volumen 5

15.12.2016 15:06

Luisa Piccarreta Volumen 05 

 

I. M. I.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

 

Señor, ven en mi ayuda, ata esta mi voluntad rebelde que quiere

siempre ir contra la santa obediencia, y me pone en tal estrechez que

mientras a veces parece muerta, entonces más que nunca, como serpiente la

siento viva y me roe por dentro, por eso átame con nuevas cuerdas, es más,

lléname de tu santa y adorable Voluntad hasta desbordar fuera, de manera

que mi voluntad quede consumida en la tuya, y entonces podré tener la

felicidad de no luchar más contra la santa obediencia. Y tú, oh santa

obediencia, perdóname si te hago siempre la guerra y dame la fuerza para

poderte seguir en todo plácidamente, aunque a veces parece que yo tenga

toda la razón. ¡Cómo luchar contra ti como en este escribir por cuenta del

confesor! Pero bueno, hagamos silencio, no hagamos más demoras y

comencemos a escribir.

 

Como mi pasado confesor se encontraba muy ocupado, mucho más que en el

curso de los años en que él me dirigía, cuando no podía él venir venía el

confesor presente, pero yo no había pensado jamás que debía encontrarme

en las manos de éste, sobre todo que yo estaba contenta con aquel y en él

tenía toda mi confianza. Cerca de un año y medio antes de que el presente

fuera mi confesor, estando en mi acostumbrado estado, el bendito Jesús me

dijo no estar contento con que mi pasado confesor no se ocupara más de mi

interior, y del modo como él concurría con Nuestro Señor sobre mi estado,

diciéndome que:

“Cuando pongo en las manos del confesor almas víctimas, el trabajo de su

interior debe ser continuo, por eso dile: O me corresponde, o te pongo en

manos de cualquier otro.”

 

Y yo: “Señor, ¿qué dices, quien será tan paciente que deberá tomar

esta cruz de venir cada día a sacrificarse como este confesor?”

 

Y Jesús: “Le daré luz, nombrando al presente confesor, y vendrá.”

 

Y yo: “Cuán imposible es que él tome esta cruz.”

 

Y Jesús: “Sí, vendrá, y además, cuando no me oiga a Mí mandaré a

mi Madre, y él, que la ama, no le negará este favor; porque, ciertamente que

a quien verdaderamente se ama no se le niega nada. Sin embargo quiero ver

otro poco qué cosa hace éste, y dile todo lo que te he dicho.”

 

7 Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Cuando vino el confesor le narré todo, pero pobrecito, una nueva

ocupación tomada por él lo imposibilitaba a ocuparse de mi interior, se veía

que no era su voluntad sino la impotencia por lo que no podía ocuparse de

mí. Cuando se lo decía se empeñaba más, pero pronto volvía a no ocuparse

de mí, como antes. Jesús bendito se lamentaba de él y yo se lo volvía a decir

al confesor. Un día él mismo me mandó al padre presente, y yo, también

con él abrí mi alma diciéndole todo lo que he dicho, él aceptó venir y yo

quedé maravillada de que había dicho que sí, y decía entre mí: “Tenía razón

Jesús.” Pero pronto cesó la maravilla, no sé decir cómo, duró apenas cuanto

dura una sombra que rápido huye, vino apenas dos o tres días y no se vio

más, también como sombra huyó y yo continuaba estando en las manos del

confesor pasado, adorando las disposiciones de Dios, yo estaba contenta con

él, que tantos sacrificios había hecho por causa mía. Después de que pasó

cerca de otro año, y yo sintiendo una necesidad de conciencia lo dije al

confesor pasado y me dijo: “Te mando a Don Genaro.” Es decir al padre

presente, invistiéndose de mi necesidad.

 

Pensativa sobre una tempestad sucedida entre ellos, Jesús ha repetido:

“No muevas las cosas, todo lo he dispuesto Yo y todo lo que ha sido hecho,

todo ha sido bien hecho.”

 

                                

Marzo 19, 1903

 

El verdadero amor es aquél que

sufriendo por Dios, quiere sufrir más.

 

Esta mañana veía al confesor todo humillado, y junto el bendito Jesús

y San José, el cual le ha dicho: “Ponte a la obra y el Señor está pronto a

darte la gracia que quieres.”

 

Después de esto, viendo a mi amado Jesús sufriente como en el curso

de la Pasión, le he dicho: “Señor, ¿no sentías cansancio al sufrir tantas

diversas penas?”

 

Y Él: “No, antes bien un sufrimiento encendía más el corazón para

sufrir otro, estos son los modos del sufrir divino, no sólo, sino que en el

sufrir y en el obrar no mira otra cosa que el fruto que de ello recibe. Yo en

mis llagas y en mi sangre veía las naciones salvadas, el bien que recibían las

criaturas, y mi corazón antes que sentir fatigas sentía alegría y ardiente deseo

de sufrir más. Entonces, esta es la señal si lo que se sufre es participación de

mis penas: Si une sufrir y alegría de sufrir más, y si en su obrar obra por Mí,

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

si no mira a lo que hace, sino a la gloria que da a Dios y al fruto que de esto

recibe.

 

                                

Marzo 20, 1903

 

Jesús y San José consuelan al padre en sus dificultades.

 

Encontrándome fuera de mí misma veía al padre con dificultades

respecto a la gracia que quiere, y Jesús bendito otra vez con San José le

decían:

 

“Si te pones a la obra, todas tus dificultades desaparecerán y se caerán

como escamas de pez.”

 

                                

 

Marzo 23, 1903

 

Si el amor es santo forma la vida

 

de la santificación, si es perverso

 

la vida de la condenación.

 

Encontrándome en mi habitual estado, después de haber esperado

mucho he visto por poco tiempo a mi adorable Jesús entre mis brazos y una

luz que salía de su frente, y en esta luz estaban escritas las siguientes

palabras: “El amor es todo para Dios y para el hombre, si cesa el amor

cesaría la vida, sin embargo hay dos especies de amor, uno espiritual y

divino, y el otro corporal y desordenado, y entre estos amores hay gran

diferencia entre ellos por la intensidad, multiplicidad, diversidad, se puede

casi decir que es la diferencia que hay entre el pensar de la mente y el obrar

de las manos, la mente en brevísimo tiempo puede pensar en cientos de

cosas, donde las manos apenas pueden hacer una sola obra. Dios Creador, si

crea a las criaturas, es el amor lo que hace que las creé; si tiene en continua

actitud sus atributos hacia las criaturas, es el amor el que a esto lo empuja, y

sus mismos atributos del amor reciben la vida. El mismo amor desordenado,

como a las riquezas, a los placeres y a tantas otras cosas, no son éstas las que

forman la vida del hombre, pero si siente amor a estas cosas, no sólo forman

la vida, sino que llega a hacer de ellas un ídolo propio. Así que si el amor es

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

santo forma la vida de la santificación, si es perverso forma la vida de la

condenación.”

