VISITAS A JESÚS SACRAMENTADO

21.08.2015 14:40

VISITAS A JESÚS EN EL SACRAMENTO DE SU AMOR

 

(I)

 

          Oh Prisionero de Amor, Te amo, de mis faltas me arrepiento y Te adoro en todas las iglesias del mundo, sobre todo en aquellas en que estás más abandonado, solo y despreciado. Haz que mi corazón sea lámpara encendida, que arda siempre en tu Presencia, cada día, cada hora, cada instante y por toda la Eternidad.

 

(II)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú aquí estás cansado y oprimido, por tantos sacrilegios como se cometen en la celebración de los divinos Misterios, de tu Santo Sacrificio, y en especial cuando Te ves forzado a descender a tantos corazones sacrílegos... Oh Jesús, quiero hacer tantos actos de reparación por tantas Misas profanadas, por cuantos fueron los pasos, los movimientos, las palabras y las obras que Tú mismo hiciste en tu Vida mortal.

 

(III)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú aquí estás solo y abandonado, y yo he venido a hacerte compañía; Te amo y quiero hacerte innumerables actos de amor, recordarme de Ti otras tantas veces, y estar dispuesto a repararte por cualquier ofensa o cualquier ultraje que Te sea hecho. En esta compañía que Te estoy haciendo, así mismo quiero amarte por quien no Te ama, alabarte por quien Te desprecia, bendecirte por quien Te blasfema, pedirte perdón por quien Te ofende, arrodillarme en tu Presencia por quien no se arrodilla y pasa indiferente. Quiero hacer todo lo que las criaturas tienen el deber de hacer en tu honor, por haberte quedado en el Santísimo Sacramento; y repetir tantas veces estos actos por cuantas son las gotas de agua, por cuantos son los granos de arena, por cuantos son los peces de los mares...

 

(IV)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú aquí estás pobre y mortificado, y los mundanos disfrutan la abundancia de riquezas y placeres, y a Ti, que tanto bien les haces, se atreven a negarte una gota de aceite, o un poco de cera, y lo que es más se atreven a venir a tu Presencia con vanidad y ostentación, como si ellos fuesen los amos y Tú el siervo... Para reparar por tanta pobreza tuya, Te ofrezco las riquezas del Paraíso; y para repararte por tanta mortificación, Te ofrezco el gusto que encuentras en los corazones de tus hijos, cuando éstos corresponden a tu Gracia; y tantas veces quiero repetir estos actos, por cuantas veces se mueven las naturalezas de ángeles, hombres y demonios...

 

(V)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú aquí estás ofendido y ultrajado, y yo quiero hacer tantos actos de reparación por cuantos son los pecados de todas clases que se cometen ante tu Presencia Sacramental; y tantos actos de arrepentimiento por los muchos pecados que cometen todas las criaturas, por cuantos son los latidos de mi corazón...

 

(VI)

 

          Oh Prisionero de Amor, no sólo estás prisionero, sino casi encadenado, y estás con ansia febril en espera de los corazones de las criaturas, para descender a ellos y liberarte, y con las cadenas que Te atan, sujetar sus almas a tu amor. Pero con tu dolor sumo ves a las criaturas que vienen ante Ti con suma indiferencia, sin ganas de recibirte; ves a otras que no Te quieren recibir en modo alguno, y otras que, aunque Te reciben, tienen sin embargo sus corazones atados a otros corazones, y llenos de vicios... Para estas almas parece que Tú seas su desperdicio... Y Tú, Vida mía, Te ves forzado a salir de esos corazones encadenado, como has entrado, porque no Te han dado la libertad de dejarse atar por Ti, y así han convertido tus anhelos en llanto. Jesús mío, permíteme que Te seque las lágrimas y que Te pida tu llanto de amor; y para repararte Te ofrezco los anhelos, los suspiros, los deseos ardientes y los contentos que Te dan todos tus Santos, los que han sido y los que serán, los de tu Mamá querida, y el Amor mismo del Padre y del Espíritu Santo; y yo, haciendo todo esto mío, quiero ponerme a la puerta del Sagrario para protegerte y alejar a aquellas almas que quisieran recibirte para hacerte llorar. Y tantas veces quiero repetir estos actos por cuantos son los contentos que das a todos tus Santos en el Paraíso...

