ANTES Y DESPUÉS DE LA CONFESIÓN

21.08.2015 14:45

ANTES DE LA CONFESIÓN

 

          Jesús mío, heme aquí postrado ante tus pies; siento la extrema necesidad de venir a tus brazos paternos, como hijo a su padre. Mírame y ten piedad de mí, me siento cubierto por muchas culpas; llagas profundas desfiguran mi pobre alma. Jesús, perdóname; yo tuve la osadía de ofenderte y de rebelarme contra Ti, en el instante mismo en que Tú me amabas. Jesús, de todo corazón me arrepiento de haberte ofendido; mas veo que mi dolor no es ni suficiente ni proporcionado a la gravedad de mis pecados, y por eso Te ruego, Te suplico, me concedas tu amargura, a fin de poder dolerme con ese mismo dolor con el que Tú Te doliste por mis pecados, dolor tan grande e intenso que Te hizo sudar viva Sangre en el Huerto de los Olivos.

          Mamá del Cielo, ven Tú también en mi ayuda y mira de cuántas llagas está cubierta mi pobre alma: Tú que eres mi Madre, cúbrelas con tu manto, y condúceme Tú misma, contrito y humillado, a los pies del Sacerdote, para confesar todas mis culpas, y alcánzame de tu Jesús, el suspirado perdón. Así sea.

DESPUÉS DE LA CONFESIÓN

 

          Gracias Te doy, Crucificado Bien mío, por el inmenso beneficio que me hiciste mediante esta santa Confesión. Siento que Tú una vez más me repites: “Hijo mío, te perdono, pero no peques ya más; no vuelvas a abrir mis llagas, no dejes entrar ya más el enemigo en tu alma. Oh, por cuantas veces con el pecado Me echaste de tu corazón, restitúyeme ahora mi puesto; sé firme y constante, y no Me ofendas ya más”.

          Jesús mío, me propongo y prometo, del modo más enérgico y absoluto, no pecar nunca más. De verdad Te digo que prefiero morir antes que ofenderte de nuevo.

          Mamá del Cielo, ven también Tú a dar las gracias por mí a Jesús. Tú sabes lo árido que es mi corazón y lo incapaz que es mi lengua de hablar dignamente con mi Dios... Suple Tú a mi incapacidad; tu Corazón sea el que palpite para El en nombre mío, y eleve por mí un himno de gratitud. Jesús me ha concedido su perdón, y Tú, Madre mía, confírmalo en mi alma con tu maternal bendición.