hace nacer el amor más puro y perfecto, y siendo sagrado el
sacrificio, sucede que éste me consagra al alma como digno santuario mío
para hacer ahí mi perpetua morada. Entonces haz que el sacrificio trabaje en
ti para volver sagrados el alma y el cuerpo, para que todo sea en ti sagrado, y
conságrame todo a Mí.”
Noviembre 19, 1903
Mientras se es nada se puede ser todo.
Continuando mi habitual estado, he visto en mi interior al bendito Jesús y
una luz en mi inteligencia que decía:
“Mientras se es nada se puede ser todo, ¿pero en qué modo? Se llega a
ser todo con el sufrir. El sufrir hace que el alma se vuelva pontífice,
sacerdote, rey, príncipe, ministro, juez, abogado, reparador, protector,
defensor. Y como el verdadero sufrir es el sufrir querido por Dios en
nosotros, si el alma se une en todo a su Querer, esta unión, unida al sufrir,
hace que el alma impere sobre la Justicia, sobre la Misericordia de Dios,
sobre los hombres y sobre todas las cosas. Ahora, así como a Cristo el sufrir
le dio todas las más bellas cualidades y todos los honores y oficios que
naturaleza humana puede contener, así el alma, participando en el sufrir de
Cristo participa de las cualidades, de los honores y de los oficios de Cristo,
que es el todo.”
Noviembre 23, 1903
No hay belleza que iguale al sufrir sólo por Dios.
En mi interior me sentía impresionada por lo que había escrito arriba,
como si no estuviera conforme a la verdad, por eso en cuanto he visto al
bendito Jesús he dicho: “Señor, lo que escribí no está bien, ¿cómo puede ser
todo eso con el sólo sufrir?”
Y Él: “Hija mía, no te asombres, porque no hay belleza que iguale al
sufrir por el solo amor de Dios. De Mí parten continuamente dos saetas, una
de mi corazón, que es de amor e hiere a todos aquellos que están en mi
regazo, esto es, que están en mi gracia, y esta saeta produce llagas, mortifica,
sana, aflige, atrae, revela, consuela y continúa mi Pasión y Redención en
aquellos que están en mi regazo; la otra parte de mi trono y la confío a los
ángeles, los cuales como ministros míos hacen correr esta saeta sobre
cualquier especie de personas, castigándolas y excitando a todos a la
conversión.”
Ahora, mientras esto decía me ha participado sus penas diciéndome:
“He aquí también en ti la continuación de mi Redención.”
Noviembre 24, 1903
Cómo cada palabra de Jesús son tantos eslabones de gracia.
Continuando mi habitual estado, apenas he visto al bendito Jesús en mi
interior, y como si quisiera continuar quitándome las dudas me ha dicho:
“Hija, Yo soy la verdad misma, y jamás puede salir de Mí la falsedad, a lo
más alguna cosa que el hombre no comprende, y esto lo hago para hacer ver
que si no se comprende bien la palabra, ¿cómo se puede comprender en todo
al Creador? Pero sin embargo el alma debe corresponder poniendo en
práctica mi palabra, porque cada palabra son tantos eslabones de gracia que
salen de Mí, de los cuales hago don a la criatura, y si corresponde, estos
eslabones los encadena a los otros ya adquiridos, si no, los regresa a su
Creador; y no solo esto, sino que Yo solamente hablo cuando veo la
capacidad de la criatura que puede recibir ese don, y correspondiéndome no
sólo adquiere tantos eslabones de gracia, sino que adquiere también tantos
eslabones de sabiduría divina, y si los veo encadenados con la
correspondencia, me dispone a darle otros dones; pero si veo mis dones
rechazados, me retiro guardando silencio.”
Diciembre 3, 1903
Con la Divina Voluntad somos todo, sin Ella somos nada.
Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido mi bendito
Jesús diciéndome:
“Hija mía, cualquier acción humana que no tiene ningún nexo con la
Voluntad Divina, pone fuera a Dios de su propia creación; aun el mismo
sufrir, por cuán santo, noble y precioso fuese a mis ojos, no obstante si no es
parto de mi Voluntad, en vez de agradarme me indigna y me es
desagradable.”
¡Oh! potencia de la Voluntad Divina, cómo eres santa, adorable y amable,
contigo somos todo aunque nada hagamos, porque tu Voluntad es fecunda y
nos da a luz todos los bienes, y sin Ti somos nada aunque todo hagamos,
porque la voluntad humana es estéril y esteriliza todas las cosas.
Diciembre 5, 1903
Cómo el santo deseo de recibir a Jesús suple
el sacramento, haciendo que el alma respire
a Dios, y que Dios respire al alma.
No habiendo podido recibir la comunión esta mañana, estaba toda afligida,
pero resignada, y pensaba entre mí que si no hubiera sido porque me
encontraba en esta posición de estar en la cama y de ser víctima, ciertamente
la habría podido recibir, y decía al Señor: “Mira, el estado de víctima me
somete al sacrificio de privarme de recibirte en el sacramento, al menos
acepta el sacrificio de privarme de Ti para contentarte, como un acto más
intenso de amor por Ti, porque al menos el pensar que tu misma privación
atestigua de más mi amor por Ti, endulza la amargura de tu privación.” Y
mientras esto decía, las lágrimas me descendían de los ojos, pero, oh bondad
de mi buen Jesús, no apenas me he adormecido, sin hacerme esperar tanto y
buscar según lo acostumbrado, ha venido súbito y poniéndome sus manos en
mi cara me acariciaba y me decía:
“Hija mía, pobre hija, ánimo, mi privación excita mayormente el deseo, y
en este deseo excitado el alma respira a Dios, y Dios sintiéndose más
encendido por esta excitación del alma, respira al alma, y en este respirarse
mutuamente Dios y el alma, se enciende mayormente la sed del amor, y
siendo el amor fuego, forma el purgatorio del alma, y este purgatorio de
amor le sirve no de una sola comunión al día, como permite la Iglesia, sino
de una continua comunión, por cuanto es continuo el respiro, pero todas
comuniones de purísimo amor, sólo de espíritu y no de cuerpo, y siendo el
espíritu más perfecto, sucede que el amor es más intenso. Así recompenso
Yo, no a quien no quiere recibirme, sino a quien no puede recibirme,
privándose de Mí para complacerme a Mí.”
Diciembre 10, 1903
Quien busca al Señor, cada vez recibe
una tinta un lineamiento divino.
Continuando mi estado, sentía un peso sobre mi alma por la privación del
bendito Jesús, como si sobre de mí gravitara todo el peso del mundo, y en mi
inmensa amargura hacía cuanto más podía por buscarlo. Después, habiendo
venido me ha dicho:
“Hija mía, cada vez que el alma me busca recibe una tinta, un lineamiento
divino, y otras tantas veces renace en Mí y Yo renazco en ella.”
Mientras esto decía, estaba pensando en lo que había dicho, casi
maravillándome y diciendo: “Señor, ¿qué dices?”
Y Él ha agregado: “¡Oh, si supieras la gloria, el gusto que siente todo el
Cielo al recibir esta nota de la tierra, de un alma que busca siempre a Dios,
toda conforme a la nota de ellos! ¿Qué cosa es la vida de los
bienaventurados? ¿Quién la forma? Este renacer continuamente en Dios y
Dios en ellos; esto es aquel dicho: “Que Dios es siempre viejo y siempre
nuevo.” Jamás sienten cansancio porque están en continua actitud de nueva
vida en Dios.”
Diciembre 17, 1903
El verdadero espíritu de adoración consiste en esto:
Que la criatura se pierda a sí misma y se encuentre
en el ambiente divino, y adore todo lo que Diosobra, y que se una con Él.
Continuando mi habitual estado, por pocos instantes he visto al bendito
Jesús con la cruz sobre la espalda, en el momento de encontrarse con su
Santísima Madre, y yo le he dicho: “Señor, ¿qué cosa hizo tu Madre en este
encuentro dolorosísimo?”
Y Él: “Hija mía, no hizo otra cosa que un acto de adoración profundísimo
y simplísimo, y como el acto por cuanto más simple, tanto más fácil para
unirse con Dios, Espíritu simplísimo, por eso en este acto se fundió en Mí y
continuó lo que obraba Yo mismo en mi interior; y esto me fue sumamente
más grato que si me hubiese hecho cualquier otra cosa más grande, porque el
verdadero espíritu de adoración consiste en esto, que la criatura se pierda a sí
misma y se encuentre en el ambiente divino, y adore todo lo que obra Dios y
con Él se una. ¿Crees tú que sea verdadera adoración aquella en que la boca
adora mientras la mente está en otra parte, o sea, la mente adora y la
voluntad está lejos de mí? O bien, ¿que una potencia me adora y las otras
están todas desordenadas? No, Yo quiero todo para Mí, y todo lo que le he
dado en Mí, y éste es el acto de culto y de adoración más grande que la
criatura puede hacerme.”
Diciembre 21, 1903
Gloria que goza en el Cielo la celestial Mamá.
Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y viendo en la bóveda
del cielo veía siete soles muy resplandecientes, pero la forma era diversa del
sol que nosotros vemos, comenzaban en forma de cruz y terminaban en
punta, y esta punta estaba dentro de un corazón. Al principio no se veía
bien, porque era tanta la luz de estos soles que no dejaba ver quién estaba
adentro, pero por cuanto más me acercaba, más se distinguía que dentro
estaba la Reina Mamá, y en mi interior iba diciendo: “Cuánto quisiera
preguntarle si quiere que me esfuerce en salir de este estado sin que esperara
al sacerdote.” Mientras esto pasaba me he encontrado a su lado y se lo he
dicho, y me ha respondido un “no” tajante. Yo he quedado mortificada por
esta respuesta, y la Santísima Virgen se ha volteado hacia una multitud de
personas que le hacían corona y les ha dicho:
“Escuchen lo que quiere hacer.”
Y todos han dicho: “No, no.”
Después, acercándose a mí, toda bondad me ha dicho:
“Hija mía, ánimo en el camino del dolor, ve estos siete soles que me salen
del corazón, son mis siete dolores que me fructificaron tanta gloria y
esplendor, estos soles, fruto de mis dolores, saetean continuamente el trono
de la Santísima Trinidad, la cual, sintiéndose herida me mandan siete canales
de gracia continuamente, convirtiéndome en dueña y Yo los dispongo para
gloria de todo el Cielo, para alivio de las almas purgantes, y para beneficio
de todos los viadores.”
Mientras esto decía ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.
Diciembre 22, 1903
La cruz forma la encarnación de Jesús en el seno
de las almas, y la encarnación del alma en Dios.
Encontrándome en mi habitual estado, ha venido mi adorable Jesús
crucificado, y habiéndome participado sus penas, mientras yo sufría me ha
dicho:
“Hija mía, en la Creación Yo di al alma mi imagen, en la Encarnación di
mi Divinidad, divinizando a la humanidad. Y en el mismo acto en que se
encarnó la Divinidad en la humanidad, en aquel mismo instante se encarnó
en la cruz, así que desde que fui concebido me concebí unido con la cruz, y
se puede decir que así como la cruz fue unida conmigo en la encarnación en
el seno de mi Madre, así la cruz forma otras tantas encarnaciones mías en el
seno de las almas; y así como forma mi encarnación en las almas, así la cruz
es la encarnación del alma en Dios, destruyéndole todo lo que es de
naturaleza, y llenándose tanto de la Divinidad, de formar una especie de
encarnación: Dios en el alma y el alma en Dios.”
Yo he quedado como extasiada al oír que la cruz es la encarnación del
alma en Dios, y Él ha repetido:
“No digo unión, sino encarnación, porque la cruz se entromete tanto en la
naturaleza, de llegar a transformar la misma naturaleza en dolor, y donde
está el dolor ahí está Dios, sin poder estar separados Dios y el dolor; y la
cruz formando esta especie de encarnación vuelve la unión más estable, y
muy difícil la separación de Dios con el alma, así como es difícil separar el
dolor de la naturaleza. Mientras que con la unión fácilmente puede ocurrir
la separación. Se entiende que no son encarnaciones, sino semejanzas de
encarnaciones.”
Dicho esto ha desaparecido, pero poco después ha regresado en el
momento de su Pasión cuando fue cubierto de oprobios, de ignominias, de
escupitajos, y yo le he dicho: “Señor, enséñame que cosa puedo hacer para
alejar de Ti estos oprobios y restituirte los honores, las alabanzas y
adoraciones.”
Y Él ha dicho: “Hija mía, en torno a mi trono hay un vacío, y este vacío
debe ser llenado por la gloria que me debe la Creación; por eso, quien me ve
despreciado por las otras criaturas y me honra, no sólo por sí, sino por los
demás, me hace renacer los honores en este vacío; cuando no me ve amado y
me ama, me hace renacer el amor; cuando ve que colmo a las criaturas de
beneficios y no me reconocen y ni siquiera me agradecen, y ella me
agradece como si se hubieran hecho a ella los beneficios, me hace renacer en
este vacío la flor de la gratitud y del agradecimiento, y así de todo lo demás
que me debe la Creación y que con negra ingratitud me niega. Ahora,
siendo todo esto una sobreabundancia de la caridad del alma, que no sólo me
devuelve lo que me debe por sí, sino que lo que desborda de sí me lo hace
por las otras, siendo esta gloria fruto de la caridad, estas flores que me
manda en este vacío en torno a mi trono, reciben un color más bello y a Mí
muy agradable.”
Diciembre 24, 1903
El deseo hace que Jesús nazca en
el alma. Lo mismo hace el demonio.
Esta mañana, encontrándome en mi habitual estado ha venido el niño
Jesús, y yo viéndolo muy pequeño, como si acabara de nacer, le he dicho:
“Querido mío, ¿cuál fue la causa, quién te hizo venir del Cielo y nacer tan
pequeño en el mundo?”
Y Él: “El amor fue la causa, y no sólo esto, sino que mi nacimiento en el
tiempo fue el desahogo de amor de la Santísima Trinidad hacia las criaturas.
En un desahogo de amor de mi Madre nací de su seno, y en un desahogo de
amor renazco en las almas. Pero este desahogo es formado por el deseo, en
cuanto el alma comienza a desearme, Yo quedo ya concebido, cuanto más se
adentra en el deseo, así me voy agrandando en el ama, cuando este deseo
llena todo el interior y llega a desbordar fuera, entonces renazco en todo el
hombre, esto es, en la mente, en la boca, en las obras y en los pasos.
De igual manera también el demonio hace sus nacimientos en las almas,
en cuanto el alma comienza a desear y a querer el mal, queda concebido el
demonio con sus obras perversas, y si este deseo viene alimentado, el
demonio se engrandece y llena todo el interior de pasiones, las más feas y
asquerosas, y llega a desbordar fuera, dando el hombre la ruta de todos los
vicios. Hija mía, cuantos nacimientos hace el demonio en estos tristísimos
tiempos, si tuvieran poder, los hombres y los demonios habrían destruido
mis nacimientos en las almas.”
Diciembre 28, 1903
Cómo todas las vidas están en Cristo.
Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido mi bendito Jesús
me hacía ver muchas almas humanas en su Humanidad, y mientras esto veía
me ha dicho:
“Hija mía, todas las vidas humanas están en mi Humanidad en el Cielo
como dentro de un claustro, y estando dentro de mi claustro, de Mí parte el
régimen de sus vidas, no sólo esto, sino que mi Humanidad siendo claustro,
hace las vidas de cada alma; cual no es mi alegría cuando las almas se están
en este claustro, y el eco que sale de mi Humanidad se combina con el eco
de cada vida humana de la tierra; cual es mi amargura cuando veo que las
almas no están contentas y se salen, y otras se están, pero forzadas y de mala
gana, no se someten a las reglas y al régimen de mi claustro, por eso los ecos
no se combinan juntos.”
Enero 6, 1904
La raza humana es toda una familia, cuando uno
hace alguna obra buena y la ofrece a Dios, toda la
familia humana participa en aquel ofrecimiento,
y para Él es como si todos se la ofrecieran.
Continuando mi habitual estado ha venido el bendito niño Jesús, y
después de haberse puesto entre mis brazos y haberme bendecido con sus
manitas me ha dicho:
“Hija mía, siendo la raza humana toda una familia, cuando alguno hace
alguna obra buena y me ofrece alguna cosa, toda la familia humana participa
en aquel ofrecimiento y me está presente como si todos me la ofrecieran.
Como hoy los magos, al ofrecerme sus dones Yo tuve en sus personas
presente a toda la generación humana, y todos participaron del mérito de su
buena obra. La primera cosa que me ofrecieron fue el oro, y Yo en
correspondencia les di la inteligencia y el conocimiento de la verdad; ¿pero
sabes tú cuál es el oro que quiero ahora de las almas? No el oro material, no,
sino el oro espiritual, esto es, el oro de su voluntad, el oro de los afectos, de
los deseos, de los propios gustos, el oro de todo el interior del hombre, este
es todo el oro que el alma tiene, y lo quiero todo para Mí. Ahora, para
darme esto, al alma le resulta muy difícil dármelo sin sacrificarse y
mortificarse, y esta es la mirra, que como hilo eléctrico ata el interior del
hombre y lo hace más resplandeciente, y le da la tinta de múltiples colores,
dándole al alma todas las especies de bellezas; pero esto no es todo, se
requiere quien mantenga siempre vivos los colores, la frescura, que como
perfume y vientecillo exhala del interior del alma, se requiere quien ofrezca
y quien obtenga dones mayores de aquellos que dona, como también se
requiere todavía quien obligue a morar en el propio interior a Aquel que
recibe y Aquel que da y tenerlo en continua conversación y en continuo
comercio con él, entonces, ¿quién hace todo esto? La oración, en especial el
espíritu de oración interior, que sabe convertir no sólo las obras internas en
oro, sino también las obras externas, y este es el incienso.”
Febrero 7, 1904
Cómo es difícil encontrar un alma que se dé toda a
Dios, para poder hacer que Dios se de todo de ella.
He pasado todo el mes pasado muy sufriente, por eso he descuidado el
escribir, y habiendo continuado sintiéndome muy débil y sufriente, me viene
frecuentemente un temor, porque no es que no pueda escribir, sino que no
quiero, y por excusa digo que no puedo; es verdad que siento mucha
repugnancia y debo hacer un gran esfuerzo para escribir, y sólo la obediencia
podía vencerme. Por lo cual, para quitar cualquier duda me he decidido a no
escribir todo, sino sólo algunas palabras que recuerdo para ver si
verdaderamente puedo o no puedo. Recuerdo que un día sintiéndome mal
me dijo:
“Hija mía, ¿qué será si cesa la música en el mundo?”
Y yo: “Señor, ¿qué música puede cesar?”
Y Él ha agregado: “Tu música amada mía, porque cuando el alma sufre
por Mí, ruega, repara, alaba, agradece continuamente, es una continua
música a mi oído, y me quita de sentir la iniquidad de la tierra, y por lo tanto
de castigar como conviene, y no sólo eso, sino que es música en las mentes
humanas y las aleja de hacer cosas peores. Entonces, si Yo te llevo, ¿no
cesará la música? Para Mí es nada, porque no será otra cosa que
transportarla de la tierra al Cielo, y en vez de tenerla en la tierra la tendré en
el Cielo, ¿pero el mundo cómo hará?”
Entonces yo pensaba para mí: “Estos son los acostumbrados pretextos
para no llevarme, hay tantas almas buenas en el mundo y que tanto hacen
por Dios, y que yo entre todas ellas no ocupo sino tal vez el último lugar, sin
embargo dice que si me lleva cesará la música. Hay tantas que se la hacen
mejor.” Mientras esto pensaba, como un rayo ha venido y ha agregado:
“Hija mía, esto que dices es verdad, que hay muchas almas buenas y que
mucho hacen por Mí, pero cómo es difícil encontrar una que me dé todo para
poderme dar todo; quien se retiene un poco de amor propio, quien la propia
estima, quien un afecto incluso a personas aun santas, quien una pequeña
vanidad, quien se retiene un poco de apego a la tierra, quien al interés, en
suma, quien a una cosita y quien a otra, todos retienen alguna cosa de propio
y esto impide que todo sea divino en ellos; entonces, no siendo todo divino
lo que sale de ellos, no podrá su música producir aquellos efectos a mi oído
y a las mentes humanas. Por consiguiente, el mucho hacer de ellos no podrá
producir aquellos efectos, ni agradarme, como el pequeño hacer de quien no
retiene nada para sí y que toda a Mí se da.”
Febrero 8, 1904
Una de las cualidades de Jesús es el dolor.
Para quien vive de su Santísima Voluntad
no existe el purgatorio.
Recuerdo que otro día, continuando con mi sufrimiento, veía que el
confesor rogaba a Nuestro Señor que me tocara donde yo sufría para
calmarme los sufrimientos, y Jesús bendito me ha dicho:
“Hija mía, tu confesor quiere que te toque para aligerar las penas, pero
entre tantas cualidades mías Yo soy puro dolor, y tocándote, en vez de
disminuir puede aumentar el dolor, porque mi Humanidad en la cosa en que
más se deleitó fue en el dolor, y se deleita aún en comunicarlo a quien ama.”
Y parecía que en realidad me tocaba y me hacía sentir más dolor, entonces
yo he agregado: “Dulce bien mío, en cuanto a mí, no quiero otra cosa que tu
Santísima Voluntad, yo no miro ni si me duelo, ni si gozo, sino que tu
Querer es todo para mí.”
Y Él ha agregado: Y esto es lo que Yo quiero y es mi mira sobre ti, y esto
me basta y me contenta, y es el culto más grande, más honorable que me
puede hacer la criatura, y que me debe como a su Creador, y el alma
haciendo así, se puede decir que su mente vive y piensa en mi mente; sus
ojos, encontrándose en los míos, miran por medio de mis ojos; su boca habla
por medio de mi boca; su corazón ama por medio del mío; sus manos obran
en mis mismas manos; los pies caminan en mis pies, y Yo puedo decir: “Tú
eres mi ojo, mi boca, mi corazón, mis manos y mis pies.” Y el alma puede
decir al revés: “Jesucristo es mi ojo, mi boca, mi corazón, mis manos y mis
pies.” Y el alma encontrándose en esta unión, no sólo de voluntad, sino
personal, muriendo, nada le queda por purgar, y por eso el purgatorio no la
puede tocar, porque el purgatorio toca a aquellos que viven fuera de Mí, en
todo, o en parte.”
Febrero 12, 1904
Lamentos del alma, Jesús la tranquiliza.
Continuando en mi habitual estado, sufriendo más, ha venido el bendito
Jesús y de todas partes de su Humanidad salían tantos riachuelos de luz que
se comunicaban a todas las partes de mi cuerpo, y de estor ríos que yo
recibía salían de mí otros tantos ríos que se comunicaban a la Humanidad de
nuestro Señor. Mientras estaba en esto me he encontrado rodeada por una
multitud de santos, que mirándome decían entre ellos: “Si el Señor no
concurre con un milagro no podrá vivir más, porque le faltan los humores
vitales, el curso de la sangre ya no es natural, por eso según las leyes
naturales debe morir.” Y rogaban a Jesús bendito que hiciera este milagro,
que yo continuara viviendo, y nuestro Señor les ha dicho:
Por la comunicación de los ríos, como ven, significa que todo lo que ella
hace, aun las cosas naturales están identificadas con mi Humanidad, y
cuando Yo hago llegar al alma a este punto, de todo lo que obra el alma y el
cuerpo nada se pierde, todo permanece en Mí; mientras que si el alma no ha
llegado a identificarse en todo con mi Humanidad, muchas obras que hace se
pierden. Y habiéndola hecho llegar a este punto, ¿por qué no puedo Yo
llevármela?”
Ahora, mientras esto decían, pensaba entre mí: “Parece que todos están
en mi contra, la obediencia no quiere que yo muera, estos están rogando al
Señor que no me lleve, ¿qué cosa quieren de mí? Yo no sé por qué casi a la
fuerza quieren que esté en esta tierra, lejana de mi sumo bien.” Y toda me
afligía; mientras esto pensaba Jesús me ha dicho:
“Hija mía amada, no quieras afligirte, las cosas del mundo se ponen
tristísimas y siempre más empeorarán, si llega el punto en que deba dar libre
desahogo a mi Justicia te llevaré, y entonces no escucharé más a ninguno.”
Febrero 21, 1904
Promesa.
