PREPARACIÓN PARA, DURANTE Y DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

21.08.2015 14:38

PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN EN UNIÓN CON LA

COMUNIÓN MISMA DE JESÚS, PARA DAR DE NUEVO

AL PADRE SU MISMA GLORIA DIVINA

 

          Corazón mío, Jesús, ven; mi pobre corazón no puede vivir sin Ti, mis latidos se aceleran, mis ansias se hacen más ardientes y te busco con repetidos suspiros. ¡Ven, Jesús a dar vida a este mi pobre corazón hambriento de Ti! ¡Ah, cómo suspiro el momento de recibirte, de estrecharte en mi pecho, y de estarme contigo, corazón a corazón, abandonado en tus brazos en dulce descanso! Ah, sí, mi corazón junto al tuyo se saciará de la sed que lo abrasa, se saciará del hambre que lo atormenta, y renacido a nueva vida, gustará a torrentes todas tus delicias; y si Tú, en esa Hostia de Amor, descenderán a mí, afligido y entristecido por las ofensas de las criaturas, oh, entonces Te daré mis brazos para darte descanso, y mi corazón, saciado de Ti, Te consolará y Te reparará por todas las ofensas.

          ¡Vida mía, Jesús, ven pronto, no me hagas más esperar! Pero mientras me dispongo, veo la gran distancia que hay entre Tú y yo: la NADA se prepara a abrazar al TODO; la miseria, la debilidad, la fealdad, a la infinita Belleza; lo limitado va a encerrar riquezas inmensas, Fortaleza, Omnipotencia, Perfección incomparable y arrebatadora; voy a contener al Infinito, al Inmenso, al Eterno... Amor mío, yo tiemblo, pero no retrocedo; Te quiero y no me espanto; tu Amor me hace atrevido y me empuja a Ti. ¿Sabes, oh Jesús? Al precio que sea Te quiero Tú debes suplirme en todo, porque Tú lo puedes todo y yo no puedo nada, y el que puede debe suplir al que no puede.

          Y además, amable Jesús mío, ¿no Te acuerdas acaso, que de todo lo que hiciste y sufriste me hiciste un don, al recibirte a Ti mismo cuando instituiste este Sacramento de Amor? Para mí precisamente lo hiciste todo. Tu Santísima Humanidad me abrió las puertas para poder recibir a todo un Dios. Esta Humanidad tuya Santísima, Tú me la diste y yo la hago mía, me transformo en Ella, me derramo en Ella con tu Santidad, hago mías sus penas, sus obras, sus pasos, todas sus reparaciones, su Amor... ¿Qué más quieres, Jesús? Por mí mismo no puedo ir a Ti; Tú debes suplirme en todo.

          Pero aún no estoy contento; me veo demasiado estrecho, y por eso me meto en tu Divinidad y sumergiéndome en la inmensidad de tu Voluntad, me hago atrevido, y Te ruego que me vistas con tu Hermosura, para poderte arrebatar continuamente a mí, y Tú, enamorado de mí de mi pobre corazón harás tu feliz morada. Que tu Santidad me cubra, que tu Potencia me revista, que la inmensidad de tu Amor me abisme, de modo que no vea nada más que a Ti y no obre más que en Ti. Con tu Potencia seré potente sobre tu Corazón, para obtener para todos, y con tu grito “tengo sed” gritaré continuamente: “¡Almas, almas!”; y Tú no resistirás a tu propia Potencia, y con tu poder conquistaré todos los corazones para traerlos a Ti. Nadando en tu Querer, me arrojaré a los pies de tu Justicia, le arrebataré sus flagelos, apagaré el fuego que la enciende y la vincularé a la Misericordia, para que se besen mutuamente y, apaciguadas, besen a todas las criaturas.

          Jesús mío, en tu Querer encuentro todo, y en El quiero recibirte para repetir tu Comunión, para darte todo, reparación completa, amor inmenso, satisfacción infinita. Quiero, oh Jesús mío, darte todo el contento que Te dio tu propia Humanidad Santísima, al repetir tu Comunión y darte la satisfacción como si un Dios recibiese a otro Dios.

