¿Somos el proyecto de Dios? Benedicto XVI

04.09.2015 14:59
En la Divina Voluntad, estos maravillosos escritos, nos dice el Señor que el verdadero hombre es Jesucristo. Sólo viviendo en Su Querer, completamos nuestra finalidad como criaturas. Dice el Benedicto XVI:

"Es importante entonces recuperar el asombro ante este misterio, dejarnos envolver por la grandeza de este acontecimiento: Dios, el verdadero Dios, Creador de todo, recorrió como hombre nuestros caminos, entrando en el tiempo del hombre, para comunicarnos su misma vida (cf. 1 Jn 1, 1-4). Y no lo hizo con el esplendor de un soberano, que somete con su poder el mundo, sino con la humildad de un niño.

. El Concilio Vaticano II lo reafirma con fuerza: «Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado... Cristo, el nuevo Adán, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación»

Sólo abriéndonos a la acción de su gracia y buscando seguirle cada día, realizamos el proyecto de Dios sobre nosotros, sobre cada uno de nosotros."

 

BENEDICTO XVI

AUDIENCIA GENERAL

Sala Pablo VI
Miércoles 9 de enero de 2013

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Ahora escuchemos al Señor:

Yo, al crear al hombre hice como un rey, que queriendo hacer feliz su


reino toma un millón y lo pone a disposición de todos, para que quien quiera


tome, pero a pesar de que está a disposición de todos, sólo alguno toma


algunos centavos. Ahora, el rey está ansioso de saber si los pueblos toman


el bien que les quiere dar, y pregunta si su millón se ha agotado para poner


otros millones, y le viene respondido: ‘Majestad, apenas algún centavo.’ El


rey siente dolor al oír que su pueblo no recibe sus dones ni los aprecia.


Entonces saliendo en medio de sus súbditos empieza a ver, a quién cubierto


de harapos, a quién enfermo, a quién en ayunas, a quién temblando de frío, a


quién sin techo, y el rey en su dolor rompe en llantos y sollozos y dice:


‘¡Ah, si hubieran tomado de mi dinero no vería a ninguno que me haga


deshonor cubiertos con harapos, sino bien vestidos; no vería enfermos sino


sanos; no vería a ninguno en ayunas y casi muerto de hambre, sino


satisfechos; si hubieran tomado mi dinero ninguno estaría sin techo, habrían


podido muy bien construirse una casa para abrigarse.’ En suma, en cada


desventura que ve en su reino él tiene un dolor, una lágrima y sufre por la


ingratitud del pueblo que rechaza su millón; pero es tanta la bondad de este


rey, que a pesar de tanta ingratitud no retira ese millón, continúa dejándolo a


disposición de todos, esperando que otras generaciones puedan tomar el bien


que aquellos han rechazado, y así recibir la gloria del bien que ha hecho a su


reino. Así hago Yo, mi Amor que he sacado no lo retiraré, continuará yendo


errante, su sollozo durará aún, hasta que encuentre almas que tomen de este


mi Amor hasta el último centavo, a fin de que cese mi llanto y pueda recibir


la gloria de la dote del amor que he puesto fuera para bien de las criaturas.


¿Pero sabes tú quienes serán las afortunadas que harán cesar el llanto al


Amor? Las almas que vivirán en mi Querer, ellas tomarán todo el Amor


rechazado por las otras generaciones, con la Potencia de mi Voluntad


creadora lo multiplicarán cuanto quieran y por cuantas criaturas me lo han


rechazado, y entonces cesará su sollozo, y en su lugar entrará la sonrisa de la


alegría, y el Amor satisfecho dará a esas afortunadas todos los bienes y la


felicidad que las demás no han querido."