Ante la presencia de la Santísima Trinidad, de la Reina Madre María
Santísima, de mi ángel custodio, y de toda la corte celestial, y por obedecer a
mi confesor, prometo que si el Señor por su infinita misericordia me hiciera
la gracia de morir, cuando me encuentre junto con mi Esposo celestial rogaré
y suplicaré el triunfo de la Iglesia y la confusión y conversión de sus
enemigos, que en nuestro país triunfe el partido católico y que la iglesia de
San Cataldo se reabra al culto, que mi confesor quede libre de sus
acostumbrados sufrimientos, con una santa libertad de espíritu y la santidad
de un verdadero apóstol de nuestro Señor, y que si el Señor permite el
mandarme a él, al menos una vez al mes para referirle las cosas celestiales y
cosas pertenecientes al bien de su alma. Esto prometo, cuanto está de mi
parte y lo juro.
Febrero 22, 1904
El gran don de tener una víctima.
Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, en cuanto he visto al
bendito Jesús veía personas que sufrían, y yo rogaba a Jesús que las liberara
de aquellos sufrimientos aun a costa de sufrir yo en lugar de ellos, y Él me
ha dicho:
Si tú quieres sufrir tanto porque eres víctima, qué pasará después cuando
no esté la víctima, entonces verán el vacío que sentirán aquellos que te
rodean, el propio país y también los reinos. ¡Oh! cómo conocerán entonces,
con la pérdida, el gran bien que Yo les había dado dándoles una víctima.”
Febrero 12, 1904 9
Habla con algunos sacerdotes
sobre la iglesia de San Cataldo.
Había olvidado decir cuanto estoy por escribir, que ahora por obediencia
lo digo, si bien no son cosas ciertas, sino dudas, porque faltaba la presencia
de nuestro Señor:
Me encontraba fuera de mí misma y parecía que me encontraba dentro de
una iglesia, donde estaban algunos sacerdotes venerables, y unidas almas del
9 Este capítulo tiene fecha 12 de febrero de 1904 porque debido a un olvido no lo puso en lo que escribió en dicha fecha, y por orden
del confesor lo hace ahora. Ella repite esta fecha en el encabezado aunque no corresponde.
purgatorio y personas santas que estaban discutiendo entre ellos sobre la
iglesia de San Cataldo, y decían casi con certeza que se había obtenido el
abrirla al culto, y yo escuchando esto he dicho: “Cómo puede ser esto, el
otro día corrían rumores de que el Capítulo había perdido la causa, entonces,
por medio del tribunal no se ha podido obtener, el municipio no la quiere
dar, ¿y ustedes dicen que se debe obtener?” Y ellos han agregado: “A pesar
de todas estas dificultades, no obstante no está perdida, y aunque se llegue a
poner manos a la obra para derrumbarla, no se podrá decir perdida, porque
San Cataldo sabrá defender bien su templo, pero, pobre Corato si a esto
llegan.” Mientras esto decían han repetido: “Ya se han llevado las primeras
cosas, la Virgen coronada ya ha sido llevada a su casa, ve tú ante la Virgen y
ruégale que habiendo comenzado la gracia, la cumpla.” Yo he salido de
aquella iglesia para ir a rogar, pero mientras esto hacía me he encontrado en
mí misma.
Marzo 4, 1904
El alma debe vivir en lo alto. Quien
vive en lo alto no puede ser dañado.
Encontrándome muy afligida y sufriente por la pérdida de mi buen Jesús,
en cuanto lo he visto me ha dicho:
“Hija mía, tu alma debe tratar de tener el vuelo del águila, es decir, morar
en lo alto, sobre todas las cosas bajas de esta tierra, y tan alto, que ningún
enemigo la pueda dañar, porque quien vive en lo alto puede herir a los
enemigos, pero no ser herida. Y no sólo debe vivir en lo alto, sino que debe
tratar de tener pureza y agudeza de ojos similares a los del águila. Así
teniendo esta vista y viviendo en lo alto, con la agudeza de su vista penetra
las cosas divinas, no de paso, sino masticándolas hasta hacer de ellas su
alimento predilecto, disgustándose de cualquier otra cosa; pero también
penetra las necesidades del prójimo y no teme descender entre ellos y
hacerles el bien, y si es necesario pone su propia vida. Y con la pureza de la
vista, de dos amores hace uno, el amor de Dios y el amor del prójimo,
haciéndolo todo por Dios, tal debe ser el alma si quiere agradarme.”
Marzo 5, 1904
La cruz sirve de citatorio, abogado y juez al
alma, para tomar posesión del reino eterno.
Esta mañana sintiéndome muy sufriente, con la añadidura de su privación,
después de haber esperado mucho, apenas por pocos instantes ha venido y
me ha dicho:
“Hija mía, los sufrimientos, las cruces, son como tantos citatorios que Yo
envío a las almas, si el alma acepta estos citatorios, ya sea que anuncien al
alma que debe pagar alguna deuda, o que sean un aviso para que haga alguna
adquisición para la vida eterna, si el alma me responde con la resignación a
mi Voluntad, con el agradecimiento, con la adoración a mis santas
disposiciones, inmediatamente nos ponemos de acuerdo y el alma evitará
muchos inconvenientes, como ser citada nuevamente, poner abogados, hacer
juicio y sufrir la condena del juez. Con sólo responder a la cita con la
resignación y con el agradecimiento suplirá a todo esto, porque la cruz le
será citatorio, abogado y juez, sin necesitar otra cosa para tomar posesión del
reino eterno. Pero si no acepta estos citatorios, piénsalo tú misma, en
cuántos abismos de desgracias, de problemas se mete el alma, y cuál será el
rigor del juez al condenarla por no haber aceptado a la cruz por juez, la cual
es mucho más moderada, más compasiva, más inclinada a enriquecerla en
vez de juzgarla, más atenta a embellecerla que a condenarla.”
Marzo 12, 1904
Amenaza de guerras. Toda Europa
está sobre los hombros de Luisa.
Estando enferma Luisa, le he ordenado que ella dictara, y no pudiendo
desobedecer ha dictado cuanto sigue, con gran repugnancia.
Habiéndome lamentado con nuestro Señor de que sintiéndome sufriente,
sin embargo no me llevaba al Cielo, el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, ánimo en el sufrir, no quiero que te abata el no verte todavía
llevada al Cielo. Debes saber que toda Europa está sobre tus hombros, y el
éxito bueno o malo para Europa pende de tus sufrimientos. Si tú eres fuerte
y constante en el sufrir, las cosas serán más soportables; si tú no eres fuerte y
constante en el sufrir, o bien Yo te llevo al Cielo, serán tan graves que estará
la amenaza de ser invadida y gobernada por los extranjeros.”
Es más, agregó que: “Si tú permaneces en la tierra y sufres mucho con
deseo y constancia, todo lo que sucederá de castigos en Europa servirá para
que venga el triunfo de la Iglesia. Y si a pesar de todo esto Europa no lo
aprovecha y queda obstinada en el pecado, tus sufrimientos servirán como
preparativo a tu muerte, sin que Europa lo aproveche.”
Sac. Gennaro Di Gennaro
Marzo 14, 1904
Por la necesidad de los tiempos, Jesús
pide el silencio porque quiere castigar.
Encontrándome en mi habitual estado, después de mucho esperar, el
bendito Jesús ha salido de mi interior, y yo queriendo hablar me ha puesto el
dedo en la boca diciéndome:
“Calla, calla.”
Yo he quedado mortificadísima y no he tenido más valor de abrir la boca,
y el bendito Jesús viéndome tan mortificada ha agregado:
“Hija mía queridísima, la necesidad de los tiempos trae el silencio, porque
si tú me hablas, tu palabra ata mis manos y jamás llego a los hechos de
castigar como conviene, y estamos siempre de cabeza, por eso es necesario
que entre tú y Yo tenga lugar por algún tiempo el silencio.”
Y mientras esto decía ha sacado un cartel en el cual estaba escrito: “Están
decretados flagelos, penas y guerras.” Y ha desaparecido.
Marzo 16, 1904
La verdadera resignación no pone a escrutinio las cosas,
sino que adora en silencio las divinas disposiciones. La
cruz es alegre, jubilosa, gozosa, anhelante.
Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado sobre
una persona que tenía el aspecto como si estuviera vestida como un cordero,
y yo era llevada sobre sus espaldas, pero iba a paso lento; adelante iba una
especie de máquina más veloz, y yo en mi interior he dicho: “Éste va lento,
quisiera ir dentro de aquella máquina que camina más veloz.” No sé el por
qué, pero apenas pensado esto me he encontrado dentro de ella en compañía
de los que iban en ella, y ellos me han dicho: “¿Qué has hecho? ¿Cómo has
dejado al pastor? Y qué pastor, pues estando su vida en los campos son
suyas todas las hierbas medicinales, nocivas y salutíferas, y estando con Él
se puede estar siempre con buena salud, y si lo ves vestido de oveja es para
volverse similar a las ovejas, haciendo que ellas se le acerquen sin ningún
temor, y si bien va a paso lento, pero es más seguro.” Yo al oír esto he dicho
en mi interior: “Ya que es así, quisiera decirle alguna cosa sobre mi
enfermedad.” Mientras esto pensaba me lo he encontrado cerca de mí, y yo
toda contenta me he acercado a su oído y le he dicho: “Pastor bueno, si eres
tan experto dame algún remedio para mis males, pues yo me encuentro en
este estado de sufrimientos.” Y queriendo decir más, me ha callado al
decirme:
“La verdadera resignación, no fantástica, no pone a escrutinio las cosas,
sino que adora en silencio las divinas disposiciones.”
Y mientras esto decía, parecía que se rompía la piel de lana y veía el
rostro de Nuestro Señor, y su cabeza coronada de espinas. Yo al oír que me
decía esto, no sabía más qué decir, me quedaba en silencio contenta de estarjunto con Él, y Él ha continuado:
“Tú has olvidado decirle al confesor otra cosa sobre la cruz.”
Y yo: “Adorable Señor mío, yo no recuerdo, repítemela y la diré.”
Y Él: “Hija mía, entre tantos títulos que tiene la cruz, tiene el título de un
día festivo, porque cuando se recibe un don, ¿qué cosa sucede? Se hace
fiesta, se goza, se está más alegre; ahora, la cruz siendo el don más precioso,
más noble y hecho por la persona más grande y única que existe, resulta más
agradable y lleva más fiesta, más gozo que todos los otros dones. Entonces,
tú misma puedes decir que otros títulos se puede dar a la cruz.”
Y yo: “Como Tú dices, se puede decir que la cruz es festiva, jubilante,
gozosa, anhelante.”
Y Él: “Bien, has dicho bien, pero el alma llega a experimentar estos
efectos de la cruz cuando está perfectamente resignada a mi Voluntad, y se
ha dado toda sí misma a Mí, sin retener nada para sí, y Yo para no dejarme
vencer en amor por la criatura, le doy todo Yo mismo, y en el donarme a Mí
mismo dono también mi cruz, y el alma reconociéndola como don mío hace
fiesta y goza.”
Marzo 20, 1904
Todas las cosas tienen origen en la fe.
Esta mañana me sentía desanimada y entristecida por la pérdida de mi
adorable Jesús, y mientras estaba en este estado, ha hecho oír su dulcísima
voz que me decía:
“Hija mía, todas las cosas tienen origen en la fe. Quien es fuerte en la fe
es fuerte en el sufrir, la fe hace encontrar a Dios en cada lugar, hace que se
descubra en cada acción, lo toca en cada movimiento, y cada nueva ocasión
que se presenta es una nueva revelación divina que recibe. Por eso sé fuerte
en la fe, porque si estás fuerte en ella, en todos los estados y vicisitudes, la fe
te suministrará la fuerza y te hará estar siempre unida con Dios.”
Abril 9, 1904
Basta un acto perfecto de resignación a la Voluntad Divina
para quedar purgado de todas las imperfecciones en las
cuales el alma no ha puesto nada de lo suyo.
Debiendo recibir esta mañana la comunión, estaba pensando entre mí:
“¿Qué dirá mi bendito Jesús cuando venga a mi alma? Dirá: “Cómo es fea
esta alma, mala, fría, abominable.” Cuan rápido hará consumir las especies
para no estar en contacto con esta alma tan fea, ¿pero qué quieres de mí? A
pesar de que soy tan mala, sin embargo debes tener paciencia para venir,
porque de todos modos me eres necesario, y no puedo hacer otra cosa.”
Mientras esto decía ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
“Hija mía, no quieras afligirte por esto, no se requiere nada para
remediarlo, basta un acto perfecto de resignación a mi Voluntad para poder
quedar purgado de todas estas fealdades que tú dices, y Yo te diré lo
contrario de lo que piensas, te diré: “Cómo eres bella, siento el fuego de mi
Amor en ti, y el perfume de mis fragancias, en ti quiero hacer mi perfecta
morada.”
Y ha desaparecido. Entonces, habiendo venido el confesor le he dicho
todo, y él me ha dicho que no estaba bien, porque es el dolor el que purga al
alma, y que la resignación no entraba en esto. Por eso, después de haber
recibido la comunión he dicho: “Señor, el padre me ha dicho que no está
bien lo que me has dicho, explícate mejor y hazme conocer la verdad.” Y Él
bondadosamente ha agregado:
“Hija mía, cuando se trata de pecado voluntario, entonces se requiere el
dolor, pero cuando se trata de imperfecciones, de debilidades, de frialdades y
otras cosas, y que el alma no ha puesto nada de lo suyo, entonces basta un
acto de perfecta resignación, y se tiene necesidad también de este estado
para quedar purgado, porque el alma al hacer este acto primero se encuentra
con la Voluntad Divina que purga la voluntad humana y la embellece con
sus cualidades, y después se funde conmigo.”
Abril 10, 1904
Las tres cuerdas que atan por todos lados y estrechan
más íntimamente a Jesús con el alma, son: Sufrimientos
asiduos, reparación perpetua, amor perseverante.
Esta mañana, encontrándome con el temor de que el bendito Jesús
viéndome aún tan mala me hubiera dejado, lo he sentido salir de dentro de
mi interior y me ha dicho:
“Hija mía, ¿por qué te ocupas en pensamientos inútiles y en cosas que no
existen? Debes saber que hay tres títulos ante Mí que como tres cuerdas me
atan por todas partes y me estrechan más íntimamente a ti, de modo que no
puedo dejarte, y son: Sufrimientos asiduos, reparación perpetua, amor
perseverante. Si tú como criatura eres continua en esto, ¿tal vez el Creador
será menos que la criatura? ¿O se dejará vencer por ella? Esto no es
posible.”
Abril 11. 1904
Jesús agradece a Luisa.
Continuando mi acostumbrado estado, después de haber esperado mucho,
en cuanto he visto a mi adorable Jesús me ha dicho:
“Tú que tanto me querías contigo, ¿qué cosa quieres, qué te importa
más?”
Y yo: “Señor, nada quiero, lo que más me importa eres sólo Tú.”
Y Él ha repetido: “Cómo, ¿no quieres nada? Pídeme cualquier cosa, la
santidad, mi gracia, las virtudes, que Yo todo te puedo dar.”
Y yo de nuevo he dicho: “Nada, nada, te quiero sólo a Ti y lo que quieres
Tú.”
Y de nuevo ha agregado: “¿Entonces no quieres nada más? ¿Yo solo te
basto? ¿Tus deseos no tienen otra vida en ti que Yo sólo? Entonces toda tu
confianza debe estar sólo en Mí, y a pesar de que no quieres nada obtendrás
todo.”
Y sin darme más tiempo, como relámpago ha desaparecido. Entonces yo
he quedado muy disgustada, especialmente porque por cuanto más lo
llamaba, no regresaba, y pensaba entre mí: “Yo no quiero nada, no pienso,
no me ocupo sino solamente de Él, y Él parece que no se interesa de mí, no
sé como su buen corazón puede llegar a tanto.” Y tantos otros disparates
que yo decía. Ahora, mientras estaba en esto, ha regresado y me ha dicho:
“Gracias, gracias. ¿Qué es más, cuando el Creador agradece a la criatura
o cuando la criatura agradece al Creador? Ahora, debes saber que cuando tú
me esperas y tardo en venir, Yo te agradezco a ti; cuando vengo pronto, tú
estás obligada a agradecerme a Mí. Entonces, ¿te parece poco que tu
Creador te dé la ocasión de poder quedar obligado contigo y agradecerte?”
Yo he quedado toda confundida.
Abril 12, 1904
La paz es el más grande tesoro.
Esta mañana me sentía turbada por la ausencia del bendito Jesús, entonces
después de haber esperado mucho, en cuanto lo he visto me ha dicho:
“Hija mía, cuando un río está expuesto a los rayos del sol, viendo dentro
de él se ve el mismo sol que está en el cielo, pero esto sucede cuando el río
está calmado, sin que ningún viento perturbe las aguas; pero si las aguas
están turbadas, a pesar de que el río está todo expuesto al sol, nada se ve,
todo es confusión. Así el alma cuando está expuesta a los rayos del Sol
divino, si está calmada advierte el Sol divino en sí misma, siente el calor, ve
la luz y comprende la verdad; pero si está turbada, a pesar de que lo tiene en
sí misma, no siente otra cosa que confusión y turbación. Por eso considera a
la paz como el más grande tesoro, si ansías estar unida conmigo.”
Abril 14, 1904
Si el alma da a Dios el alimento del amor
paciente, Dios dará el pan dulce de la Gracia.
Continuando mi habitual estado, pero siempre con inmensa amargura en
mi alma por la privación del bendito Jesús, y que a lo más viene cuando ya
no puedo más, y después de que casi estoy persuadida de que no vendrá más.
Entonces, cuando apenas lo he visto llevando un cáliz en la mano me ha
dicho:
“Hija mía, si además del alimento del amor me das el pan de tu paciencia,
porque el amor paciente y sufriente es alimento más sólido, más sustancioso
y tonificante, porque si el amor no es paciente se puede decir que es amor
vacío, ligero y sin ninguna sustancia, así que se puede decir que faltan las
materias necesarias para formar el pan de la paciencia. Por eso si tú me das
este pan, Yo te daré el pan dulce de la Gracia.”
Y mientras esto decía me ha dado a beber lo que estaba dentro del cáliz
que llevaba en la mano, que parecía dulce, como una especie de licor que no
sé distinguir, y ha desaparecido.
Después de esto veía en torno a mi lecho a muchas personas forasteras:
sacerdotes, hombres de bien, mujeres que parecía que debían venir a
encontrarme, y algunos de ellos parecía que decían al confesor: “Danos
noticias de esta alma, de todo lo que el Señor le ha manifestado, las gracias
que le ha hecho, porque nos ha manifestado el Señor desde 1882 que escogía
una víctima, y la señal de esta víctima sería que el Señor la habría mantenido
siempre en este estado como jovencita, tal cual como cuando la eligió, sin
envejecerse o cambiarse la misma naturaleza.” Ahora, mientras esto decían,
no sé cómo yo me veía tal cual como cuando me acosté en el lecho, sin que
hubiera cambiado en nada por haber estado tantos años en este estado de
sufrimiento.”
Abril 16. 1904
Jesús y Dios Padre hablan sobre la Misericordia.
Continuando mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y
veía una multitud de gentes, y en medio de ellas se oían rumores de bombas
y estallidos, y las personas caían muertas y heridas, los que quedaban huían
a un palacio cercano, pero los enemigos lo asaltaban y los mataban con más
seguridad que a aquellos que permanecían al descubierto. Entonces yo decía
entre mí: “Cómo quisiera ver si está el Señor entre estas gentes para decirle:
“Ten misericordia, piedad de esta pobre gente.” Entonces he girado y vuelto
a girar y lo he visto como pequeño niñito, pero poco a poco iba creciendo
hasta que ha llegado a edad perfecta, entonces yo me he acercado y le he
dicho: “Amable Señor, ¿no ves la tragedia que sucede? ¿No quieres hacer
más uso de la Misericordia, tal vez quieres tener inútil este atributo que
siempre ha glorificado con tanto honor tu Divinidad Encarnada, haciendo
con ella una corona especial a tu augusta cabeza y adornándote una segunda
corona tan querida y amada por Ti, como son las almas?” Ahora, mientras
esto decía, Él me ha dicho:
“Basta, basta, no sigas adelante, tú quieres hablar de Misericordia, ¿y de
la Justicia qué haremos? Lo he dicho y te lo repito, es necesario que la
Justicia tenga su curso.”
Por lo tanto he repetido: “No hay remedio, ¿y para qué dejarme en esta
tierra cuando no puedo aplacarte más y sufrir yo en lugar de mi prójimo?
Siendo así es mejor que me hagas morir.” Mientras estaba en esto veía a
otra persona detrás de las espaldas de Jesús bendito, y me ha dicho casi
haciéndome señas con los ojos: “Preséntate a mi Padre y ve qué cosa te
dice.” Yo me he presentado toda temblando, y apenas me ha visto me ha
dicho:
“¿Qué quieres que has venido a Mí?”
Y yo: “Bondad adorable, Misericordia infinita, sabiendo que Tú eres la
misma Misericordia, he venido a pedirte misericordia, misericordia para tus
mismas imágenes, misericordia para las obras creadas por Ti, misericordia
no para otros, sino para tus mismas criaturas.” Y Él me ha dicho:
“¿Entonces es misericordia lo que tú quieres? Pero si quieres verdadera
misericordia, la justicia después de que se haya desahogado, producirá
grandes y abundantes frutos de misericordia.”
Entonces, no sabiendo más qué decir, he dicho: “Padre infinitamente
santo, cuando los siervos, los necesitados se presentan a los patrones, a los
ricos, si son buenos, si no dan todo lo que es necesario, les dan siempre
alguna cosa, y yo, que he tenido el bien de presentarme ante Ti, dueño
absoluto, rico sin término, bondad infinita, nada quieres dar a esta pobrecita
de lo que te ha pedido, ¿no queda acaso más honrado y contento el patrón
cuando da que cuando niega lo que es necesario a sus siervos? Después de
un momento de silencio ha agregado:
“Por amor tuyo, en vez de hacer por diez haré por cinco.”
Dicho esto han desaparecido, y yo veía en más partes de la tierra, y
especialmente en Europa multiplicarse guerras, guerras civiles y
revoluciones.
Abril 21, 1904
Quien tiene el título de víctima puede luchar con la Justicia.
Continuando mi habitual estado, oía alrededor de mi lecho a personas que
rogaban a nuestro Señor, yo no ponía atención a escuchar qué cosa querían,
ponía atención sólo a que ya era tarde y que Jesús bendito no se hacía ver
todavía. ¡Oh! cómo se destrozaba mi corazón temiendo que no viniera, y
decía entre mí: “Señor bendito, estamos ya en la última hora, ¿y no vienes
aún? ¡Ay! no me des este disgusto, al menos hazte ver.” Mientras esto
decía ha salido de dentro de mi interior y ha dicho a aquellos que estaban a
mi alrededor:
“Luchar con mi Justicia no es lícito a las criaturas, sino sólo le es lícito a
quien tiene el título de víctima, y no sólo de luchar sino de jugar con la
Justicia, y esto porque al luchar o jugar fácilmente se reciben los golpes, las
derrotas, las pérdidas, y la víctima está pronta a recibir sobre sí los golpes,
resignarse en las derrotas y pérdidas sin que ponga atención a sus pérdidas, a
los sufrimientos, sino sólo a la gloria de Dios y al bien del prójimo. Si Yo
me quisiera aplacar, tengo aquí a mi víctima que está pronta a luchar y a
recibir sobre sí todo el furor de mi Justicia.”
Se ve que estaban rogando para aplacar al Señor, yo he quedado
mortificada y más amargada al escuchar esto de nuestro Señor.
Abril 26, 1904
El hábito no hace al monje.
Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma me he encontrado con el
niño Jesús en brazos, rodeada de varias personas devotas, sacerdotes,
muchos de los cuales estaban atentos a la vanidad, al lujo y a la moda, y
parecía que decían entre ellos aquel dicho antiguo: “El hábito no hace al
monje.” Y el bendito Jesús me ha dicho:
“Amada mía, ¡oh! cuán defraudado me siento por la gloria que me debe la
criatura, y que con tanta desfachatez me niega, y hasta por las personas que
se dicen devotas.”
Yo al oír esto he dicho: “Querido de mi corazón, recitemos tres Gloria
Patri poniendo la intención de dar toda la gloria que debe la criatura a
vuestra Divinidad, así recibirá al menos una reparación.”
Y Él: “Sí, sí, recitémoslas.”