          Mamá y Reina, ven a asistirme en una acción tan grande como es la de recibir a Jesús. Tómame en tus brazos, estréchame a tu Corazón maternal, caliéntame con tu amor, purifícame con tus afectos, humíllame con tu humildad, cúbreme con el velo de tu pureza, préstame tus deseos ardientes y todo lo que Tú hacías al recibir a Jesús... Ángeles, Santos, vestidme con vuestra luz, hacedme corona, acompañadme a Jesús.

          ¡Jesús, Tú me llamas, y yo a Ti vengo! ¡Ven, oh Jesús mío...! ¡Ven!

 

Volver

+  +  +  +

 

DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

 

          He aquí, oh Jesús, que estás en mí; dame tu beso y extiende tus divinos brazos para estrecharme a Ti y ya que en mí Te has encontrado a Ti mismo por entero, dime que me amas. Mi amor y el tuyo, oh Jesús, formen oleadas continuas que Te conforten, y Tú corona con nuevo amor cada vez más a mi alma.

          Oh Jesús, tu Voluntad es mía, y yo, para poder corresponder a todo lo que has hecho por mí, especialmente por haberte dignado descender a mi corazón, Te digo en tu Voluntad “muchas gracias”, para llenar de este modo toda la inmensidad de Cielo y de la tierra con mis “gracias”. Este “gracias” forme continuas cadenas que establezcan entre Tú y yo la unión de nuestros corazones, de nuestros afectos. Oh Jesús mío, también Te digo en tu Querer “Te adoro”, para traerte el Cielo y la tierra en torno a Ti, todos en acto de adorarte.

          Y ahora, oh Jesús, haz que, corriendo del todo tu Vida en la mía puedas encontrar en mí todas las complacencias y los contentos que tu Amor solicita. Has venido, oh Jesús, a mí, y ya no Te irás más. Te daré vida en mi mente, en mi mirada, en mi palabra, en todo mi ser; y yo seré la vestidura que Te cubrirá. En este día, oh Jesús, obraremos juntos, y nos difundiremos para bien de todos, ocupándonos en formar continuas cadenas de amor en torno a los corazones, a fin de que todos Te amen y nadie Te ofenda más. Oh Jesús, que éste sea nuestro pacto: trabajar en torno a los corazones, para que todos se salven. De tu Querer, oh Jesús, nada escapa, y yo, habiéndote recibido en tu misma Voluntad, estaré en guardia para que ningún alma se Te vaya.

 

+  +  +  +

Volver

ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

 

          Corazón mío y Vida mía, Jesús, por fin has venido; ya Te siento en mi lengua, siento el contacto de tus carnes divinas, la fragancia de tus perfumes celestiales, y no puedo aguantarme de besarte y volverte a besar; pero no estoy contento si no me das tus besos como prenda y confirmación de mi inseparable unión contigo. Siento que, ansioso, quieres descender a lo más íntimo de mi corazón; allí encontrarás a tu propia Divinidad unida a tu Querer, las solas cosas dignas de Ti.

          Ah, goza también tu Paraíso en este corazón mío, y mientras me estrechas a tu Corazón, con toda ternura, parece que me dices: -”Hijo amado mío, te amo con Amor Eterno, Infinito, y habiendo encontrado en ti a mi Humanidad, a mi Querer, a mi Divinidad, te amo como a Mí mismo Me amo; y siento la satisfacción y la complacencia que sentí en Mí cuando Me comulgué a Mí mismo. En ti, teniendo mi Querer, encuentro todo y no hay en ti ni un alma que Me huya; mi Amor encuentra su desahogo completo al sentir repetirme lo que hice Yo”. Y entre tanto me besas y me abrazas, y silencioso esperas, queriendo que Te corresponda con otro tanto.

          Jesús, dulce Amor mío, ya que quieres que Te imite, Te estrecho entre mis brazos, y sumergiéndome en tu Querer Te estrecho entre los brazos de todos y en nombre de todos. Mi corazón nada en la inmensidad de tu Amor, y aunque temblando ante tu Majestad, también yo Te repito: -”Te amo, Te amo con amor inmenso, Te amo con amor eterno, infinito, interminable... En este Querer tuyo están todas las almas, pasadas, presentes y futuras, y yo quiero entregarte a todas para darte la gloria, la satisfacción y el amor como si todas Te hubieran recibido. En este Querer tuyo quiero darte una completa reparación por todos, y mientras que se atreva a ofenderte un corazón sobre la tierra, con reparación eterna he de reparar tu Corazón que es todo fuego, y a todos con tus llamas daré amor, y a Ti Te daré amor por todos.