 

                                

Marzo 24, 1903

 

Mientras se es nada, se puede ser todo estando con Jesús.

 

Esta mañana, después de haber pasado días amarguísimos, el bendito

Jesús ha venido y se entretenía familiarmente conmigo; tanto que yo creía

que debía poseerlo siempre; pero cuando estaba en lo mejor como un

relámpago ha desaparecido, ¿quién puede decir mi pena? Me sentía

enloquecer, mucho más que estaba casi segura que no lo perdería más.

Ahora, mientras me consumía en penas, como un relámpago ha regresado y

con una voz sonora y seria me ha dicho:

 

“¿Quién eres tú que pretendes tenerme siempre contigo?”

 

Y yo, loca como estaba, toda atrevida he respondido: “Estando

contigo soy todo, siento que no soy otra cosa que una voluntad salida del

seno de mi Creador, y esta voluntad hasta en tanto que esté unida contigo

siente la vida, la existencia, la paz, todo su bien. Sin Ti la siento sin vida,

destruir, dispersa, inquieta, puedo decir que pruebo todos los males, y para

tener vida y no dispersarme, esta voluntad salida de Ti busca tu seno, tu

centro, y ahí quiere permanecer para siempre.” Parecía que Jesús se

enternecía todo, pero de nuevo ha repetido:

 

“¿Pero quién eres tú?

 

Y yo: “Señor, no soy otra cosa que una gota de agua, y esta gota de

agua mientras se encuentra en tu mar le parece ser todo el mar; y si del mar

no sale se mantiene limpia y clara, de modo de poder estar frente a las otras

aguas; pero si sale del mar se enfangará, y por su pequeñez se desvanecerá.”

Todo conmovido se ha inclinado hacia mí dándome un abrazo y me ha

dicho:

 

“Hija mía, quien quiere estar siempre en mi Voluntad conserva en ella

a mi misma Persona, y si bien puede salir de mi Voluntad, habiéndola creado

libre de voluntad, mi potencia obra un prodigio suministrándole

continuamente la participación de la Vida Divina, y por esta participación

que recibe siente tal fuerza y atracción de unión con la Voluntad Divina, que

aunque lo quisiera hacer no lo puede hacer, y ésta es la continua virtud de la

que te hablé el otro día, que sale de Mí hacia quien hace siempre mi

Voluntad.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

Abril 7, 1903

 

Temores por su estado.

 

Después de haber pasado días amarguísimos por las continuas

privaciones de mi adorable Jesús, esta mañana me sentía al colmo de la

aflicción, cansada y sin fuerzas, estaba pensando que verdaderamente no me

quería más en este estado y casi me decidía a salir de él. Mientras esto

hacía, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y se hacía oír que rezaba

por mí, y sólo comprendía que imploraba la Potencia, la Fuerza y la

Providencia del Padre para mí, agregando:

 

“¿No ves, oh Padre, cómo tiene mayor necesidad de ayuda, porque

después de tantas gracias se quiere volver pecadora saliendo de nuestra

Voluntad?”

 

Quién puede decir como me sentía destrozar el corazón al oír estas

palabras de Jesús. Después ha salido de dentro de mi interior, y yo después

de haberme asegurado que fuera el bendito Jesús he dicho: “Señor, ¿es

Voluntad tuya que continúe en este estado de víctima? Porque yo no

sintiéndome en la misma posición que al principio, me veo como si no fuera

necesaria la venida del sacerdote, y cuando menos ahorraré el sacrificio al

confesor.

 

Y Él: “Por ahora no es mi Voluntad que tú salgas; respecto al

sacrificio del sacerdote le restituiré centuplicada la caridad que hace.”

 

Después, todo afligido ha agregado: “Hija mía, los socialistas han

planeado entre ellos golpear a la Iglesia, y esto lo han hecho en Francia

públicamente, y en Italia más oculto, y mi Justicia va encontrando vacíos

para echar mano de los castigos.”

 

                                

Abril 10, 1903

 

Como los hombres no se rinden, Jesús hará

resonar la trompeta de nuevos y graves flagelos.

 

Encontrándome fuera de mí misma veía a nuestro Señor con una vara

en la mano que tocaba a las gentes, y éstas al ser tocadas se dispersaban y se

revelaban, y el Señor les ha dicho:

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

“Los he tocado para reuniros en torno a Mí, y en vez de reuniros os

reveláis y os dispersáis de Mí, por eso es necesario que Yo suene la

trompeta.”

 

Y mientras esto decía se ha puesto a tocar la trompeta. Y yo

comprendía que el Señor mandará algún castigo, y los hombres en vez de

humillarse tomarán ocasión para ofenderlo y alejarse, y el Señor al ver esto

hará resonar la trompeta de otros graves flagelos.

 

                                

Abril 21, 1903

 

Jesús suspende a Luisa de su

habitual estado para poder castigar.

 

Habiendo pasado días amarguísimos de privaciones y lágrimas, con la

añadidura de verme en posibilidad de que el Señor me suspendiera del

estado de víctima, como de hecho me ha sucedido, que por cuanto me

esforzaba no podía perder los sentidos, más bien he quedado sorprendida por

muchos dolores internos que me inquietaban, sin que lo pudiera comprender.

Apenas un sueño en la noche, en el que me parecía ver un ángel que me

llevaba dentro de un jardín, en el cual estaban todas las plantas ennegrecidas,

pero yo no he hecho caso y sólo pensaba en como Jesús me había expulsado

de Sí. Entonces, hacia la tarde ha venido el confesor y encontrándome en mí

misma me ha dicho que se habían helado las viñas. He quedado afligidísima

al pensar en la pobre gente, y en el temor de que no me hiciera caer en mi

acostumbrado estado para poder libremente castigar. Sin embargo esta

mañana el bendito Jesús ha venido haciéndome caer en mi acostumbrado

estado, y yo apenas lo vi le he dicho:

“¡Ah! Señor, ¿y ayer que hiciste? Así que te saliste con la tuya, y además ni

siquiera me dijiste nada, que al menos habría rogado para evitar en parte el

castigo.”

 

Y Él: “Hija mía, era necesario que te suspendiera, de otra manera tú

me habrías obstaculizado y Yo no podría estar libre; y además, ¿cuántas

veces no he hecho Yo lo que tú has querido? ¡Ah! hija mía, es necesario que

en el mundo lluevan los flagelos, de otra manera por cuidar los cuerpos se

perderán las almas.”

 

Dicho esto ha desaparecido y yo me he encontrado fuera de mí misma,

sin mi dulce Jesús, por eso lo iba buscando, y en ese momento veía en el

cielo un Sol diferente del sol que nosotros vemos, y junto una multitud de

santos, los cuales al ver el estado del mundo, la corrupción, y como se hacen

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

befas de Dios, todos a una voz gritaban: “Venganza de tu honor, de tu

gloria, haz uso de la Justicia mientras el hombre no quiere reconocer más los

derechos de su Creador; pero como hablaban en latín, yo pensaba que fuera

éste el significado; al oír esto yo temblaba, me sentía helar e imploraba

piedad y misericordia.