Y las hemos recitado juntos, después hemos recitado un Ave María,
poniendo también la intención de dar a la Reina Madre toda la gloria que le
deben las criaturas. ¡Oh! cómo era bello rogar con el bendito Jesús, me
encontraba tan bien que he continuado: “Amado mío, cómo quisiera hacer
la profesión de fe en tus manos al recitar junto contigo el Credo.”
Y Él: “El Credo lo recitarás tú sola, porque a ti te corresponde, no a Mí, y
lo dirás a nombre de todas las criaturas para darme más gloria y honor.”
Entonces yo he puesto mis manos en las suyas y he recitado el Credo,
después de esto el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, parece que me siento más aliviado y alejada aquella nube negra
de la ingratitud humana, especialmente de las devotas. ¡Ah! hija mía, la
acción externa tiene tanta fuerza de penetrar en el interior, que forma un
vestido material al alma, y cuando el toque divino la toca, no lo sienten vivo,
porque tienen la vestidura fangosa invistiendo al alma, y no sintiendo la
vivacidad de la Gracia, la Gracia, o es rechazada o queda infructuosa. ¡Oh!
cómo es difícil gozar los placeres, vestir de lujo externamente, y
despreciarlos internamente, más bien sucede lo contrario, esto es, amar en el
interior y gozar de lo que externamente nos rodea. Hija mía, considera tú
misma cuál no es el dolor de mi corazón en estos tiempos, ver mi Gracia
rechazada por todo tipo de gente, mientras que todo mi consuelo es el
socorrer a las criaturas, y toda la vida de las criaturas es la ayuda divina, y
las criaturas me rechazan mi socorro y mi ayuda. Entra tú a tomar parte de
mi dolor y compadece mis amarguras.”
Dicho esto ha desaparecido, quedando toda afligida por las penas de mi
adorable Jesús.
Abril 29, 1904
La vida de Dios se manifiesta en las criaturas con las
palabras, con las obras y con los sufrimientos, pero
lo que la manifiesta más claramente son los sufrimientos.
Continuando mi habitual estado, me he encontrado rodeada por tres
vírgenes, las cuales tomándome querían a viva fuerza crucificarme sobre una
cruz, y yo como no veía al bendito Jesús, temiendo, ponía resistencia, y ellas
viendo mi resistencia me han dicho: “Hermana queridísima, no temas que
no esté nuestro Esposo, deja que te comencemos a crucificar, que el Señor
atraído por la virtud de los sufrimientos vendrá, nosotras venimos del Cielo,
y como hemos visto males gravísimos que están por suceder en Europa, para
hacer que al menos sucedan más benignos hemos venido a hacerte sufrir.”
Mientras tanto me han traspasado con clavos las manos y los pies, pero con
tal crudeza de dolor que me sentía morir. Ahora, mientras sufría ha venido
el bendito Jesús, y viéndome con severidad me ha dicho:
“¿Quién te ha ordenado ponerte en estos sufrimientos? Entonces ¿para
qué me sirves? ¿Para no poder ni siquiera ser libre de hacer lo que quiero, y
para ser un continuo estorbo a mi Justicia?”
Yo en mi interior decía: “Qué quiere de mí, yo ni siquiera quería, han
sido ellas las que me han inducido, y la toma contra mí.” Pero no podía
hablar por lo acerbo del dolor; aquellas vírgenes viendo la severidad de
nuestro Señor, más me hacían sufrir sacando y volviendo a meter los clavos,
y me acercaban a Él mostrándole mis sufrimientos, y cuanto más sufría, más
parecía que el Señor se apaciguaba, y cuando lo han visto más apaciguado y
casi enternecido por mi sufrir, me han dejado y se han ido, dejándome sola
con nuestro Señor. Entonces Él mismo me asistía y sostenía, y viéndome
sufrir, para reanimarme me ha dicho:
“Hija mía, mi Vida se manifiesta en las criaturas con las palabras, con las
obras y con los sufrimientos, pero lo que la manifiesta más claramente son
los sufrimientos.”
Mientras estaba en esto ha venido el confesor para llamarme a la
obediencia, y en parte por los sufrimientos y en parte porque el Señor no me
dejaba, no podía obedecer. Entonces me he lamentado con mi Jesús,
diciéndole: “Señor, ¿Cómo es que se encuentra el confesor a esta hora?
¿Justo ahora debía venir?”
Y Él: “Hija mía, déjalo que esté un poco con nosotros y que participe
también en mis gracias. Cuando uno continuamente frecuenta una casa,
participa del llanto y de la risa, de la pobreza y de la riqueza; así es del
confesor, ¿no ha participado de tus mortificaciones y privaciones? Ahora
participa de mi presencia.”
Entonces parecía que le participaba la fuerza divina diciéndole: “La Vida
de Dios en el alma es la esperanza, y por cuanto esperes, tanto de Vida
Divina contienes en ti mismo, y así como la Vida Divina contiene potencia,
sabiduría, fortaleza, amor y otras cosas, así el alma se siente regar por tantos
arroyos por cuantas son las virtudes divinas, y la Vida Divina crece siempre
en ti mismo; pero si no esperas, en lo espiritual, y por lo espiritual
participará también lo corporal, la Vida Divina se irá consumiendo hasta
apagarse del todo, por eso espera, espera siempre.”
Después, con esfuerzo he recibido la comunión, y después me he
encontrado fuera de mí misma y veía tres hombres en forma de tres caballos
indómitos que se desenfrenaban en Europa, haciendo tantos estragos de
sangre, y parecía que querían envolver como dentro de una red a la mayor
parte de Europa en guerras encarnizadas, todos temblaban a la vista de estos
diablos encarnados, y muchos quedaban destruidos.
Mayo 1, 1904
El ojo que se deleita sólo de las cosas del Cielo, tiene la
virtud de ver a Jesús, y quien se deleita de las cosas de
la tierra, tiene la virtud de ver las cosas de la tierra.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en nuestro Señor,
cuando habiendo llegado al monte calvario fue desnudado del todo y
amargado con hiel, y le rogaba diciéndole: “Adorable Señor mío, no veo en
Ti mas que una vestidura de sangre adornada de llagas, y por gusto y deleite
amarguras de hiel, por honor y gloria confusiones, oprobios y cruces. ¡Ah!
no permitas que después de que Tú has sufrido tanto, que yo no vea las cosas
de esta tierra más que como estiércol y fango, que no me tome otro placer
que en Ti sólo, y que todo mi honor no sea otro que la cruz.” Y Él
haciéndose ver me ha dicho:
“Hija mía, si tú hicieras de manera diferente perderías la pureza de la
mirada, porque haciéndose un velo a la vista perderías el bien de verme,
porque el ojo que se recrea sólo de las cosas del Cielo tiene la virtud de
verme, y quien se recrea de las cosas de la tierra tiene la virtud de ver las
cosas de la tierra, porque el ojo, viéndolas diferentes de lo que son, las ve y
las ama.”
Mayo 28, 1904
La mortificación derrumba todo e inmola todo a Dios.
Continuando mi habitual estado, y estando con suma amargura por las
continuas privaciones de mi adorable Jesús, se ha hecho ver diciéndome:
“Hija mía, la primera mina que se debe arrojar en el interior del alma es la
mortificación, y cuando esta mina se pone en el alma echa por tierra todo, e
inmola todo a Dios, porque en el alma hay como tantos palacios, pero todos
de vicios, como sería el orgullo, la desobediencia y tantos otros vicios, y la
mina de la mortificación derrumbándolo todo reedifica muchos otros
palacios de virtudes, inmolándolos y sacrificándolos todos a la gloria de
Dios.”
Dicho esto ha desaparecido, y después ha venido el demonio que sólo
quería molestarme, y yo sin sentir miedo le he dicho: “¿Qué ganas con
molestarme? Quieres aparentar ser más bueno, toma un palo y golpéame
hasta no dejarme ni siquiera una gota de sangre, entendiendo sin embargo,
que cada gota de sangre que derrame es un testimonio de más de amor, de
reparación y de gloria que intento dar a mi Dios.”
Y aquél: “No encuentro palos para poderte golpear, y si voy a buscarlo tú
no me esperas.”
Y yo: “Ve entonces que aquí te espero.” Y así se ha ido, quedando yo
con la firme voluntad de esperarlo, cuando con mi sorpresa he visto que
habiéndose encontrado con otro demonio iban diciendo: “Es inútil que
regresemos, ¿en qué aprovecha el golpear si debe servir para nuestro daño y
con nuestra pérdida? Es bueno hacer sufrir a quien no quiere sufrir, porque
éste ofende a Dios, pero a quien quiere sufrir, nos hacemos mal con nuestras
manos.” Y no ha regresado, quedando yo mortificada.
Mayo 30, 1904
La Pasión sirve como vestido al hombre. La
soberbia transforma en demonios las imágenes de Dios.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando y ofreciendo la
Pasión de Nuestro Señor, especialmente la corona de espinas, y le rogaba
que diera luz a tantas mentes cegadas, que se hiciera conocer, porque es
imposible conocerlo y no amarlo. Mientras esto decía, mi adorable Jesús ha
salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
“Hija mía, cuánta ruina hace en el alma la soberbia, basta decirte que
forma un muro de división entre la criatura y Dios, y de imágenes mías las
transforma en demonios. Y además, si tanto te duele y te desagrada que las
criaturas sean tan ciegas que ellas mismas no entiendan ni vean el precipicio
en el cual se encuentran, y tanto deseas que Yo las ayude, mi Pasión sirve
como vestido al hombre, que le cubre las más grandes miserias, lo embellece
y le restituye todo el bien que por el pecado se había quitado y había
perdido, por lo cual Yo te hago don de mi Pasión, a fin de que te sirva a ti y
para quien quieras tú.”
Al escuchar esto me ha venido tal temor viendo la grandeza del don, y
temiendo que no supiera utilizar este don, y por eso desagradar al mismo
Donador; entonces he dicho: “Señor, no siento la fuerza de aceptar tal don,
soy muy indigna de tal favor, mejor quédatelo Tú que eres el Todo y todo
conoces, conoces a quién es necesario y conviene aplicar este vestido tan
precioso y de inmenso valor, porque yo, pobrecita, ¿qué cosa puedo
conocer? Y si es necesario aplicarlo a alguien y yo no lo hago, ¿qué
rigurosa cuenta no me pedirás?”
Y Jesús: “No temas, el mismo Donador te dará la gracia de no tener inútil
el don que te ha dado, ¿crees tú que Yo te hago un don para hacerte daño?
No, jamás.”
Entonces yo no he sabido qué responder, pero he quedado espantada y en
ascuas, reservándome para oír cómo pensaba la señora obediencia. Se
entiende sin embargo que este vestido, no quiere significar otra cosa que
todo lo que obró, mereció y sufrió nuestro Señor, donde la criatura encuentra
el vestido para cubrirse la desnudez despojada de virtud, las riquezas para
enriquecerse, las bellezas para volverse bella y embellecerse, y el remedio a
todos sus males. Después, habiéndolo dicho a la obediencia, me ha dicho
que lo aceptara.
Junio 3, 1904
Quien se deja dominar por la cruz, destruye en el alma
tres reinos malos que son: El mundo, el demonio y la
carne, y establece otros tres reinos buenos que son:
El reino espiritual, el divino y el eterno.
Esta mañana, como no venía el bendito Jesús me sentía toda oprimida y
cansada. Después, al venir ha dicho:
“Hija mía, no quieras cansarte en el sufrir, haz como si a cada instante
comenzaras a sufrir, porque quien se deja dominar por la cruz destruye en el
alma tres reinos malos, que son: El mundo, el demonio y la carne, y
establece otros tres reinos buenos que son: El reino espiritual, el divino y el
eterno.”
Y ha desaparecido.
Junio 6, 1904
Ánimo, fidelidad y suma atención se necesita
para seguir lo que la Divinidad obra en nosotros.
Continuando mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver desde
dentro de mi interior, primero Él sólo y después las Tres Divinas Personas,
pero todas en profundo silencio, y yo continuaba ante su presencia con mi
acostumbrado trabajo interior, y parecía que el Hijo se unía conmigo y yo no
hacía otra cosa que seguirlo, pero todo era silencio, y no se hacía otra cosa
en este silencio que fundirse con Dios, y todo el interior, afectos, latidos,
deseos, respiros, se convertían en profundas adoraciones a la Majestad
Suprema. Entonces, después de haber estado un poco de tiempo en este
estado, parecía que las Tres hablaban, pero formaban una sola voz y me han
dicho:
“Hija querida nuestra, ánimo, fidelidad y atención suma al seguir lo que la
Divinidad obra en ti, porque todo lo que haces no lo haces tú, sino que no
haces otra cosa que dar tu alma por habitación a la Divinidad; te sucede a ti
como a una pobre que teniendo un pequeño cuartucho, el rey lo pide por
habitación, y ella lo da y hace todo lo que quiere el rey; entonces, habitando
el rey aquel pequeño cuartucho, contiene riquezas, nobleza, gloria y todos
los bienes, ¿pero de quién son? Del rey, y si el rey lo quiere dejar, a la pobre
¿qué cosa le queda? Le queda siempre su pobreza.”
Junio 10, 1904
Jesús habla de la belleza del hombre.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable Jesús,
todo afligido y doliente me ha dicho:
“¡Ah! hija mía, si el hombre se conociera a sí mismo, ¡oh! cómo se
cuidaría de mancharse, porque es tal y tanta su belleza, su nobleza, su
hermosura, que todas las bellezas y diversidad de las cosas creadas las reúne
en sí, y esto porque siendo creadas todas las otras cosas de la naturaleza para
servicio del hombre, y el hombre debía ser superior a todas, por lo tanto,
para ser superior debía reunir en sí todas las cualidades de las otras cosas
creadas, y no sólo eso, sino que habiendo sido creadas las otras cosas para el
hombre y el hombre sólo para Dios y para su delicia, por consecuencia no
sólo debía reunir en sí todo lo creado, sino que debía superarlo hasta recibir
en sí mismo la imagen de la Majestad Suprema. Y el hombre a pesar de
todo esto, no cuidando todos estos bienes, no hace otra cosa que ensuciarse
con las más feas porquerías.”
Y ha desaparecido. Entonces yo comprendía que a nosotros nos sucede
como a una pobre, que habiendo recibido un vestido tejido de oro,
enriquecido con gemas y con piedras preciosas, como no entiende ni conoce
su valor, lo tiene expuesto al polvo, lo ensucia fácilmente y lo tiene como un
vestido tosco y de poco valor, de modo que si se le quita, poco o ningún
disgusto siente. Así es nuestra ceguera respecto a nosotros mismos.
Junio 15, 1904
La criatura no es otra cosa que un pequeño recipiente
lleno de dosis de todas las partículas divinas.
Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido me ha dicho:
“Hija amada mía, me es tan querida la criatura y la amo tanto, que si la
criatura lo comprendiera le estallaría el corazón de amor, y esto es tan cierto,
que al crearla no la hice otra cosa que un pequeño recipiente lleno de
partículas de los atributos divinos, de modo que de todo mi Ser, atributos,
virtudes, perfecciones, el alma contiene muchas pequeñas partículas de todo
ello, según la capacidad dada por Mí, y esto a fin de que pudiera encontrar
en ella otros tantos pequeños distintivos correspondientes a mis atributos y
así poder deleitarme y juguetear perfectamente con ella. Ahora, este
pequeño recipiente lleno de lo divino, cuando el alma se ocupa de las cosas
materiales y las hace entrar en ella, hecha afuera alguna cosa de lo divino y
toma su lugar alguna cosa material; qué afrenta recibe la Divinidad y qué
daño el alma; pero si por necesidad se ocupa de las cosas materiales, ¡cuánta
atención se requiere para no hacerlas entrar! Tú, hija, está atenta, de otra
manera, si veo en ti alguna cosa que no sea divina, Yo no me haré ver más.”
Junio 17, 1904
La consumación de la voluntad humana en la
divina, nos vuelve una sola cosa con Dios, y
pone en nuestras manos el divino poder.
Esta mañana, después de mucho esperar, el bendito Jesús ha venido y me
ha dicho:
“Hija mía, mira cuántas cosas se dicen de virtud, de perfección, sin
embargo van a terminar todas en un solo punto, es decir, en la consumación
de la voluntad humana en la divina. Así que quien más está consumado en
ésta, se puede decir que contiene todo y es el más perfecto de todos, porque
todas las virtudes y obras buenas son tantas llaves que nos abren los tesoros
divinos, nos hacen adquirir más amistad, más intimidad, más trato con Dios,
pero sólo la consumación es la que nos vuelve una cosa con Él y pone en
nuestras manos el divino poder, y esto porque la vida debe tener una
voluntad para vivir, ahora, viviendo de la Voluntad Divina, naturalmente se
vuelve dueña.”
Junio 19, 1904
Habla de castigos.
Encontrándome en mi habitual estado, oía a mi adorable Jesús que decía
junto a mí:
“Hija mía, en qué momento tan doloroso está por entrar la Iglesia, pero
toda la gloria en estos tiempos es de aquellos espíritus atléticos que no
poniendo atención a cuerdas, cadenas y penas, no hacen otra cosa que
romper el sendero espinoso que divide la sociedad de Dios.”
Después ha continuado: “En el hombre se ve una avidez de sangre
humana. Él desde la tierra, y Yo desde el Cielo concurriré con terremotos,
incendios, huracanes, desgracias, para hacerlos morir en buena parte.”
Junio 20, 1904
Las almas víctimas son hijas de la Misericordia.
Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el bendito Jesús
me ha dicho:
“Hija mía, ha llegado a tanto la perfidia humana, de agotar por su parte mi
Misericordia, pero mi Bondad es tanta, de constituir las hijas de la
Misericordia, a fin de que también por parte de las criaturas no quede
agotado este atributo, y éstas son las víctimas que están en plena posesión de
la Voluntad Divina por haber destruido la propia, porque en éstas, el
recipiente dado a ellas por Mí al crearlas está en pleno vigor, y habiendo
recibido la partícula de mi Misericordia, siendo hija la suministra a otros. Se
entiende sin embargo que para administrar la Misericordia a otros se debe
encontrar ella en la Justicia.”
Y yo: “Señor, ¿quién se puede encontrar en la Justicia?”
Y Él: “Quien no comete pecados graves y quien se abstiene de cometer
pecados veniales ligerísimos, por propia voluntad.”
Junio 29, 1904
Signo para conocer que Dios se retira del hombre.
Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, apenas se ha hecho
ver mi adorable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, la señal de que mi Justicia no puede soportar más al hombre y
está en acto de mandar graves castigos, es cuando el hombre no puede
soportarse más a sí mismo, porque Dios rechazado por el hombre, de él se
retira y hace sentir al hombre todo el peso de la naturaleza, del pecado y de
las miserias, y el hombre no pudiendo soportar el peso de la naturaleza sin la
ayuda divina, busca él mismo el modo de destruirse.
encuentra ahora la presente generación.”
En tal estado se
Julio 14, 1904
La vida es una consumación continua.
Mis días se van haciendo siempre más dolorosos por las casi continuas
privaciones de mi adorable Jesús, yo misma no sé por qué me siento devorar
el alma y también el cuerpo por esta separación. ¡Qué duro martirio! Mi
único y solo consuelo es la Voluntad de Dios, porque si todo lo he perdido,
incluso a Jesús, sólo esta santa y dulcísima Voluntad de Dios está en mi
poder, pero como también siento que se me devora el cuerpo, me ilusiono de
que no está tan lejana la separación de él, porque lo siento sucumbir, y por
eso espero que un día u otro el Señor me llame a Sí y terminar esta dura
separación. Por eso, esta mañana después de haber esperado mucho, en
cuanto ha venido me ha dicho:
“Hija mía, la vida es una consumación continua, quién la consume por los
placeres, quién por las criaturas, quién por pecar, otros por los intereses,
alguno por caprichos, hay tantos tipos de consumación. Ahora, quien esta
consumación la forma toda en Dios, puede decir con toda certeza: ‘Señor,
mi vida se ha consumido de amor por Ti, y no sólo me he consumido, sino
que estoy muerta sólo por tu amor.’ Por eso, si tú te sientes consumir
continuamente por mi separación, puedes decir que mueres continuamente
en Mí, y tantas muertes sufres por amor mío. Y si tú consumes tu ser por
Mí, por cuanto se consume de ti, otro tanto adquieres de divino en ti misma.”
Julio 22, 1904
Sólo la estabilidad es la que hace conocer
el progreso de la Vida Divina en el alma.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me
ha dicho:
“Hija mía, cuando el alma se propone, o no pecar, o bien el hacer un bien
y no sigue los propósitos hechos, significa que no se hacen con toda la
voluntad, y que la luz divina no ha tenido contacto con el alma, porque
cuando la voluntad es verdadera y la luz es divina, les hace conocer el mal a
evitar o el bien por hacer, y difícilmente el alma no sigue lo que se ha
propuesto, y esto porque la luz divina no viendo la estabilidad de la
voluntad, no suministra la luz necesaria para evitar lo uno y para hacer lo
otro, a lo más pueden ser momentos de desventura, abandonos de criaturas, o
cualquier otro accidente por lo que el alma parece que se quisiera destruir
por Dios, que quiere cambiar de vida, pero apenas el viento de los accidentes
se cambia, qué pronto se cambia la voluntad humana. Así que en lugar de
voluntad y luz, se puede decir que hay una mezcla de pasiones según los
cambios de los vientos. Así que sólo la estabilidad es la que hace conocer el
progreso de la Vida Divina en el alma, porque siendo Dios inmutable, quien
lo posee participa de su inmutabilidad en el bien.”
Julio 27, 1904
Todo debe ser sellado por el amor.
Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús ha salido de mi
interior, y teniéndome levantada la cabeza, que por lo prolongado del tiempo
que lo he esperado estaba muy cansada, me ha dicho:
“Hija mía, a quien verdaderamente me ama, todo lo que le sucede, interior
y exterior, devora todo en una sola cosa, en la Voluntad Divina. De todas
las cosas ninguna le parece extraña, mirándolas como un producto de Divina
Voluntad, por eso en Ella todo consume; su centro, su mira, es única y
solamente la Voluntad de Dios; así que en Ella siempre gira como dentro de
un anillo, sin encontrar jamás el camino para salirse, haciendo de Ella su
alimento continuo.”
Dicho esto ha desaparecido, y después habiendo regresado ha agregado:
“Hija, haz que todo te sea sellado por el amor, así que si piensas, debes
sólo pensar en el amor, como también si hablas, si obras, si lates, si deseas;
incluso un solo deseo que salga de ti que no sea amor, restríngelo en ti
misma y conviértelo en amor, y después dale la libertad de salir.”
Y mientras esto decía, parecía que con su mano tocaba toda mi persona,
poniendo tantos sellos de amor.
Julio 28, 1904
El alma desapegada de todo, en todo encuentra a Dios.
Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, por unos momentos
ha venido el bendito Jesús y me ha dicho:
“Hija mía, cuando el alma está desapegada de todo, en todas las cosas
encuentra a Dios, lo encuentra en sí misma, lo encuentra fuera de sí misma,
lo encuentra en las criaturas, así que puede decir que todas las cosas se
convierten en Dios para el alma desapegada de todo, más aún, no sólo lo
encuentra, sino lo mira, lo siente, lo abraza, y como en todo lo encuentra, así
todas las cosas le suministran la ocasión de adorarlo, de implorarlo, de
agradecerle, de estrecharse más íntimamente a Él, y además, tus lamentos
por mi privación no son razonables, pues si tú me sientes en tu interior, es
señal de que no sólo estoy fuera, sino también dentro, como en mi propio
centro.”
He olvidado decir al principio que me lo ha traído la Reina Mamá, y como
le rogaba que me contentara y no me dejara privada de Él, Jesús bendito ha
respondido como está escrito arriba.
Julio 29, 1904
La fe hace conocer a Dios, pero la
confianza lo hace encontrar.
Continuando mi habitual estado, apenas he visto a mi adorable Jesús le he
dicho: “Señor mío y Dios mío.” Y Él ha dicho:
“Dios, Dios, sólo Dios; hija, la fe hace conocer a Dios, pero la confianza
lo hace encontrar, así que la fe sin la confianza es fe estéril. Y a pesar de
que la fe posee inmensas riquezas para que el alma pueda enriquecerse, si
falta la confianza queda siempre pobre y desprovista de todo.”