          Amor mío, en tu Querer proseguiré siempre mis giros, para llevar a tu Corazón los pensamientos de todos, las miradas, las palabras, las obras, los pasos y todos los corazones, para hacer que los conviertas a todos en amor, y yo vigilaré con atención para reparar por todo. Oye, oh Amor mío, yo he tomado tu Humanidad con todo lo que Tú eres, para poder recibirte como Te recibiste Tú mismo y repetir tu Comunión. Unido a tu Humanidad quiero reparar por todos los sacrilegios, las irreverencias y las frialdades de todos los siglos, pasados, presentes y futuros, como Tú los reparabas. Quiero reparar con tu mismo Corazón todo lo que éste reparaba, y encerrar a todas las criaturas con todos sus defectos, para poderlos quemar, y así estarás contento.

          Y ahora Te ruego que tomes mi naturaleza humana, con el fin de que, no pudiendo Tú sufrir ya porque eres glorioso, sufra yo en tu lugar. Ah, en esta Hostia de Amor tu Pasión es perpetua; siento y veo las burlas, las blasfemias, los repetidos azotes, las espinas trenzadas, la Cruz, los clavos, la lanza... Y Tú, languideciendo de amor, estás mirando a ver quién quisiera sustituir a tu Humanidad... Jesús mío, aquí estoy yo, estoy dispuesto; sí, acéptame, tenme siempre contigo en tu Querer para que no pierda ninguna pena, y quiero seguir por eso tu Pasión hora tras hora.

          En este Sacramento de Amor vigílame Tú, asísteme y no permitas que Te ofenda jamás. En tu Querer, oh Jesús mío, Te repito mi adoración; desearía pulverizar mi pequeño ser y esparcirlo en la inmensidad de tu Voluntad, y unir juntos Cielo y tierra, para postrar ante Ti a todos en acto de adorarte con adoraciones diversas, para tributarte en nombre de todos una adoración completa. Dulce Vida mía, quiero hacer precisamente lo que hiciste Tú al comulgarte, todos los actos completos; quiero ofrecer mi Comunión en unión contigo, y como Tú la ofreciste, para la gloria completa del Padre, en reparación y entera satisfacción por todas las ofensas, y para merecer que todos Te pudiésemos recibir, reservando a cada uno una Vida Divina y dando al Padre la gloria como si todos hubieran comulgado.

          Y ahora, amante Jesús, quiero decirte otra cosa: en tu Querer siento los gemidos de las almas que penan en el Purgatorio, su delirio y sus ansias porque Te desean y las muertes repetidas que les da tu privación. Ah, no te les ocultes más, muéstrales tu belleza arrebatadora y atráelas a Ti. Tu sonrisa de amor las haga felices y convierta sus penas en alegrías; extiende tus manos para sacarlas de esas llamas, y a tu contacto las llamas se extinguirán, y ellas, purificadas, del llanto pasarán a la dicha eterna y se saciarán de Ti.

          Y ahora bendíceme, oh Jesús, y conmigo bendice a todos; sella con tu Querer mi mente, mis labios, mi corazón y todo mi ser, para que yo también pueda darte actos completos y satisfacer tus deseos ardientes. Finalmente Te doy gracias en tu Voluntad, para llenar así toda la inmensidad del Cielo y de la tierra con un “gracias” mío, oh Jesús; y este “gracias” forme entre Tú y yo una continua corriente de beneficios y de correspondencias.

          Mamá y Reina mía, di Tú por mí “gracias” a Jesús, y ofrécele por mí los actos que Tú hiciste al recibirlo. Ángeles y Santos, decidle todos por mí un “gracias” a Jesús.

          Y Tú, Jesús mío, deja que de nuevo Te abrace y Te estreche bien fuerte a mi corazón, y Tú bésame y abrázame a Ti; quédate Tú en mí y yo en Ti. Amén.