 

                                

Mayo 8, 1903

 

Cuando el hombre se dispone al

bien, recibe el bien; y si se dispone

al mal, el mal recibe.

 

Continuando mi amarguísimo estado de privaciones, en que a lo más

Jesús se dejaba ver taciturno y por breves instantes, esta mañana,

empeñándose el confesor en hacerlo venir, al perder los sentidos, por poco y

casi por la fuerza se hacía ver y volteándose hacia el confesor le ha dicho

con aspecto serio y afligido:

 

“¿Qué cosa quieres?”

 

El padre parecía que quedaba confundido y no sabía decir nada,

entonces yo he dicho: “Señor, tal vez es el hecho de la misa lo que quiere.”

Y el Señor ha agregado:

 

“Disponte y la tendrás, y además tú tienes la víctima, cuanto más

próximo estés con el pensamiento y con la intención, tanto más te sentirás

fuerte y libre para poder hacer lo que quieres.”

 

Después he dicho: “Señor, ¿por qué no vienes?” Y Él ha continuado:

 

“¿Quieres oír? Escucha.”

Y en ese momento se oían tantos gritos de voces de todas las partes del

mundo que decían: “Muerte al Papa, destrucción de religión, iglesias

echadas por tierra, destrucción de todo dominio, ninguno debe existir sobre

nosotros.” Y tantas otras voces satánicas que me parece inútil decirlas.

Entonces nuestro Señor ha agregado:

 

“Hija mía, el hombre cuando se dispone al bien recibe el bien, y si se

dispone al mal, el mal recibe. Todas estas voces que escuchas llegan a mi

trono, y no una vez sino reiteradas veces, y mi Justicia cuando ve que el

hombre no sólo quiere el mal, sino con duplicada insistencia lo demanda,

con justicia estoy obligado a concederlo para hacerle conocer el mal que

quiere, porque sólo entonces se conoce verdaderamente el mal, cuando en el

mismo mal se encuentra. He aquí la causa por la que mi Justicia va

buscando vacíos para castigar al hombre, pero no ha llegado todavía el

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

tiempo de tu suspensión, a lo más algún día por ahora, para hacer que la

Justicia ponga su mano un poco sobre el hombre, no pudiendo más resistir al

peso de tanta atrocidad, y al mismo tiempo hacer agachar la frente del

hombre, muy ensoberbecida.”

 

                                 

Mayo 11, 1903

 

La paz pone en su lugar a las pasiones.

La recta intención todo santifica.

 

 

Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas he visto a mi

adorable Jesús me ha dicho:

 

“La paz pone en su lugar a todas las pasiones, pero lo que triunfa sobre

todo, que establece todo el bien en el alma y que todo santifica, es el hacer

todo por Dios, es decir, obrar con recta intención de agradar sólo a Dios. El

recto obrar es lo que dirige, lo que domina, que rectifica las mismas virtudes,

hasta la misma obediencia; en suma es como un maestro que dirige la

música espiritual del alma.”

 

Dicho esto, como un relámpago ha desaparecido.

 

                                 

Mayo 20, 1903

 

Ofrece su vida por la Iglesia y

por el triunfo de la verdad.

 

Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí

misma, con el bendito Jesús en brazos, en medio de mucha gente, las cuales

con fierros, espadas, cuchillos, trataban, quien de golpear, quien herir, y

quien cortar los miembros de Nuestro Señor; pero por cuanto hacían y se

esforzaban no podían hacer ningún mal, por el contrario, los mismos

cuchillos, por cuan afilados y cortantes, perdían su actividad y se volvían

inútiles. Jesús y yo estábamos sumamente afligidos al ver la brutalidad de

aquellos corazones deshumanizados, que si bien veían que no podían hacer

nada, al mismo tiempo repetían los golpes tratando de tener éxito en su

intento; y que si ningún daño hacían era porque no podían. Aquellos se

enfadaban porque sus armas resultaban inútiles, y no podían efectuar su

resuelta voluntad de hacer daño a Nuestro Señor, y decían entre ellos: “¿Y

por qué no podemos hacer nada? ¿Cuál es la causa? Parece que otras veces

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

habíamos podido alguna cosa, pero encontrándose en brazos de ésta no

podemos hacer nada; probemos para ver si podemos hacer daño a ésta y

quitárnosla de enfrente.” Mientras esto decían, Jesús se ha puesto a mi lado

y ha dado libertad a aquellos de hacer lo que quisieran. Entonces, antes que

aquellos me pusieran la mano encima he dicho: “Señor, ofrezco mi vida por

la Iglesia y por el triunfo de la verdad, acepta te ruego mi sacrificio.”

 

Y aquellos han tomado una espada y me truncaban la cabeza. Jesús

bendito aceptaba mi sacrificio, pero mientras esto hacían, en el acto de

cumplir el sacrificio me he encontrado en mí misma con sumo disgusto mío,

mientras creía haber llegado al punto de mis deseos, por el contrario he

quedado desilusionada.

 

                                

 

Junio 6, 1903

 

Jesús le enseña cómo debe comportarse

en el estado de abandono y de sufrimiento.

 

Después de haber pasado días amargos de privaciones y sufrimientos,

esta mañana me he encontrado fuera de mí misma con el niño Jesús en

brazos, y yo apenas lo he visto he dicho: “¡Ah querido Jesús, cómo me

dejaste sola, al menos enséñame cómo debo comportarme en este estado de

abandono y de sufrimiento!”

 

Y Él: “Hija mía, todo lo que tú sufres en los brazos, en las piernas y

en el corazón, ofrécelo junto con los sufrimientos de mis miembros

recitando cinco Gloria Patri, y ofrécelo a la Divina Justicia por la

satisfacción de las obras, de los pasos, y de los malos deseos de los

corazones que continuamente son cometidos por las criaturas; une además

los sufrimientos de las espinas y de los hombros recitando tres Gloria Patri y

ofrécelos por la satisfacción de las tres potencias del hombre, tan

deformadas de no reconocer más mi imagen en ellos, y trata de mantener tu

voluntad siempre unida a Mí y en continua actitud de amarme; tu memoria

sea la campana que continuamente resuena en ti y te recuerde lo que he

hecho y sufrido por ti, y cuántas gracias he hecho a tu alma, para serme

agradecida, porque el agradecimiento es la llave que abre los tesoros

divinos; tu inteligencia no piense, no se ocupe en otra cosa que en Dios. Si

esto haces encontraré en ti mi imagen y en ella tomaré la satisfacción que no

puedo recibir de las otras criaturas; esto lo harás continuamente, porque si

continua es la ofensa, continua debe ser la satisfacción.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Entonces yo he continuado: “¡Ah! Señor, cómo me he hecho mala,

hasta golosa me he vuelto.