Entonces, mientras esto decía me sentía atraída a Dios, y quedaba
absorbida en Él como una gotita de agua en el inmenso mar, por más que
miraba no encontraba ni los confines a lo ancho ni a lo largo, ni a lo alto,
Cielos y tierra, viadores y bienaventurados, todos estaban inmersos en Dios.
Después veía también las guerras, como la de Rusia con Japón, los miles de
soldados que morían o que morirán, y que por justicia, aún natural, la
victoria será del Japón 10 ; también otras naciones europeas están tramando
maquinaciones de guerra contra las mismas naciones de Europa. ¿Pero
quién puede decir todo lo que se veía de Dios y en Dios? Para terminar
pongo punto.
Julio 30, 1904
Desapego que deben tener los sacerdotes.
Esta mañana el bendito Jesús no venía, y yo encontrándome fuera de mí
misma giraba y volvía a girar en busca de mi sumo y único bien, y no
encontrándolo, mi alma se sentía morir a cada instante, pero lo que
acrecentaba mi dolor era que mientras me sentía morir no moría, porque si
yo pudiera morir habría alcanzado mi finalidad al encontrarme para siempre
en el centro Dios. ¡Oh! separación, cómo eres amarga y dolorosa, no hay
pena que pueda compararse a ti. ¡Oh! privación divina, tú consumes, tú
traspasas, tú eres un cuchillo de dos filos, que de un lado cortas y del otro
quemas, el dolor que provocas es tan inmenso por cuanto es inmenso Dios.
Ahora, mientras andaba vagando me he encontrado en el purgatorio, y mi
dolor, mi llanto, parecía que acrecentaba el dolor de aquellas pobres almas
privadas de su vida: “Dios”. Entonces, entre estas almas parecía que habían
sacerdotes, uno de los cuales parecía que sufría más que los otros, y éste me
ha dicho:
“Mis graves sufrimientos provienen de que en vida fui muy apegado a los
intereses de la familia, a las cosas terrenas y un poco de apego a alguna
persona, y esto produce tanto mal al sacerdote, que forma una coraza de
fierro enfangada, que como vestido lo envuelve y sólo el fuego del
purgatorio y el fuego de la privación de Dios, que comparado con el primer
fuego, desaparece el primero, puede destruir esa coraza. ¡Oh, cuánto sufro!
Mis penas son inenarrables, ruega, ruega por mí.”
10 El 2 de enero de 1905 se rindió el general ruso Anatoli Mijáilovich Stësel.
Entonces yo me sentía más afligida y me he encontrado en mí misma, y
después, apenas he visto la sombra del bendito Jesús y me ha dicho:
“Hija mía, ¿qué has estado buscando? Para ti no hay otros alivios y
ayudas que Yo sólo.”
Y como un relámpago ha desaparecido. Y yo he quedado diciendo: ¡Ah!
¿Él mismo me lo dice? Que sólo Él es todo para mí, sin embargo tiene la
valor de dejarme privada y sin Él.”
Julio 31, 1904
La voluntad humana falsifica y
profana aun las obras más santas.
Continuando mi pobre estado, parece que Jesús ha venido más de una vez,
y parecía que lo veía niño circundado como por una sombra, y me ha dicho:
“Hija, ¿no sientes la frescura de mi sombra? Repósate en ella porque
encontrarás alivio.”
Y parecía que reposábamos juntos a su sombra, y me sentía toda tranquila
junto a Él, y después ha continuado:
“Amada mía, si tú me amas, no quiero que tú mires ni en ti misma ni fuera
de ti, ni si estás caliente o fría, ni si haces mucho o poco, ni si sufres o gozas,
todo esto debe ser destruido en ti y sólo debes fijarte si haces cuanto más
puedes por Mí y todo por agradarme, los otros modos, por cuan altos,
sublimes y laboriosos, no pueden agradarme y contentar mi Amor. ¡Oh!
cuántas almas falsifican la verdadera devoción y profanan las obras más
santas con la propia voluntad, buscándose siempre a sí mismas. Y si
también en las cosas santas se busca el modo y el gusto propio y la
satisfacción de sí misma, se encuentra a sí misma, huye Dios, y no lo
encuentra.”
Agosto 4, 1904
La gloria de los bienaventurados en el Cielo será de
acuerdo a los modos como se han comportado con
Dios en la tierra. Del modo como es Dios para el
alma, se puede ver cómo el alma es para Dios.
Esta mañana, habiendo venido el bendito Jesús me ha transportado fuera
de mí misma, y tomándome con la mano me ha conducido hasta la bóveda
del cielo, desde donde se veían los bienaventurados, se oía su canto. ¡Oh!
cómo los bienaventurados nadaban en Dios, se veía la vida de ellos en Dios,
y la vida de Dios en ellos, a mí esto me parece que es lo esencial de su
felicidad. Me parece también que cada bienaventurado es un nuevo cielo en
aquella bienaventurada morada, pero todos distintos entre ellos, no hay uno
igual a otro, y esto viene de acuerdo a los modos con que se han comportado
con Dios sobre la tierra: Uno ha buscado amarlo más, este lo amará más en
el Cielo y recibirá de Dios siempre nuevo y más creciente amor, y este cielo
quedará con una tinta y un lineamiento divino todo especial. Otro ha
buscado glorificarlo de más, Dios bendito le dará siempre más creciente
gloria, para quedar este nuevo cielo más glorioso y glorificado de la misma
gloria divina. Y así de todos los otros modos distintos que cada uno ha
tenido con Dios en la tierra, que si yo quisiera decirlo todo me alargaría
demasiado. Así que se puede decir que lo que se hace para Dios en la tierra,
lo continuaremos en el Cielo, pero con mayor perfección, entonces el bien
que hacemos no es temporal, sino que durará para toda la eternidad y
resplandecerá ante Dios y en torno a nosotros continuamente. ¡Oh! cómo
seremos felices viendo que todo nuestro bien y la gloria que dimos a Dios, y
la nuestra, viene de aquel poco de bien iniciado imperfectamente sobre la
tierra; si todos lo pudieran ver, ¡oh! cómo se apresurarían para amar, alabar,
agradecer y más, al Señor, para poderlo hacer con mayor intensidad en el
Cielo. ¿Pero quién puede decirlo todo? Más bien me parece que estoy
diciendo tantos desatinos de aquella bienaventurada morada, la mente lo
capta de un modo, la boca no encuentra las palabras para saberse manifestar,
por eso paso a otra cosa.
Después me ha transportado a la tierra. ¡Oh! cómo los males de la tierra
son espeluznantes en estos tristes tiempos, sin embargo parecen nada aún en
comparación de lo que vendrá, tanto en el estado religioso, que parece que
sus mismos hijos desgarrarán a pedazos a esta buena y santa madre, la
Iglesia; como en el estado seglar. Entonces, después de esto me ha
reanimado y me ha dicho:
“Hija mía, dime un poco qué soy Yo para ti?”
Y yo: “Todo, todo eres para mí, ninguna cosa entra en mí excepto Tú
solo, todo corre fuera.”
Y Él: “Y Yo soy todo, todo para ti, nada de ti sale fuera de Mí, sino que
todo me deleito en ti. Así que del mismo modo que Yo soy para ti, puedes
ver cómo tú eres para Mí.”
Dicho esto ha desaparecido.
Agosto 5, 1904
Jesús es regidor de los reyes y señor de los dominadores.
Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús ha venido en acto de
regir y dominar todo, de reinar con la corona de rey en la cabeza y con el
cetro de mando en la mano, y mientras lo veía en esta actitud me ha dicho,
pero en latín, por lo que yo lo digo según he entendido:
“Hija mía, Yo soy el regidor de los reyes y señor de los dominadores, y
sólo a Mí me corresponde este derecho de justicia que me debe la criatura, y
que no dándomelo, me desconoce como Creador y dueño de todo.”
Y mientras esto decía, parecía que tomaba en un puño el mundo y lo
agitaba de arriba a abajo para hacer que las criaturas se sometieran a su
régimen y dominio. Y al mismo tiempo veía también cómo nuestro Señor
regía y dominaba mi alma con una maestría tal, que me sentía toda abismada
en Él, y de Él partía el régimen de mi mente, de los afectos, de los deseos,
así que entre Él y yo había tantos hilos eléctricos, que todo dirigía y
dominaba.
Agosto 6, 1904
La privación es pena de fuego que enciende,
consume, aniquila, y su finalidad es destruir la
vida humana, para dar lugar a la vida divina.
Esta mañana me la he pasado muy amargada por la privación de mi sumo
y único bien, era tanto el dolor de la privación, que encontrándome fuera de
mí misma, era tanta la pena del alma, que la misma pena le suministraba tal
fuerza, que lo que encontraba quería destruir como si fuera un obstáculo para
encontrar su todo, Dios, y no encontrándolo gritaba, lloraba, corría más que
el viento, quería trastornar todo, poner todo de cabeza para encontrar la vida
que le faltaba. ¡Oh! privación, cuán intensa es tu amargura, tu dolor es
siempre nuevo, y porque es siempre nuevo el alma siente siempre nueva la
acerbidad de la pena; mi alma siente como si una sola carne se separara en
tantos pedazos, y todos aquellos pedazos piden con justicia la propia vida, y
sólo la encontrarán si encuentran a Dios más que vida propia. Pero ¿quién
puede decir el estado en que me encontraba? Mientras estaba en esto han
concurrido santos, ángeles, almas purgantes haciéndome corona alrededor e
impidiéndome correr, compadeciéndome y asistiéndome, pero para mí era
todo inútil, porque entre ellos no encontraba a Aquél que era el único que
podía mitigar mi dolor y restituirme la vida, y más gritaba llorando:
“Díganme, ¿dónde, dónde lo puedo encontrar? Si quieren tener piedad de
mí, no tarden en indicármelo, porque no puedo más.” Entonces, después de
esto ha salido del fondo de mi alma, parecía que fingía dormir sin sentir pena
de la dureza de mi pobre estado, y a pesar de que Él no sentía pena y dormía,
al sólo verlo he respirado la propia vida como se respira el aire, diciendo:
“Ah, está aquí conmigo” Sin embargo no exenta de pena al ver que ni
siquiera me ponía atención. Por eso, después de mucho penar, como si se
hubiera despertado me ha dicho:
“Hija mía, todas las otras tribulaciones pueden ser penitencias,
expiaciones, satisfacciones, pero sólo la privación es pena de fuego que
enciende, consume, aniquila, y no se rinde si no ve destruida la vida humana,
pero mientras consume, vivifica y constituye la vida divina.”
Agosto 7, 1904
Los primeros en perseguir a la Iglesia serán los religiosos.
Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado rodeada de
ángeles y santos, los cuales me han dicho:
“Es necesario que tú sufras más por las cosas inminentes que están por
suceder contra la Iglesia, porque si no suceden inmediatamente, el tiempo las
hará suceder más moderadas y con menor ofensa de Dios.”
Y yo he dicho: “¿Está acaso en mi poder el sufrir? Si el Señor me lo da,
de buena gana sufriré.” Mientras tanto me han tomado y me han conducido
ante el trono de nuestro Señor, y todos rogaban que me hiciera sufrir, y Jesús
bendito, viniendo a nuestro encuentro en forma de crucificado me
participaba sus penas, y no sólo una vez, sino que casi toda la mañana me la
he pasado en continuas renovaciones de la crucifixión, y después me ha
dicho:
“Hija mía, los sufrimientos desvían mi justo enojo y se renueva la luz de
la gracia en las mentes humanas. ¡Ah! hija, ¿crees tú que serán los seglares
los primeros en perseguir a mi Iglesia? ¡Ah! no, serán los religiosos, las
mismas cabezas, que fingiéndose por ahora hijos, pastores, pero en el fondo
son serpientes venenosas que se envenenan a sí mismos y a los demás, los
que empezarán a dañar entre ellos mismos a esta buena madre, y después
seguirán los seglares.”
Y después, habiéndome llamado la obediencia, el Señor se ha retirado
pero todo amargado.
Agosto 8, 1904
Buscar a Jesús en el interior de nosotros, no en el exterior.
Todo debe estar encerrado en una palabra: “Amor.”
Quien ama a Jesús es otro Jesús.
Continuaba esperando, y en cuanto ha venido mi adorable Jesús, si bien lo
sentía cercano, pero hacía por tocarlo y huía, y casi me impedía salir fuera
de mí misma para ir en su busca. Después de haber esperado mucho, en
cuanto se ha hecho ver me ha dicho:
“Hija mía, no me busques fuera de ti, sino dentro de ti, en el fondo de tu
alma, porque si sales fuera y no me encuentras sufrirás mucho y no podrás
resistir; si me puedes encontrar con más facilidad, ¿por qué quieres
fatigarte?”
Y yo: “Creo que si no te encuentro rápido en mí, puedo encontrarte fuera,
es el amor lo que a esto me empuja.”
Y Él: “¡Ah! ¿es el amor lo que a esto te empuja? Todo, todo debería
estar encerrado en una sola palabra: “Amor”, y quien no encierra todo en
esto, se puede decir que del amarme, el alma no conoce ni siquiera una jota,
y a medida que el alma me ame, así le engrandezco el don del sufrir.”
Y yo interrumpiendo su hablar, toda sorprendida y afligida he dicho:
“Vida mía y todo mi bien, entonces yo poco o nada sufro, por consiguiente
poco o nada te amo, qué espanto, al sólo pensar que no te amo mi alma
siente por ello un vivo disgusto, y casi me siento ofendida por Ti.”
Y Él ha agregado: “Yo no intento disgustarte, tu disgusto oprimiría más
mi corazón que el tuyo, y además no debes mirar sólo los sufrimientos
corporales, sino también los espirituales, la voluntad verdadera que tienes de
sufrir, porque el querer el alma verdaderamente sufrir, ante Mí es como si el
alma lo hubiera sufrido, por eso tranquilízate y no te turbes, y déjame
continuar mi decir: ¿No has visto alguna vez a dos íntimos amigos? ¡Oh!
cómo tratan de imitarse el uno al otro y de retratar en sí mismo al amigo, por
lo tanto imitan la voz, los modos, los pasos, las obras, los vestidos, así que el
amigo puede decir: ‘Aquél que me ama es otro yo mismo, y siendo yo
mismo no puedo hacer menos que amarlo.’ Así hago Yo por el alma que se
encierra a toda sí misma como dentro de un breve giro de amor, todo Yo me
siento como retratado en ella misma, y encontrándome Yo mismo, de todo
corazón la amo, y no puedo hacer otra cosa que estarme con ella, porque si
la dejo me dejaría a Mí mismo.”
Mientras esto decía ha desaparecido.
Agosto 9, 1904
No son las obras las que constituyen el mérito del hombre,
sino sólo la obediencia, como parto de la Voluntad Divina.
Habiendo tardado en venir, de repente, como un golpe de luz ha venido y
he quedado dentro y fuera toda llena de luz, pero no sé decir lo que en esta
luz ha comprendido y probado mi alma, sólo digo que después el bendito
Jesús me ha dicho:
“Hija mía, no son las obras las que constituyen el mérito del hombre, sino
sólo la obediencia es la que constituye todos los méritos como parto de la
Voluntad Divina, tanto, que todo lo que hice y sufrí en el curso de mi Vida,
todo fue parto de la Voluntad del Padre, por eso mis méritos son
innumerables, porque todos fueron constituidos por la obediencia divina.
Por eso Yo no miro tanto a la multiplicidad y grandeza de las obras, sino a la
conexión que tienen, o directamente a la obediencia divina, o indirectamente
a la obediencia de quien me representa.”
Agosto 10, 1904
Dios sabe el número, el valor, el
peso de todas las cosas creadas.
Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado girando en las
iglesias, haciendo el peregrinaje a Jesús Sacramentado con el ángel custodio,
y habiendo dicho dentro de una iglesia: “Prisionero de amor, Tú estás
abandonado y solo, y yo he venido a hacerte compañía, y mientras te hago
compañía intento amarte por quien te ofende, alabarte por quien te desprecia,
agradecerte por quien derramaste gracias y no te rinde el tributo del
agradecimiento, consolarte por quien te aflige, repararte cualquier ofensa, en
una palabra, intento hacerte todo lo que están obligadas a hacerte las
criaturas por haberte quedado en el Santísimo Sacramento, y tantas veces
intento repetirlas por cuantas gotas de agua, cuantos peces y granos de arena
hay en el mar.” Mientras esto decía, ante mi mente se han puesto todas las
aguas del mar y dentro de mí decía: “Mi vista no puede abarcar toda la
bastedad del mar, ni conoce la profundidad y el peso de aquellas inmensas
aguas, pero el Señor conoce el número, su peso y medida.” Y me quedaba
toda maravillada. Mientras estaba en esto, el bendito Jesús me ha dicho:
“Tonta, tonta que eres, ¿por qué te maravillas tanto? Lo que a la criatura
le es difícil e imposible, al Creador le es fácil y posible, e incluso natural;
sucede en esto como a alguien que mirando en un abrir y cerrar de ojos
millones y millones de monedas, dice para sí: “Son innumerables, ¿quién
las puede contar? Pero el que las ha puesto en ese lugar, en una palabra lo
puede decir todo, son tantas, valen tanto, pesan tanto; hija mía, Yo sé
cuántas gotas de agua puse Yo mismo en el mar, y ninguno puede perderme
ni siquiera una sola, Yo numeré todo, pesé todo y valué todo, y así de todas
las otras cosas; por tanto, qué maravilla que sepa todo.”
Al oír esto he dejado de admirarme, más bien me he admirado de mi
locura.
Agosto 12, 1904
El hombre destruye la belleza
con la cual Dios lo ha creado.
Continuaba esperando, cuando de improviso me he encontrado toda yo
misma dentro de nuestro Señor, y de la cabeza de Él descendía un hilo
luminoso a la mía que me ataba toda para quedarme dentro de Jesús. ¡Oh!
cómo estaba feliz de estarme dentro de Él, por cuanto miraba no descubría
otra cosa que a Él solo, y ésta es mi máxima felicidad, sólo, sólo Jesús y
nada más, ¡oh! cómo se está bien. Mientras tanto me ha dicho:
“Ánimo hija mía, ¿no ves cómo el hilo de mi Voluntad te ata toda dentro
de Mí? Así que si alguna otra voluntad te quiere atar, si no es santa no lo
puede, porque estando dentro de Mí, si no es santa no puede entrar en Mí.”
Y mientras esto decía me veía y veía, y después ha agregado:
“He creado al alma de una belleza singular, la he dotado de una luz
superior a cualquier luz creada, no obstante el hombre destruye esta belleza
en la fealdad y esta luz en las tinieblas.”
Agosto 14, 1904
El alma, cuanto más golpes de la cruz
la abaten, tanta más luz adquiere.
Encontrándome un poco sufriente, el bendito Jesús al venir me ha dicho:
“Hija amada mía, cuanto más golpeado es el fierro, más brillo adquiere, y
aunque el fierro no tuviera herrumbre, los golpes sirven para mantenerlo
brillante y sin polvo; así que cualquiera que se acerca fácilmente se mira
reflejado en aquel fierro como si fuera un espejo. Así el alma, cuanto más
los golpes de la cruz la abaten, tanta más luz adquiere y se mantiene
desempolvada de cualquier mínima cosa, de modo que cualquiera que se
acerca se mira dentro como si fuera espejo, y naturalmente siendo espejo
hace su oficio, esto es, de hacer ver si los rostros están manchados o limpios,
si bellos o feos, y no sólo eso, sino que Yo mismo me deleito de ir a mirarme
en ella, pues no encuentro en ella ni polvo ni otra cosa que me impida hacer
reflejar en ella mi imagen, por eso la amo siempre más.”
Agosto 15, 1904
La melancolía es al alma como el invierno a las
plantas. El triunfo de la Iglesia no está lejano.
Esta mañana me sentía muy oprimida, y sentía una melancolía que me
llenaba toda el alma. Parece que el bendito Jesús no me ha hecho esperar
tanto, y al verme tan oprimida me ha dicho:
“Hija mía, ¿qué tienes con esta melancolía? ¿No sabes tú que la
melancolía es al alma como el invierno a las plantas, que las despoja de
hojas y les impide producir flores y frutos, tanto que si no viniese la alegría
de la primavera y del calor, las pobres plantas quedarían inhabilitadas y
terminarían por secarse? Así es la melancolía al alma, la despoja de la
frescura divina que es como lluvia que le hace reverdecer todas las virtudes;
la inhabilita para hacer el bien, y si lo hace, lo hace fatigosamente y casi por
necesidad, pero no por virtud; impide crecer en la Gracia y si no se sacude
con una santa alegría, que es una lluvia primaveral que da en brevísimo
tiempo el desarrollo a las plantas, terminará por secarse en el bien.”
Ahora, mientras esto decía, dentro de un relámpago he visto toda la
Iglesia, las guerras que deben sufrir los religiosos y que deben recibir de los
demás; guerras entre la sociedad, parecía una riña general; parecía también
que el Santo Padre debía servirse de poquísimas personas religiosas, tanto
para reducir a buen orden el estado de la Iglesia, los sacerdotes y otros,
como por la sociedad en este estado de desconcierto. Ahora, mientras esto
veía, el bendito Jesús me ha dicho:
“¿Crees tú que el triunfo de la Iglesia está lejano?”
Y yo: “Cierto, ¿quién debe poner el orden a tantas cosas trastornadas?
Y Él: “Al contrario, te digo que está cercano, es un choque que debe
suceder, pero fuerte, y por eso lo permitiré todo junto, entre los religiosos y
los seglares para abreviar tiempo; y en este choque que traerá un trastorno
fuerte, sucederá el choque bueno y ordenado, pero en tal estado de
mortificación, que los hombres se verán perdidos, y ahí les daré tanta gracia
y luz, para conocer el mal y abrazar la verdad, haciéndote sufrir también por
este propósito. Si con todo esto no me escuchan, entonces te llevaré al
Cielo, y las cosas sucederán todavía más graves y esperarán más para que
llegue el deseado triunfo.”
Agosto 23, 1904
Castigos, también en Italia.
Esta mañana me la he pasado amarguísima, privada casi del todo de mi
bendito Jesús, sólo que me encontraba fuera de mí misma en medio de
guerras y personas muertas, países sitiados, y parecía que sucedía también en
Italia. Qué espanto sentía, quería sustraerme de escenas tan dolorosas, pero
no podía, una potencia suprema me tenía ahí clavada; si fuese ángel o santo
no sé decirlo con seguridad y me ha dicho:
“Pobre Italia, cómo será desgarrada por guerras.”
Yo al oír esto he quedado más espantada, y me he encontrado en mí
misma, y no habiendo visto todavía a Aquel que es mi vida, y con todas
aquellas escenas en la mente, me sentía morir. Entonces he visto apenas un
brazo y me ha dicho:
“Ciertamente habrá alguna cosa en Italia.”
Septiembre 2, 1904
Sólo Dios tiene poder para entrar en los corazones y
dominarlos como le place. Nuevo modo como
deben comportarse los sacerdotes.
Encontrándome en mi habitual estado me sentía toda oprimida, con el
agregado del temor de que mi pobre estado fuese todo obra diabólica, y me
sentía consumir alma y cuerpo. Después, en cuanto ha venido me ha dicho:
“Hija mía, ¿por qué te perturbas tanto? ¿No sabes tú que si se unieran
juntas todas las potencias diabólicas, no pueden entrar dentro de un corazón
y tomar dominio de él, a menos que el alma misma, por propia voluntad les
dé la entrada? Sólo Dios tiene este poder de entrar en los corazones y
dominarlos como le place.”
Y yo: “Señor, ¿por qué me siento consumir alma y cuerpo cuando me
privas de Ti? ¿No es esto el soplo diabólico que ha penetrado en mi alma y
que así me atormenta?”
Y Él: “Más bien te digo que es el soplo del Espíritu Santo, que soplando
sobre ti continuamente te tiene siempre encendida y te consume por amor
suyo.”
Después de esto me he encontrado fuera de mí misma y veía al Santo
Padre asistido por nuestro Señor, que estaba escribiendo un nuevo modo
como deben comportarse los sacerdotes, qué cosa deben hacer y lo que no
deben hacer, a dónde no deben ir, e imponía castigos a quien no se sometía a
su obediencia.
Septiembre 7, 1904
La atención para no cometer pecado,
suple al dolor del pecado.
