Para la comunión, nos da lo necesario para ofrecerle algo digno
Luisa Piccarreta Volumen 09
Ahora, el modo de Jesús es siempre inmenso, y yo junto con Jesús me siento
inmensa y como si supiera hacer alguna cosa, y si Jesús se retira yo quedo
siempre como la tonta que soy, la ignorante, la mala, y es exactamente por
esto por lo que Jesús me ama tanto, porque soy ignorante y porque nada soy
y nada puedo; pero sabiendo que a cualquier costo lo quiero recibir, para no
hacerse un deshonor al venir en mí, sino sumo honor, prepara Él mismo mi
pobre alma, me da sus mismas cosas, sus méritos, sus vestiduras, sus obras,
sus deseos, en suma, todo Sí mismo, y si se necesita, también lo que ha
hecho la Mamá Santísima, lo que han hecho los santos, porque todo es suyo,
y yo digo a todos: "Jesús, hazte honor al venir en mí; Mamá, Reina mía,
santos, ángeles todos, yo soy pobre, pobre, todo lo que es vuestro ponedlo en
mi corazón, no para mí sino para honor de Jesús." Y siento que todo el
Cielo concurre a prepararme. Y después Jesús desciende en mí, y me parece
verlo todo complacido al verse honrado por sus mismas cosas, y a veces me
dice:
"¡Bravo, bravo a mi hija, cómo estoy contento, cuánto me complazco,
dondequiera que miro en ti encuentro cosas dignas de Mí, pues todo lo que
es mío es tuyo, cuántas cosas bellas me has hecho encontrar."
Yo, sabiendo que soy pobre, pobre, que nada he hecho y nada es mío, me
alegro por el contento de Jesús y digo: "Menos mal que Jesús piensa de este
modo; basta con que haya venido y esto me basta, no importa que me haya
servido de sus mismas cosas, los pobres deben recibir de los ricos