 

Y Él: “Hija mía, no temas, cuando un alma hace todo por Mí, todo lo

que toma, hasta los mismos consuelos, Yo lo recibo como si restaurase mi

cuerpo sufriente, y aquellos que le son dados los considero como si los

dieran a Mí mismo, tanto que si no los dieran Yo sentiría pena por ello; pero

para quitarte toda duda, cada vez que te den algún alivio y sientas la

necesidad de tomarlo, no sólo lo harás por Mí, sino que agregarás: “Señor,

intento reconfortar tu cuerpo sufriente en el mío.”

 

Mientras esto decía, poco a poco se ha retirado en mi interior, y yo no

lo veía más y no podía hablarle más. Sentía tal pena, que por el dolor me

habría hecho pedazos para poderlo encontrar de nuevo, entonces me he

puesto a rasgar en la parte del interior porque se había encerrado, y así lo he

encontrado y con sumo dolor he dicho: “¡Ah! Señor, ¿me dejas? ¿No eres

tal vez Tú mi vida, y sin Ti no sólo el alma, sino también el cuerpo se

destroza todo y no resiste la fuerza del dolor de tu privación? Tanto, que

entonces, en este caso me parece que deba morir, mi único y solo consuelo

es la muerte.” Pero mientras esto decía, Jesús me ha bendecido y de nuevo

se ha retirado en mi interior y ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí

misma.

 

                                

 

Junio 15, 1903

 

Quien se sirve de los sentidos para

glorificar a Nuestro Señor, conserva

en sí su obra Creadora.

 

Encontrándome en mi habitual estado, mi adorable Jesús, no sé cómo,

lo veía dentro de mi ojo, entonces yo me he maravillado y Él me ha dicho:

 

“Hija mía, quien se sirve de los sentidos para ofenderme deforma en sí

mi imagen, por eso el pecado da la muerte al alma, no porque

verdaderamente muera, sino porque da la muerte a todo lo que es divino. Si

por el contrario se sirve de los sentidos para glorificarme, puedo decir: “Tú

eres mi ojo, mi oído, mi boca, mis manos y mis pies.” Y con esto conserva

en sí mi obra creadora, y si al glorificarme agrega el sufrir, el satisfacer, el

reparar por otros, conserva en sí mi obra redentora, y perfeccionando estas

mis obras en sí misma, resurge mi obra santificadora, santificando todo y

conservándolo en la propia alma, porque de todo lo que he hecho en la obra

creadora, redentora y santificadora, he transfundido en el alma una

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

participación de mi mismo obrar, pero todo está en si el alma corresponde a

mi obra.”

 

                                

 

Junio 16, 1903

 

Lo que vuelve al alma más amada, más bella, más amable

y más íntima con Dios, es la perseverancia

en el obrar sólo por agradarle a Él.

 

 

Continuando mi habitual estado me he encontrado fuera de mí misma, y veía

al niño Jesús que tenía en la mano una taza llena de amargura y una vara, y

Él me ha dicho:

 

“Mira hija mía que taza de amargura me da a beber continuamente el

mundo.”

 

Y yo: “Señor, particípame algo a mí, así no sufrirás solo.”

 

Entonces me ha dado a beber un poquito de aquella amargura, y

después con la vara que tenía en la mano se ha puesto a traspasarme el

corazón, tanto, que hacía un agujero de donde salía un río de aquella

amargura que había bebido, pero cambiada en leche dulce e iba a la boca del

niño, el cual todo se endulzaba y reconfortaba, y después me ha dicho:

 

“Hija mía, cuando doy al alma lo amargo, las tribulaciones, si el alma

se uniforma a mi Voluntad, si me agradece por ello, y de eso me hace un

presente ofreciéndomelo a Mí mismo, para ella es amargo y sufrimiento, y

para Mí se cambia en dulzura y alivio, pero lo que más me alegra y me da

placer, es ver si el alma cuando obra y padece está atenta a agradarme

solamente a Mí, sin otro fin o propósito de recompensa, sin embargo lo que

hace más querida al alma, más bella, más amable, más íntima en el Ser

Divino es la perseverancia en este modo de comportarse, volviéndola

inmutable junto con el inmutable Dios, porque si hoy hace y mañana no, si

una vez tiene un fin y otra vez otro, hoy trata de agradar a Dios, mañana a

las criaturas, es imagen de quien hoy es reina y mañana es vilísima sierva,

hoy se alimenta de exquisitos alimentos y mañana de porquerías.”

 

Poco después ha desaparecido, pero luego ha regresado agregando:

 

“El sol está para beneficio de todos, pero no todos gozan sus benéficos

efectos; así el Sol Divino, a todos da su luz, ¿pero quién goza sus benéficos

efectos? Quien tiene abiertos los ojos a la luz de la verdad, todos los otros, a

pesar de que el Sol está expuesto quedan en la oscuridad; pero propiamente

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

goza, recibe toda la plenitud de este Sol, quien está todo ocupado en

agradarme.”

 

                                

 

Junio 30, 1903

 

Belleza del alma interior.

 

Encontrándome fuera de mí misma, he visto a la Reina Madre y

postrándome a sus pies le he dicho: “Dulcísima Madre mía, en qué terrible

estrechez me encuentro, privada del único bien mío y de mi misma vida, me

siento llegar a los extremos.”

 

Y mientras esto decía lloraba, y la Virgen Santísima abriéndose una

parte del corazón, como si se abriera una custodia ha tomado al niño de

dentro y me lo ha dado diciéndome:

 

“Hija mía, no llores, aquí está tu bien, tu vida, tu todo, tómalo y tenlo

siempre contigo, y mientras lo tengas contigo ten tu mirada fija en tu interior

sobre Él, no te preocupes si no te dice nada, o si tú no sabes decir nada, sólo

míralo en tu interior, porque con mirarlo comprenderás todo, harás todo, y

satisfarás por todos, esta es la belleza del alma interior, que sin voz, sin

instrucciones, como no hay ninguna cosa externa que la atraiga o la inquiete,

sino que toda su atracción, todos sus bienes están encerrados en el interior,

fácilmente, con el simple mirar a Jesús todo entiende y todo obra. En este

modo caminarás hasta a la cumbre del calvario, y una vez que hayas llegado,

no más como niño lo verás, sino crucificado y tú quedarás junto con Él

crucificada.”

 

Después, parecía que con el niño en brazos y la Virgen Santísima

hacíamos el camino del calvario; mientras se caminaba alguna vez

encontraba alguno que me quería quitar a Jesús, y llamaba en ayuda a la

Reina Madre diciéndole: “Mamá mía, ayúdame, que quieren quitarme a

Jesús.” Y Ella me respondía: “No temas, tu empeño sea tener la mirada

interna fija sobre Él, y esto tiene tanta fuerza, que todas las otras fuerzas

humanas y diabólicas quedarán debilitadas y derrotadas.”