Estaba pensativa por haber leído en un libro, que el motivo de tantas
vocaciones frustradas es la continua falta del dolor del pecado, y como yo no
pienso en esto y sólo pienso en Jesús bendito y en el modo como hacerlo
venir, y de ninguna otra cosa me ocupo, por eso pensaba entre mí que me
encontraba en mal estado. Después, encontrándome en mi habitual estado,
el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, la atención en no cometer pecado suple al dolor, y aunque uno
se doliese, pero con todo y eso cometiera pecado, su dolor sería vano e
infructuoso, mientras que la atención continua para no cometer pecados no
sólo tiene el lugar del dolor, sino que fuerza a la Gracia a ayudarla
continuamente en modo especial a no caer en pecado, y mantiene al alma
siempre purgada. Por eso continúa estando atenta a no ofenderme ni
mínimamente, y esto suplirá lo demás.”
Septiembre 8, 1904
El desaliento mata más almas que todos los otros vicios.
El calor, el coraje, hace revivir y es el acto más
loable que el alma pueda hacer.
Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús no venía. Entonces,
habiendo esperado mucho me sentía toda desalentada y temía mucho que
esta mañana no viniera. Después, en cuanto vino me ha dicho:
“Hija mía, ¿no sabes tú que el desaliento mata más almas que el resto de
los vicios? Por eso, ánimo, valor, porque así como el desaliento mata, así el
valor, el coraje hacen revivir, y es el acto más loable que el alma pueda
hacer, porque mientras se siente desalentada, del mismo desaliento toma
valor, se anula a sí misma y espera; y deshaciéndose a sí misma, ya se
encuentra rehecha en Dios.”
Septiembre 9, 1904
En cuanto el alma sale del fondo de la paz, así sale
del ambiente divino. La paz hace descubrir si el alma
busca a Dios por Dios, o por sí misma.
Continuando mi habitual estado, me sentía turbada por la ausencia de mi
adorable Jesús. Por eso después de haber esperado mucho, ha venido y me
ha dicho:
“Hija mía, en cuanto el alma sale del fondo de la paz, sale del ambiente
divino y se encuentra en el ambiente, o diabólico o humano. Sólo la paz es
la que hace descubrir si el alma busca a Dios por Dios o por sí misma, y si
obra por Dios, o bien por sí o por las criaturas, porque si es por Dios, el alma
no es jamás turbada, se puede decir que la paz de Dios y la paz del alma se
entrelazan juntas y alrededor del alma se ensanchan los confines de la paz,
de modo que todo convierte en paz, aun las mismas guerras. Y si el alma
está turbada, auque fuera en las cosas más santas, en el fondo se ve que no
está Dios, sino el propio yo o cualquier fin humano. Por eso, cuando no te
sientes en calma, examínate un poco a ti misma para ver qué cosa hay en el
fondo, destrúyelo y encontrarás paz.”
Septiembre 13, 1904
La verdadera donación es tener sacrificada continuamente
la propia voluntad, y esto es un martirio de atención
continua que el alma hace a Dios.
Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado mucho,
Jesús se ha hecho ver que estaba estrechado a mí, teniendo mi corazón entre
sus manos, y mirándome fijamente me ha dicho:
“Hija mía, cuando un alma me ha dado su voluntad, no es dueña de hacer
más lo que le place, de otra manera no sería verdadera donación. Mientras
que la verdadera donación es tener sacrificada continuamente la propia
voluntad a Aquel que le fue donada, y esto es un martirio de atención
continua que el alma hace a Dios. ¿Qué dirías tú de un mártir que hoy se
ofrece a sufrir cualquier tipo de penas, y mañana se retira? Dirías que no
tenía verdadera disposición al martirio, y que un día u otro terminará por
renegar de la fe. Lo mismo digo Yo al alma que no me deja hacer de su
voluntad lo que me place, y ahora me la da y luego me la quita, y le digo:
‘Hija, no estás dispuesta a sacrificarte y martirizarte por Mí, porque el
verdadero martirio consiste en la continuación, podrás decirte resignada,
uniformada, pero no mártir, y un día u otro podrás terminarla retirándote de
Mí, haciendo un juego de niños de todo.’ Por eso está atenta y dame la
plena libertad de hacer contigo según el modo que más me plazca.”
Septiembre 26, 1904
Todas las penas que Jesús sufrió en su Pasión fueron triples.
Esto no fue casual, sino que todo fue para restituir completa
la gloria debida al Padre, la reparación que le debían las
criaturas, y el bien que merecían las mismas criaturas.
Encontrándome en mi habitual estado, oía una voz que me decía: “Hay
una luz que cualquiera que se acerque a ella puede encender cuantas
lámparas quiera, y estas lámparas sirven para hacer corona de honor a la luz,
y dar luz a quien las enciende.” Yo decía para mí: “Qué bella luz es ésta,
que tiene tanta luz y tanta potencia, que mientras da a los demás cuanta luz
quieren, ella siempre queda lo que es, sin empobrecer en luz; ¿pero quién
será aquél que la tiene?” Mientras esto pensaba, he oído que me decían:
“La luz es la Gracia y la tiene Dios, y el acercarse significa la buena
voluntad del alma de hacer el bien, porque cuantos bienes se quieren tomar
de la Gracia, se toman, y las lámparas que se forman son las diversas
virtudes, que mientras dan gloria a Dios dan luz al alma.”
Después de esto, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho; y esto
porque estaba pensando que Nuestro Señor no sólo una vez, sino por tres
veces se hizo coronar de espinas, y cómo aquellas espinas quedaban rotas
dentro de la cabeza, y al clavarla de nuevo, más adentro entraban las que ya
estaban, y decía: “Dulce amor mío, ¿y por qué por tres veces quisiste sufrir
tan doloroso martirio? ¿No bastaba una vez para pagar tantos malos
pensamientos nuestros?” Así que me ha dicho:
“Hija mía, no sólo la coronación de espinas fue triple, sino casi todas las
penas que sufrí en mi Pasión fueron triples. Triples fueron las tres horas de
la agonía del huerto; triple fue la flagelación, flagelándome con tres
diferentes flagelos; tres veces me desnudaron; por tres veces fui condenado a
muerte: de noche, de madrugada, y en pleno día; tres fueron las caídas bajo
la cruz; tres los clavos; tres veces mi corazón derramó sangre, esto es, en el
huerto por sí mismo; de su propio centro en el acto de la crucifixión cuando
fui estirado sobre la cruz, tanto, que todo mi cuerpo quedó dislocado y mi
corazón se destrozó dentro, y derramó sangre; y después de mi muerte
cuando con una lanza me fue abierto el costado; triples las tres horas de la
agonía sobre la cruz. Si todo se quisiera examinar, ¡oh! cuántas cosas triples
se encontrarían. Esto no fue por casualidad, sino que todo fue por el orden
divino, y para completar la gloria debida al Padre, la reparación que se le
debía por parte de las criaturas, y merecer el bien para las mismas criaturas,
porque el don más grande que la criatura ha recibido de Dios, ha sido el
crearla a su imagen y semejanza y dotarla con tres potencias: inteligencia,
memoria y voluntad, y no hay culpa que cometa la criatura en que estas tres
potencias no concurran, y por eso mancha, estropea la bella imagen divina
que contiene en sí misma, sirviéndose del don para ofender al donador; y Yo
para rehacer de nuevo esta imagen divina en la criatura, y para dar toda
aquella gloria que la criatura le debía a Dios, he concurrido con toda mi
inteligencia, memoria y voluntad, y en modo especial en estas cosas triples
sufridas por Mí, para volver completa tanto la gloria que se debía al Padre,
como el bien que era necesario a las criaturas.”
Septiembre 27, 1904
Lo que agrada más a Jesús es el sacrificio voluntario.
Las dotes naturales son luz que sirve al hombre para
encaminarlo en el camino del bien.
Continuando mi habitual estado, he visto a mi bendito Jesús casi en acto
de castigar a las gentes, y habiéndole rogado que se aplacara me ha dicho:
“Hija mía, la ingratitud humana es horrenda; no sólo los sacramentos, la
gracia, las luces, las ayudas que doy al hombre, sino también las mismas
dotes naturales que le he dado, todas son luces que sirven para encaminarlo
en el camino del bien, y por lo tanto para encontrar la propia felicidad, y el
hombre convirtiendo todo esto en tinieblas, busca allí la propia ruina, y
mientras allí busca la ruina dice que busca mi propio bien; ésta es la
condición del hombre, ¿se puede dar ceguera e ingratitud más grande que
ésta? Hija, mi único consuelo y gusto que me puede dar la criatura en estos
tiempos, es el sacrificarse voluntariamente por Mí, porque habiendo sido mi
sacrificio todo voluntario por ellos, donde encuentro la voluntad de
sacrificarse por Mí, me siento como recompensado por lo que hice por ellos.
Por eso, si quieres aliviarme y darme gusto, sacrifícate voluntariamente por
Mí.”
Septiembre 28, 1904
Reprimirse a sí mismo vale más que adquirir un reino.
Esta mañana, no habiendo venido el dulcísimo Jesús me la he pasado muy
mal, y no hacía otra cosa que reprimirme y forzarme a mí misma, y decía
entre mí: “¿Qué más voy a hacer? ¿Para qué me sirve este reprimirme
continuamente a mí misma?” Y mientras esto pensaba, como un relámpago
ha venido y me ha dicho:
“Vale más reprimirse a sí mismo que adquirir un reino.”
Y ha desaparecido.
Octubre 17, 1904
Para encontrar la Divinidad, se debe obrar
unido con la Humanidad de Cristo,
con su misma Voluntad.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me
ha dicho:
“Hija mía, es necesario obrar a través del velo de la Humanidad de Cristo
para encontrar la Divinidad, es decir, obrar unido con su Humanidad, con la
misma Voluntad de Cristo, como si la suya y la de la criatura fuese una sola,
para agradarlo sólo a Él, obrando con sus mismos modos, dirigiendo todo a
Cristo, llamándolo junto a ella en todo lo que hacemos, como si Él mismo
debiera hacer sus mismas acciones; haciendo así, el alma se encuentra en
continuo contacto con Dios, porque la Humanidad a Cristo no le era otra
cosa que una especie de velo que cubría la Divinidad; entonces, obrando en
medio a estos velos ya se encuentra con Dios. Y aquél que no quiere obrar
por medio de su Humanidad Santísima y quiere encontrar a Cristo, es como
aquel que quiere encontrar el fruto sin encontrar la cáscara; ¡esto es
imposible!”
Octubre 20, 1904
Ve sacerdotes que se muerden entre ellos.
Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, en medio de una calle
donde estaban muchos perritos que se mordían unos a otros, y al principio de
esta calle un religioso que los veía morderse, los oía y se impresionaba,
porque veía naturalmente, y los perritos le decían sin profundizar y analizar
bien las cosas y sin una luz sobrenatural, que les hiciera conocer la verdad.
Mientras esto veía he oído una voz que decía:
“Todos estos son sacerdotes que se muerden entre ellos.”
Y aquel religioso que viendo a los sacerdotes morderse entre ellos, parecía
que fuera el visitador que los dejaba sin la asistencia Divina.
Octubre 25, 1904
Verbo significa manifestación, comunicación, unión divina
a lo humano. Si el Verbo no hubiera tomado carne, no habría
medio para poder unir a Dios y al hombre.
Continuando mi habitual estado, después de haber esperado mucho ha
venido, y apenas lo he visto le he dicho: “El Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros.” Y el bendito Jesús ha agregado:
“El Verbo tomó carne, pero no quedó carne, quedó lo que era, y así como
Verbo significa palabra y no hay cosa que más influya que la palabra, así el
Verbo significa manifestación, comunicación, unión divina a lo humano.
Así que si el Verbo no hubiera tomado carne, no habría medio cómo poder
unir juntos a Dios y al hombre.”
Dicho esto ha desaparecido.
Octubre 27, 1904
Luisa queda sin sufrir para hacer un poco de vacío
a la Justicia, y así pueda castigar a la gente.
Encontrándome en mi habitual estado me la he pasado muy agitada, no
sólo por la casi total privación de mi único y solo bien, sino también porque
encontrándome fuera de mí misma veía que los hombres se debían matar
como tantos perros, veía como Italia será comprometida en guerra con otras
naciones, veía a tantos soldados que partían en turbas y turbas, y que
habiendo sido matados éstos, llamaban a otros. Quién puede decir cómo me
sentía oprimida, mucho más que me sentía casi sin sufrimientos. Entonces
me estaba lamentando diciendo entre mí: “¿Qué provecho tiene el vivir?
Jesús no viene, el sufrir me falta, mis más amados e inseparables
compañeros, Jesús y el dolor me han dejado, no obstante yo vivo; yo creía
que sin el uno y el otro no habría podido vivir, tan inseparables eran de mí,
sin embargo vivo aún. ¡Oh Dios! qué cambio, qué punto tan doloroso, qué
desgarro indecible, qué crueldad inaudita, a otras almas las has dejado
privadas de Ti, pero jamás sin el dolor, a nadie has hecho esta afrenta tan
ignominiosa, sólo a mí, sólo para mí estaba preparado este desaire tan
terrible, sólo yo merecía este castigo tan insoportable. Pero justo castigo por
mis pecados, es más, merecía algo peor.” Mientras estaba en esto, como un
relámpago ha venido diciéndome con imponencia:
¿Qué tienes que hablas así? Te basta mi Voluntad para todo; sería castigo
si te pusiera fuera del ambiente divino y te hiciera faltar el alimento de mi
Voluntad, el cual quiero que sobre todo lo tengas en cuenta y estima.
Además es necesario que por algún tiempo te falte el sufrir para hacer un
poco de vacío a la Justicia, y así poder castigar a las gentes.”
Octubre 29, 1904
La cadena de gracias está unida a las obras perseverantes.
Todos los males están encerrados en la no perseverancia.
Después de haber esperado mucho, en cuanto ha venido el bendito Jesús
me ha dicho:
“Hija mía, cuando el alma se dispone a hacer un bien, aunque fuera decir
una “Ave María”, la Gracia concurre a hacer junto con ella dicho bien; pero
si el alma no es perseverante en hacer este bien, se ve con claridad que no
estima y no valora este don recibido, y hace burla de la misma Gracia.
Cuántos males están encerrados en este modo de obrar: ‘Hoy sí y mañana
no; me agrada y lo hago; para hacer este bien se requiere un sacrificio, no
quiero hacerlo’. Sucede como a aquél que habiendo recibido un don de un
señor, hoy se lo recibe, mañana lo rechaza; aquel señor por su bondad lo
manda de nuevo, y aquél después de haberlo tenido por algún tiempo,
cansado de tener consigo aquel don, nuevamente lo rechaza. Ahora, ¿qué
dirá aquel señor? Se ve que no estima mi don, si empobrece o muere, no
quiero tener más que ver con él. Todo, todo está unido al modo de obrar con
perseverancia, la cadena de mis gracias está entretejida a las obras
perseverantes, así que si el alma se da sus escapadas rompe esta cadena, ¿y
quién le asegura que la unirá de nuevo? Mis designios se cumplen
solamente en quien une sus obras a la perseverancia. La perfección, la
santidad, todo, todo va unido con ella, así que si el alma es intermitente,
siendo una especie de fiebre intermitente, el no obrar con perseverancia
manda al vacío los designios divinos, pierde su perfección, y frustra su
santidad.”
Noviembre 13, 1904
La criatura no habría sido jamás digna
del amor divino sin el libre albedrío.
Continuando en mi habitual estado, mis amarguras van siempre
aumentando por las privaciones y silencio de mi santísimo y único Bien.
Todo es, en sus visitas, sombra y relámpago, y huye. Me siento oprimida y
tonta, no comprendo más nada, porque Aquél que contiene la luz está lejano
de mí, y pasa como con un relámpago, que mientras estalla aclara, pero
después se hace más oscuro que antes; mi única herencia que me ha quedado
es el Querer Divino. Entonces, después de haber esperado mucho y sentir
que no podía seguir adelante, por breves instantes ha venido y me ha dicho:
“Hija mía, mi Humanidad, siendo Hombre y Dios, veía presentes todos
los pecados, los castigos, las almas perdidas; habría querido aferrar en un
solo punto todo esto y destruir pecados, castigos y salvar a las almas, así que
habría querido sufrir no un día de Pasión, sino todos los días para poder
contener todo en Sí estas penas, y ahorrarlas a las pobres criaturas. Con todo
esto que habría querido, y podido, habría podido destruir el libre albedrío de
las criaturas y habría destruido este cúmulo de males, ¿pero qué sería del
hombre sin méritos propios? ¿Sin su voluntad al obrar el bien? ¿Qué papel
haría él? ¿Sería objeto digno de mi Sabiduría creadora? No, ciertamente.
¡Oh! ¿no habría sido como un hijo en una familia extraña, que no habiendo
trabajado junto con los hijos propios no tiene ningún derecho y alguna
herencia? Y por este motivo, si come, si bebe, está siempre lleno de rubor,
porque sabe que no ha hecho ningún acto propicio para atestiguar su amor
hacia aquel padre; entonces por eso jamás puede ser digno del amor de aquel
padre hacia él, así que la criatura no habría sido jamás digna del Amor
Divino sin el libre albedrío. Por otra parte, mi Humanidad no debía infringir
mi Sabiduría creadora, la debía adorar como la adoró y se resignó a recibir
los vacíos de la Justicia en la Humanidad, pero no en la Divinidad, porque
estos vacíos de la Justicia divina son llenados con castigos en esta vida, en el
infierno y en el purgatorio. Entonces, si mi Humanidad se resignó a todo
esto, ¿tal vez quisieras tú superarme y no recibir ningún vacío de sufrir sobre
ti, para no hacerme castigar a la gente? Hija, unifícate conmigo y estate en
paz.”
Noviembre 17, 1904
Nosotros podemos ser alimento para Jesús.
Habiendo recibido la comunión, estaba pensando en la bondad de Nuestro
Señor al darse en alimento a una tan pobre criatura, la cual soy yo, y en
cómo podría corresponder a un favor tan grande. Mientras esto pensaba, el
bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, así como Yo me hago alimento de la criatura, así la criatura
puede hacerse mi alimento, convirtiendo todo su interior para mi alimento,
de modo que pensamientos, afectos, deseos, inclinaciones, latidos, suspiros,
amor, todo, todo deberían dirigir hacia Mí, y Yo viendo el verdadero fruto
de mi alimento, el cual es divinizar al alma y convertir todo en Mí, me
vendría a alimentar del alma, esto es, de sus pensamientos, de su amor y de
todo el resto suyo. Así el alma me podría decir: Así como Tú has llegado a
hacerte mi alimento y darme todo, también yo me he hecho alimento tuyo,
no queda otra cosa que darte, porque todo lo que soy, todo es tuyo.”
Mientras estaba en esto comprendía la ingratitud enorme de las criaturas,
porque mientras Jesús se dignaba llegar a tal exceso de amor de hacerse
nuestro alimento, después nosotros le negamos su alimento y lo hacemos
quedarse en ayunas.”
Noviembre 18, 1904
El Cielo de Jesús sobre la tierra son las
almas que dan habitación a su Divinidad.
Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable
Jesús me ha dicho:
“Hija mía, mi cielo cuando vine a la tierra fue mi Humanidad; y así como
en el cielo se ven la multitud de las estrellas, el sol, la luna, los planetas, la
amplitud, todo puesto en bello orden, y éste es imagen del cielo que existe
por encima, donde todo está ordenado; así mi Humanidad, siendo mi cielo,
debía traslucir fuera el orden de la Divinidad que habitaba dentro, es decir:
Las virtudes, la potencia, la gracia, la sabiduría y lo demás. Ahora, cuando
el cielo de mi Humanidad, después de la Resurrección ascendió al Cielo
empíreo, mi cielo sobre la tierra debía continuar existiendo, y éste son las
almas que dan la habitación a mi Divinidad, y Yo habitando en ellas formo
mi cielo y también hago traslucir fuera el orden de las virtudes que están
dentro. ¡Oh, qué honor es para la criatura el prestar el cielo al Creador!
Pero ¡oh, cuántos me lo niegan! Y tú, ¿no quisieras ser mi cielo? Dime qué
quieres.”
Y yo: “Señor, no quiero otra cosa que ser reconocida en tu sangre, en tus
llagas, en tu Humanidad, en tus virtudes, sólo en esto quisiera ser
reconocida, para ser tu cielo y ser desconocida por todos.” Parecía que
aprobaba mi propuesta y ha desaparecido.
Noviembre 24, 1904
Para dar y para recibir se
requiere la unión de quereres.
Estando toda afligida y oprimida, y viendo al buen Jesús que chorreaba
sangre he dicho: “Señor bendito, y a mí ¿no quieres darme al menos una
gota de sangre para remedio de todos mis males? Y Él me ha dicho:
“Hija mía, para dar se requiere la voluntad de quien debe dar, y la
voluntad de quien debe recibir, de otra manera si una persona quiere dar y la
otra no quiere recibir, a pesar de que la primera quiera dar, no puede dar, y
viceversa, si la primera no quiere dar, la otra no puede recibir, se requiere la
unión de los quereres. ¡Ah! cuántas veces mi gracia es sofocada, mi sangre
rechazada y pisoteada.”
Y mientras esto decía, veía que en la sangre del dulce Jesús se movían
todas las gentes, y muchos se salían de ella, no queriendo estar dentro de
aquella sangre donde estaban contenidos todos nuestros bienes, y cualquier
remedio a nuestros males.
Noviembre 29, 1904
La Divinidad de Jesús en su Humanidad descendió
en el abismo más profundo de todas las humillaciones
humanas, y divinizó y santificó todos los actos humanos.
Esta mañana estaba ofreciendo todas las acciones de la Humanidad de
Nuestro Señor para reparar todas nuestras acciones humanas hechas, o
indiferentes sin un fin sobrenatural, o bien pecaminosas, para impetrar que
todas las criaturas hagan sus acciones con la intención y unión de las
acciones de Jesús bendito, y para llenar el vacío de la gloria que la criatura
debiera dar a Dios si esto hiciera. Mientras esto hacía, mi adorable Jesús me
ha dicho:
“Hija mía, mi Divinidad en mi Humanidad descendió en el abismo más
profundo de todas las humillaciones humanas, tanto que no hubo ningún
acto humano, por cuan bajo y pequeño, que Yo no divinizara y santificara.
Y esto para restituir al hombre redoblada soberanía, la perdida en la
Creación, y la que le adquirí en la Redención. Pero el hombre siempre
ingrato y enemigo de sí mismo, ama el ser esclavo en vez de soberano,
mientras que podía con un medio tan fácil, esto es con la intención de unir
sus acciones a las mías, volver sus acciones merecedoras del mérito divino,
de ellas hace un desperdicio y pierde la divisa de rey y la soberanía de sí
mismo.”
Dicho esto ha desaparecido y me he encontrado en mí misma.
Diciembre 3, 1904
Dos preguntas para conocer si es Dios
o el demonio quien obra en Luisa.
Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma,
arrojada en la tierra, de cara al sol, sus rayos me penetraban dentro y fuera
haciéndome quedar como extasiada. Después de mucho tiempo,
habiéndome cansado de aquella posición, me arrastraba por tierra porque no
tenía fuerza para levantarme y caminar; luego de mucho esperar ha venido
una virgen, que tomándome por la mano me ha conducido dentro de una
habitación, sobre una camita, donde estaba el niño Jesús que plácidamente
dormía. Yo, contenta por haberlo encontrado me he acercado a Él, pero sin
despertarlo. Después de algún tiempo, habiéndose despertado se ha puesto a
pasear sobre el lecho, y temiendo que desapareciera he dicho: “Querido de
mi corazón, Tú sabes que eres mi vida, ¡ah! no me dejes.”
Y Él: “Establezcamos cuántas veces debo venir.”
Y yo: “Único bien mío, ¿qué dices? La vida es necesaria siempre, por
eso siempre, siempre.” Mientras estaba en esto han venido dos sacerdotes, y
el niño se ha puesto en los brazos de uno de ellos ordenándome que yo
platicara con el otro, éste quería cuentas de mis escritos, y uno por uno los
estaba revisando, entonces yo, temiendo, le he dicho: “Quién sabe cuántos
errores tienen.”
Y él con una seriedad afable ha dicho: “Qué, ¿errores contra la ley
cristiana?”
Y yo: “No, errores de gramática.”
Y él: “Eso no importa.”
Y yo tomando confianza he agregado: “Temo que todo sea ilusión.”