 

+  +  +  +

Volver

ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

EN UNIÓN CON LA REINA DEL CIELO

 

          He aquí que has venido, oh Jesús, a mi pobre corazón: ¡seas bienvenido, dulce Amor mío!... Ves, con nosotros está nuestra Madre, la cual, para hacerte feliz, me da su amor para amarte, sus besos para besarte, sus maternos brazos para abrazarte. Haciéndome uno con nuestra Mamá del Cielo, haciendo mía su voz Te digo junto con Ella: -”Oh Jesús, Te amo con el amor suyo y tuyo; quiero amarte tanto, que quiero formar mares inmensos de amor en torno a Ti, que con su murmullo Te repitan continuamente: Te amo, Te amo, Te amo...”.

          Vida mía, querido, quiero besarte con los besos de tu Mamá, y con sus brazos y los míos quiero formar dulces cadenas para sujetarte tan fuerte a mi pobre corazón, que para siempre Te impida abandonarme.

          Jesús, Soberano mío, me postro a tus santísimos pies, y hundido en el abismo de mi nada, con nuestra Mamá y Reina Te adoro profundamente, Te doy sin cesar las gracias por haber venido a mí, y Te bendigo para siempre por tan grande bondad.

          Más oye, Jesús, ya que Tú has venido a mi, y ya que nuestra dulce Mamá permanece con nosotros íntimamente unida para amarte y para hacerte feliz en este mi corazón, Te pido que con Ella mires, con ojos de misericordia, la pobre alma mía, Vuestras miradas piadosas pongan fin a mis defectos, derriben mis pasiones, me limpien de mis miserias, hagan de mí una conquista vuestra, y triunfantes me aten para siempre a vuestro amor. Oh, cuántas veces, Amor mío, Te he hecho llorar por culpa de mis inconstancias y de mis defectos... Veo que estas lágrimas corren aún por tu Rostro y que tu Cabeza está todavía ceñida de espinas, por tantas inspiraciones tuyas sofocadas y por tantas incorrespondencias a la Gracia... Mamá Santa, enjuguemos juntos las lágrimas a Jesús, quitémosle todas las espinas. ¡Oh, mi corazón no soporta ver su Rostro bañado de lágrimas...!

          Sí, oh Jesús, Te prometo y juro, aún a costa de mi vida, que prefiero morir más bien, mil y mil veces, antes que disgustarte de nuevo; vénceme con tu ternura, para que en mí no haya más pecado, sino que todo sea convertido en amor...

          Parece que Tú, oh Jesús, mirándome, quieras decirme en respuesta: -”Hijo mío queridísimo, tu Jesús está dispuesto a perdonarte; más si quieres poner fin a tus males y hacerme feliz a Mí y a ti mismo, entrégame tu voluntad, a fin de que Yo te dé a cambio la mía. ¡Oh, cómo será entonces completa nuestra unión y nuestra alegría! Con la Madre mía y tuya, Yo me ocuparé de formar en ti el Reino de mi Voluntad Divina, seré Yo quien te sostenga y cuidaré todos tus pasos. Dime, hijo, ¿quieres que éste sea el fruto de mi venida a ti?”.

          -Sí, mi dulcísimo Jesús, Te doy para siempre y de todo corazón mi voluntad, y Tú prométeme que no me dejarás nunca jamás.

          Y ahora, Amor mío, Te pido por el mundo entero: haz que todos se salven y que ninguno se pierda. Te pido por todos los difuntos para que emprendan el vuelo al Cielo; por todos los Sacerdotes, para que les des la gracia de ser los repetidores de tu Vida sobre la tierra. Encomiendo además a tu Corazón y al de nuestra dulcísima Madre el Reino de tu Voluntad sobre la tierra. Dispón Tú a las criaturas de recibir este Reino; y mediante tu potente Gracia vence todo con tu Amor, y haz que la Voluntad del Cielo sea una sola con la de la tierra.

          Por último, oh Dios, Te pido que me concedas tu celestial bendición, como prenda segura de tu permanencia en mí: Te quedarás para siempre en mí y yo no me separaré ya nunca, nunca jamás de Ti.