 

Ahora, mientras se caminaba hemos encontrado un templo en el que se

celebraba la santa misa, en el momento de recibir la comunión yo he volado

con el niño en los brazos al altar para recibir la comunión, pero cuál no ha

sido mi sorpresa, que en cuanto Jesucristo ha entrado dentro de mí, me ha

desaparecido de los brazos, y poco después me he encontrado en mí misma.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

                                

 

Julio 3, 1903

 

Quien se da a Jesús en vida, Jesús se da a

ella en la muerte y la exenta del purgatorio.

 

Esta mañana, encontrándome sumamente afligida por la pérdida de mi

adorable Jesús, se ha hecho ver en mi interior que llenaba toda mi persona,

es decir mi cabeza, mis brazos y así de todo lo demás. Y mientras esto veía

me ha dicho, como queriéndome explicar el significado de cómo se hacía

ver:

 

“Hija mía, ¿por qué te afliges siendo Yo el dueño de toda tú? Cuando

un alma llega a hacerme dueño de su mente, de los brazos, del corazón y de

los pies, el pecado no puede reinar, y si alguna cosa involuntaria entra en

ella, siendo Yo el dueño, el alma estando bajo el influjo de mi dominio está

en continua actitud de expiación y rápidamente sale. Además de esto,

siendo Yo santo, resulta difícil retener en sí cualquier cosa que no sea santa,

además, habiéndome dado a toda sí misma en vida, es justicia que Yo le dé a

todo Yo mismo en la muerte, admitiéndola sin ninguna tardanza a la visión

beatífica. Así que a quien todo a Mí se da, las llamas del purgatorio nada

tienen que hacer con ella.”

 

                                

Agosto 3, 1903

 

Cuanto más el alma se despoja de las

cosas naturales, tanto más adquiere

las cosas sobrenaturales y divinas.

 

Encontrándome en mi habitual estado, en cuanto ha venido mi

adorable Jesús me hacía oír su dulcísima voz que decía:

“Por cuanto más el alma se despoja de las cosas naturales, tanto más

adquiere las cosas sobrenaturales y divinas; por cuanto más se despoja del

amor propio, tanto más conquista del amor de Dios; cuanto menos se fatiga

en conocer las ciencias humanas, en gozar los placeres de la vida, tanto de

conocimiento de más adquiere de las cosas del Cielo, de la virtud, y tanto

más las gustará convirtiendo las amargas en dulces. En suma, todas son

cosas que van de la mano, de modo que si nada se siente de sobrenatural, si

el amor de Dios está apagado en el alma, si no se conoce nada de las virtudes

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

y de las cosas del Cielo y ningún gusto se siente por ellas, la razón es bien

conocida.”

 

                                

 

Octubre 2, 1903

 

Quien trata de estar unido con Jesús, crece en

su misma Vida y da el desarrollo al injerto hecho

por Él en la Redención, agregando otras ramas

al árbol de su Humanidad.

 

 

Encontrándome en mi habitual estado, toda amargada y afligida y casi

aturdida por la privación de mi adorable Jesús, no sabiendo yo misma dónde

me encontrase, si en el infierno o sobre la tierra, como rayo que huye apenas

lo he visto que decía:

 

“Quien se encuentra en el camino de las virtudes está en mi misma

Vida, y quien se encuentra en el camino del vicio, se encuentra en

contradicción conmigo.” Y ha desaparecido.

 

Poco después, en otra aparición como de rayo ha agregado:

 

“Mi Encarnación injertó la humanidad a la Divinidad, y quien busca

estar unido conmigo con la voluntad, con las obras y con el corazón,

tratando de desenvolver su vida a norma de la mía, se puede decir que crece

en mi misma Vida y da el desarrollo al injerto hecho por Mí, agregando otras

ramas al árbol de mi Humanidad. Si no se une conmigo, además de que no

crece en Mí, no da ningún desarrollo al injerto, pero como quien no está

conmigo no puede tener vida, entonces con la perdición se pierde este

injerto.”

 

Y de nuevo ha desaparecido. Después de esto me he encontrado fuera

de mí misma, dentro de un jardín donde estaban varios matorrales de rosas,

alguna bellas, abiertas en justa proporción, otras semicerradas, y otras con

todas las hojas cayéndose, que apenas se necesitaba un ligero movimiento

para hacerlas deshojar quedando solamente el tallo de la rosa desnudo, y un

joven, no sabiendo quien fuese, me ha dicho:

“Las primeras rosas son las almas interiores, que obran en su interior, son

símbolo de las hojas de la rosa que se contienen en el interior, dando un

contraste de belleza, de frescura y de solidez, sin temer que alguna hoja

caiga por tierra, las hojas externas son símbolo del desahogo que hace el

alma interior al exterior, porque teniendo vida por dentro son obras

perfumadas de caridad santa, que casi como luces golpean los ojos de Dios y

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

del prójimo. Las segundas matas de rosas son las almas exteriores, que el

poco bien que hacen, todo es externo y a la vista de todos, entonces, no

siendo un desahogo del interior, no puede estar la sola finalidad del amor de

Dios y la de agradarlo, así que, donde no hay esto, las hojas no pueden estar

fijas, es decir las virtudes, por lo que llegando el ligero soplo de la soberbia,

el soplo de la complacencia, del amor propio, del respeto humano, de las

contradicciones, mortificaciones, hacen caer las hojas apenas las tocan, así

que la pobre rosa queda siempre desnuda, sin hojas, quedándole solamente

espinas que le punzan la conciencia.”

 

Después de esto me he encontrado en mí misma.

 

                                

Octubre 3, 1903

 

Jesús continúa su Vida en el mundo no sólo

 

en el Santísimo Sacramento, sino también

 

en las almas que se encuentran en gracia.

 

Mientras estaba pensando en la hora de la Pasión cuando Jesús se

despidió de su Madre para ir a la muerte y se bendijeron mutuamente, y

estaba ofreciendo esta hora para reparar por aquellos que no bendicen en

cada cosa al Señor, sino más bien lo ofenden, para impetrar todas aquellas

bendiciones que son necesarias para conservarnos en gracia de Dios y para

llenar el vacío de la gloria de Dios, como si todas las criaturas lo bendijeran.

Mientras esto hacía lo he sentido moverse en mi interior y decía:

 

“Hija mía, en el acto de bendecir a mi Madre intenté también bendecir

a cada una de las criaturas en particular y en general, de modo que todo está

bendecido por Mí: Los pensamientos, las palabras, los latidos, los pasos, los

movimientos hechos por Mí, todo, todo está avalado con mi bendición.