Y él, mirándome a la cara ha dicho: “¿Crees que tengo necesidad de
revisar tus escritos para saber si eres ilusa o no? Yo con dos preguntas que
te haga conoceré si es Dios o el demonio quien obra en ti. Primero, ¿crees tú
que todas las gracias que Dios te ha hecho tú te las has merecido, o bien, han
sido don y gracia de Dios?”
Y yo: “Todo por gracia de Dios.”
“Segundo, ¿crees tú que en todas las gracias que el Señor te ha hecho, tu
buena voluntad ha precedido a la Gracia, o la Gracia te ha precedido a ti?”
Y yo: “Cierto, la Gracia me ha precedido siempre.”
Y él: “Estas respuestas me hacen saber que tú no eres ilusa.”
En ese momento me he encontrado en mí misma.
Diciembre 4, 1904
Es más fácil combatir con Dios que con la obediencia.
Estando muy agitada y con el temor de que el bendito Jesús no me quería
más en este estado, sentía una fuerza interna para salir, y tanta era la fuerza
que sentía, que no pudiendo contenerla iba repitiendo: “Me siento cansada,
no puedo más.” Y en mi interior oía decirme: “También Yo me siento
cansado, no puedo más, algún día es necesario que quedes suspendida del
todo del estado de víctima, para hacerlos tomar la decisión de las guerras, y
después te haré caer de nuevo, y cuando se hagan las guerras se pensará qué
se hará de ti.” Yo no sabía qué hacer, la obediencia no quería, y combatir
con la obediencia es lo mismo que superar un monte que llena la tierra y toca
el cielo y no hay camino para poder caminar, por lo tanto es inaccesible. Yo
creo, no sé si sea una locura, que es más fácil combatir con Dios que con
esta terrible virtud. Entonces, agitada como estaba me he encontrado fuera
de mí misma ante un crucifijo y decía: “Señor, no puedo más, mi naturaleza
desfallece, me falta la fuerza necesaria para continuar el estado de víctima, si
quieres que continúe dame la fuerza, de otra manera yo me retiro.” Mientras
esto decía, aquel crucifijo hacía brotar una fuente de sangre hacia el Cielo,
que volviendo a caer a la tierra se convertía en fuego. Y algunas vírgenes
decían: Por Francia, Italia, Austria e Inglaterra, y nombraban otras naciones
que yo no he entendido bien. Hay gravísimas guerras preparadas, civiles y
de gobiernos. Yo al oír esto me he asustado mucho y me he encontrado en
mí misma, y no sabía yo misma decidir a quién debía seguir, o a la fuerza
interna que me impulsaba a levantarme, o a la fuerza de la obediencia que
me impulsaba a quedarme, porque ambas son fuertes y potentes sobre mi
débil y pobre corazón. Hasta ahora parece que prevalece la obediencia, si
bien trabajosamente, y no sé dónde iré a terminar.
Diciembre 6, 1904
El principio de la bienaventuranza
eterna es el perder todo gusto propio.
Continuaba esperando, y en cuanto ha venido el bendito Jesús yo me veía
desnuda, despojada de todo; tal vez alma más miserable no se puede
encontrar, tan extrema es mi miseria. ¡Qué cambio tan funesto! Si el Señor
no hace un nuevo milagro de su omnipotencia para hacerme resurgir de este
estado, seguro me moriré de miseria. Entonces el bendito Jesús me ha
dicho:
“Hija mía, ánimo, el principio de la bienaventuranza eterna es el perder
todo gusto propio, porque según el alma va perdiendo los propios gustos, así
los gustos divinos toman posesión en ella, y el alma habiéndose deshecho y
perdido a sí misma, no se reconoce más a sí misma, no encuentra más nada
suyo, ni siquiera las cosas espirituales; y Dios viendo al alma que no tiene
más nada de lo suyo, la llena de todo Sí mismo y la llena de todas las
felicidades divinas, y entonces el alma puede decirse verdaderamente
bienaventurada, porque mientras tenía alguna cosa propia no podía estar
exenta de amarguras y temores, ni Dios podía comunicarle la propia
felicidad. Cada alma que entra en el puerto de la bienaventuranza eterna, no
puede estar exenta de este punto, doloroso, sí, pero necesario, ni puede hacer
menos. Generalmente lo hacen en el punto de la muerte, y el purgatorio les
da la última mano, por eso si se pregunta a las criaturas qué cosa es gusto de
Dios, qué significa bienaventuranza divina, son cosas hasta entonces
desconocidas, y no saben articular palabra. Pero a mis almas queridas, no
quiero, habiéndose dado todas a Mí, que su bienaventuranza tenga principio
allá en el Cielo, sino que tenga principio acá en la tierra, y no sólo quiero
llenarlas de la felicidad, de la gloria del Cielo, sino que quiero llenarlas de
los bienes, de los sufrimientos, de las virtudes que tuvo mi Humanidad en la
tierra, por eso las despojo no sólo de los gustos materiales, que el alma llega
a considerar como estiércol, sino también de los gustos espirituales, para
llenarlas todas de mis bienes y darles el principio de la verdadera
bienaventuranza.”
Diciembre 22, 1904
Por cuanto más el alma está vacía y es humilde,
tanto más la luz divina la llena y le comunica
sus gracias y perfecciones.
Encontrándome en mi habitual estado, veía al niño Jesús con un puño de
luz en la mano, y de los dedos le corrían los rayos fuera. Yo he quedadoadmirada y Él me ha dicho:
“Hija mía, la perfección es luz, y quien dice querer alcanzarla no hace otra
cosa que como quien quisiera tomar en un puño un cuerpo de luz, que
mientras hace por tomarlo, la misma luz se le escapa por entre los dedos,
sólo que la mano queda sumergida en la misma luz. Ahora, la luz es Dios, y
sólo Dios es perfecto, y el alma que quiere ser perfecta no hace otra cosa que
aferrar las sombras, las gotitas de Dios, y a veces no hace otra cosa que vivir
sólo en la luz, esto es, en la Verdad. Y así como la luz, por cuanto más
vacío encuentra y cuanto más profundo es el lugar, tanto más adentro se
introduce, y así más espacio toma, así la luz divina, cuanto más vacía y
humilde es el alma, tanto más la luz la llena y le comunica sus gracias y
perfecciones.”
Diciembre 29, 1904
La debilidad humana es falta de vigilancia y de atención.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba pensando en los
acontecimientos más humillantes que sufrió Nuestro Señor, y en mí misma
sentía horror, pero después decía entre mí: “Señor, perdona a aquellos que
te renuevan estos momentos dolorosos, porque es la mucha debilidad que el
hombre contiene.” Mientras estaba en esto, el bendito Jesús, en cuanto ha
venido me ha dicho:
“Hija mía, lo que se dice debilidad humana, las más de las veces es falta
de vigilancia y de atención de quien es cabeza, es decir: padres y superiores,
porque la criatura cuando es vigilada y observada, y no se da la libertad que
quiere, la debilidad no teniendo su alimento (el secundar la debilidad es
alimento para empeorar en la debilidad) por sí misma se destruye.”
Después ha continuado: “¡Ah! hija mía, así como la virtud impregna al
alma de luz, de belleza, de gracia, de amor, como una esponja seca se
impregna de agua, así el pecado, las debilidades secundadas impregnan al
alma de tinieblas y fealdad y hasta de odio contra Dios, como una esponja se
impregna de fango.”
Enero 21, 1905
Quien deshonra la obediencia, deshonra a Dios.
Habiendo expuesto ciertas dudas al confesor, mi mente no se aquietaba
con lo que me decía, entonces habiendo venido el bendito Jesús me ha
dicho:
“Hija mía, quien razona sobre la obediencia, el sólo razonar viene a
deshonrarla, y quien deshonra la obediencia deshonra a Dios.”
Enero 28, 1905
La cruz es semilla de virtudes.
Estando sufriendo más de lo acostumbrado, en cuanto ha venido mi
adorable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, la cruz es semilla de virtud, y así como quien siembra, cosecha
por diez, veinte, treinta, e incluso por cien, así la cruz, siendo semilla
multiplica las virtudes, las perfecciona, las embellece de maravilla; así que
cuantas más cruces se acumulan en torno a ti, tantas semillas de virtudes se
arrojan en tu alma. Por eso en vez de afligirte cuando te llegue una nueva
cruz, deberías alegrarte pensando en hacer adquisición de otra semilla para
poderte enriquecer y también completar tu corona.”
Febrero 8, 1905
Características de los hijos de Dios: Amor a
la cruz, amor a la gloria de Dios, y amor a
la gloria de la Iglesia.
Continuando mi pobre estado de privaciones y de amargura indecible, a lo
más se hace ver en silencio, y esta mañana me ha dicho:
“Hija mía, las características de mis hijos son: Amor a la cruz, amor a la
gloria de Dios, y amor a la gloria de la Iglesia, hasta exponer la propia vida.
Quien no tiene estas tres características, en vano se dice mi hijo; quien se
atreve a decirlo es un embustero y traidor, que traiciona a Dios y a sí mismo.
Mira un poco en ti si las tienes.” Y ha desaparecido.
Febrero 10, 1905
Cuáles son los contentos del alma.
Encontrándome en mi habitual estado, sentía un descontento de mí
misma, y habiendo venido el bendito Jesús me he sentido entrar en tal
contento, que he dicho: “¡Ah! Señor, sólo Tú eres el verdadero contento.”
“Y Él ha continuado: “Y Yo te digo que el primer contento del alma es
sólo Dios; el segundo contento es cuando el alma dentro de sí, y fuera de sí,
no mira otra cosa que a Dios; el tercero es cuando el alma encontrándose en
este ambiente divino, ningún objeto creado, ni criaturas, ni riquezas, rompen
la imagen divina en su mente, porque la mente se alimenta de lo que piensa,
y mirando sólo a Dios, de las cosas de acá abajo ve sólo aquellas que quiere
Dios, no preocupándose de todo lo demás, y así se queda siempre en Dios; el
cuarto contento es el sufrir por Dios, porque el alma y Dios, ora por
mantener la conversación, ora por estrecharse más íntimamente, ora por
declararse el Uno a la otra lo mucho que se quieren, Dios la llama y el alma
responde, Dios se acerca y el alma lo abraza, Dios le da el sufrir y el alma
voluntariamente sufre, es más, desea sufrir más por amor suyo, para poderle
decir: “¿Ves cómo te amo?” Y este es el mayor de todos los contentos.”
Febrero 24, 1905
Habla sobre la humildad.
Esta mañana, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, la humildad es una flor sin espinas, se puede tomar en la mano,
se puede estrechar, se puede poner donde se quiera, sin temor de recibir
molestia o picarse. Así es el alma humilde, se puede decir que no tiene las
pinchaduras de los defectos, y como es sin pinchaduras se puede hacer lo
que se quiera, y no teniendo espinas, naturalmente no pica ni da molestias a
los otros, porque las espinas las da quien las tiene, pero quien no las tiene,
¿cómo puede darlas?
Y no sólo esto, sino que la humildad es una flor que fortifica y aclara la
vista, y con su claridad se sabe estar lejano de las mismas espinas.”
Marzo 2, 1905
Jesús le da la llave de su Voluntad.
Continuando mi habitual estado, estando fuera de mí misma me he
encontrado en la mano una llave; y si bien recorría un camino largo y de vez
en cuando me distraía, apenas pensaba en la llave me la encontraba siempre
en la mano. Ahora, veía que esta llave servía para abrir un palacio, y dentro
estaba el niño Jesús que dormía, yo todo lo veía de lejos, y tenía toda la
premura, la prisa para ir a abrir, temiendo que se despertara, que llorara, y
que yo no me encontrara a su lado. Por eso me apuraba, pero cuando estuve
ahí para subir, me he encontrado en mí misma, por eso he quedado
pensativa. Después, habiendo venido el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, la llave que te encontrabas siempre en la mano es la llave de mi
Voluntad, que Yo he puesto en tus manos, y quien tiene en la mano un
objeto, puede hacer con él lo que quiere.”
Marzo 5, 1905
Habla de la cruz.
Estando sufriendo un poco más de lo acostumbrado, por poco tiempo ha
venido el bendito Jesús y me ha dicho:
“Hija mía, la cruz es sostén de los débiles, es fortaleza de los fuertes, es
germen y custodia de la virginidad.”
Dicho esto ha desaparecido.
Marzo 20, 1905
El verdadero amor y las verdaderas
virtudes, deben tener su principio en Dios.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me
ha dicho:
“Hija mía, el amor que no tiene el principio en Dios no puede decirse
amor verdadero, y las mismas virtudes que no tienen principio en Dios, son
virtudes falsificadas, porque todo lo que no tiene principio en Dios no puede
decirse ni amor, ni virtud, más bien, luz aparente que termina por convertirse
en tinieblas.”
Después ha agregado:
“Como por ejemplo: Un confesor trabaja, se sacrifica tanto por un alma,
esto es cosa santa, aparentemente llega al heroísmo; sin embargo, si esto lo
hace porque ha obtenido, o espera obtener alguna cosa, el principio de su
sacrificio no está en Dios, sino en sí mismo y por sí mismo, por lo tanto no
puede decirse virtud.”
Marzo 23, 1905
Gloria y complacencia de Jesús.
Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el
bendito Jesús y yo le he dicho: “Señor, ¿es tu gloria mi estado?”
Y Él: “Hija mía, toda mi gloria y toda mi complacencia, es que te quiero
toda más en Mí.”
Después ha agregado: “El todo está en la desconfianza y temor del alma
en sí misma, y en la confianza y firmeza en Dios.”
Dicho esto ha desaparecido.
Marzo 28, 1905
Efectos de la turbación. Encuentro
continuo de Jesús con el alma.
Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas ha venido el
bendito Jesús, y habiendo yo dicho a un alma turbada: “Piensa en no querer
estar turbada, no sólo por tu bien sino mucho más por amor de Nuestro
Señor, porque el alma turbada no sólo está ella turbada, sino que hace
turbarse a Jesucristo.” Después he dicho entre mí: “Qué disparate he dicho,
Jesús no puede turbarse jamás.” Entonces al venir me ha dicho:
“Hija mía, en lugar de un disparate has dicho una verdad, porque en cada
alma formo una Vida Divina, y si el alma está turbada, esta Vida Divina que
Yo voy formando queda también turbada; y no sólo esto, sino que jamás
llega a cumplirse perfectamente.”
Y como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he continuado mi
acostumbrado trabajo interior sobre la Pasión, y habiendo llegado a aquel
momento del encuentro de Jesús y María en el camino a la cruz, de nuevo se
ha hecho ver y me ha dicho:
“Hija mía, también con el alma me encuentro continuamente, y si en el
encuentro que hago con el alma la encuentro en acto de ejercitar las virtudes
y unida conmigo, me recompensa del dolor que sufrí cuando encontré a mi
Madre tan adolorada por mi causa.”
Abril 11, 1905
La perseverancia es sello de la vida
eterna, y desarrollo de la Vida Divina.
Estando muy afligida por la privación de mi adorable Jesús, estaba
diciendo para mí: “Cómo se ha hecho cruel conmigo, yo misma no sé
entender como su buen corazón puede llegar a hacerlo, y además, si el
perseverar le agrada tanto, ¿cómo es que mi perseverar no conmueve su
buen corazón?” Mientras decía éstos y otros disparates, de improviso ha
venido y me ha dicho:
“Cierto que la cosa que más me agrada del alma es la perseverancia,
porque la perseverancia es sello de la vida eterna y desarrollo de la Vida
Divina. Porque así como Dios es siempre antiguo y siempre nuevo e
inmutable, así el alma con la perseverancia, con haberla practicado siempre
es antigua, y con la actitud de hacerla es siempre nueva, y cada vez que la
hace se renueva en Dios, quedando en Él inmutable y sin darse cuenta. Y
como con la perseverancia hace adquisición continua de la Vida Divina en sí
misma, adquiriendo a Dios sella la vida eterna. ¿Puede haber sello más
seguro que Dios mismo?”
Abril 16, 1905
El sufrir es reinar.
Continuando mi habitual estado, por poco tiempo se ha hecho ver mi
amable Jesús con un clavo dentro del corazón, y acercándose a mi corazón
me lo tocaba con su mismo clavo, yo sentía penas mortales, y después me ha
dicho:
“Hija mía, este clavo me lo pone el mundo hasta dentro de mi corazón, y
me da una muerte continua, así que por justicia, como ellos me dan muerte
continua, así permitiré que se den muerte entre ellos, matándose como
perros.”
Y mientras esto decía, me hacía oír los gritos de los revoltosos, tanto que
he quedado ensordecida por cuatro o cinco días. Por eso, estando sufriendo
mucho, poco después ha regresado y me ha dicho:
“Hoy es el día de las palmas en el cual fui proclamado Rey. Todos deben
aspirar a un reino, y para adquirir el reino eterno es necesario que la criatura
adquiera el régimen de sí misma con el dominio de sus pasiones. El único
medio para esto es el sufrir, porque el sufrir es reinar, esto es, con la
paciencia se pone en orden a sí mismo, haciéndose rey de sí mismo y del
reino eterno.”
Abril 20, 1905
La humanidad en estos tiempos se encuentra
como un hueso fuera de lugar. Cómo conocer
si se han dominado las pasiones.
Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas ha venido el
bendito Jesús, casi en acto de castigar a las gentes, me ha dicho:
“Hija mía, las criaturas me laceran la carne, pisotean mi sangre
continuamente, y Yo permitiré que sus carnes sean laceradas y su sangre
derramada. La humanidad en estos tiempos se encuentra como un hueso
fuera de lugar, fuera de su centro, y para ponerlo en su lugar y hacerlo entrar
nuevamente en su centro, es necesario que lo destruya.”
Después, calmándose un poco ha continuado: “Hija mía, el alma puede
conocer si ha dominado sus pasiones, si cuando es tocada por las tentaciones
o por las personas, no las toma en cuenta, como por ejemplo: Es tentada por
la impureza, si ha dominado esta pasión el alma no hace caso y la misma
naturaleza queda en su puesto; si no la ha dominado, el alma se acongoja, se
aflige, y en su cuerpo siente correr un río purulento. O bien una persona
mortifica, injuria a otra, si ésta ha dominado la pasión de la soberbia se
queda en paz, si no es así siente correr un río de fuego, de desprecio, de
altanería, que la pone toda alterada, porque la pasión cuando existe, al llegar
la ocasión sale, y así de todo lo demás.”
Mayo 2, 1905
Tres tipos de resurrección contiene el sufrir.
Continuando un poco más de lo acostumbrado mis sufrimientos, mi buen
Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, el sufrir contiene tres tipos de resurrección, esto es: el sufrir
hace resurgir al alma a la gracia; segundo, adentrándose el sufrir reúne las
virtudes y resurge a la santidad; tercero, continuando el sufrir, el sufrir
perfecciona las virtudes, las embellece de esplendor formando una bella
corona, y coronada el alma resurge a la gloria en la tierra y a la gloria en el
Cielo.”
Dicho esto ha desaparecido.
Mayo 5, 1905
Efectos de la Gracia.
Encontrándome en mi habitual estado, cuando vino el bendito Jesús
parecía que de dentro de su interior salía otra imagen toda igual al Él, sólo
que más pequeña. Yo he quedado maravillada al ver esto y Él me ha dicho:
“Hija mía, todo lo que puede salir de dentro de una persona se llama
parto, y este parto se vuelve hijo de quien lo pare. Ahora, esta hija mía es la
Gracia, que saliendo de Mí se comunica a todas las almas que la quieren
recibir y las convierte en otros tantos hijos míos, y no sólo eso, sino que todo
lo que puede salir de bien, de virtud de estos segundos hijos, se vuelven
hijos de la Gracia. Ve un poco que larga generación de hijos se forma la
Gracia sólo con que la reciban; pero cuántos la rechazan, y mi hija se regresa
a mi seno, sola y sin prole.”
Mientras esto decía, aquella imagen se ha encerrado dentro de mí,
llenándome toda de sí misma.
Mayo 9, 1905
El alma unida a la Gracia, puede hacer lo
que debe hacer la muerte a la naturaleza.
Continuando mi habitual estado, me parecía que mi adorable Jesús salía
de dentro de mi interior y con una voz dulce y afable decía:
“¿Y por qué hija mía todo lo que debe hacer la muerte a la naturaleza, no
puede hacerlo anticipadamente el alma unida a la Gracia? Esto es, hacerla
morir anticipadamente, por amor de Dios, a todo lo que deberá morir. Pero
esta bienaventurada muerte llega a hacerla quien solamente hace continua
morada con mi Gracia, porque viviendo con Dios le resulta más fácil morir a
todo lo que es caduco. Y el alma viviendo en Dios y muriendo a todo lo
demás, la misma naturaleza viene a anticipar los privilegios que la deben
enriquecer en la resurrección, es decir, se sentirá espiritualizada, deificada e
incorruptible, además de todos los bienes en que participará el alma
sintiéndose partícipe de todos los privilegios de la Vida Divina, y además de
esto, la diferencia de gloria que estas almas tendrán en el Cielo, serán tan
diferentes de las otras, como es distinto el Cielo de la tierra.”
Dicho esto ha desaparecido.
Mayo 12, 1905
Medio para no perder el amor de Jesús.
Encontrándome en mi habitual estado, cuando vino mi bendito Jesús, yo,
sólo al verlo, no sé por qué he dicho:
“Señor, sin embargo hay una cosa que lacera mi alma, el pensamiento de
que puedo perder tu amor.”
Y Él: “Hija mía, ¿quién te lo ha dicho? En todas las cosas mi paterna
bondad ha suministrado los medios para ayudar a la criatura, siempre y
cuando estos medios no sean rechazados. Por tanto, el medio para no perder
mi amor es hacer de él y de todo lo que me concierne, como si fueran cosas
propias; ¿puede perder uno todo lo que es suyo? No, ciertamente, a lo más
si no tiene estima de sus cosas no tendrá cuidado de custodiarlas, pero si no
las estima y no la custodia es señal de que no las ama, por tanto aquel objeto
no contiene más vida de amor y no se puede incluir entre las cosas propias.
Pero mi amor cuando se hace propio, se estima, se custodia, se tiene siempre
a la vista, de modo que no puede perder lo que es suyo, ni en vida ni en
muerte.”
Mayo 15, 1905
El camino de la virtud es fácil.
Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito
Jesús y me ha dicho:
“Hija mía, dicen que el camino de la virtud es difícil. Falso, es difícil para
quien no camina, porque no conociendo ni las gracias, ni los consuelos que
debe recibir de Dios, ni la facilitación al caminar, le parece difícil, y sin
caminar siente todo el peso del camino. Pero para quien camina le resulta
facilísimo, porque la Gracia que la inunda la fortalece, la belleza de las
virtudes la atrae, el divino esposo de las almas la lleva apoyada en el propio
brazo, acompañándola en el camino, y el alma en vez de sentir el peso, la
dificultad del caminar, quiere apresurar el camino para llegar más rápido al
final del camino y de su propio centro.”
Mayo 18, 1905
El amor merece la preferencia sobre todo.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me
ha dicho:
“Hija mía, el temor quita la vida al amor; y no sólo esto, sino que también
las mismas virtudes que no tienen principio en el amor, disminuyen la vida
del amor en el alma; mientras en todas las cosas el amor merece la
preferencia, porque el amor hace fácil todas las cosas; mientras las mismas
virtudes que no tienen principio en el amor, son como tantas víctimas que
van a terminar al matadero, es decir, a la destrucción de las mismas
virtudes.”
Mayo 20, 1905
Modo de sufrir.
Esta mañana estaba pensando cuando el bendito Jesús quedó todo
dislocado sobre la cruz, y decía entre mí: “¡Ah! Señor, cuán lleno pudiste
quedar de estos atroces sufrimientos, y cómo tu alma pudo quedar afligida.”
Y mientras tanto, casi como una sombra ha venido y me ha dicho:
“Hija mía, Yo no me ocupaba de mis sufrimientos, sino que me ocupaba
de la finalidad de mis penas, y como en mis penas veía cumplida la Voluntad
del Padre, sufría, y en mi mismo sufrir encontraba el más dulce reposo,
porque el hacer la Voluntad Divina contiene este bien, que mientras se sufre
ahí se encuentra el más bello reposo; y si se goza, y este gozar no es querido
por Dios, en el mismo gozar se encuentra el más atroz tormento. Es más,
cuanto más me acercaba al término de las penas anhelando cumplir en todo
la Voluntad de Padre, así me sentía más aligerado y mi reposo se hacía más
bello. ¡Oh! cómo es diverso el modo que tienen las almas, si sufren u obran
no tienen ni la mira en el fruto que pueden recabar, ni el cumplimiento de la
Voluntad Divina, se concentran todas en la cosa que hacen, y no viendo los
bienes que pueden ganar, ni el dulce reposo que lleva la Voluntad de Dios,
viven fastidiadas y atormentadas, y rechazan cuanto más pueden el sufrir y
el obrar, creyendo encontrar reposo y quedan más atormentadas que al
principio.”
