Porqué el título Libro de Cielo

04.09.2015 15:55
 

 

¿Por qué libro de Cielo?

 

Este es el título que Nuestro Señor da al libro que sobre la Divina Voluntad se iba a publicar, he aquí lo que El dice el 27 de Agosto de 1926 (Vol. 19):

 

Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me hacía ver al reverendo padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos acerca de la adorable Voluntad de Dios, y Jesús poniéndose cercano a él le decía:  “Hijo mío, el título que darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será este:  “El reino de mi Divina Voluntad en medio a las criaturas.  Libro de Cielo.  La llamada a las criaturas al orden, a su puesto y a la finalidad para la que fueron creadas por Dios.”  Mira hija mía, también el título quiero que corresponda a la gran obra de mi Voluntad, quiero que la criatura comprenda que su puesto asignado por Dios es en mi Voluntad y hasta en tanto no entre en Ella estará sin puesto, sin orden, sin finalidad, será un intruso en la Creación sin derecho de permanencia, por eso irá errante, sin paz, sin herencia, y Yo, movido a compasión de él le gritaré continuamente:  “¡Entra en tu puesto, regresa al orden, ven a tomar tu herencia, a vivir en tu casa, ¿por qué quieres vivir en casa extraña?  ¿Por qué quieres ocupar un terreno que no es tuyo? Y no siendo tuyo vives infeliz y eres el siervo y el hazmerreír de todas las cosas creadas..., todas las cosas creadas por Mí, como permanecen en su puesto están en el orden y en perfecta armonía, están con toda la plenitud de los bienes que Dios les asignó, sólo tú quieres ser infeliz, pero infelicidad voluntaria, por eso, ven a tu puesto, a él te llamo y ahí te espero!”   Por eso, aquel que se prestará a hacer conocer mi Voluntad será mi portavoz, y Yo le confiaré los secretos del reino de Ella.”

 

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Algunos podrían decir que este título debe ser solamente para el libro acerca de las verdades de su Voluntad, pero no al conjunto de todos los escritos, veamos lo que Jesús dice al respecto unos días antes del capítulo anterior:

 

Agosto 14, 1926

 

 Mi pobre corazón nada en el mar de las amarguras de las privaciones de mi dulce Jesús, y si El viene es como un relámpago que huye y en aquella claridad del relámpago veo al pobre mundo, sus graves males, veo los vínculos de las naciones que se vinculan entre ellas para mover a guerra y revoluciones, y esto atrae los castigos del Cielo, y tan graves, de destruir ciudades enteras y pueblos.  ¡Oh Dios, cómo es grande la ceguera humana!  Y cuando termina el relámpago de su amable presencia permanezco más en lo oscuro que antes, con el pensamiento de mis pobres hermanos puestos en el duro exilio de la vida.  Pero como si esto no bastara para llenar mi pobre corazón de intensas amarguras, una más se ha agregado para sofocar mi pobre existencia en aquellas olas fragorosas en las cuales es arrollada mi pobre alma; esta amargura es la noticia de la próxima publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad de Dios, a la cual, nuestro señor Arzobispo había dado su aprobación, poniendo él el imprimátur.  Y esto era nada, el golpe más fatal para mi pobre alma ha sido la noticia de que no sólo se debía poner lo que correspondía a la Divina Voluntad, porque de esto, después de tantas insistencias de Nuestro Señor y de los superiores me había convencido que lo requería la gloria de Dios, y a mí, mísera y pequeña cual soy no me toca oponerme a lo que el bendito Jesús quiere, sino también el orden que Jesús ha tenido conmigo y todo lo que me ha dicho, aún sobre las virtudes y circunstancias..., esto me ha resultado demasiado doloroso.  He dicho y redicho mis razones para que esto no se hiciese.  Mientras me encontraba tan oprimida, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, como si sintiera el peso de mi opresión me ha estrechado entre sus brazos y sacudiéndome me ha dicho:

 “Hija mía, ¿qué pasa..., qué pasa?  Anímate, no quiero que estés tan oprimida, en vez de agradecerme te oprimes.  Tú debes saber que para hacer que mi Suprema Voluntad sea conocida, he debido preparar las cosas, disponer los medios, arrollar al Arzobispo con los actos de absoluto dominio de mi Voluntad, a los cuales el hombre no me puede resistir, he debido hacer uno de mis grandes prodigios.  ¿Crees tú que sea cosa fácil el obtener la aprobación de un Obispo?  ¡Oh, no, cómo es difícil, cuántas cavilaciones, cuántas dificultades!  Y si aprueban es con muchas restricciones, casi quitando las pinceladas más bellas, los colores que más resaltan a todo lo que mi Bondad con tanto amor ha revelado.  Entonces, ¿no ves tú en la aprobación del Arzobispo el triunfo de mi Voluntad?  Y por lo tanto mi gran gloria y la gran necesidad de que los conocimientos acerca del Supremo Querer sean conocidos y que como rocío benéfico apague los ardores de las pasiones, y que como sol que surge haga huir las tinieblas de la voluntad humana y quite la torpeza que casi todas las criaturas tienen aun en el hacer el bien, porque falta la Vida de mi Querer.  Mis manifestaciones sobre El serán como bálsamo que cicatrizarán las llagas que ha producido la voluntad humana; quien tenga el bien de conocerlas se sentirá correr en él una nueva vida de luz, de gracia, de fortaleza para cumplir en todo mi Voluntad y no sólo esto, sino que comprendiendo el gran mal del propio querer lo aborrecerán y se sacudirán el duro yugo de la voluntad humana, para ponerse bajo el suave dominio de la mía.  ¡Ah, tú no sabes ni ves lo que sé y veo Yo, por eso déjame hacer y no te oprimas!  Es más, deberías haber apresurado y urgido tú misma a aquel que Yo con tanto amor he dispuesto para que tomara el empeño, dile que se apresure y que no pierda el tiempo.

 Hija mía, el Reino de mi Voluntad es inmutable y en estos conocimientos sobre Ella hemos puesto tanta luz, gracia y atracciones, para volverla victoriosa, de modo que conforme sean conocidos harán dulce batalla a la voluntad humana y quedarán vencedores.  Estos conocimientos serán un muro altísimo y fortísimo, más que en el edén terrestre, que impedirá al enemigo infernal el entrar dentro para molestar a aquellos que, vencidos por mi Voluntad, pasarán a vivir en el reino de Ella.  Por eso no te turbes y déjame hacer, Yo dispondré todo para que el Fiat Supremo sea conocido.”

 

Como vemos, este título es dado por el mismo Jesús y aunque en algunos volúmenes posteriores dice que a estos escritos se les podría nombrar como:  “El Evangelio de su Voluntad” (Vol 23), “Testamento de amor de Dios a las criaturas” (Vol. 36)  Pero en éstos, El no les da el contexto de título, por lo que se respetará el anterior.