También te digo que todo lo bueno que hacen las criaturas, todo fue hecho

por mi Humanidad, para hacer que todo el obrar de las criaturas fuera

primero divinizado por Mí. Además de esto, mi Vida continúa todavía real y

verdadera en el mundo, no sólo en el Santísimo Sacramento sino también en

las almas que se encuentran en mi Gracia, y siendo muy restringida la

capacidad de la criatura, no pudiendo tomar una sola todo lo que Yo hice,

hago de manera que un alma continúe mis reparaciones, otra las alabanzas,

alguna otra el agradecimiento, alguna otra el celo de la salud de las almas,

otra mis sufrimientos y así de todo lo demás, y según me correspondan así

desarrollo mi Vida en ellas. Así que piensa en que estrechuras y penas me

ponen, pues mientras Yo quiero obrar en ellos, ellos no me hacen caso.”

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Dicho esto ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.

 

                                

Octubre 7, 1903

 

Las almas víctima son los ángeles humanos

que deben reparar, impetrar y proteger

a la humanidad.

 

 

Habiendo dicho al confesor que me dejara en la Voluntad de Nuestro Señor,

quitándome la obediencia de que sin importar si Él me quería o no, debía

continuar en este estado de víctima, y él, primero que no quería, y después

que sí, si yo asumía la responsabilidad de responder a Jesucristo de lo que

podía suceder en el mundo, por eso que pensara primero y después

respondiera; y queriendo decir que yo no quería oponerme al Querer Divino,

sólo que si el Señor lo quiere yo quiero, y si no quiere yo no quiero, ¿en qué

aprovecha esta responsabilidad? Y él: “Piensa primero y mañana

responderás.” Así que pensando en mi interior, Jesús me ha dicho:

 

“La Justicia lo quiere, el Amor no.”

 

Después, encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas lo he

visto me ha dicho:

 

“Los ángeles, obtengan o no obtengan, hacen siempre su oficio, no se

retiran de la obra confiada por Dios, de la custodia de las almas y a pesar de

que vean que casi a despecho de su cuidado, diligencia, industria, sus

continuas asistencias, las almas se pierden, están siempre allá, en sus

puestos, ni si obtienen o no obtienen dan mayor o menor gloria de Dios,

porque su voluntad es siempre estable para cumplir el trabajo confiado a

ellos. Las almas víctimas son los ángeles humanos que deben reparar,

impetrar, proteger a la humanidad, y si obtienen o no obtienen no deben

cesar en su trabajo a menos que les sea asegurado de lo alto.”

 

                                

 

Octubre 12, 1903

 

Significado de la coronación de espinas.

 

Esta mañana veía a mi adorable Jesús en mi interior coronado de

espinas, y viéndolo en aquel modo le he dicho: “Dulce Señor mío, ¿por qué

vuestra cabeza envidió a vuestro flagelado cuerpo que había sufrido tanto y

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

tanta sangre había derramado, y no queriendo la cabeza quedarse atrás del

cuerpo honrado con el adorno del sufrir, instigaste Tú mismo a los enemigos

a coronarte con una corona de espinas tan dolorosa y tormentosa?”

 

Y Jesús: “Hija mía, muchos significados tiene esta coronación de

espinas, y por cuanto dijera queda siempre mucho por decir, porque es casi

incomprensible a la mente creada el por qué mi cabeza quiso ser honrada

con tener su porción distinta y especial, no general, de un sufrimiento y

esparcimiento de sangre, haciendo casi competencia con el cuerpo. El por

qué, fue que siendo la cabeza la que une todo el cuerpo y toda el alma, de

modo que el cuerpo sin la cabeza es nada, tanto que se puede vivir sin los

otros miembros, pero sin la cabeza es imposible, siendo la parte esencial de

todo el hombre, tan es verdad, que si el cuerpo peca o hace el bien, es la

cabeza la que dirige, no siendo el cuerpo otra cosa que un instrumento,

entonces, debiendo mi cabeza restituir el régimen y el dominio, y merecer

que en las mentes humanas entraran nuevos cielos de gracias, nuevos

mundos de verdad, y destruir los nuevos infiernos de pecados, por los que

llegarían hasta hacerse viles esclavos de viles pasiones, y queriendo coronar

a toda la familia humana de gloria, de honor y de decoro, por eso quise

coronar y honrar en primer lugar mi Humanidad, si bien con una corona de

espinas dolorosísima, símbolo de la corona inmortal que restituía a las

criaturas, quitada por el pecado. Además de esto la corona de espinas

significa que no hay gloria y honor sin espinas, que no puede haber jamás

dominio de pasiones, adquisición de virtudes, sin sentirse pinchar hasta

dentro de la carne y el espíritu, y que el verdadero reinar está en el donarse a

sí mismo, con las pinchaduras de la mortificación y del sacrificio; además

estas espinas significaban que verdadero y único Rey soy Yo, y sólo quien

me constituye Rey del propio corazón goza de paz y felicidad, y Yo la

constituyo reina de mi propio reino. Además, todos aquellos ríos de sangre

que brotaban de mi cabeza eran tantos riachuelos que ataban la inteligencia

humana al conocimiento de mi supremacía sobre ellos.”

 

¿Pero quién puede decir todo lo que oigo en mi interior? No tengo

palabras para expresarlo, es más, lo poco que he dicho me parece haberlo

dicho incoherente, y así creo que debe ser al hablar de las cosas de Dios, por

cuan alto y sublime uno pueda hablar, siendo Él increado y nosotros creados,

no se puede decir de Dios mas que balbuceos.

 

                                

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Octubre 16, 1903

 

La Divina Voluntad es luz, y

 

quien la hace se nutre de luz.

 

Encontrándome en mi habitual estado me sentía toda llena de pecados

y de amarguras, entonces se ha hecho como un destello de luz en mi interior

y apenas he visto a mi adorable Jesús, sin embargo ante su presencia los

pecados han desaparecido, y yo temiendo he dicho: “Señor mío, ¿cómo es

que ante tu presencia, con la cual yo debo conocer más mis pecados, sucede

lo contrario?

 

Y Él: “Hija mía, mi presencia es mar que no tiene confines, y quien se

encuentra en mi presencia es como una gotita, que ya sea negra o blanca, en

mi mar se pierde, ¿así que cómo se puede reconocer más? Además, mi

toque divino purga todo, y lo negro lo hace blanco, ¿cómo temes entonces?

Además de esto mi Voluntad es luz, y tú, haciendo siempre mi Voluntad te

nutres de luz, convirtiéndose tus mortificaciones, privaciones y sufrimientos

en alimento de luz para el alma, porque sólo el alimento sustancioso y que

da verdadera vida es mi Voluntad. ¿Y no sabes tú que con este continuo

nutrirse de luz, aun cuando el alma contraiga cualquier defecto, la purga

continuamente?”

 

Dicho esto ha desaparecido.

 

                                

 

Octubre 18, 1903

 

El pecado es un acto opuesto de la voluntad

humana a la Divina. El verdadero amor es

vivir en la voluntad del amado.