Mayo 23, 1905
Para no sentir turbaciones, el alma debe apoyarse en Dios.
Esta mañana me he encontrado fuera de mí misma, y sentía una persona
en mis brazos y la cabeza apoyada sobre el hombro, y yo no alcanzaba a ver
quien era, por eso lo he jalado con fuerza diciéndole: “Dime al menos quién
eres.”
Y Él: “Yo soy el todo.”
Y yo al escuchar decir que era el todo, he dicho: “Y yo soy la nada. Mira
Señor cuánta razón tengo en querer que esta nada esté unida con el todo, de
otra manera será como un puño de polvo que el viento esparce.” Mientras
estaba en esto, veía una persona que dudaba y decía: “¿Por qué será que por
cada mínima cosa se siente tanta turbación?” Y yo, por una luz que venía
del bendito Jesús he dicho: “Para no sentir turbaciones el alma debe
fundirse bien en Dios, y toda sí misma tender a Dios como a un solo punto, y
ver las otras cosas con ojo indiferente, pero si hace de otra manera, en cada
cosa que haga, vea o sienta, el alma se sentirá investida de un malestar,
como de una fiebre que vuelve al alma toda apartada, turbada, sin poderse
entender ella misma.
Mayo 25, 1905
La imagen de Jesús en el alma.
Encontrándome en mi habitual estado, veía al bendito Jesús fuera y dentro
de mi interior, si fuera lo veía niño, niño lo veía dentro; si lo veía crucificado
por fuera, lo mismo lo veía dentro. Yo he quedado admirada y Él me ha
dicho:
“Hija mía, cuando mi imagen está completamente formada en el interior
del alma, cualquier forma que quiero tomar externamente para volverme a
mirar, ella toma mi misma imagen que he formado en el alma. ¿Qué
maravilla entonces?
Mayo 26, 1905
Cuando el alma es toda de Jesús,
Él siente su murmullo en su Ser.
Encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado con el niño Jesús
en brazos y estaba diciéndole: “Querido mío, toda y siempre tuya soy; ¡ah!
no permitas que corra en mí nada, aunque sea una sombra que no sea tuya.”
Y Él: “Hija mía, cuando el alma es toda mía, Yo siento un murmullo
continuo de su ser en Mí; este su murmullo continuo me lo siento correr en
mi voz, en mi corazón, en la mente, en las manos, en mis pasos y hasta en mi
sangre. ¡Oh! cómo me es dulce este su murmullo en Mí, y conforme lo
siento voy repitiendo: ‘Todo, todo, todo lo de esta alma es mío, y Yo te
amo, te amo mucho.’ Y sello el murmullo de mi amor en ella; entonces, en
cuanto yo siento el suyo, así el alma siente mi murmullo en todo su ser, así
que si el alma en toda sí misma se siente correr mi murmullo, es señal de que
es toda mía.”
Mayo 29, 1905
Quien reposa en brazos de la obediencia,
recibe todos los colores divinos.
Esta mañana al venir el bendito Jesús se ha arrojado en mis brazos, como
si quisiera reposar y me ha dicho:
“Como un niño se reposa seguro en los brazos de la madre, así el alma
debe reposar en los brazos de la obediencia, y quien reposa en los brazos de
la obediencia recibe todos los colores divinos, porque con quien
verdaderamente duerme se puede hacer lo que se quiere; así quien
verdaderamente reposa en los brazos de la obediencia, se puede decir queduerme, y Dios puede hacer al alma lo que Él quiere.”
Mayo 30, 1905
La vida de amor de Jesús.
Continuando mi habitual estado, estaba diciendo: “Señor, ¿qué quieres de
mí? Manifiéstame tu Santa Voluntad.”
Y Él: “Hija mía, te quiero toda en Mí, a fin de que pueda encontrar todo
en ti. Así como todas las criaturas tuvieron vida en mi Humanidad, y
satisfice por todas, así estando toda en Mí, me harás encontrar a todas las
criaturas en ti, es decir, unida conmigo me harás encontrar en ti la reparación
por todos, la satisfacción, el agradecimiento, la alabanza, y todo lo que las
criaturas están obligadas a darme. El amor, además de la Vida Divina y
humana me suministró la tercera vida, que me hizo germinar todas las vidas
de las criaturas en mi Humanidad, es esta vida de amor, y que mientras me
daba vida me daba muerte continua, me hería y me fortalecía, me humillaba
y me ensalzaba, me amargaba y me endulzaba, me atormentaba y me daba
delicias. ¿Qué cosa no contiene esta vida de amor infatigable y dispuesta a
cualquier cosa? Todo, todo en ella se encuentra, su vida es siempre nueva y
eterna. ¡Oh! cómo quisiera encontrar en ti esta vida de amor para tenerte
siempre en Mí, y encontrar todo en ti.”
Junio 2, 1905
La paciencia es el alimento de la perseverancia.
Esta mañana, el bendito Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, la paciencia es el alimento de la perseverancia, porque la
paciencia mantiene en su lugar a las pasiones y corrobora todas las virtudes,
y las virtudes, recibiendo de la paciencia la actitud de la vida continua, no
sienten el cansancio que produce la inconstancia, tan fácil a la criatura. Por
eso el alma no se abate si es mortificada o humillada, porque rápidamente la
paciencia le suministra el alimento necesario, y forma un vínculo más fuerte
y estable de perseverancia. Ni si es consolada y ensalzada se eleva mucho,
porque la paciencia alimentando a la perseverancia, se contiene en la
moderación sin salir de sus límites. Además de esto, así como la paciencia
es alimento, y hasta en tanto una persona se alimenta se puede decir que
tiene vida, no está muerta; así el alma, hasta en tanto que tenga paciencia,
gozará la vida de la perseverancia.”
Junio 5, 1905
Las cruces son fuentes bautismales.
Esta mañana al venir el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, la cruces, las mortificaciones, son otras tantas fuentes
bautismales, y cualquier especie de cruz que está empapada en el
pensamiento de mi Pasión, pierde la mitad de la aspereza y disminuye la
mitad del peso.”
Y como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he quedado haciendo
ciertas adoraciones y reparaciones en mi interior, y de nuevo ha regresado y
ha agregado:
“Cuál no es mi consuelo al ver rehecho en ti lo que mi Humanidad hizo
tantos siglos antes, porque cualquier cosa que Yo determiné que cada alma
hiciera, fue hecha primero en mi Humanidad, y si el alma me corresponde,
lo que Yo hice por ella lo rehace de nuevo en sí misma, y si no, queda sólo
hecho en Mí mismo, y Yo siento por ello una amargura indecible.”
Junio 23, 1905
Quien está unido con la Humanidad de Jesús,
se encuentra a la puerta de su Divinidad.
Continuando mi habitual estado, estaba pensando en cómo murió
Jesucristo y que Él no podía de ningún modo temer a la muerte, porque
estando tan unido con la Divinidad, más aún, transmutado, ya se encontraba
seguro come uno en su propio palacio, pero para el alma, ¡oh! cómo es
diferente. Mientras éstos y otros desatinos pensaba, el bendito Jesús ha
venido y me ha dicho:
“Hija mía, quien se está unido con mi Humanidad ya se encuentra a la
puerta de mi Divinidad, porque mi Humanidad es espejo al alma, del cual se
refleja la Divinidad en ella; quien se encuentra en los reflejos de este espejo,
se entiende que todo su ser es transmutado en amor, porque hija mía, todo lo
que de la criatura sale, aun el movimiento de los ojos, de los labios, el mover
de los pensamientos y todo lo demás, todo debería ser amor y hecho por
amor, porque siendo mi Ser todo amor, donde encuentra amor absorbo todo
en Mí, y el alma habita segura en Mí, como uno en su propio palacio;
entonces, ¿qué temor puede tener el alma al morir de venir a Mí si ya se
encuentra en Mí?”
Julio 3, 1905
Declaraciones de Jesús sobre el estado de Luisa.
Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, y
he encontrado a la Reina Mamá con el niño Jesús en brazos, que le estaba
dando su dulcísima leche; yo al ver que el niño chupaba la leche del pecho
de nuestra Madre, despacito lo he quitado del pecho y me he puesto yo a
chupar. Al verme hacer esto, ambos han sonreído de mi astucia, y me han
dejado chupar. Entonces, después de esto, la Reina Madre me ha dicho:
“Toma a tu querido y gózalo.”
Yo lo he tomado en brazos y mientras, fuera se escuchaban rumores de
armas y Él me ha dicho:
“Este gobierno caerá.”
Y yo: “¿Cuándo?”
Tocándose la extremidad de la punta del dedo ha continuado: “Otra punta
de dedo”
Y yo: “Quién sabe cuánto será esta punta de dedo ante Ti.” Él no me ha
prestado atención, y yo no queriéndolo saber estaba diciendo: “Cómo
quisiera conocer la Voluntad de Dios respecto a mí.”
Y Él me ha dicho: “Toma un papel, que Yo mismo te escribiré y
declararé mi Voluntad sobre ti.”
Yo no tenía y he ido a buscarlo y se lo he dado, y el niño escribía:
“Declaro ante el Cielo y la tierra que es mi Voluntad que la he elegido
víctima; declaro que me ha hecho donación del alma y del cuerpo, y siendo
Yo el absoluto dueño, cuando a Mí me place le participo las penas de mi
Pasión, y Yo en correspondencia le he abierto la puerta de mi Divinidad;
declaro que en este acceso me ruega continuamente cada día por los
pecadores, y toma un flujo continuo de vida en provecho de los mismos
pecadores.”
Y ha escrito tantas otras cosas que yo no recuerdo muy bien, por eso las
omito. Yo al oír esto me he sentido toda confundida y he dicho: “Señor,
perdóname si me vuelvo impertinente, esto que has escrito no quería saberlo,
me basta que lo sepas Tú sólo, lo que quería saber es si es Voluntad tuya que
continúe en este estado.” Yo en mi mente continuaba pensando en si es
Voluntad suya que venga el confesor a llamarme a la obediencia, o bien es
mi fantasía el tiempo que pierdo con el confesor, pero no he querido decirlo
temiendo querer saber demasiado, convenciéndome yo misma que si es
Voluntad suya una cosa, será Voluntad suya la otra.” Y el niño Jesús ha
continuado escribiendo:
“Declaro que es Voluntad mía que continúes en este estado, que venga a
llamarte a la obediencia el confesor y el tiempo que pierdes con él, y es
Voluntad mía que te sorprenda el temor de no ser Voluntad mía tu estado,
este temor y duda te purifica de todo mínimo defecto.”
La Reina Madre y Jesús me han bendecido, le he besado la mano y me he
encontrado en mí misma.
Julio 5, 1905
La Humanidad de Jesús es música a la Divinidad.
Continuando mi habitual estado, estaba haciendo mis acostumbradas
prácticas internas, y el bendito Jesús viniendo me ha dicho:
“Hija mía, mi Humanidad es música a la Divinidad, porque todas mis
acciones formaban tantas teclas, para formar la música más perfecta y
armoniosa para recrear el oído divino; y el alma que se uniforma a mis
mismas acciones internas y externas, continúa la música de mi misma
Humanidad a la Divinidad.”
Julio 18, 1905
El alma no debe abrir su interior
a los demás, sólo al confesor.
Encontrándome en mi habitual estado, apenas ha venido el bendito Jesús
me ha dicho:
“Hija mía, cuando un confesor manifiesta su modo de obrar interno a las
almas, pierde el ímpetu de continuar obrando, y el alma, conociendo el
propósito que el confesor tiene sobre ella, se volverá descuidada y debilitada
en su obrar. Así el alma, si manifiesta su interior a los demás, al descubrir
su secreto evaporará el ímpetu, permaneciendo toda debilitada; y si esto no
ocurre con abrirse al confesor, es porque la fuerza del sacramento mantiene
el vapor y aumenta la fuerza y pone su sello.”
Julio 20, 1905
Cuando el alma no es fiel a los deseos de Dios,
Dios interrumpe sus designios sobre ella.
Esta mañana estaba rezando por un sacerdote enfermo, que había sido mi
director, y pensaba entre mí: “¿Si hubiera continuado mi dirección, habría
estado enfermo o no? Y el bendito Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, ¿quién goza los bienes que hay dentro de una casa?
Ciertamente quien está dentro, y a pesar de que una persona haya estado
primero dentro, es siempre quien está en el presente el que los goza. Como
un patrón, hasta en tanto que un siervo está con él, le paga y le hace gozar de
los bienes que hay en su casa, cuando se va llama a otro, le paga y le
participa de sus bienes. Así hago cuando una cosa es querida por Mí, y es
dejada por uno, la transmito a otro, dándole todo lo que estaba destinado
para el primero; así que si hubiera continuado tu dirección, estando tu estado
de víctima, hubiera gozado de los bienes de tu estado, y unidos a quien
actualmente te guía, por eso no estaría enfermo. Y si el guía presente, a
pesar de su santidad, no obtiene el resto que quiere, es porque no hace
plenamente lo que quiero, y a pesar de que goza de los bienes, también
algunos carismas no se los merece.”
Julio 22, 1905
Dios no mira la obra, sino la
intensidad del amor en el obrar.
Estando acongojada por no poder hacer ciertas mortificaciones,
pareciendo que el Señor me aborrecía y por eso no permitía que las hiciera,
el bendito Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, quien verdaderamente me ama no se fastidia jamás de nada, y
busca convertir todas las cosas en amor. ¿Por cuál motivo querías tú
mortificarte? Ciertamente por amor mío, y Yo te digo: ‘Por amor mío
mortifícate, por amor mío toma los consuelos, y el uno y el otro serán ante
Mí de igual peso.’ De acuerdo a la dosis de amor que contiene una acción,
aunque sea indiferente, así se aumenta el peso, porque Yo no miro la obra,
sino la intensidad del amor que el obrar contiene, por eso no quiero ningún
fastidio en ti, sino siempre paz, porque los fastidios, las turbaciones, es
siempre el amor propio que quiere salir a reinar, o el enemigo para hacer
daño.”
Agosto 9, 1905
Efectos de la paz y de la turbación.
Continuando mi habitual estado, me sentía un poco turbada, y el bendito
Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, el alma en paz y que todo su ser tiende a Mí, gotea de su alma
gotas de luz que caen sobre mis vestidos y forman mi adorno; por el
contrario, el alma turbada gotea tinieblas y forman el adorno diabólico. Y
no sólo esto, sino que la turbación impide el camino a la Gracia, y vuelve
inútil a la criatura para obrar el bien.”
Después ha agregado: “Si el alma a cada cosa se turba, es señal de que
está llena de sí misma; si a una cosa que le sucede se turba y a otra no, es
señal de que tiene alguna cosa de Dios, pero hay muchas vacíos por llenar; si
nada la turba, es señal de que toda está llena de Dios. ¡Oh! cuanto mal hace
la turbación al alma, hasta rechazar a Dios y llenarla toda de sí misma.”
Agosto 17, 1905
Toda la gloria de un alma, es oír decir que de
todo lo que tiene, nada es suyo, sino todo es de Dios.
Continuando mi habitual estado veía a la Reina Mamá que decía a nuestro
Señor: “Venga, venga a su jardín a deleitarse.” Pareciendo que me señalaba
a mí. Yo al oír esto me sentía llena de vergüenza y decía entre mí: “Yo no
tengo ni pizca de bien, ¿cómo se podrá deleitar? Mientras esto pensaba el
bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, ¿por qué te ruborizas? Toda la gloria de un alma es oír decir
que todo lo que tiene, nada es suyo, sino que todo es de Dios. Y Yo en
correspondencia le digo que todo lo que es mío es suyo.”
Y mientras esto decía, parecía que mi pequeño jardín hecho por Él mismo,
se unía con el suyo grandísimo que tenía en su corazón, y se hacían uno sólo
y nos deleitábamos juntos, y después me he encontrado en mí misma.
Agosto 20, 1905
La Gracia toma tantas imágenes en torno al alma,
por cuantas son las perfecciones y virtudes divinas.
Esta mañana el bendito Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, si el alma en todas sus acciones obra todo por Dios y para
agradar sólo a Dios, la Gracia entra por todas las partes en el alma, como una
casa cuando están abiertos balcones, puertas, ventanas, la luz del sol entra
por todas partes y goza toda la plenitud de la luz, así el alma goza toda la
plenitud de la luz divina. Y esta luz con la correspondencia del alma va
siempre aumentando hasta convertirse toda ella en luz; pero si después hace
diversamente, la luz entra por las fisuras y en el alma todo es tinieblas. Hija
mía, a quien me da todo, doy todo, por lo cual mi Gracia, no siendo el alma
capaz de recibir todo junto mi Ser, toma tantas imágenes en torno al alma
por cuantas son mis perfecciones y virtudes, así que toma la imagen de la
belleza y comunica la luz de la belleza en el alma; la imagen de la sabiduría,
y comunica la luz de la sabiduría; la imagen de la bondad, y comunica la
bondad; la imagen de la santidad, de la justicia, de la fuerza, de la potencia,
de la pureza, y le comunica la luz de la santidad de la justicia, fuerza,
potencia y pureza, y así de todo lo demás; así que el alma está adornada no
por un sol, sino por tantos soles por cuantas son mis perfecciones, y estas
imágenes están en torno de cada alma, sólo que para quien está abierta y
corresponde, están todas en actividad, trabajando; para quien no, están como
adormecidas para aquellas almas, así que poco o nada pueden emplear su
actividad.”
Agosto 22, 1905
Quien divide con Jesús el peso de sus sufrimientos,
esto es, el trabajo de la Redención, viene a participar
de las ganancias del trabajo de la Redención.
Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi adorable
Jesús me ha transportado fuera de mí misma, y me participaba sus
sufrimientos. Después me ha dicho:
“Hija mía, cuando dos personas se dividen el peso de un trabajo, juntas
dividen la paga que reciben por aquel trabajo, y tanto uno como otro pueden
hacer bien a quien quieran con aquella paga. Entonces, dividiendo tú
conmigo el peso de mis sufrimientos, esto es el trabajo de mi Redención,
vienes a participar en la ganancia del trabajo de la Redención; y siendo
dividida entre Yo y tú la paga de nuestras penas, Yo puedo hacer bien a
quien quiero, en general y también en modo especial; así tú, eres libre de
hacer bien a quien quieras con la paga que a ti te corresponde. Esta es la
ganancia de quien divide conmigo mis penas, que sólo es concedido al
estado de víctima, y la ganancia de quien le está más cercano, porque
estando cerca, más fácilmente participa de los bienes que uno posee; por eso
hija mía, alégrate cuando más te participo mis penas, porque más grande
será la porción de tu paga.”
Agosto 23, 1905
Si el alma hace todo por Dios, permanece extinguida
en la llama del amor divino. El pensar en sí
mismo jamás es virtud, sino siempre vicio.
Continuando mi habitual estado, mi bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, si el alma hace todo por Mí, imita a aquellas pequeñas
mariposas que giran y giran en torno a una llama y quedan extintas en
aquella misma llama. Así el alma, según el perfume de sus acciones, de sus
movimientos y deseos ofrecidos a Mí, así gira en torno a Mí, ahora en torno
a los ojos, ahora al rostro, ahora a las manos, ahora al corazón, según los
diversos ofrecimientos que me va haciendo, y con su continuo girar en torno
a Mí permanece toda extinta en la llama de mi amor, sin tocar las llamas del
purgatorio.”
Después ha desaparecido, y habiendo regresado ha agregado:
“El pensar en sí mismo, es lo mismo que salir de Dios y regresar a vivir
en sí mismo. Además, el pensar en sí mismo jamás es virtud, sino siempre
vicio, aunque fuera bajo aspecto de bien.”
Agosto 25, 1905
Las verdaderas virtudes deben tener las
raíces en el corazón de Jesús, y desarrollarse
en el corazón de la criatura.
Esta mañana al venir el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, el alma debe vivir en mi corazón, y las mismas virtudes, debe
hacer de modo que las raíces estén en mi corazón y desarrollarlas en su
corazón; de otra manera se pueden tener las virtudes naturales, o bien de
simpatía, las cuales se llaman virtudes a tiempo y circunstancia, y son
mutables; mientras las virtudes que la raíz está fija en mi corazón y
desarrollada en el alma son estables, y se adaptan a todos los tiempos y a
todas las circunstancias, y son iguales para todos. En cambio aquellas otras
no, y sucede que sienten una caridad ilimitada por una persona, o sea, a un
tiempo son todo fuego, hacen verdaderos sacrificios, quisieran poner la vida;
pero se presenta otra, y aunque resulte más necesitada que la primera, en un
momento se cambia la escena, se hacen de hielo, ni siquiera quieren hacer el
sacrificio ni de oír, ni de decir una palabra, están desganadas y la despiden
irritadas, furiosas; ¿es acaso esta caridad aquella que la raíz está fija en mi
corazón? Ciertamente que no, por el contrario, es caridad viciosa, toda
humana y de simpatía, que a un momento parece que florece, y en otro
momento se seca y desaparece. Alguna otra es obediente a una persona,
sumisa, humilde, se hace un harapo, de modo que aquella persona puede
hacer con ella lo que quiera; pero con otra es desobediente, reacia, soberbia;
¿es acaso esta obediencia la que sale de mi corazón, que obedece a todos,
hasta a los mismos verdugos? No, ciertamente. Otra es paciente en ciertas
ocasiones, aun en sufrimientos serios, parece un cordero que ni siquiera abre
la boca para lamentarse; pero ante otro sufrimiento, quizá más pequeño,
monta en furia, se irrita, maldice; ¿es tal vez ésta la paciencia que la raíz está
fija en mi corazón? No, ciertamente. Otra, un día es todo fervor, ora
siempre, hasta transgredir los deberes del propio estado; otro día ha recibido
un encuentro un poco desagradable, se siente fría, abandona de hecho la
oración hasta transgredir los deberes de un cristiano, las oraciones de
obligación; ¿es acaso éste mi espíritu de oración, que llegué hasta sudar
sangre, a sentir la agonía de la muerte, y sin embargo no descuidé un solo
momento la oración? Ciertamente que no, y así de todas las otras virtudes.
Sólo las virtudes que están radicadas en mi corazón e injertadas en el alma
son estables y permanecen, y resplandecen llenas de luz; las otras, mientras
aparecen como virtudes son vicios, aparecen como luz y son tinieblas.”
Dicho esta ha desaparecido. Yo continuaba deseándolo, y ha regresado y
ha agregado:
“El alma que me desea siempre se embebe de Mí continuamente, y Yo
sintiéndome embebido por el alma me embebo del alma, de modo que
dondequiera que volteo la encuentro, con sus deseos y la toco
continuamente”
Agosto 28, 1905
El corazón de Jesús se ata con los corazones
humanos, y estos toman todo del corazón de
Él, hasta su misma Vida, si le corresponden.
Esta mañana mi adorable Jesús al venir me hacía ver su amabilísimo
corazón, y de dentro salían como tantos hilos resplandecientes de oro, de
plata, rojos, y parecía que formaban una red, e hilo por hilo ataba todos los
corazones humanos. Yo he quedado admirada al ver esto, y Él me ha dicho:
“Hija mía, mi corazón se ata con estos hilos a todos los afectos, los
deseos, los latidos, el amor y hasta la misma vida de los corazones humanos,
en todo similares a mi corazón humano, sólo diferentes en la santidad, y
habiéndolos atado, desde el Cielo, según se muevan mis deseos, el hilo de
los deseos excita los deseos de ellos; si se mueven los afectos, el hilo de los
afectos mueve los afectos de ellos; si amo, el hilo del amor excita el amor de
ellos; y el hilo de mi vida les da la vida. ¡Oh! qué armonía entre el Cielo y
la tierra, entre mi corazón y los corazones humanos, y esto lo advierte sólo
quien me corresponde; pero quien hace algo de mala gana, con la actividad
de su voluntad nada advierte y manda al vacío las operaciones de mi corazón
humano.”
