INVOCACIÓN A LA DV EN TODAS NUESTRAS ACCIONES

21.08.2015 14:36

INVOCACIÓN A LA DIVINA VOLUNTAD

EN TODAS NUESTRAS ACCIONES

 

- Al despertarse en la mañana

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a pensar en mi mente.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a circular en mi sangre.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a mirar en mis ojos.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a escuchar en mis oídos.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a hablar en mi voz.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a respirar en mis respiros.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a palpitar en mi corazón.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a moverte en mis acciones.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a obrar en mis manos.

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a caminar en mis pasos.

          Jesús, mírame, para que también yo, al poner en Ti los ojos, pueda mirarte en tu Voluntad, y Tú puedas recibir el contento de ser mirado con una mirada divina. Oh Jesús, haz que tu mirada me inunde de tanta luz, que me funda por completo en Ti; y mientras que mis ojos se abren, oh Jesús, haz que resplandezca en ellos la luz de tu Querer. Así, sumergiéndose en la luz inmensa de tu Voluntad Divina, contigo seré luz para todos, para hacer que Te conozcan, luz para impedir la culpa, luz para hacer que Te amen y para hacer a todos conocer tu Santo Querer.

          Mi primer pensamiento surge y corre a Ti, oh Jesús, y besando tus pensamientos, se funde en tu Inteligencia y cobra vida en tu Voluntad. Junto contigo quiero difundirme en las inteligencias de todos para recoger los pensamientos de todas las criaturas y darte el homenaje, la adoración y la sumisión de todos.

          Quiero, oh Jesús mío, tomar en mi primera palabra todas las armonías del Cielo y acercarlas a tu oído para hacerlas resonar en Ti; y Tú, oh Jesús, une mi palabra a la tuya, y tómala de mí como palabra tuya, para hacerte escuchar el eco de una palabra divina por medio mío, y así satisfacer a tu oído por todas las molestias de las cosas no rectas de las criaturas. Y mientras mis labios se entreabren, oh Jesús mío, mi voz corra en tu Voluntad para hacerla mía, resuene en todos los corazones y los sacuda. Quiero con tu Voluntad encender en todos el fuego de tu Amor, y recogiendo todas las voluntades de las criaturas como si fuesen una sola, quiero ofrecértelas y darte, en nombre de todos, amor divino, gloria divina, reparación divina.

          Oh Jesús mío, mi débil naturaleza se pone en actividad, pero es tanta mi incapacidad que no puedo hacer nada; por eso tomo vida y actividad en tu Voluntad; y siendo tu Querer la vida y el movimiento de todas las criaturas, quiero yo por tanto ponerme en actividad en tu Voluntad para ser el pensamiento de todos, para que todos Te comprendan.

          Tomo la luz de sus ojos, para que sólo miren el Cielo; la voz de sus bocas, para hacerles aborrecer la culpa y hacer que siempre Te alaben; la acción de sus manos, para que la dirijan a Ti; el paso de sus pies, para encadenarlo a Ti e impedir así que pueda caer ninguno en el infierno; el palpitar de sus corazones, para hacer que Te amen a Ti solo. Oh Jesús mío, tu Querer llene a todos, y en tu Querer, anhelo que las criaturas gocen de Ti de todos los bienes posibles, como si todos hubieran hecho sus actos en tu Voluntad.

 

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- Al lavarse:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, en mi acto de lavarme, y lava mi alma de toda mancha.

 

- Al vestirse:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, en mi acto de vestirme, y vísteme con tu Luz.

          Jesús mío, me visto en tu Voluntad, y con esta Voluntad tuya quiero cubrir a todas las criaturas para vestirlas con tu Gracia; y luego tomo tu Querer y todas las bellezas que tu Querer contiene, y haciéndolas mías, con ellas quiero vestir a tu Santísima Humanidad, para defenderte de todas las frialdades y ofensas que Te hacen las criaturas. Jesús mío, tu Amor unido al mío quiere darte el amor de todos y la satisfacción de todos.

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- Al caminar:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a caminar en mis pasos, para ir en busca de todas las almas y llamarlas para Ti.

          Camina en mí, oh Jesús, y haz que dé mis pasos en tu Voluntad, y haciéndome vida de los pasos de todas las criaturas, te los dirija todos a Ti.

 

- Al trabajar:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a hacer tus Obras Eternas en mí.

          En tu Voluntad trabajo, y Tú oh Jesús, haz correr tus dedos en los míos, para que, trabajando Tú en mí, Tú mismo repares por todos los que no divinizan las obras materiales con tu unión, y cada movimiento mío sea dulce cadena que vincule a las almas en Ti.