 

Continuando mi habitual estado, por breves instantes he visto a mi

adorable Jesús y me ha dicho:

 

“Hija mía, ¿sabes tú qué cosa forma el pecado? Un acto opuesto de la

voluntad humana a la Divina. Imagínate dos amigos que están en

contradicción, si la cosa es leve tú dices que no es perfecta y leal su amistad,

aunque fuesen cosas pequeñas, ¿cómo amarse y contradecirse? El verdadero

amor es vivir en la voluntad del otro, incluso a costa de sacrificio; pero si la

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

cosa es grave, no sólo no son amigos sino feroces enemigos. Tal es el

pecado. Oponerse al Querer Divino es lo mismo que hacerse enemigo de

Dios, aunque sea en cosas pequeñas, es siempre la criatura que se pone en

contradicción con el Creador.”

 

                                

 

Octubre 24, 1903

 

Imagen de la Iglesia.

 

Habiendo dicho al confesor mis temores de que no fuera Voluntad de

Dios mi estado, y que al menos como prueba quisiera tratar a esforzarme en

salir y ver si lo conseguía o no, el confesor, sin poner su acostumbrada

dificultad ha dicho: “Está bien, mañana probarás.”

 

Entonces yo he quedado como si hubiera sido liberada de un peso

enorme. Ahora, habiendo oído la santa misa y recibido la comunión, he

visto a mi adorable Jesús en mi interior que me miraba fijamente, con las

manos juntas, en acto de pedir piedad y ayuda. Y en ese momento me he

encontrado fuera de mí misma dentro de una estancia donde estaba una

mujer majestuosa y venerable, pero gravemente enferma, dentro de un lecho,

con la cabecera tan alta que casi tocaba el techo, y yo era obligada a estar

encima de esta cabecera, en brazos de un sacerdote para tenerla firme, y

mirar a la pobre enferma. Entonces yo, mientras estaba en esta posición,

veía a unos pocos religiosos que rodeaban y daban cuidados a la paciente y

con profunda amargura decían entre ellos: “Está mal, está mal, no se

necesita otra cosa que una pequeña sacudida.” Y yo pensaba en tener firme

la cabecera del lecho por temor de que moviéndose el lecho pudiese morir.

Pero viendo que la cosa iba para largo y casi fastidiándome del mismo ocio,

decía a aquel que me tenía: “Por caridad bájame, no estoy haciendo ningún

bien ni dando ninguna ayuda, ¿en qué aprovecha el estarme así inútil? Si

bajo al menos puedo servirla, ayudarla.”

 

Y aquél: “¿No has oído que aun con una pequeña sacudida puede

empeorar y sucederle cosas tristísimas? Así que si tú desciendes, no

habiendo quien mantenga firme el lecho, puede incluso morir.”

Y yo: “¿Pero puede ser posible que haciendo sólo esto le pueda venir este

bien? Yo no lo creo, por piedad bájame.” Entonces, después de haber

repetido varias veces estas palabras me ha bajado al piso, y yo sola, sin que

ninguno me detuviera me he acercado a la enferma, y con sorpresa y dolor

veía que el lecho se movía. A aquellos movimientos se le ponía lívida la

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

cara, temblaba, aparecía el estertor de la agonía; aquellos pocos religiosos

lloraban y decían: “No hay más tiempo, está ya en los momentos extremos.”

Después entraban personas enemigas, soldados, capitanes para golpear a la

enferma, y aquella mujer moribunda se ha levantado con intrepidez y

majestad para ser llagada y golpeada. Yo al ver esto temblaba como una

caña y decía entre mí: “He sido yo la causa, yo he dado el empujón para que

sucediera tanto mal.” Y comprendía que aquella mujer representaba la

Iglesia enferma en sus miembros, con tantos otros significados que me

parece inútil explicar, porque se comprende leyendo lo que he escrito.

Entonces me he encontrado en mí misma y Jesús en mi interior ha dicho:

 

“Si te suspendo para siempre los enemigos comenzarán a hacer

derramar sangre a mi Iglesia.”

 

Y yo: “Señor, no es que no quiera estar, el Cielo me guarde que yo

me aleje de tu Voluntad aun por un abrir y cerrar de ojos, sólo que si quieres

me estaré, si no quieres me quitaré.”

Y Él: “Hija mía, apenas el confesor te ha liberado, esto es, cuando te dijo:

“Está bien, mañana probamos.” El nudo de víctima se ha soltado, porque

sólo el adorno de la obediencia es lo que constituye la víctima, y jamás la

aceptaría por tal sin este adorno, aun a costa, si fuese necesario, de hacer un

milagro de mi Omnipotencia para dar luz a quien dirige, para hacer dar esta

obediencia. Yo sufrí, sufrí voluntariamente, pero quien me constituyó

víctima fue la obediencia a mi amado Padre, que quiso adornar todas mis

obras, desde la más grande hasta la más pequeña con el adorno honorífico de

la obediencia.”

 

Después, encontrándome en mí misma, sentía temor de tratar de salir,

pero después me las arreglaba diciendo: “Debía pensar quien me ha dado la

obediencia, y además, si el Señor lo quiere, yo estoy dispuesta.”

 

                                

 

Octubre 25, 1903

 

El alma en Gracia enamora a Dios.

 

Llegando la hora de mi habitual estado, pensaba entre mí que si el

Señor no venía debía intentar esforzarme en salir, al menos para ver si lo

lograba. Entonces primero resultaba, pero después ha venido mi adorable

Jesús y me hacía ver que cuando yo pensaba en estarme, Él se acercaba y me

encadenaba a Sí, de modo que yo no podía liberarme; pero cuando pensaba

en quitarme, Él se alejaba y me dejaba libre, de modo que podía hacerlo, así

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

que no me sabía decidir y decía entre mí: “Cómo quisiera ver al confesor

para preguntarle qué cosa debo hacer.” Entonces, poco después he visto al

confesor junto con Nuestro Señor y rápido he dicho: “Dime, ¿debo estar, sí

 

o no?” Y mientras esto decía veía en el interior del confesor que había

retirado la obediencia que me había dado el día anterior, entonces me decidí

a estarme, pensando entre mí que si fuera verdad que había retirado la

obediencia, estaba bien, pero si era mi fantasía que esto veía, mientras podía

ser falso, cuando el confesor viniera entonces se pensaría, pudiendo probar

otro día, y así me he tranquilizado. Después, continuando a hacerse ver, el

bendito Jesús me ha dicho:

“Hija mía, la belleza del alma en gracia es tanta, de enamorar al mismo Dios,

los ángeles y los santos quedan asombrados al ver este prodigioso portento,

de un alma aún terrenal poseída por la Gracia; ante la fragancia del olor

celestial le corren en torno, y con sumo placer encuentran en ella a aquel

mismo Jesús que los beatifica en el Cielo, de modo que para ellos es

indiferente tanto estar arriba en el Cielo, como acá abajo junto a esta alma.

