Para la comunión, nos da lo necesario para ofrecerle algo digno

04.09.2015 15:20

Luisa Piccarreta Volumen 09

Ahora, el modo de Jesús es siempre inmenso, y yo junto con Jesús me siento

inmensa y como si supiera hacer alguna cosa, y si Jesús se retira yo quedo

siempre como la tonta que soy, la ignorante, la mala, y es exactamente por

esto por lo que Jesús me ama tanto, porque soy ignorante y porque nada soy

y nada puedo; pero sabiendo que a cualquier costo lo quiero recibir, para no

hacerse un deshonor al venir en mí, sino sumo honor, prepara Él mismo mi

pobre alma, me da sus mismas cosas, sus méritos, sus vestiduras, sus obras,

sus deseos, en suma, todo Sí mismo, y si se necesita, también lo que ha

hecho la Mamá Santísima, lo que han hecho los santos, porque todo es suyo,

y yo digo a todos: "Jesús, hazte honor al venir en mí; Mamá, Reina mía,

santos, ángeles todos, yo soy pobre, pobre, todo lo que es vuestro ponedlo en

mi corazón, no para mí sino para honor de Jesús." Y siento que todo el

Cielo concurre a prepararme. Y después Jesús desciende en mí, y me parece

verlo todo complacido al verse honrado por sus mismas cosas, y a veces me

dice:

"¡Bravo, bravo a mi hija, cómo estoy contento, cuánto me complazco,

dondequiera que miro en ti encuentro cosas dignas de Mí, pues todo lo que

es mío es tuyo, cuántas cosas bellas me has hecho encontrar."

Yo, sabiendo que soy pobre, pobre, que nada he hecho y nada es mío, me

alegro por el contento de Jesús y digo: "Menos mal que Jesús piensa de este

modo; basta con que haya venido y esto me basta, no importa que me haya

servido de sus mismas cosas, los pobres deben recibir de los ricos