Septiembre 4, 1905
En todos los tiempos, Dios ha tenido almas que
han recibido, por cuanto puede una criatura, la
finalidad de la Creación, Redención y Santificación.
Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús me hacía ver su
sacratísima Humanidad, todas sus llagas, sus penas, y desde dentro de sus
llagas y hasta de sus gotas de sangre salían tantas ramas cargadas de frutos y
flores, y parecía que me comunicaba sus sufrimientos y todas sus ramas
cargadas de flores y frutos. Yo he quedado maravillada al ver la bondad de
nuestro Señor que me participaba todos sus bienes, sin excluirme de nada de
todo lo que Él contenía, y el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija amada mía, no te maravilles de lo que ves, porque no estás sola o
eres única, porque en todos los tiempos he tenido almas, que por cuanto
puede una criatura, en algún modo pudiese recibir la finalidad de la
Creación, Redención y Santificación, y pudiese la criatura recibir todos los
bienes por los cuales la he creado, redimido y santificado; de otra manera, si
Yo no tuviera en todo tiempo, aunque sea una sola, se frustraría toda mi
obra, al menos por algún tiempo. Esto es orden de mi providencia, de mi
justicia y de mi amor, que en cada tiempo tuviera al menos una sola a la que
Yo pudiera participarle todos los bienes, y que la criatura me diese todo lo
que me debe como criatura, de otra manera, ¿en qué aprovecharía mantener
el mundo? En un momento lo destrozaría; y por eso precisamente me elijo a
las almas víctimas, porque así como la divina justicia encontró en Mí todo lo
que debería encontrar en todas las criaturas, y me participó todos juntos los
bienes que habría participado a todas las criaturas, en modo que mi
Humanidad contenía todo, así en las víctimas encuentro todo en ellas y les
participo todos mis bienes. En el tiempo de mi Pasión tuve a mi amadísima
Madre, que mientras le participaba todas mis penas y todos mis bienes, Ella
como criatura estaba atentísima a reunir en Sí todo lo que me habrían hecho
las criaturas, así que Yo encontrando en Ella toda mi satisfacción y toda la
gratitud, el agradecimiento, la alabanza, la reparación, la correspondencia
que debía encontrar en todos los demás. En seguida venía la Magdalena,
Juan, y así en todos los tiempos de la Iglesia, por eso, para hacer que dichas
almas me fueran más agradables y pudiera sentirme atraído a darles todo, las
prevengo primero y luego les ennoblezco el alma, el cuerpo, el trato, y hasta
la voz, de modo que una sola palabra tiene tanta fuerza, es tan graciosa,
dulce, penetrante, que todo me conmueve y me enternece, me cambia, y
digo: ¡Ah! es ésta la voz de mi amada, no puedo hacer menos que
escucharla, sería como si quisiera negarme a Mí mismo lo que quiere, si no
debo escucharla me conviene quitarle la voluntad de hacerla hablar, pero
mandarla vacía jamás; así que entre ella y Yo hay tal electricidad de unión,
que el alma misma no puede comprender todo en esta vida, si bien lo
comprenderá con toda claridad en la otra”
Septiembre 6, 1905
El mal de la distracción.
Esta mañana después de haber esperado mucho, veía a nuestro Señor
crucificado, y yo estaba besando las llagas de sus manos, reparando y
rogando que santificara, perfeccionara, purificara todas las obras humanas
por amor de cuanto había sufrido en sus santísimas manos, y el bendito Jesús
me ha dicho:
“Hija mía, las obras que más irritan mis manos, y que más me amargan y
agrandan mis llagas son las obras buenas hechas con distracción, porque la
distracción quita la vida a las obras buenas, y las cosas que no tienen vida
están siempre próximas a pudrirse, por eso a Mí me dan nauseas, y al ojo
humano es más escándalo la obra buena hecha sin atención, que el mismo
pecado, porque el pecado se sabe que es tiniebla, y no es maravilla que las
tinieblas no den luz; pero la obra buena que es luz y da tinieblas ofende tanto
al ojo humano, que no sabe más dónde encontrar la luz, y por eso encuentra
un obstáculo en el camino del bien.”
Septiembre 8, 1905
La verdadera caridad es hacer el bien al
prójimo, porque es imagen de Dios.
Encontrándome en mi acostumbrado estado, en cuanto ha venido el
bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, la verdadera caridad es cuando haciendo el bien al prójimo, lo
hace porque es mi imagen. Toda la caridad que sale de este ambiente no se
puede decir caridad; si el alma quiere el mérito de la caridad no debe salir
jamás de este ambiente de ver en todo mi imagen. Tan es verdad que en esto
está la verdadera caridad, que mi misma caridad no sale jamás de este
ambiente, tanto ama a la criatura porque es imagen mía, y si con el pecado
deforma esta mi imagen, no siento más amarla, más bien la aborrezco; y
conservo las plantas, los animales, porque sirven a mis imágenes, y la
criatura debe adaptarse toda sí misma a ejemplo de su Creador.”
Septiembre 17, 1905
Cómo se puede participar de
los dolores de la Reina Mamá.
Habiendo sufrido mucho por la privación de mi dulcísimo Jesús, esta
mañana, día de los dolores de María Santísima, después de haberme en
algún modo fatigado, ha venido y me ha dicho:
“Hija mía, ¿qué quieres que tanto me anhelas?
Y yo: “Señor, lo que tienes para Ti, es lo que anhelo para mí.”
Y Él: “Hija mía, para Mí tengo espinas, clavos y cruz.”
Y yo: “Y bien, eso quiero para mí.” Y me ha dado su corona de espinas y
me participaba los dolores de la cruz, y después ha agregado:
“Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron
de los dolores de mi Madre. Quien anticipadamente se pone en las manos de
la providencia, ofreciéndose a sufrir cualquier tipo de penas, miserias,
enfermedades, calumnias y todo lo que el Señor disponga sobre ella, viene a
participar del primer dolor de la profecía de Simeón. Quien actualmente se
encuentra en los sufrimientos y está resignado y está más estrechado
conmigo, no me ofende, y como si me salvara de las manos de Herodes, y
sano y salvo me custodia en el Egipto de su corazón, participa del segundo
dolor. Quien se encuentra abatido de ánimo, árido y privado de mi
presencia, y está firme y fiel a sus acostumbrados ejercicios, es más, busca la
ocasión de amarme y buscarme más, sin cansarse, viene a participar de los
méritos y bienes que adquirió mi Madre en mi extravío. Quien en cualquier
ocasión que se encuentre, especialmente de verme ofendido gravemente,
despreciado, pisoteado, y busca repararme, compadecerme y rogar por
aquellos mismos que me ofenden, es como si encontrara en aquella alma a
mi misma Madre, que si hubiera podido me hubiera liberado de mis
enemigos, y participa en el cuarto dolor. Quien crucifica sus sentidos por
amor de mi crucifixión, y trata de copiar en sí las virtudes de mi crucifixión,
participa del quinto. Quien está en continua actitud de adorar, de besar mis
llagas, de reparaciones, de agradecimientos y más, a nombre de todo el
género humano, es como si me tuviera en sus brazos, como me tuvo mi
Madre cuando fui depuesto de la cruz, y participa del sexto dolor. Quien se
mantiene en mi Gracia y me corresponde, y no da a ningún otro albergue en
el propio corazón sino a Mí sólo, es como si me sepultara en el centro del
corazón, y participa en el séptimo.”
Octubre 10, 1905
La señal de que el alma está perfectamente
estrechada y unida con Jesús, es si está
unida con todos los prójimos.
Estando muy afligida por las fatigas que el bendito Jesús me hace sufrir al
esperarlo, esta mañana al momento de hacerse ver me ha dicho:
“Hija mía, me desagrada tu pesadumbre y el verte como inmersa en
amarga aflicción por mi privación. Siento tanta pena de tu aflicción,
especialmente porque es por causa mía, que la siento como si fuera mía, y es
tan grande, que si se unieran todas las aflicciones de los otros, no me daría
tanta pena como la tuya sola, porque es sólo por causa mía. Por eso,
muéstrame tu rostro alegre y hazme ver que estás contenta.”
Después se ha estrechado fuertemente a mí y ha agregado:
“La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida conmigo,
es si está unida con todos los prójimos. Así como ninguna nota discordante
y entremezclada debe existir con aquellos que están visibles en la tierra, así
ninguna nota discordante de desunión puede existir con el invisible Dios.”
Octubre 12, 1905
El conocimiento de sí misma, vacía al
alma de sí misma y la llena de Dios.
Continuando mi acostumbrado estado, cuando ha venido el bendito Jesús
me ha dicho:
“Hija mía, el conocimiento de sí misma vacía al alma de sí misma y la
llena de Dios; y no sólo esto, en el alma hay muchos armarios, y todo lo que
en el mundo se ve, de acuerdo al concepto que se forma de ello, así, quién
más, quién menos, toman su lugar en estos armarios. Ahora, el alma que se
conoce a sí misma y está llena de Dios, conociendo que ella es nada, más
bien se sabe un vaso frágil, putrefacto, fétido, se cuida bien de hacer entrar
en su interior otras podredumbres fétidas, como son las cosas que se ven en
el mundo. Sería un loco aquél que teniendo una llaga putrefacta va juntando
más podredumbre para ponerla sobre su llaga; conocerse a sí misma lleva
consigo el conocimiento de las cosas del mundo, por eso, como todo es
vanidad, fugacidad, bienes sólo disfrazados, engaños, inconstancia de
criatura, entonces conociendo cuáles son las cosas en sí mismas, se cuida
bien de hacerlas entrar en sí misma, y todos aquellos armarios quedan llenos
de las virtudes de Dios.”
Octubre 16, 1905
Cuanto más el alma se acerca al amor
de Dios, más perderá las virtudes.
Habiendo leído un libro que trataba de las virtudes, mirándome a mí
misma estaba pensativa porque no veía en mí ninguna virtud; si no fuera
sólo porque quiero amarlo, lo quiero, lo amo y quiero ser amada por Jesús
bendito, nada, nada existiría en mí de Dios. Ahora, encontrándome en mi
habitual estado, mi adorable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, cuanto más el alma llega al término, para acercarse a la fuente
de todo bien, cual es el verdadero y perfecto amor de Dios, donde todo
quedará sumergido y sólo el amor existirá para ser el motor de todo, así el
alma perderá todas las virtudes que ha practicado en el viaje, para encerrar
todo en el amor y reposarse de todo para sólo amar; ¿no pierden todo los
bienaventurados por sólo amar? Así el alma, mientras más camina, menos
siente el diverso trabajo de las virtudes, porque el amor invistiéndolas todas,
las convierte todas en sí, teniéndolas en sí mismo en reposo como tantas
nobles princesas, trabajando él sólo y dándoles vida a todas, y mientras el
alma no las advierte, en el amor las encuentra todas, pero más bellas, más
puras, más perfectas, más ennoblecidas, y si el alma las advierte es señal de
que están divididas del amor. Como por ejemplo, uno recibe una orden, y el
alma ejercita la obediencia por obedecer al que da la orden para adquirir la
virtud, para sacrificar la voluntad propia, y tantas otras razones que puede
haber; ahora, haciendo así se advierte que se ejercita la obediencia, se siente
la fatiga, el sacrificio que lleva consigo esta virtud. Otra obedece, no por
obedecer al que da la orden, ni por otras razones, pero sabiendo que Dios se
disgustaría por su desobediencia, ve a Dios en aquél que ordena, y por amor
suyo sacrifica todo y obedece. El alma no advierte que obedece, sino sólo
que ama, porque sólo por amor ha obedecido, de otra manera habría
desobedecido lo mismo, y así de todo lo demás. Por eso, ánimo en el
camino, que por cuanto más se camina, tanto más rápido saborearás la
bienaventuranza eterna del único y verdadero amor, aun desde aquí.”
Octubre 18, 1905
El todo está en acrecentar el
amor, y estarse cercano a Jesús.
Esta mañana encontrándome en mi habitual estado, ha venido Jesús de
improviso y me ha dicho:
“Hija mía, qué tontería, hasta en las cosas santas piensan en cómo
contentarse a sí mismos, si en las cosas santas me hacen a un lado, ¿dónde
encontraré Yo un lugar en las acciones de mis criaturas? ¡Qué engaño!
Mientras que el todo está en que las acciones sean precedidas por el amor, en
llevarlas a cabo, reunir cuantas más cosas pueda para acrecentar el amor, y
estarse tan cercano a Mí para beber de la fuente de mi Amor, para
sumergirse todo en mi Amor. Sin embargo, ¡qué error! Hacen todo de
manera diversa.”
Dicho esto ha desaparecido.
Octubre 20, 1905
La Justicia divina convierte el fuego
del pecado en fuego de castigo.
Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado mucho,
en cuanto ha venido el bendito Jesús, casi en acto de mandar castigos, me ha
dicho:
“Hija mía, el pecado es fuego, mi Justicia es fuego. Ahora, debiendo mi
Justicia mantenerse siempre igual, siempre justa en su obrar, y no recibir en
sí ningún fuego profano, cuando el fuego del pecado quiere unirse al suyo, lo
derrama sobre la tierra, convirtiéndolo en fuego de castigo.”
Octubre 24, 1905
Las miserias de la naturaleza humana sirven para
reordenar en ella el orden de todas las virtudes.
Considerando mi miseria, la debilidad de la naturaleza humana, me sentía
ser un objeto abominable a mí misma, e imaginaba cómo soy más
abominable ante Dios, y decía entre mí: “Señor, cómo se ha hecho fea la
naturaleza humana.” Y viniendo me ha dicho:
“Hija mía, nada ha salido de mis manos que no sea bueno, más bien he
creado la naturaleza humana bella, pero de apariencia engañosa, y si el alma
la ve despreciable, purulenta, débil, abominable, esto sirve a la naturaleza
humana como sirve el estiércol a la tierra, que quien no entiende del todo
diría: Loco aquél que ensucia el terreno con esta suciedad, mientras que
quien entiende sabe que esa suciedad sirve para fecundar la tierra, para hacer
crecer las plantas y hacer más bellos y sabrosos los frutos. Así que he
creado la naturaleza humana con estas miserias para reordenar en ella el
orden de todas las virtudes, de otra manera quedaría sin el ejercicio de las
verdaderas virtudes.”
Entonces veía en mi mente la naturaleza humana como si estuviera toda
llena de hoyos, y en estos hoyos estaba la pus, el fango, y de dentro salían
ramas cargadas de flores y frutos. Por eso comprendía que el todo está en el
uso que hagamos de ella, incluso de las mismas miserias.
Noviembre 2, 1905
El alma debe uniformarse a la Divina Voluntad,
y el alma que se comporta de este modo,
Jesús la hace vivir de Él y en Él.
Encontrándome en mi habitual estado, estaba muy afligida por la
privación de mi adorable Jesús, y estaba diciendo: “¡Ah Señor! yo no quiero
otra cosa que a Ti, no encuentro otro contento mas que en Ti sólo, y Tú me
has dejado tan cruelmente. Mientras esto decía, ha salido de dentro de mi
interior y me ha dicho:
“¡Ah! así es, Yo sólo soy tu contento, y Yo encuentro todo mi contento en
ti, así que si no tuviera a otro, tú sola me volverías feliz. Hija mía, un poco
de paciencia hasta que comiencen las guerras, que después nos pondremos
en orden como antes.”
Y yo sin saber qué cosa decía, yo misma he dicho: “Señor, hazlas
comenzar.” Pero rápidamente he agregado: “Señor, me he equivocado.”
Y Él: “Tu voluntad debe ser la mía, nada debes querer, aunque sea cosa
santa, que no sea uniforme a mi Voluntad. En el giro de mi Voluntad quiero
que tú gires siempre, sin salir un instante, para poderte volver dueña de Mí
mismo; Yo quiero la guerra, también tú. Y con el alma que se comporta de
este modo, Yo hago de mi Ser un circulo en torno a ella, de modo de hacerla
vivir de Mí y en Mí.”
Y ha desaparecido.
Noviembre 6, 1905
Jesús en sus penas, su finalidad era principalmente
complacer en todo y por todos al Padre,
y después la redención de las almas.
Pensando en la Pasión de Nuestro Señor, decía entre mí misma: “Cuánto
quisiera entrar en el interior de Jesucristo para poder ver todo lo que Él
hacía, y para ver lo que más agradaba a su corazón, para poderlo hacer
también yo y mitigar sus penas ofreciéndole lo que a Él más le agradaba.”
Mientras esto decía, el bendito Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, mi interior estaba ocupado en las penas, principalmente a
complacer en todo y por todos a mi amado Padre, y después en la redención
de las almas, y la cosa que más agradaba a mi corazón era el ver la
complacencia que me mostraba el Padre al verme sufrir tanto por amor suyo.
Así que todo lo reunía en Sí, ni siquiera un respiro, un suspiro se dispersó,
sino que todo lo recogió para poderse complacer y mostrarme su
complacencia. Y Yo estaba tan satisfecho de esto, que si no tuviera otra
cosa, la sola complacencia de mi Padre me bastaba para sentirme satisfecho
por lo que sufría; mientras que por parte de las cinturas, mucho, mucho de
mi Pasión quedó dispersó. Y tanta era la complacencia del Padre, que a
torrentes derramaba en mi Humanidad los tesoros de la Divinidad. Por eso
acompaña mi Pasión de esta manera, que me darás mucho gusto.”
Noviembre 8, 1905
El alma que se resigna a la Divina Voluntad,
llega a hacer de Dios su alimento cotidiano.
Habiendo esperado mucho, en cuanto Jesús ha venido me ha dicho:
“Hija mía, al alma que se resigna a mi Voluntad, le sucede como a aquél
que acercándose a ver un bello alimento siente el deseo de comerlo, y
excitándose el deseo pasa a disfrutar aquel alimento y convertirlo en su
carne y en su sangre. Si no hubiera visto el bello alimento no podía venir el
deseo, ni podía sentir el gusto, y continuaría permaneciendo en ayunas. Así
es la resignación al alma, mientras se resigna, en la misma resignación
descubre una luz divina, y esta luz despeja la niebla que impide ver a Dios, y
viéndolo, desea gustar de Dios, y mientras lo gusta siente como si lo
comiera, de modo que lo siente todo transmutado en sí al mismo Dios. Así
que de esto se entiende que el primer paso es el resignarse, el segundo es el
deseo de hacer en todo la Voluntad de Dios, el tercero hacer de Él su
alimento exquisito cotidianamente, el cuarto es consumar la Voluntad de
Dios en la suya. Pero si no hace el primer paso, quedará en ayunas de Dios.”
Diciembre 12, 1905
La palabra de Dios es palabra
fecunda que germina virtudes.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me
ha dicho:
“Hija mía, cuando la criatura obra el bien, parte de ella una luz que va al
Creador, y esta luz da gloria al Creador de la luz, y embellece con una
belleza divina al alma.”
Después veía al confesor que tomaba el libro escrito por mí para leerlo, y
junto estaba nuestro Señor que decía:
“Mi palabra es lluvia, y así como la lluvia fecunda la tierra, así la señal
para saber si lo que está escrito en este libro es lluvia de mi palabra, es ver si
es palabra fecunda que germina virtudes.”
Diciembre 15, 1905
Jesús quiso ser crucificado y levantado en la cruz,
para hacer que las almas, según lo quieran, lo encuentren.
Continuando mi habitual estado, estaba pensando en la Pasión de Jesús
bendito, y haciéndose ver crucificado me participaba un poco de sus dolores
diciéndome:
“Hija mía, quise ser crucificado y levantado en la cruz, para hacer que las
almas, según me quieran, me encuentren. Así que uno me quiere como
maestro, porque siente la necesidad de ser enseñado, y Yo me abajo a
enseñarle tanto las cosas pequeñas como las más altas y sublimes para
hacerlo el más docto; otro gime en el abandono, en el olvido, quisiera
encontrar un padre, viene a los pies de mi cruz y Yo me hago padre dándole
habitación en mis llagas, por bebida mi sangre, por alimento mis carnes, y
por herencia mi mismo reino; aquel otro está enfermo y me encuentra
médico, que no sólo lo curo, sino que le doy los remedios seguros para no
caer más en las enfermedades; este otro está oprimido por calumnias, por
desprecios, y a los pies de mi cruz encuentra a su defensor, hasta cambiarle
las calumnias, los desprecios, en honores divinos; y así de todo lo demás, así
que quien me quiere juez me encuentra juez, quien amigo, quien esposo,
quien abogado, quien sacerdote, así me encuentran. Por eso quise ser
clavado de manos y pies, para no oponerme a nada de lo que quieren, para
hacerme como quieren; pero, ¡ay! de quien viendo que Yo no puedo
moverme, ni siquiera un dedo, se atreven a ofenderme.”
Mientras esto decía he dicho: “Señor, ¿quiénes son los que más te
ofenden?” Y Él ha agregado:
“Aquellos que más me hacen sufrir más son los religiosos, los cuales
viviendo en mi Humanidad me atormentan y laceran mis carnes en mi
misma Humanidad; mientras que quien vive fuera de mi Humanidad, me
lacera de lejos.”
Enero 6, 1906
La oración es música al oído de Jesús, especialmente
si es de un alma uniformada a su Voluntad.
Continuando mi acostumbrado estado, en cuanto ha venido mi bendito
Jesús y en el acto en que estaba orando, estrechándome me ha dicho:
“Hija mía, la oración es música a mi oído, especialmente cuando un alma
está toda uniformada a mi Voluntad, de modo que no se advierte en todo su
interior mas que una continua actitud de vida de Voluntad Divina. Esta alma
es como si saliera otro Dios y me hiciera esta música, ¡oh! cómo es
agradable encontrar quien me pague con la misma moneda y pueda darme
los honore divinos. Sólo quien vive en mi Querer puede llegar a tanto,
porque todas las demás almas, aunque hicieran y oraran mucho, serán
siempre cosas y oraciones humanas las que harán, no divinas, por eso no
tendrán aquella potencia y aquel atractivo a mi oído.”
Enero 14, 1906
Jesús forma su imagen en la luz que sale del alma.
Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito
Jesús me ha dicho:
“Hija mía, Yo no estoy contento cuando salen del alma reflejos de luz,
quiero que sea luz el pensamiento, luz la palabra, luz el deseo, luz las obras,
luz los pasos, y estas luces unidas forman un sol, y en este sol viene formada
toda mi imagen, y esto sucede cuando hace todo, todo por Mí, se vuelve toda
luz, y así como quien quiere entrar dentro de la luz solar no encuentra
obstáculo para poder entrar, así Yo no encuentro obstáculo en este sol que la
criatura ha formado de todo su ser; en cambio, en quien no es toda luz
encuentro muchos impedimentos para formar mi imagen.”
Enero 16, 1906
Quien vive en el ambiente de la Voluntad
Divina está en el puerto de todas las riquezas.
Continuando mi acostumbrado estado, por poco tiempo ha venido mi
bendito Jesús y me ha dicho:
“A la verdad nadie puede resistir, ni el hombre puede decir que no es
verdad; por cuan malo y estúpido no puede decir uno que el blanco es negro,
y que el negro es blanco, que la luz es tinieblas, y que las tinieblas son luz;
sólo que quien la ama, la abraza y la pone en acción, y quien no la ama
queda turbado y atormentado.”
Y como relámpago ha desaparecido, y poco después ha regresado y ha
agregado:
“Hija mía, quien vive en el ambiente de mi Voluntad está en el puerto de
todas las riquezas, y quien vive fuera de este ambiente de mi Voluntad está
en el puerto de todas las miserias, por eso se dice en el Evangelio que a
quien tiene le será dado, y a quien no tiene le será quitado aquel poco que
tiene, porque quien vive en mi Voluntad, estando en el puerto de todas las
riquezas, no es maravilla que se irá enriqueciendo siempre más con todos los
bienes, porque vive en Mí como en su propia casa, y Yo, teniéndolo en Mí,
¿seré acaso avaro? ¿No iré dándole día con día, ahora un favor, ahora otro,
y jamás cesaré de darle hasta en tanto que no le haya participado todos mis
bienes? Sí, ciertamente, en cambio quien vive en el puerto de las miserias,
fuera de mi Voluntad, ya por sí misma la propia voluntad es la más grande
de las miserias y la destructora de todo bien. ¿Qué maravilla entonces que si
tiene un poco de bien, no teniendo contacto con mi Voluntad, y viéndolo
inútil en aquella alma, le sea quitado?”