¿Pero quién mantiene y conserva este portento dándole continuamente

nuevas tintas de belleza al alma que vive en mi Voluntad? ¿Quién quita

cualquier herrumbre e imperfección y le suministra el conocimiento del

objeto que posee? Mi Voluntad. ¿Quién consolida, establece y la hace

quedar confirmada en la Gracia? Mi Voluntad. El vivir en mi Querer es

todo el punto de la santidad, y da continuo crecimiento de Gracia. Pero

quien un día hace mi Voluntad y otro la suya, jamás quedará confirmado en

la Gracia, no hace otra cosa que crecer y decrecer; y esto, cuánto mal acarrea

al alma, de cuánta alegría priva a Dios y a sí misma. Es imagen de quien

hoy es rica y mañana pobre, no quedará confirmada ni en la riqueza ni en la

pobreza, por lo tanto no se puede saber dónde irá a terminar.”

Dicho esto ha desaparecido y poco después ha venido el confesor, y

habiendo dicho lo que he escrito, me ha asegurado que verdaderamente

había retirado la obediencia que me había dado.

 

Para obedecer al confesor regreso a decir los otros significados que

comprendí el día 24 del corriente: La mujer representaba la Iglesia que

estando enferma, no en sí misma sino en sus miembros, y si bien abatida y

ultrajada por los enemigos, y enferma en sus mismos miembros, jamás

pierde su majestad y veneración; de la cama donde se encontraba,

comprendía que la Iglesia mientras parece oprimida, enferma e impedida,

también reposa con un reposo perpetuo y eterno, y con paz y seguridad en el

seno paterno de Dios, como un niño en el seno de su propia madre; el

respaldo del lecho que tocaba el techo, comprendía que era la protección

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

divina que asiste siempre a la Iglesia, y que todo lo que ella contiene, todo

ha venido del Cielo: Sacramentos, doctrina y todo lo demás, todo es

celestial, santo y puro, de modo que entre el Cielo y la Iglesia hay continua

comunicación, jamás interrumpida. En los pocos religiosos que prestaban

cuidados, asistencia a la mujer, comprendía que pocos son aquellos que a

capa y espada defienden a la Iglesia, teniendo como propios los males que

recibe, la recámara donde estaba, compuesta de piedras, representaba la

solidez y firmeza y también la dureza de la Iglesia para no ceder a ningún

derecho que le pertenece. La mujer moribunda que con intrepidez y coraje

se hace golpear por los enemigos, representaba la Iglesia, que mientras

parece que muere, entonces resurge más intrépida, ¿pero cómo? Con los

sufrimientos y el derramamiento de sangre, verdadero espíritu de la Iglesia,

siempre pronta a las mortificaciones, como lo estuvo Jesucristo.

 

                                

 

Octubre 27, 1903

 

El modo de obrar divino es por el solo

amor del Padre y de los hombres.

 

Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo he visto a mi

adorable Jesús diciéndome:

 

“Hija mía, el aceptar las mortificaciones y sufrimientos como

penitencia y como castigo es laudable, es bueno, pero no tiene ningún nexo

con el modo de obrar divino, porque Yo hice mucho, sufrí mucho, pero el

modo que tuve en todo esto fue sólo el amor del Padre y de los hombres.

Así que se descubre rápidamente si la criatura tiene el modo de obrar y de

sufrir a lo divino, si sólo el amor a Dios y a los hombres y a sufrir la empuja;

si tiene otros modos, aunque fueran buenos, es siempre modo de criatura,

por eso se encontrará el mérito que puede adquirir una criatura, no el mérito

que puede adquirir el Creador, no habiendo unión de modos. Mientras que

si tiene mi modo, el fuego del amor destruirá toda disparidad y desigualdad

y formará una sola cosa entre mi obra y la de la criatura.

 

                                

Octubre 29, 1903

 

Cuando el alma tiene en sí misma impreso el fin

de la Creación, Jesús le corresponde dándole

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

parte de la felicidad celestial.

 

Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver en mi interior, como si se

hubiese encarnado en mi misma persona, y mirándome ha dicho:

 

“Hija mía, cuando veo en el alma impreso el carácter del fin de mi

Creación, sintiéndome satisfecho de ella, porque veo cumplida muy bien la

obra creada por Mí, me siento en deber, esto es, no en deber, ha agregado

rápidamente, porque en Mí no hay deberes, sino que mi deber es un amor

más intenso de corresponderla, anticipando para ella parte de la felicidad

celestial, esto es: Manifestando a su inteligencia el conocimiento de mi

Divinidad y atrayéndola con el alimento de las verdades eternas, a su vista

recreándola con mi belleza, a su oído haciendo resonar la suavidad de mi

voz, a la boca con mis besos, al corazón los abrazos y todas mis ternuras, y

esto corresponde al fin de haberla creado, el cual es conocerme, amarme,

servirme.”

 

Y ha desaparecido.

 

Entonces yo, encontrándome fuera de mí misma, veía al confesor y le

decía lo que el bendito Jesús me ha dicho; le preguntaba si estaba en lo

correcto, y me decía: “Sí.” No sólo esto, sino que añadía que se conocía

bien el hablar divino, porque cuando habla Dios y el alma lo relata, el que

escucha no sólo ve la verdad de las palabras, sino que siente en su interior

una emoción que sólo el Espíritu Divino posee.

 

                                

Octubre 30, 1903

 

Enseñanzas sobre la paz.

 

Esta mañana, no viniendo mi adorable Jesús, estaba pensando en mi

interior: “Quién sabe si fuera verdad que era nuestro Señor el que venía, o

más bien el enemigo para engañarme; ¿cómo Jesucristo debía dejarme tan

feamente sin ninguna piedad?” Ahora, mientras esto pensaba, por pocos

instantes se ha hecho ver levantando su diestra, y oprimiéndome la boca con

el pulgar me ha dicho:

 

“Calla, calla, y además, sería gracioso que uno que ha visto el sol, sólo

porque no lo ve dice que no era sol lo que había visto, ¿no sería más

verdadero y razonable si dijera que el sol se ha escondido?” Y ha

desaparecido.

 

Pero aunque no lo veía, sentía que con sus manos me iba tocando toda

y frotando la boca, la mente y demás cosas, y me dejaba toda luminosa; y

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                

 

como no lo veía, la mente seguía dudando, y Él haciéndose ver de nuevo ha

agregado:

 

“¿Todavía no quieres terminar con esto? Tú quieres hacer desaparecer

mi obra en ti, porque dudando no estás en paz, y siendo Yo fuente de paz, no

viéndote en paz harás dudar a quien te guía, que no es el Rey de la paz el que

habita en ti. ¡Ah, no quieres estar atenta! Es verdad que Yo hago todo en el

alma, de modo que sin Mí no haría nada, pero es también verdad que dejo

siempre un hilo de voluntad al alma para que también ella pueda decir:

‘Todo lo hago por mi propia voluntad.’ Así que estando inquieta rompes

aquel hilo de unión conmigo y me atas los brazos sin que Yo pueda obrar en

ti, esperando hasta que te pongas en paz para volver a tomar el hilo de tu

voluntad y continuar mi obra.”