 

(VII)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú aquí estás afligido y entristecido, y yo he venido a consolarte. Más ¿cómo puedo yo consolarte, estando también lleno de miserias y pecados...? Por tanto, Madre dolorosa acudo a Ti, y Tú dame tu Corazón para consolar a tu Hijo. He aquí pues, oh Señor, que Te traigo para consolarte el Corazón de tu Madre, la sangre que han derramado los mártires, y el Amor recíproco que os tenéis entre las Tres Divinas Personas... Y a Ti, Mamá dolorosa, afligida todavía por nuestros muchos pecados, Te ofrezco el Corazón de tu Hijo para consolarte, el homenaje de todos los Santos, y el Amor con que Te amó la Trinidad Sacrosanta cuando Te constituyó Reina de Cielos y tierra. Y tantas veces quiero repetir estos actos, para consuelo y alivio de Ambos, por cuantas son las hierbas, por cuantas flores y por cuantas plantas brotan de la tierra...

 

(VIII)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú aquí estás hambriento y sediento, y ciertas almas no hacen sino ofrecerte un alimento nauseante, frío, tibio e inconstante... ¡no obstante que sean almas a Ti consagradas Oh Jesús, tantos actos de reparación quiero hacerte, por cuantas son las llamas que contiene el fuego, y por cuantos son los rayos de luz que contiene el sol...

 

(IX)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú aquí estás humilde y resignado, continuamente ofrecido a la Voluntad del Padre; y yo tantas veces quiero ofrecerme como víctima a tu Santa Voluntad, por cuantas veces Te ofreciste estando Tú en la tierra, y quiero ofrecerte tantos actos de reparación por todas las faltas de resignación, de ira, de impaciencia y de desobediencia que cometen los hombres, por cuantas veces respiro Madre mía Corredentora, beso tu majestuosa frente, y Tú gobierna todos mis pensamientos; y de la Santidad de tu mente desciendan rayos de luz a las mentes de las criaturas para que puedan conocer todos a Jesús.

 

(X)

 

          Oh Prisionero de Amor, ¡cómo estás solitario y abandonado! ¡Ah, Tú estás hambriento del amor de tus criaturas, y nosotros estamos tan fríos y tan disipados! Quiero, Amor mío, traerte todos los corazones de las criaturas y sumergirlos en tu Divino Amor y en tu mismo Corazón, para que queden inflamados y purificados en el fuego eterno de tu Caridad, y Tú seas por completo reparado de toda humana ingratitud... Oh María, Madre mía Inmaculada, Tú misma presenta a Jesús, esta oferta y esta reparación, y convierte a todos a su Amor.

 

(XI)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú Te ves colmado por la ingratitud, la incorrespondencia y la infidelidad de tus mismos hijos, y yo otros tantos actos de gratitud, de correspondencia y de fidelidad quiero hacerte. Quiero también alabarte porque nos has creado a tu Imagen y a tu Semejanza, darte las gracias por los beneficios de todo tipo que nos has hecho. También quiero unirme a Ti y dolerme por todas las ofensas que recibiste ahora en el Santísimo Sacramento, y otras tantas veces quiero encomendarte a todos los hijos de tu Iglesia, a todos tus Sacerdotes, a las almas que me has dado, a los pobres pecadores, a los herejes e infieles, y a los agonizantes, para que todos correspondan a los designios de tu Corazón. Por último Te encomiendo a todas las almas del Purgatorio, para que puedan todas volar al Cielo, sin que falte ninguna, a costa de cualquier sacrificio. Y tantas veces quiero repetir estos actos por cuantas veces se mueven las olas del mar y las hojas de los árboles...

 

 

(XII)

 

          Oh Prisionero de Amor, Tú Te sientes ahogar por el ansia de querer dar a conocer a todos tu Voluntad. Ah, desde tus velos sacramentales que Te ocultan, haz resplandecer tus refulgentes rayos, e inundando todos los corazones, comunica a todos tu Voluntad, para que festiva y triunfante reine y domine en el mundo entero. Virgen Inmaculada, Reina del “FIAT” Divino, llama en todos los corazones, y con tu imperio de Reina deposita en ellos la Vida de la Divina Voluntad, y confórtanos y alégranos a todos con tu santa y materna bendición.