 

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- Al escribir:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, en mi acto de escribir, y escribe tu Ley en mi alma.

 

- Al tomar el alimento o la bebida:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a vivir en mí, y nútreme con tu Alimento.

          Tomo este alimento en tu Voluntad, y Tú, oh Jesús, ven en mí a tomarlo, siendo tu Voluntad mía, para mostrarme mi amor.

          Bebo en tu Voluntad, oh Jesús, y Tú también, oh mi Sumo Bien, bebe en mí, para saciar tu gran sed que tienes de todas las almas; y que puedas Tú hallar en mí tan abundante bebida, que después derrames en todos el agua de tu Gracia Salvadora.

 

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- Después de comer:

 

          Gracias Te sean dadas, oh Padre, en tu Divino Querer, por mí y por todos, por tu Voluntad que hemos recibido en estos alimentos, para tu Gloria. En Cristo Nuestro Señor. Amén.

 

- En las penas o sufrimientos:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a sufrir en mi sufrir, y mi alma, consumada y fundida con tu Voluntad, sea el Crucifijo viviente inmolado por la Gloria del Padre.

          Sufro en tu Voluntad y mi padecimiento bese el tuyo, y así quiero, oh Jesús mío, darte la satisfacción de tus mismas penas. Mi humanidad sea la Cruz, y mi alma unida a tu Voluntad sea el Crucifijo viviente que esté continuamente ante Ti, para darte la satisfacción que Tú mismo diste al Eterno Padre.

 

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- Entrando a una iglesia:

 

          Vengo a visitarte, oh Jesús, en tu Voluntad, para hacer que encuentres en mí la hospitalidad, tu Morada, tu Sagrario, tu Hostia.

 

- Al hacer oración:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a orar en mí, y ofrécete después esta oración como mía, para satisfacerte por las oraciones de todos, y para dar al Padre la Gloria que todas las criaturas deberían darle.

 

 

- Al asistir a la santa misa:

 

          Padre, te amo; ven, Divina Voluntad, a adorar en mí, y puesto que tu Voluntad multiplica los actos infinitamente, así quiero darte la satisfacción como si todos hubieran asistido a la Santa Misa, ofrecerte por todos el Sacrificio y obtener para todos la salvación.

 

- Antes de la comunión:

 

          Ven en mí, oh Jesús, a recibirte a Ti mismo en mí, y después ofrécete esta Comunión para recibir la satisfacción y la compensación de tu misma Vida Sacramental, y recibe esta Comunión como hecha por mí.

          Haz, oh Jesús, que en el breve espacio de los accidentes de la Hostia en que Tú vienes a unirte conmigo, yo encierre los latidos de las criaturas con todas las reparaciones que hacen falta; y Tú, oh Jesús, sella todos los corazones con el amor y con la reparación que ellos Te deben y que Tú has hecho; y luego dámela y tómala de mí como cosa tuya.

          Oh Jesús, pon tu Santidad en mí, para poder hallar tu verdadero Tabernáculo, y así tomarás en mí tu verdadero descanso. Viste con tu hermosura mi alma, para que llegues a enamorarte de mí. Extiende en mí tu inmensidad, tu profundidad, tu altura, para que encontrando tu mismo Ser en mí, podamos obrar juntos divinamente, y difundiéndonos en todos, reunamos a todos los corazones en Ti. Oh Jesús, soy débil: por eso, antes de que bajes a mí, revísteme con tu Potencia, a fin de que con Ella, podamos ser juntos potentes sobre los corazones de todos, para arrebatarlos a todos para Ti.

          Oh Jesús mío, si Tú vienes a mí, y no Te pones a Ti mismo en mí, Te sentirás muy estrecho; por eso pon en mí la inmensidad de tu Amor, de manera que puedas proseguir en mi corazón el quehacer que tienes en el Sacramento, el de saetear todos los corazones; y después pon tu Justicia y tu Misericordia para que se besen, y estando las dos abrazadas, que la Misericordia aplaque a la Justicia, y descienda sobre las criaturas beneficios y misericordias... ¿No lo has dicho Tú mismo, oh Jesús, que viniendo a mí, yo me hago tuyo, y Tú te haces mío? Por tanto, ¿cómo podrías Tú obrar, como el Dios que eres, si no pones todo en mí...?

          Nuestra dulce Madre, María, estará con nosotros y llevará a cabo la obra de coronar mi alma con todos tus atributos, y así, al descender a mí, oh Jesús, realizarás todo lo que quieres.

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